El casco
Por: Gustavo Páez Escobar
El vicepresidente Germán Vargas Lleras anda de casco por todo el país. Aprendió a usarlo como ministro de Vivienda, al liderar con evidente éxito el programa de construcción y entrega de las 100.000 casas gratis ofrecidas a los pobres por el presidente Santos. Y le quedó gustando. Tanto, que ya no se siente bien sin casco, según se lo confiesa a María Isabel Rueda. Ella le hace esta anotación: “A veces hasta creo que duerme con el casco puesto”.
“Mire –responde Vargas Lleras–, a mí me encanta visitar las regiones, ir a las obras, reunirme con la gente, constatar en terreno lo que se avanza y lo que falta, es lo que siempre he hecho. Y lo del casco, que tanta risa le da, también lo convertimos en un símbolo. Ridículo me vería de corrosca o sombrero en las obras, que es donde ahora me la paso”.
El casco, pues, queda instituido como insignia del Gobierno. Lo mismo la paloma de la paz, que con tanto énfasis, y con claro desafío para el expresidente Uribe, ostenta Santos en el ojal de sus sacos. Dudo, sin embargo, que los ministros se matriculen en la moda del casco. Ellos prefieren el vestido de corte inglés, la camisa extrafina, los zapatos de alta etiqueta. ¿Qué necesidad tienen de meterse en el barro? ¿Por qué rebajarse a la condición de obreros, como pretende serlo Vargas Lleras? Asunto de conveniencia, claro está.
Lo que pasa es que los ministros, o la mayoría de ellos, no tienen ambiciones o posibilidades presidenciales. En cambio, Vargas Lleras sí las tiene. Y como las tiene, le luce el casco. Este símbolo dará votos dentro de cuatro años, por qué no. Lo cual no significa que él vaya a parapetarse en un rótulo ficticio. No: él sabe trabajar por el país. Ya lo demostró. Y también por su futuro político.
Con casco, va a enfrentar el reto de las carreteras, del agua potable y de la vivienda popular. Piensa revolucionar el atraso vergonzoso de la infraestructura, concluir el túnel de La Línea, impulsar las obras de Cuarta Generación, 4 G… Grandes proyectos, con inversiones billonarias, caben en el casco vicepresidencial.
Veo al Vicepresidente muy activo, muy ejecutivo, muy empujador del progreso. El casco le imprime bríos, sin duda. Con él puesto, le da paladas a la transformación social que anuncia. Y que ojalá cumpla. Lo único que lamento, y lamentamos muchos, es que haya olvidado su promesa de hacerle justicia al sector de los pensionados. Oigamos sus propias palabras:
“No hay derecho y no puede ser que cualquier trabajador colombiano esté cotizando en materia de salud el 4% y los jubilados el 12%. Los jubilados en Colombia no tienen ingresos diferentes, por lo que vamos a unificar el régimen para que los pensionados coticen en igualdad de condiciones a como lo hacen todos los trabajadores del país”.
Lindo enunciado. Fue la misma posición del candidato Santos. Ambos, claro, estaban en campaña electoral. Buscaban votos. Ya elegidos, sus palabras se las llevó el viento. Ahora sale el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, como voz cantante del Gobierno (con facultades para mandar y desmandar, lo que no se entiende), a pedir que se archive el proyecto de ley 183 de 2014 que busca corregir la injusticia del régimen pensional.
¿Será que el casco sirve también para no dejar oír la inconformidad popular? ¿Será que el casco hace olvidar con tanta facilidad las promesas electorales? La gente pide que se cumpla la palabra empeñada, y la respuesta se ha hecho esperar. Este símbolo que exhibe por todo el país el vicepresidente Vargas Lleras no debería ser elemento de ilusionismo, y menos de engaño.
El Espectador, Bogotá, 3-X-2014.
Eje 21, Manizales, 3-X-2014.
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Comentarios:
Increíble que al pensionado, que la gran mayoría es con lo único con que cuenta mes a mes, le vayan a incumplir las promesas de campaña de unificar al 4% el pago por salud. ¿Será que la insensibilidad de nuestro Congreso llegará al punto de archivar un proyecto más que justo y que los pensionados llevan reclamando con todo derecho hace años? Guicama (correo a El Espectador).
Nuestros políticos se ponen cascos, botas y todo lo que necesiten con tal de simpatizar a los electores. ¿Nos hemos preguntado cuánto nos cuesta un congresista?, ¿cuánto nos cuesta sostener a un magistrado?, ¿y cuál es el beneficio para el país por su trabajo? ¡Qué desigualdad tan grande entre el colombiano del común y muchos funcionarios! Dios ayude a esta pobre Colombia adolorida y desigual. Orlando Páez Barón, Bogotá.
Me parece que da usted en el clavo, con su fina ironía, al describir los recorridos del Vicepresidente con un casco en la cabeza, preparando su campaña presidencial. Hace muy bien al citar la promesa que él y Santos hicieron a los pensionados, cuando buscaban, y con mucho afán, sus votos. Como usted dice, este engaño no puede tolerarse. Los pensionados no podemos seguir siendo los «trompos de poner». Que se quiten no sólo el casco, sino la máscara que les ha permitido llegar a donde están. El Vicepresidente debe ir al Congreso y defender lo que él, y el Presidente, prometieron en campaña. En cuanto al ministro Cárdenas, creo que debemos declararlo «persona non grata… ad aeternum«. Jorge Mora Forero, Weston (USA).
Vargas Lleras anda por el país haciendo politiquería ventiada. Quiere que su Cambio Radical sea sólo de nombre para seguir de lado de las élites que tienen sumido a Colombia desde 1819 en sangre y corrupción. Es por eso que se ‘mueve’ tanto, pero en el fondo, muy en su interior, desprecia las manos callosas que estrecha de la gente humilde. Nadie, pero nadie de la aristocracia criolla podrá convencernos de su ‘filantropía’. Demagogia. Agualongo (correo a El Espectador).