Andanzas por Cuba
Gustavo Páez Escobar
I
A tres horas de Bogotá, en vuelo tranquilo que en buena parte se realiza sobre el mar, estamos en el aeropuerto José Martí, a 18 kilómetros de La Habana. Es poco el tráfico aéreo que se observa a la hora de nuestra llegada –2 de la tarde–, si bien el flujo de visitantes ha venido incrementándose en los últimos tiempos, hasta el punto de convertirse el turismo en el principal renglón de la economía cubana.
El año pasado, con motivo del mejoramiento de relaciones con Estados Unidos, 2,5 millones de norteamericanos visitaron el archipiélago (no la isla, como se dice en forma equivocada). Además, en las temporadas altas aterrizan en Cuba nutridas corrientes de turistas provenientes de diversos países de América y Europa. Por encima del conflicto político que se vive aquí desde hace medio siglo, y que en los últimos años ha comenzado a mostrar otra cara ante el mundo, los viajeros llegan atraídos por los encantos de la tierra cubana y el confort de su hotelería.
Hoy se sabe que el sentido de la libertad inicia otro rumbo en el archipiélago, ya con medidas tangibles como la de permitirse el viaje de cubanos hacia cualquier país. Pero este derecho se restringe en casos donde las autoridades encuentran motivos especiales para denegar la migración, como el de “preservar el capital humano creado por la Revolución”, el del “interés político” o la “defensa” y la “seguridad nacional”. Esta norma, esperada durante medio siglo, fue promulgada este 14 de enero y la miran con recelo los disidentes del régimen que, al hallarla discriminatoria, temen que la salida les sea prohibida. Libertad a medias, aunque ya se abrieron las puertas que antes se mantenían infranqueables.
En el recorrido del aeropuerto a la capital, dos cosas llaman la atención: en primer lugar, el excelente estado de la carretera, provista de eficaces sistemas de señalización y seguridad y embellecida por la vegetación tropical; en segundo lugar, el tránsito moderado de los vehículos (después sabríamos que la velocidad máxima permitida en carretera es de 100 kilómetros, mientras en la capital prima la calma vehicular, aspectos muy diferentes a los que dominan la vida colombiana y que hacen de Bogotá, sobre todo, una ciudad caótica).
La Habana es ciudad bellamente arborizada. Dicho distintivo surge con mayor intensidad en los barrios residenciales, sobre todo en los de superior categoría, como el habitado por el cuerpo diplomático. La preservación de la ecología ha sido un propósito nacional que viene de tiempo atrás. La exuberante arborización se extiende a lo largo y ancho de las vías, de los campos y los municipios. Dondequiera que se camine se hallarán árboles perennes como guardianes de una larga historia de apego a la naturaleza.
En pleno corazón de La Habana histórica brota el sombrío espectáculo de antiguas construcciones carcomidas por el tiempo, la vejez y el abandono. En este cuadro deprimente aparece el zarpazo de la extensa época de penuria que ha tenido que soportar el pueblo cubano a raíz de la guerra sin tregua de Fidel Castro contra el capitalismo. Lo cual constituye una amarga ironía: la lucha contra el imperialismo, lejos de remediar los problemas sociales del país, ha traído medio siglo de dolor y privaciones para el pueblo desengañado que creyó en la Revolución y luego perdió la libertad y los medios dignos de vivir.
Sin embargo, es una población alegre en medio de la precariedad de la subsistencia. Así tuvimos ocasión de apreciarlo en conversaciones francas con diversos elementos de la sociedad. Una población sufrida y hospitalaria. El cubano lleva la música en el alma y con ella sabe atemperar la adversidad. Un nuevo aire se respira hoy en Cuba. La gente ve con esperanza la llegada de mejores días.
II
El lugar más alto de La Habana es el monumento levantado en honor de José Martí en la Plaza de la Revolución, donde se conserva el Memorial José Martí con 79 pensamientos del caudillo, de contenido político y social, grabados con letras color oro y expuestos en cinco salones.
La Plaza de la Revolución es una de las más grandes del mundo, con extensión de 72.000 metros cuadrados. La idea de la obra nació en 1940 y tomó fuerza en 1952, un año antes de conmemorarse el centenario natal de Martí, prócer de la primera revolución cubana, que además brillaría como escritor y poeta. La plaza adquirió su mayor significado en enero de 1959 al triunfar el movimiento insurgente de Fidel Castro.
Desde entonces la plaza se volvió escenario de multitudinarias manifestaciones populares. Es el ícono más notable de Cuba. Su rótulo de Plaza de la Revolución, aunque otorgado a raíz del triunfo de Castro en 1959, recoge al mismo tiempo el espíritu legado por Martí. El primer deseo del turista al llegar a La Habana es el de conocer este sitio histórico.
Lugar majestuoso y severo al mismo tiempo, con huellas de concreto por todos los costados, con cierto olor militar transmitido por los guardias que se ven frente al Ministerio del Interior, y con ausencia de bancas y de jardines. Su aspecto es frío y opaco. Pero comunica ese halo misterioso de la epopeya revolucionaria del país marcado por grandes conflictos sociales.
En este recinto se levanta la figura de Ernesto Che Guevara captada por el fotógrafo Korda y cincelada, en maravilloso relieve, por el escultor Enrique Ávila. El mismo escultor elaboró en el 2009 la efigie de Camilo Cienfuegos, uno de los caudillos más emblemáticos y queridos por el pueblo. En grandes caracteres aparecen allí estas leyendas: “Vas bien, Fidel”: Cienfuegos. “Hasta la victoria siempre”: Che Guevara.
Cienfuegos murió el mismo año del triunfo revolucionario, con apenas 27 años de edad, en aparente siniestro de aviación cuando se desplazaba de Camagüey a La Habana, después de cumplir la exitosa misión militar que le había encomendado Castro. La versión oficial atribuyó a mal tiempo el accidente de la avioneta donde viajaba Cienfuegos, jefe del Estado Mayor del Ejército, pero nunca se hallaron sus restos ni los de la nave. Tampoco apareció constancia de problemas atmosféricos en la región, ni de ninguna llamada de auxilio emitida por la avioneta.
A Cienfuegos se le conocía como “el comandante del pueblo”. Su condición humilde y su carácter alegre, espontáneo y generoso le hicieron ganar grandes simpatías populares. Sobre este capítulo oscuro, y bajo el entendido de que Cienfuegos no comulgaba con el rumbo comunista que tomaba la Revolución, el escritor y periodista cubano Juan Carlos Rivera, que se identificó con el proceso inicial revolucionario y después se autoexilió en Buenos Aires al separarse del movimiento, anota lo siguiente en su biografía de Fidel Castro: “Otras versiones, provenientes del exilio, apuntan al asesinato de Camilo, con la aprobación de Fidel y Raúl, para lo cual se habla del ametrallamiento de la avioneta.” En la Plaza de la Revolución falta la figura legendaria de Fidel Castro, que algún día no lejano se entronizará en este panteón de los próceres.
En el Museo de la Revolución, fundado en diciembre de 1959 y convertido en el más importante del país, se recoge la memoria histórica de los sucesos que se iniciaron con la entrada a Cuba, en el yate Granma que allí se exhibe, de los 82 guerrilleros que dirigieron la lucha contra Batista y protagonizaron la independencia nacional de aquel momento. Pocos años después se le dio el nombre de Granma al periódico que figura como órgano oficial del Partido Comunista Cubano, el que tuvimos oportunidad de leer en nuestra visita al país.
Nadie le da a uno razón de dónde vive Fidel Castro. Su residencia, como ha sido su vida privada, es un misterio. No ha vuelto a vérsele en público. Pero su presencia se siente en todas partes.
III
Hace 51 años murió Ernest Hemingway, y su imagen no ha perdido actualidad en Cuba. En La Habana vivió cerca de veinte años, primero en el hotel Ambos Mundos y luego en la finca Vigía. Se identificó de corazón con la tierra y la gente, hasta el punto de haber ofrendado la medalla del Premio Nóbel a la Virgen del Cobre, patrona de Cuba. Parte de su obra literaria fue forjada y escrita en Cuba.
Visitamos a Hemingway en La Floridita, bar restaurante que frecuentaba al calor del daiquirí, bebida que ahora degustamos en su honor al lado de la escultura realizada por José Villa Soberón en la que el escritor aparece de cuerpo presente en la barra del bar. La Bodeguita del Medio, donde se solazaba con el mojito, es otro de los sitios más visitados por los turistas.
Hay un aspecto que mide el grado de pobreza de los cubanos y es el acoso que en las calles se ejerce hacia el forastero en demanda de apoyo económico. Mi señora hizo una compra en un almacén de productos típicos, y al pagarla, la dueña le preguntó si podía regalarle jabones o cremas de dientes. Esta es una escena dolorosa que se repite en muchos lugares y a toda hora y que revela un estado social que no puede ocultarse.
Nuestros guías de turismo en el recorrido entre La Habana y Varadero nos dicen que esa actitud de implorar la limosna pública de los visitantes corresponde más a una costumbre o a un vicio que a una real necesidad. Como los guías son empleados del Gobierno, puede pensarse que sus informes o mensajes están sesgados.
¿Cómo esperar que con un subsidio de veinte dólares que otorga el Gobierno logre la gente obtener los medios básicos para subsistir? No se pueden adquirir los bienes de consumo sino hasta donde lo permita la lista que cada ciudadano recibe. Los médicos ganan un sueldo de veinticinco dólares, que en Colombia significan 45.000 pesos. Y no pueden salir de Cuba, pues a buen seguro se les negará el permiso, ya que según la última disposición, las autoridades se reservan el derecho de hacerlo para “preservar el capital humano creado por la Revolución”.
Unos de los mayores logros sociales dispensados por el régimen castrista son los de la educación, la salud y la vivienda. La educación es gratuita desde los primeros estudios hasta la universidad. Lujo que pocos países se dan. La campaña de alfabetización ha sido ejemplar. Hay vivienda gratis, pero el beneficiado no puede enajenar la propiedad. También se dice que la salud y las medicinas son gratuitas. Verdad a medias, sabiendo la escasez de materiales médicos impuesta por la situación económica del país. Los centros de salud registran muchas fallas.
Al pasear por las calles añejas, visitar los museos, conocer sitios peculiares como la tienda Romero y Julieta (donde se encuentran todas las marcas de los famosos puros y rones que tanto atraen a los viajeros), probar los platos típicos, disfrutar del paisaje y del trato amable de los cubanos, sabemos que estamos en un país de grandes sucesos históricos, de hondas tradiciones y agudos conflictos sociales. La música aflora en todas partes. El cubano padece sus infortunios con una canción en los labios. El ritmo le tonifica la vida.
Nos vienen a la mente varios capítulos sucedidos contra la libertad de expresión a partir del triunfo de la Revolución en 1959. Puede mencionarse aquí la persecución que ha tenido que padecer la clase intelectual por pensar diferente al régimen autocrático. Veamos:
José Pardo Llada se destacó como vehemente censor de la corrupción oficial del gobierno de Batista y miró con mucha simpatía la oposición de Castro. Después se desencantó de los programas de Castro y se asiló en Colombia, donde vivió durante medio siglo, hasta su muerte. Guillermo Cabrera Infante, cuya famosa novela Tres tristes tigres es una larga noche habanera, fue otro seguidor de Castro y después se exilió en Londres durante cuarenta años. Sus libros estaban prohibidos en Cuba. Cuando falleció en el 2005, el Gobierno ignoró ese hecho. “Murió sin patria, pero sin amo”, dijo su esposa, quien agregó que algún día serán trasladadas sus cenizas a Cuba, cuando esta sea libre.
El poeta Heberto Padilla fue un decidido activista de Castro y tuvo alta figuración en el país, pero en 1966 adoptó una actitud crítica frente al despotismo que se había implantado. Y fue detenido por la lectura que hizo de su poema Provocaciones. A raíz de su encierro se produjo una fuerte protesta de famosos escritores de América y Europa. Se retractó de su postura anticastrista, agobiado por la presión que sufría en la cárcel. Logró viajar a Estados Unidos y allí murió de un ataque al corazón. El escritor y periodista cubano Juan Carlos Rivera, que se había identificado con la Revolución, años después cambió de parecer y se exilió en Buenos Aires, donde escribió una biografía muy precisa, y no autorizada, sobre Fidel Castro.
Se considera en más de un millón de cubanos el número que ha emigrado del archipiélago desde la época de las expropiaciones y nacionalizaciones. Un lector de estas columnas ofrece un juicio crítico sobre lo que sucede en el bello país caribeño:
“Cuba desde el punto de vista de un visitante es una maravilla, pero vivirla es como una pesadilla en que no se despierta: cuando tienes educación, salud y casa gratis, no tienes comida, no tienes libertad de expresión, no tienes internet, no tienes aliciente espiritual ni religioso, no tienes dinero válido ni forma de conseguirlo a pesar de que ahora te dan una supuesta salida al extranjero”.
A Cuba hemos venido a contemplar sus fascinantes paisajes –¡qué lindos los atardeceres de Varadero!–, mirar de cerca sus costumbres y tradiciones, hablar con la gente y saber algo de su manera de vivir y pensar. Nos sentimos encantados con el pueblo cubano por su espíritu abierto y su franca hospitalidad. Pueblo jovial y sufrido, que espera salir de la restricción de la libertad que ha soportado con resignación y estoicismo durante medio siglo, que es toda una eternidad.
El Espectador, Bogotá, 18-I-, 25-I-, 1-II-2013.
Eje 21, Manizales, 18-I, 15-I- 1-II-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 19-1-, 16-I, 1-II-2013.
Comentarios:
I
Aun siendo socialista lamento que el régimen haya sido tan severo con los pobladores, sobre todo sabiendo la precariedad en que viven sus habitantes. Puede ser una válvula de alivio para tantos que tienen una posibilidad de salir y buscar angustiosamente un mejor futuro. Nadie entiende un paraíso con tantos candados. Polista (correo a El Espectador).
Eso deberíamos aprenderlo: «la preservación de la ecología». En Cuba se vive de manera distinta a las sociedades consumistas, donde compramos más de lo que podemos consumir y luego tenemos que regalar o botar. Nuestros campesinos nos dan un ejemplo contrario, que es el que se debía imitar. Finalmente, el concepto de libertad y respeto debe estar en la base de las propuestas de gestión social. Ramiro Madrid Benítez (correo a El Espectador).
Respetando su posición, objetiva y nada dogmática, considero que el pueblo cubano, según lo afirma usted, no perdió la libertad y los medios dignos de vivir «por la revolución». Como estado socialista convencional, soporta el continuo bloqueo económico, financiero y comercial que lidera el gobierno norteamericano. Esta es una de las causas mayores de aquello que nos impresiona cuando recorremos Cuba, Faustino Echeverría (correo a La Crónica del Quindío).
Cuba desde el punto de vista de un visitante es una maravilla, pero vivirla es como una pesadilla en la que no se despierta: cuando tienes educación, salud y casa gratis , no tienes comida, no tienes libertad de expresión, no tienes internet, no tienes aliciente espiritual ni religioso, no tienes dinero válido ni forma de conseguirlo a pesar de que ahora te dan una supuesta salida al extranjero. MKarox Spa (correo a La Crónica del Quindío).
Señor columnista, tan bueno que iba su escrito sobre Cuba la grande (¡aunque les arda!), pero le cayó mosca a la leche cuando usted trata de justificar el criminal bloqueo yanqui hacia la isla. Según usted, Fidel es el culpable del atraso que hay en Cuba, «por ponerse a pelear contra el capitalismo». ¡Por favor!… Ladesplazada (correo a El Espectador).
Muy interesante tener esta visión de quien no sólo va de turista, sino a conocer de primera mano la realidad de ese país. Espero con interés las siguientes notas. Pablo Mejía Arango, Manizales.
Cuando mencionas la belleza del trayecto desde el aeropuerto a la Habana, hermoso y exuberante, y dices que es mucho más bello en el sector donde viven los diplomáticos y la clase alta, se pregunta uno: ¿cuál clase alta, acaso el socialismo no es igualdad? Da risa el manejo que dan los gobiernos que dicen no tener discriminaciones. Esa es la realidad. Inés Blanco, Bogotá.
II
Insinúa el redactor el asesinato de Camilo Cienfuegos por parte de los hermanos Castro. El «objetivo» cubano auto exiliado en Argentina no creo que sea una fuente fidedigna. Pero recuerdo que la buena de la CIA gringa asesinó a Omar Torrijos y Rodas Aguilera y está comprobado. Pero este señor mete cizaña, como gran cantidad de sus colegas «periodistas objetivos» y neutrales. Martí, que cumple hoy 160 años, fue poeta y revolucionario que en su pensamiento hablaba de libertad e independencia. Algo que la Cuba de hoy se ufana… Anacleto Arteaga (correo enviado a El Espectador).
Respuesta. No solo el periodista cubano habla del posible asesinato de Camilo Cienfuegos por orden de los hermanos Castro. La enciclopedia Wikipedia dice lo siguiente: «Al margen de la versión oficial existen numerosos rumores sobre los hechos que rodean a la muerte de Cienfuegos. La mayoría de ellos apuntan a un asesinato ordenado por Fidel Castro». GPE
¿Fidel Castro prócer? ¿Semejante asesino y terrorista? (correo a La Crónica del Quindío).
Quizá pueda usted hablar de temas que conoció en su recorrido por diferentes lugares de la capital, ¿será eso posible? Pienso que lo mejor de visitar a Cuba es escuchar los relatos de los cubanos, esos que aunque ya tengan «lavado el cerebro», todavía esperen un mejor tiempo sin tantas limitaciones, con acceso a la tecnología para poder mirar el mundo que hay más allá de ese extenso mar. Amparo E. López, colombiana residente en Estados Unidos.
III
Duele este informe sobre la situación socio-económica de los cubanos. Nosotros que vimos nacer la revolución pensamos que sería un camino de solución en este continente. Lo que no podemos ignorar es que en Colombia estamos viviendo una situación deplorable, porque hay corrupción, inseguridad, miseria, etc. No miremos sólo la paja del ojo ajeno. Ramiro Madrid Benítez (correo a El Espectador).
Cuba vive en la mentira, se la pasan echando la culpa al bloqueo y sus gobernantes lo primero que hacen es reforzarlo con el fin de mantener al pueblo aislado de los cambios. El día que levanten el embargo los vientos de libertad soplarán y se llevarán como hojas muertas a esa cúpula que tiene presos en su propia casa a 8 millones de seres humanos. Pietrobareta (correo a El Espectador).
Se nos olvida que Colombia tiene 30 millones de pobres, de los cuales 10 millones son indigentes. Tiene la educación, la salud (además no sirve), los impuestos, los combustibles y los servicios públicos más costosos del mundo. Los colombianos emigran hacia los países más criticados por exmandatarios corruptos y criminales, por algo será. En Cuba los cubanos comen 3 veces al día así sea arroz con frijoles, estudian gratis y la salud es de las mejores del mundo. La seguridad es de cero crímenes anualmente. Estuardo (correo a El Espectador).
Cada cual dice el cuento según le vaya en la fiesta. Tengo una amiga cubana que reside en USA. Volvió a su país a visitar su familia y me dice que encontró a sus primas muecas y muchísimo más viejas que ella, viviendo en una casa que se les cae encima. Cuando de regreso llegó al aeropuerto de Miami, no besó el suelo porque le dio pena… Contestona (correo a El Espectador).
Muy buen artículo. Sin apasionamientos, sin críticas, objetivo, sin «sesgo». Vamos a pensar solo en la educación: ¿de qué sirve ser médico para ganar esa miseria y, peor, no tener libertad y vivir atemorizado? Eso se percibe cuando alguien hace preguntas a los cubanos de la isla. Ellos casi no responden, no miran la cámara, se les siente la impotencia y el sufrimiento. Marthace.
Lo que dice el artículo es la realidad que, tristemente, se vive en la isla desde hace muchos años. Desafortunadamente lo que sucede allí con ese régimen autocrático no es culpa solamente de los hermanos Castro y su régimen dictatorial. Esto no surgió de la noche a la mañana. Todo lo que pasa en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, etc., fue incubándose a través de gobiernos corruptos padecidos desde la independencia de nuestras naciones. Como lo expresó Vargas Vila hace muchos años: «el pueblo latinoamericano tenía el cuello tan encallecido que no se dio cuenta cuando le cambiaron el yugo». William Piedrahíta González, colombiano residente en Miami.
Me recordaste a mi querido amigo José Pardo Llada, indispensable en mi vida de Cali. En cuanto a Heberto Padilla, cuando fui secretaria general del Pen Club de Colombia, durante la presidencia de David Mejía Velilla, estuvimos apoyándolo a través del Comité de Escritores en Prisión. Maruja Vieira, Bogotá.
Disfruté mucho las crónicas. Coincido con usted, ciento por ciento, en las apreciaciones que hace sobre la isla en la que nací. Lic. Juan Carlos Rivera Quintana, cubano autoexiliado en Buenos Aires, autor del libro Breve historia de Fidel Castro (editorial Nowtilus, Madrid, España, 2009).