Democracia imperfecta
Por: Gustavo Páez Escobar
La reciente investigación adelantada por la ONU en Perú, titulada “La democracia en América Latina”, abre serios interrogantes sobre este sistema de gobierno en el continente. El estudio se realizó en 18 países, con una encuesta entre 18.643 personas y entrevistas a 231 líderes regionales. De este análisis se concluye que los gobiernos democráticos no han aportado soluciones a los problemas sociales y económicos del hemisferio. La región muestra los mayores índices mundiales de desigualdad entre ricos y pobres, brecha que no ha podido ser taponada en mucho tiempo y provoca enormes dramas humanos.
La dictadura quedó derrotada en América Latina, pero el hambre ha crecido a la sombra de la democracia. El número de pobres es de 225 millones, mientras el desempleo y el subempleo azotan a las familias. En estos infiernos de la pobreza, la dignidad humana está pisoteada por el propio Estado, que no ha hallado fórmulas para dignificar al hombre. El 65% de los encuestados asegura que los políticos no cumplen sus ofertas electorales. Sin embargo, el pueblo sigue votando por ellos. Esta situación de adormecimiento se volvió un mal endémico en la región.
La democracia está en crisis, y los partidos viven desnutridos y ausentes de la realidad. En Colombia, el ausentismo electoral llega al 67%. ¿Acaso esto es democracia? No, pero la gente permite que elección tras elección se repitan los gobiernos de las minorías, a los cuales el pueblo termina acostumbrándose. Se desprecia a la clase política, pero se depende de ella.
Y no es que los políticos sean quienes determinen la suerte social y económica de la población. Por encima de ellos están los grupos económicos, que son los que en realidad manejan los países (opinión del 80%). Siguen los medios de comunicación (65%), y en tercer lugar el Poder Ejecutivo (36%). Este espejismo de la democracia señala la distorsión de la voluntad popular, y es gracias a su silencio que se imponen los gobernantes de turno. A los cuales se echa la culpa de todos los desastres, y del cual se esperan medidas providenciales.
La mayoría de la gente encuestada se inclina por un gobierno autoritario si hay solución a los problemas económicos. Teniendo en cuenta la desesperanza que se vive en el continente, se entiende este sentimiento de inconformidad y frustración como un rechazo a la inoperancia política. Pero lo deseable sería la búsqueda de verdaderas fórmulas sociales para afianzar la democracia que se ha dejado debilitar.
El Espectador, Bogotá, 13 de mayo de 2004.
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