Archivo

Entradas Etiquetadas ‘Quindío’

Personaje quindiano

jueves, 26 de enero de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Para hablar de Carlos Botero Herrera tengo que retroceder medio siglo en la historia del Quindío. Lo conocí en 1969, cuando me establecí en Armenia. Carlos era gerente de la Nacional de Seguros y además sobresalía en otras actividades: compositor, cantante, poeta, periodista, líder cultural y cívico. Cabe aplicar el refrán: “De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”.

Nació en Samaná (Caldas), y desde muy joven se residenció en Medellín, donde cursó los estudios primarios y de bachillerato. Luego se trasladó a Armenia, donde ha permanecido por el resto de su vida.

En la capital antioqueña, como lo cuenta con la sencillez y la simpatía que le son características, se inició como mensajero del bufete de Fernando Mora, donde tuvo oportunidad de conocer y hacerse estimar de figuras eminentes del país, como Diego Luis Córdoba, Belisario Betancur, Gustavo Vasco, el “tuso” Luis Navarro Ospina, Gil Miller Puyo y el poeta Rafael Ortiz González. En Medellín comenzó a escalar posiciones en el campo laboral.

En 1956 llegó al Quindío. Años después le fue ofrecida la gerencia de la Nacional de Seguros, que ejercería durante 25 años. En su época de retiro fue asesor de varias firmas aseguradoras.

En el Quindío se embriagó de paisajes, belleza y emociones. El mayor éxito en el arte lo obtuvo hace 60 años con el bambuco Campesinita quindiana, convertido en himno regional de la vida agrícola. Con Caña azucarada conquistó el primer puesto en el festival de la canción en Villavicencio, junto a José A. Morales, premiado con su bambuco Ayer me echaron del pueblo.

Años después, Sangre de café, con letra del escritor caldense Iván Cocherín y  música de Botero Herrera, fue la ganadora del Centauro de Oro en el mismo festival. Un día, Carlos se hallaba en San Andrés disfrutando de una movida fiesta a la orilla del mar. Contagiado de trópico y acuciado por sus amigos para que le pusiera poesía al paisaje, pidió papel y lápiz y en minutos escribió su famoso Jhonny Kay, que en los años 60 sería una de las canciones resonantes de Leonor González Mina –la Negra Grande de Colombia–.

Cumbias, bambucos, pasillos, boleros y baladas del autor quindiano han vibrado en las voces y los instrumentos de grandes intérpretes de la canción: Dueto de Antaño, Cantares de Colombia, la Negra Grande de Colombia, Trío Martino, Lucho Ramírez, Víctor Hugo Ayala.

En 1963, la Gobernación de Caldas le publicó el volumen de poesía que lleva por título Mares de fuego. Desde entonces, no ha vuelto a aparecer un nuevo libro suyo, a pesar de que su producción literaria es numerosa, al igual que la musical. Es autor de delicados poemas inéditos, de corte romántico, que he tenido el privilegio de conocer.

Sobre la poesía que se explaya en las canciones, y que los críticos suelen no verla, me viene a la mente el caso del reciente nóbel de literatura, el compositor y cantante Boy Dylan, sobre quien la academia sueca expresó el siguiente criterio al otorgarle el galardón: “Haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición americana de la canción”.

¿Qué ha sucedido para que la obra del autor quindiano duerma en el olvido? Ojalá tomen nota los promotores de la cultura regional y rescaten su poesía con motivo de los 90 años que cumple en el 2017.

El Espectador, Bogotá, 20-I-2017.
Eje 21, Manizales, 20-I-2017.
La Crónica del Quindío, Armenia, 22-I-2017.
Academia de Historia del Quindío.

Comentarios

Leí con atención y emoción tus letras sobre Carlos Botero Herrera. Me pareció estar viendo su figura campechana recorriendo aún las calles de Armenia con su sombrero de tela, la camisa abotonada al cuello, su mirada paisa y afabilidad eterna. Representa, siempre alegre y entusiasta, al abuelo de un pueblo, de una sociedad, que lleva con orgullo su cultura y habla con humildad y sabiduría. Carlos vibra con todo, él tiene la cualidad de ver en cada cosa, por pequeña que sea, universos infinitos que goza como un niño. Armando Rodríguez Jaramillo, Armenia.

Me gustó mucho el artículo sobre Carlos Botero Herrera. Hay que rescatar muchas cosas hermosas que tenemos en Colombia: los valores, el folclor, etc. Se trata del legado que han dejado nuestros padres. Joaquín Gómez, Santa Marta.

Con tu magnífica nota me has removido recuerdos sobre los logros artísticos e intelectuales del inolvidable compositor. Gracias por añorarlo de tan bella manera. Alpher Rojas, Bogotá.

Un merecido reconocimiento y recuerdo para quien en sus canciones exalta a nuestra tierra y sus nobles sentimientos. César Hoyos Salazar, Bogotá.

Hermosa semblanza de un hombre hoy casi invisible. María Eugenia Beltrán Franco, Armenia.  

Leí tu columna sobre el querido amigo, compositor y poeta Carlos Botero. Aunque hace muchos años no hablo con él, siempre lo he apreciado y admirado como intelectual y excelente amigo. Considero la columna  como un homenaje muy justo a quien toda su vida la ha dedicado a la creación artística tan incomprendida y mal remunerada. William Piedrahíta González, colombiano residente en Estados Unidos.

Categories: Arte, Quindío Tags: ,

El Quindío actual

sábado, 14 de enero de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En 1969, tres años después de iniciada la independencia administrativa del Quindío, llegué a Armenia como gerente de un banco, posición que ejercí durante quince años, hasta mi regreso a la capital del país. Por lo tanto, me correspondió presenciar el despegue del nuevo ente territorial, que debido a su dinamismo y organización fue bautizado como el “departamento piloto de Colombia”.

La región pasaba por el mejor momento de prosperidad bajo el empuje del café, que era la principal fuente económica del país y que tenía al Quindío como uno de los grandes productores del grano. Se contaba con una clase dirigente de lujo, salida de los dos partidos tradicionales, cuya mira primordial era el progreso de su tierra.

El mayor auge se vivió con las bonanzas cafeteras iniciadas en el periodo 1975-1977. El Comité de Cafeteros cumplía ponderada labor al encauzar la riqueza hacia obras de infraestructura rural. Esto permitió la construcción de vías, acueductos y otros planes esenciales para la comarca. No faltaban los problemas, pero había voluntad y capacidad para resolverlos.

Atraído por la bonanza cafetera, en 1978 apareció Carlos Lehder, oriundo de Armenia y convertido en capo de la cocaína. La sociedad se pervirtió bajo el imperio de las drogas y el dinero corrupto. Todavía quedan secuelas de aquella época nefasta.

Más tarde ocurrió la caída del café en la vida colombiana. Esto ocasionó en el Quindío la grave crisis económica de la que aún no logra recuperarse. Mi novela La noche de Zamira (1998) se mueve en esta atmósfera de la riqueza repentina y la pobreza desconcertante.

Como la gente quindiana es creativa y no se deja apabullar por los reveses, nacieron planes para sustituir el café por otros productos y fomentar el turismo en las fincas hoteleras que hoy atraen a numerosos visitantes. Pero el remedio no ha sido suficiente para conseguir el brío económico de otras épocas.

El terremoto de 1999, la mayor catástrofe que ha sufrido la región, dejó tremendos daños en el Eje Cafetero: 26 municipios afectados, 1.230 muertos, 5.300 heridos, 50.000 edificaciones averiadas. El impacto mayor lo recibió el Quindío, y sobre todo, su capital. Sin embargo, gracias al estoicismo, el esfuerzo y la valentía de la población, brotó de las ruinas una ciudad moderna. Y un Quindío nuevo.

Con mi cordial amigo César Hoyos Salazar, expresidente del Consejo de Estado y exalcalde de Armenia, ciudad bella y pujante, recorrí hace poco tanto el área urbana como los municipios quindianos. Y me maravillé de las obras de esplendor y desarrollo que surgen por todas partes.

Hay serios problemas, como la depresión económica, el desempleo, las bandas criminales, la corrupción, la degradación social, pero el territorio sigue en pie. Parece que estuviera ileso después del terremoto. Es increíble que haya resistido tantas desgracias.

Hacen falta los dirigentes de avanzada de otros días, y ojalá se busquen fórmulas salvadoras para salir de la encrucijada actual. En el portón de una casa de Pijao leí este aviso que adquiere mucho sentido en estos días: “El agua vale más que el oro. No a la megaminería”.

La región cafetera fue declarada por la Unesco, en el 2011, Patrimonio de la Humanidad, y como homenaje a la belleza ecológica recibió el título de Paisaje Cultural Cafetero de Colombia. Honor inmenso que debe compaginarse con el florecimiento económico y social que se perdió, y que medio siglo atrás hizo del Quindío el “departamento piloto de Colombia”.

El Espectador, Bogotá, 23-XII-2016.
Eje 21, Manizales, 23-XII-2016.
La Crónica del Quindío, Armenia, 28-XII-2016.

Comentarios

Serio, objetivo y brillante tu análisis del Quindío actual. Fue un gran honor y una gran satisfacción haber podido recorrer algunas poblaciones y lugares que mantienes vigentes en tu memoria. César Hoyos Salazar, Armenia.

Una hermosa evocación de nuestras glorias y miserias consignadas por un agudo e inteligente analista de nuestro acontecer como pueblo, testigo fiel de nuestras realizaciones y quimeras. Óscar Jiménez Leal, Bogotá.

Este acertado retrato del Quindío es otro eslabón documental para quienes buscan elementos objetivos y críticos de construcción histórica de nuestra identidad regional. Eres uno de quienes conservan en su memoria, en su obra, en su corazón, todos aquellos recuerdos y la nostalgia vívida, no solo de lo vivido, sino de lo observado. Cada página tuya sobre el tema enriquece los archivos culturales de nuestra región. Umberto Senegal, Calarcá.

Los paisas han sido una raza fuerte y pujante. Los tiempos difíciles los han hecho más fuertes. Esa raza trabajadora tiene que seguir demostrándole al resto de colombianos cómo se sale adelante cuando hay amor a la región y respeto por los demás. Mauricio Guerrero, colombiano residente en Estados Unidos.

Categories: Quindío Tags:

El hombre clave

martes, 29 de noviembre de 2016 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El secreto mejor guardado del proceso de paz fue la actuación del empresario quindiano Henry Acosta Patiño, residente en Cali hace largos años. Allí ha tenido brillante desempeño en distintas posiciones, como estas: secretario de Desarrollo Social del departamento del Valle, director ejecutivo de Coomeva, líder cooperativista.

Es economista y magíster en Administración de la universidad del Valle y ha adelantado cursos en diferentes entidades académicas de Colombia y de otros países. Ha sido consultor permanente de la OIT en Turín (Italia) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Es oriundo de Génova (Quindío), donde comenzó a conocer los problemas del campo y la violencia. Nació el mismo año que mataron a Gaitán (1948), hecho que parece adquirir especial relevancia frente al papel que habría de ejercer, seis décadas después, como facilitador de los diálogos entre el gobierno de Santos y las Farc para obtener el acuerdo firmado tras medio siglo de hostilidades.

A la madurez que le conceden sus 68 años de edad, se suman sus virtudes como persona cordial, simpática, prudente y conciliadora. A esto se agregan la sencillez y la generosidad que son características de su carácter, además de sus firmes convicciones por la conquista de la paz, que lo llevaron a proponerle a Santos en el 2010 –como presidente electo– los sistemas para entenderse con las Farc y lograr el fin del conflicto.

Santos le creyó. Había aparecido el consejero perfecto. A partir de ese momento se iniciaron los contactos con el grupo guerrillero, y conforme avanzaba el tiempo, se veían mayores resultados. Henry Acosta se convirtió en el mediador ideal, no solo por la confianza que inspiraba en las dos partes, sino por su tacto, paciencia y sabiduría para conseguir fórmulas factibles de arreglo luego de vencer los innumerables obstáculos que surgían a cada paso.

Mantuvo siempre un nivel bajo, lindante con la humildad. El oficio lo cumplió en absoluta reserva. Estuvo sometido a grandes sacrificios, como la dedicación exclusiva a esa actividad altruista, que implicaba viajar de continuo, en compañía de su esposa Julieta, por trochas y montañas. Dormían en casas campesinas, en cambuches y caletas, y vivían expuestos a enormes peligros.

Para el éxito de su misión contaba con la amistad de ‘Pablo Catatumbo’, otro convencido de la paz, a quien había conocido en 1998. Este hecho fue decisivo para el contacto con las Farc, y luego para los numerosos diálogos que tuvo con la guerrilla en su condición de mensajero del Presidente.

Dice Henry Acosta en su libro El hombre clave, publicado hace poco con el sello editorial de Aguilar, que existieron diferencias notorias en los contactos de Uribe y de Santos con las Farc.

Uribe solo reconoció una vez la existencia del conflicto armado interno de Colombia, mientras que Santos aceptó ese hecho con carácter constitucional. Uribe quería negociar con las Farc la entrega de las armas, pero no el conflicto. En cambio, Santos buscaba los caminos de la reconciliación que llevaran a la dejación de las armas. Dos estilos contrarios. A la postre el que triunfó fue el de Santos mediante la firma del acuerdo final de la paz.

El Espectador, Bogotá, 26-XI-2016.
Eje 21, Manizales, 25-XI-2016.
La Crónica del Quindío, Armenia, 27-XI-2016.

Comentarios

Me parecen muy valiosos los numerosos documentos y patriótico su gesto de apoyo a la paz, con muchas experiencias difíciles y de alto riesgo. César Hoyos Salazar, Armenia.

Desconocía la existencia de Henry Acosta y por supuesto su influencia en favor de la terminación del conflicto. Siempre hay protagonistas ocultos en los procesos importantes. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Qué bien reconocer los esfuerzos meritorios de los nuestros, que sin hacer mucho despliegue de protagonismo sirven a los intereses del país. Eduardo Orozco Jaramillo, Armenia.

Entre las múltiples virtudes de este hombre memorioso, con su libro que es testimonio literario, político y social de transparencia, lealtad, discreción y total amor por su país y por la paz, sin asumir posiciones radicales, destaco también la de ser este quindiano-caleño un corresponsal activo quien, a sus amigos, nos mantiene informados con minuciosidad sobre múltiples aspectos de los actuales procesos de la paz. Cuando se hable del libro y del histórico rol desempeñado por Henry, es insoslayable destacar, además, el arduo trabajo que a la par con Henry desarrolló «Dulcinea», su esposa Julieta López. Desde sus sensatas descripciones y develamientos políticos, los lectores podrán tener otra visión de las Farc-EP, no condicionadas por los medios habituales que tanto daño le hacen a la verdad. Umberto Senegal, Calarcá.

Dos personajes quindianos

miércoles, 12 de octubre de 2016 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Acabo de enviar dos comunicaciones a mis amigos Jorge Arango Mejía y César Hoyos Salazar, grandes figuras quindianas y escritores en la prensa local. Ellos fueron, en su orden, presidente de la Corte Constitucional y presidente del Consejo de Estado. Da la casualidad de que mientras Jorge anuncia su retiro del periodismo, César inicia una serie de remembranzas sobre personajes ilustres del pasado en la vida de la región.

Apreciado Jorge:

Me enteré hoy, por tu columna de La Crónica, de la decisión de suspender tus incursiones permanentes en el periodismo. Lo lamento muy de veras. Como gran conocedor que eres de la vida quindiana, le has aportado a la región, con las luces de tu inteligencia y la ilustración de tu pluma, grandes temas de controversia y de utilidad pública. Muchos han leído tus críticas con admiración y beneplácito, si bien otros han disentido de tus planteamientos. Ese es el sentido del escritor público: presentar puntos de choque, de divergencia, de análisis y reflexión para el bien común.

Puedes sentirte satisfecho con tu contribución periodística a la marcha de la región. Tu lucha intelectual no caerá en el vacío. Espero volver a leerte más adelante.

Gustavo Páez Escobar

Apreciado César:

Comencé a leer en La Crónica tus reminiscencias sobre Gonzalo Toro Patiño. Celebro el interés que has mostrado por recuperar la trayectoria de grandes personajes de la vida quindiana. El primero, Alberto Gutiérrez Jaramillo, en cuya alcaldía te iniciaste, como secretario de Gobierno, en la vida pública. Por aquellos días te conocí, pues coincidieron con mi llegada al Quindío. Y allí comenzó nuestra relación, que lleva ya cerca de medio siglo de inalterada permanencia en ideas, en estilos comunes y en una franca amistad.

Retratas muy bien a ambos personajes. Como los conocí de cerca, puedo dar fe de tu fidelidad para plasmar sus caracteres y sus ejecuciones. Y he disfrutado de tu pluma, que la utilizas muy bien en esta etapa útil de la vida para rescatar la memoria histórica de la región. Celebro, además, que La Crónica te brinde el espacio para la difusión de estas vidas ilustres.

Felicitaciones cordiales, y adelante con tus indagaciones sobre las figuras que merecen el estudio y el reconocimiento de las nuevas generaciones.

Gustavo Páez Escobar

EJE 21, Manizales, 9-X-2016.

* * *

Comentario

Comparto la pena por la cortada de la coleta de Jorge que ilustraba, con posiciones muy propias y de carácter, sus opiniones en torno a la realidad colombiana; espero que regrese a su amado Cervantes y nos regale otra pieza semejante a la que escribió hace años. De igual modo celebremos, con su prosa limpia y divertida, la llegada de César al periodismo de opinión y en especial a estos recuerdos necesarios para darle vida a la quindianidad. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Categories: Quindío Tags:

Mariposas en el Quindío

miércoles, 21 de septiembre de 2016 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En 1975, siendo alcalde de Armenia Alberto Gómez Mejía, invitó al botánico Jesús Idrovo a dictar una conferencia sobre ecología. Animado con la conversación privada que tuvo con el conferencista, Gómez Mejía creó en 1979 el Jardín Botánico del Quindío, y diez años después recaudaba los recursos para comprar en Calarcá el terreno que desde entonces funciona como sede del jardín.

Iniciados los trabajos en 1990 –con los diseños estructurales de la construcción donados por el arquitecto Simón Vélez–, la entidad se abrió al público en diciembre del 2000. Esto pone en evidencia que al frente del jardín existía una voluntad dinámica y perseverante que nunca se ha arredrado ante las dificultades y ha tocado en cuanta puerta ha sido necesaria para sacar adelante los programas. La tarea no ha resultado fácil, pero los resultados están a la vista de todo el país.

Con ese mismo talante se desempeñó en los dos períodos en que fue alcalde de su ciudad. Hubiera podido cumplir una brillante carrera en la vida pública o en la rama judicial, pero renunció a ellas para vincularse al campo de la ecología.

César Hoyos Salazar, que al igual que él fue alcalde de Armenia con magnífico desempeño, y que años después ocupó la presidencia del Consejo de Estado, me cuenta que en el 2003 sugirió al Consejo Superior de la Judicatura el nombre de Gómez Mejía para consejero de Estado. Indago al ecologista sobre este hecho, y él me comenta: “Al averiguar que tendría que retirarme del Jardín Botánico del Quindío y de la Red Nacional de Jardines Botánicos, decliné mi aspiración. Nunca llegué a ser tan importante, pero en cambio tengo fortalecida mi alma”.

Sobre esto de la importancia, cabe destacar que su liderazgo se ha mantenido durante largo tiempo y con nota excelente en el área de la ecología, tanto en la comarca quindiana como a escala nacional. Desde 1996 preside la Red Nacional de Jardines Botánicos, que realiza ponderada labor con 20 sedes situadas en las diferentes regiones del país.

Para ampliar sus conocimientos iniciales, visitó jardines botánicos por todo el mundo. Cuando trabajaba en Bogotá, leyó en 1990 un libro de la científica británica Miriam Rothschild titulado El jardinero de mariposas, el que explica la técnica para hacer un mariposario. Fascinado con la obra, viajó a Londres para conocer a la autora y recibir de ella lecciones sobre esta materia que lo apasionaba. Más clara y decidida no puede  ser su vocación ecológica.

Así nació el mariposario de Calarcá, convertido en el mayor encanto del jardín. Allí se albergan más de 1.500 mariposas en una extensión de 680 m2., las que hacen parte de más de 50 especies nativas diferentes. Quien visita el sitio disfruta de las delicias de un edén tropical cruzado por senderos naturales y lleno de riachuelos, puentes, palmas, helechos, heliconias y plantas diversas. Durante el recorrido estará acompañado por las mariposas, que parecen brotar de un sueño fantástico.

Para rematar la excursión efectuada en días pasados por este asombroso santuario de la naturaleza, viene de perlas el siguiente poema del escritor portorriqueño Andrés Díaz Marrero: De bellos colores, / sus alas pintadas, / se posa en las flores / con leve pisada. / Perfuma su aliento / besando una rosa, / se mece en el viento, / ¡frágil mariposa!

El Espectador, Bogotá, 17-IX-2016.
Eje 21, Manizales, 16-IX-2016.
La Crónica del Quindío, 18-IX-2016.

Comentarios

Ciertamente Alberto mantiene su alma llena, como pudimos comprobarlo en nuestra visita y podrán hacerlo muchos colombianos, que al leer esta bella historia podrán decir que al frente de su jardín botánico y su mariposario el Quindío tiene un señor líder, un hombre brillante, emprendedor y pulcro que brinda todo de sí en beneficio de su región. César Hoyos Salazar, Armenia.

Qué grato saber de Alberto Gómez Mejía, a quien le perdí el rastro hace más de treinta años cuando era secretario general de la Contraloría. Muy grato también ver recordado el nombre del profesor Jesús M. Idrovo, gran botánico, fundador de la Sociedad Colombiana de Ecología y un hombre sencillo y siempre dispuesto a popularizar el conocimiento científico. Alberto Donadío, Bucaramanga.

La columna destaca con sencillez la labor, más bien silenciosa, de un hombre inteligente, un quijote que prefirió educarse de naturaleza y expandirla con sabia constancia, a buscar otros méritos, con su formación de abogado, a pesar de su inicio en el sector público, como alcalde de recordada y positiva gestión. Gustavo Valencia García, Armenia.

Muchas gracias por compartir esa bonita y muy interesante biografía del mariposario del Quindío. No conocía varios detalles de su fundación. Lindo el poema de Díaz Marrero, tampoco lo conocía y ya entró a hacer parte de los versos que sé de memoria. Josué Carrillo, Calarcá.

Justo reconocimiento a la extraordinaria labor realizada por Alberto. Evidenciamos que  el compromiso con los objetivos propuestos, y la continuidad de los proyectos lejos de las ambiciones personales y políticas, permiten la realización de obras cuyo significado trasciende. Esperanza Jaramillo García, Armenia.

Qué buen artículo. Hemos sido muy avaros con el reconocimiento que se merece alguien tan excepcional como Alberto Gómez Mejía. Diego Moreno Jaramillo, Bogotá.

Calarcá es una fiesta de colores gracias al mariposario. José Nodier Solórzano, Calarcá.

Me encantó el artículo, en especial porque es un claro  reconocimiento a la paciencia, tesón y sacrificio que Alberto ha realizado a lo largo de su existencia, con el único objetivo de defender la naturaleza y al mismo tiempo dejar elementos que crean conciencia de los beneficios que ella nos deja y del respeto y cariño que debemos tener para con ella. Luis Carlos Gómez Jaramillo, Cali.

Los poemas sobre la mariposa y las racionales propuestas sobre documentación no son de hacer a un lado. Como miembro de la Junta del Jardín Botánico del Quindío, y el apoyo permanente y solidario por años a la gestión de Alberto, abrigo la esperanza de que podamos hacer ese centro de documentación. Se necesita. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Tratándose de mariposas, no puede uno menos que  estar absorto ante  la maravilla del leve vuelo y del color, como si de suspiros se tratara. En alguno de mis viajes tuve la oportunidad de conocer y disfrutar de este sitio en el Quindío, de la mano de la poetisa Esperanza Jaramillo. Bellos y gratos recuerdos que se mecen al vuelo de alas de mariposas. Gratitud para su fundador y para quienes los han mantenido al vuelo. Inés Blanco, Bogotá.


De una carta de Alberto Gómez Mejía sobre la vida de las mariposas:

La vida de las mariposas comienza cuando eclosiona el gusanito del huevo. En esta etapa se alimenta vorazmente y luego se encierra en un capullo, para hacer la metamorfosis, uno de los procesos más asombrosos de la naturaleza. Pasado un tiempo surge la mariposa adulta, que ya no crece más. Podría decirse en términos generales que en estas tres etapas: larva, crisálida y mariposa adulta, gasta en cada una la tercera parte de su vida. Como mariposa adulta hay especies que solo viven unas cuantas horas en tanto que otras pueden durar meses. Con las que trabajamos en el Mariposario duran mes y medio, aproximadamente.