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El drama de Valerie Domínguez

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

¿Qué necesidad tenía la actriz y exreina de la belleza Valerie Domínguez en meterse en el lío judicial en que se ha metido? Es tan delicado el caso, que está a punto de ir a la cárcel bajo la sindicación de los delitos de peculado por apropiación y falsedad en documento privado.

Con 30 años de edad, la vida le sonreía. Es miembro de prestigiosa familia de Barranquilla que goza de gran aprecio en los círculos sociales. En el año 2005 obtuvo el título de Señorita Colombia y recibió la corona de manos de su prima Adriana Tarud, que había conquistado la misma presea el año anterior. Otra de sus primas es Shakira. Pertenece, pues, a familia de luminarias.

En la vida de los negocios, el éxito para ella ha sido muy halagador. Para el efecto, no solo ha jugado papel importante su condición de exreina de la belleza sino sus particulares atributos de simpatía. Con dicho privilegio, se volvió diseñadora de joyas, con puntos de venta en Barranquilla y Bogotá. Y ha celebrado lucrativos contratos con la firma de cosméticos Ésika, que ha sabido explotar muy bien la imagen de la carismática dama.

Otro campo promisorio que se abrió para Valerie Domínguez fue el de actriz. Por este camino se van muchas de las exponentes de los certámenes de la belleza. Algunas saben aprovechar esta oportunidad que les da la vida, y otras la derrochan al incurrir en delitos o actos bochornosos, por lo general llevadas de la mano de algún capo de renombre. ¡Pobres reinas  incapaces a veces de distinguir entre el bien y el mal!

Por las noticias que se han publicado en la prensa, parece que la falla de la actriz y exreina, a quien todo le sonreía, fue haberse enamorado de la persona equivocada. Su relación sentimental con Juan Manuel Dávila, perteneciente a distinguida familia de Santa Marta, y dinámico hombre de negocios, le oscureció el horizonte de glorias y alteró por completo su tranquilidad.

De un momento a otro, Valerie Domínguez se vio enredada en las oscuras maniobras que se tramaban contra los dineros públicos en trámites ante el Ministerio de Agricultura. Alimentada por el amor hacia su pareja, no se daba cuenta, según sus manifestaciones a la prensa y a la justicia, de que su novio la manipulaba para obtener beneficios propios. Según esa misma confesión, estampó su firma en papeles elaborados por su novio, que ella no leyó, y que la convirtió en solicitante de un auxilio de 306 millones para fomentar la producción agrícola.

Era su novio el agricultor, y no ella. Pero en virtud de una artimaña urdida por Juan Manuel Dávila y su familia, el predio Campo Grande, que tenía 1.242 hectáreas, fue fraccionado en varias fincas para recibir por cada una subsidios entre 300 y 400 millones, en lugar de recibir una sola cifra por el total de la propiedad. Este es el hecho que compromete a Valerie Domínguez al aparecer gestionando como agricultora (sin serlo) el subsidio fijado por el ministerio. Dice que ella firmó los papeles que le envió su novio con un intermediario, sin saber el alcance de esa firma.

Cuando estalló el escándalo, se abstuvo de recibir  los 306 millones que había solicitado. Pero la Fiscalía la inculpa por el intento de acto doloso que estuvo a punto de perpetrarse contra el Estado. Es aquí donde se le complica la vida a la hoy exitosa empresaria.

Este ruidoso episodio deja un fondo moral para las ingenuas reinas de belleza que cierran los ojos ante la gravedad de ciertas acciones. En gracia de la duda, puede pensarse que Valerie Domínguez fue engañada en su buena fe.  Pero le costará trabajo demostrarlo. Como ironía, ella se desempeñó como actriz en la serie “Los caballeros las prefieren brutas”. Ojalá la justicia sea sabia para establecer la verdad.

El Espectador, Bogotá, 8-VI-2011.
Eje 21, Manizales, 9-VI-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 11-VI-2011.

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Comentarios:

Lo de Valerie y demás corruptos de la lista se resume en una sola palabra: ambición, pura y simple ambición. Por eso está Colombia como está, y seguirá quién sabe por cuántas décadas más. Pregunta simple: ¿habrá cárcel para tanto hampón? Luis Quijano, Houston (Estados Unidos).

Queda la duda que esa muchacha tan avispada y ejecutiva se haya dejado meter semejante gol sin percatarse; es triste aceptar que los colombianos nos hemos vuelto muy desconfiados, y con razón, por lo que siempre dudamos de esos testimonios tan emotivos y publicitados. Basta recordar aquel alcalde de Cali que lloraba ante las cámaras de televisión como una magdalena, ofendido porque lo acusaban de malos manejos, y que tiempo después demostraron que era un mafioso de campanillas. ¡En qué país vivimos! Pablo Mejía Arango, Manizales.

El regreso de los desplazados

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Si la ley de víctimas y restitución de tierras que acaba de aprobar el Congreso consiguiera en dos o tres años el retorno a sus predios de siquiera la mitad de los desplazados del país, se habría dado el paso más trascendental en materia social de toda la historia.

Colombia es el país que tiene la mayor cantidad de desplazados en el mundo. No hay certeza sobre cuál es el número de víctimas que, hostigadas por la guerrilla y  los traficantes de tierras, han tenido que abandonar sus propiedades rurales para huir a los centros urbanos. De acuerdo con registros del Gobierno, esta cifra es de tres millones, pero según Codhes (Consultoría para los Derechos Humanos) llega  a cinco millones.

En ambos casos, la cifra es alarmante. Al paso de los años, y debido a la ausencia de políticas efectivas en este terreno, el problema se ha agudizado de manera catastrófica. La alta población de seres despojados de sus tierras y sometidos a toda clase de suplicios, y que han creado en las ciudades verdaderos cinturones de miseria, representa una vergüenza para Colombia ante el mundo entero.

Siempre que se ha pretendido buscar alivio y reparación para estos colombianos en desgracia, los obstáculos que se presentan son de tal magnitud, que el mal se ha dejado avanzar. El solo aspecto económico es tan gigantesco, que ningún gobierno ha querido encararlo. En los enunciados expuestos por Santos en su campaña presidencial, le dispensó especial atención a esta encrucijada y ofreció medidas audaces para intentar soluciones de fondo.

Como buen financista, sabe que el regreso de los desplazados a sus parcelas significaría el incremento de la producción agrícola. El florecimiento de los campos ayudaría a mover una de sus locomotoras. Estrategia de doble filo: no solo remediaría la suerte de los miles de compatriotas sacrificados por la violencia, sino que le daría un revolcón a la agricultura, con indudable beneficio financiero para el país.

Contando con el respaldo de las fuerzas parlamentarias, pudo estructurarse uno de los mecanismos mejor ideados para acometer semejante empresa. La ley aprobada establece resortes que se anuncian eficaces para que los campesinos despojados de sus tierras obtengan su restitución o reparación en trámites cortos y efectivos, y puedan volver a laborar sus cosechas y vivir con tranquilidad.

Se habla de seis millones de hectáreas que deben ser recuperadas: dos millones usurpadas por los violentos, y los cuatro millones restantes abandonadas debido a  la presencia de la guerrilla. ¿Cuánto dinero se necesita para que el plan tenga cabal realización? Nadie ha podido establecer una cifra aproximada, pero se sabe que es astronómica. Acaso 60 u 80 billones, según algún cálculo aventurado. Como el plazo para la ejecución es de diez años, puede pensarse que el manejo se vuelve flexible.

La ciencia de esta medida consiste en taponar los vericuetos de la trampa y la defraudación para que las artimañas que han de tender los avivatos de siempre sean reprimidas con acciones severas, y los beneficios lleguen a las auténticas víctimas de esta desgracia nacional. El ejército de testaferros y abogados que ya hizo de las suyas en el caos actual de las tierras, afina ahora sus tentáculos para pescar en río revuelto.

Pero el presidente Santos está dispuesto a no dejarse ganar la partida. En manos suyas y de los organismos de control está demostrar que, si el camino es tortuoso, existen las claves para conjurar los peligros. Las dificultades son múltiples. Lo más importante ahora es haber dado este paso histórico que los presidentes anteriores rehusaron por complejo y desgastador.

El Espectador, Bogotá, 1-VI-2011.
Eje 21, Manizales, 2-VI-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 4-VI-2011.

Un Procurador histórico

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La leyenda de La espada de Damocles, que las sociedades olvidan con tanta facilidad, vino a revivirla el actual Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, quien a través de acciones ejemplarizantes ha demostrado que la corrupción y la desidia en el cumplimiento de las funciones públicas deben reprimirse con mano dura y sin miramiento alguno. Donde hay benignidad de la conducta habrá deterioro del bien público.

Desde que en enero del 2009 se posesionó del cargo e inició su campaña depuradora, comenzaron a sentirse voces de protesta contra sus actos, las que venían, por supuesto, de personas y sectores acostumbrados a delinquir o ser negligentes en sus deberes, para luego ampararse en la rampante impunidad que tiene traumatizada la vida del país.

La gran mayoría de la opinión pública vio que había llegado un verdadero Procurador, en el amplio sentido que le da la Constitución (artículo 277): “Vigilar el cumplimiento de la Constitución, las leyes, las decisiones judiciales y los actos administrativos; proteger los derechos humanos y asegurar su efectividad; defender los intereses de la sociedad; velar por el cumplimiento diligente y eficiente de las funciones administrativas; ejercer vigilancia superior de la conducta oficial de quienes desempeñan funciones públicas, inclusive las de elección popular”, entre otros objetivos de absoluta precisión.

Eso es lo que ha hecho el Procurador. Así lo definió él mismo como respuesta a sus detractores: “Yo garantizo lo que está en la Constitución y en la ley, no puedo hacer lo que quiera, sino lo que el ordenamiento jurídico me indica”. Fiel a ese mandato, y procediendo con el temple que le imprime su carácter decidido y moralizador, durante los dos años y cuatro meses que lleva en la posición ha impuesto 800 sanciones a alcaldes, cifra alarmante en este país que tiene alrededor de 1.100 municipios. Esto hace suponer que por lo menos el 70% de los alcaldes incurre en faltas administrativas. Unas se destapan, otras permanecen ocultas.

Aparte de los alcaldes, su acción de vigilancia ha llegado, y de qué manera, a los altos niveles del Estado. Su espada de Damocles ha caído sobre parlamentarios en ejercicio, como la senadora Piedad Córdoba (sus propios electores), sobre el contralor de Bogotá Miguel Ángel Moralesrussi y el excongresista Germán Olano, a quienes impuso la destitución e inhabilidad para ejercer cargos durante largos años.

La última medida, que produjo verdadero revuelo en el país, fue la suspensión por tres meses del Alcalde Mayor de Bogotá, Samuel Moreno Rojas, por su omisión en la toma de controles para evitar la parálisis de obras fundamentales que mantienen atascada a la ciudad, y además como medida preventiva y prudente para vigilar la adjudicación de contratos por $ 6 billones (situación de alto riesgo para los intereses de la capital, teniendo en cuenta la presunta participación del hermano del alcalde, Iván Moreno, en el festín de los contratos, lo que ha causado una sangría de incalculables perjuicios en las cifras y el desarrollo de la ciudad).

Nunca antes había sido suspendido un alcalde de Bogotá. Y nunca antes el funcionario  había cometido tantos exabruptos y dejado de ejercer tantos controles. Como dentro de las funciones del Procurador está la de defender los intereses de la sociedad, así procedió Alejandro Ordóñez, con alto sentido de responsabilidad y rigor. El beneplácito de la ciudadanía al conocer su determinación no pudo ser más categórico. El caos que vive hoy la capital del país es el resultado de una pésima administración. Tarde se dio cuenta el electorado de semejante equivocación.

El ejemplo implantado por el Procurador ha surtido efecto en otros altos organismos,  como la Contraloría General de la República y la Fiscalía General, cuyas titulares  también han llegado con mano dura a ejercer sus cargos. Antes, la línea general era la corrupción y la impunidad. Hoy, la moda es la moral y el castigo. Confiemos en que ese estado se preserve por mucho tiempo.

Alejandro Ordóñez Maldonado –ccon Mario Aramburo Restrepo, Jaime Serrano Rueda y Carlos Mauro Hoyos en momentos memorables de la vida pública– ya ingresó a la galería de los procuradores históricos.

El Espectador, Bogotá, 11-V-2011.
Eje 21, Manizales, 12-V-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 14-V-2011.

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Comentarios:

Me parece que el buen desempeño cumplido en un cargo es apenas la obligación que se desprende de la aceptación de una responsabilidad y por eso no debería ser motivo de mucho elogio. El señor procurador  lleva poco más de dos años en el cargo y por tanto resulta prematuro calificar su desempeño como histórico. Algunas posiciones suyas, como la asumida frente al fallo de la Honorable Corte Suprema de Justicia, con respecto al aborto, van en contravía de esa altísima instancia y es notorio el malestar que al funcionario le ocasiona el tema.  No puede el más alto adalid y representante de toda la sociedad tratar, a toda costa, de imponer su criterio personal, basado en sus convicciones religiosas, por encima del interés general y aun de la normatividad vigente. Estoy de acuerdo en que el funcionario posee valor civil, para tomar decisiones, pero reitero, es apenas lo que le corresponde hacer. Gustavo Valencia G., Armenia.

Leí el artículo sobre el procurador Ordóñez y me pareció buenísimo y muy merecido el elogio a tan incorruptible funcionario. Ojalá lo leyeran todos los colombianos para que lo apoyaran en sus decisiones. Daniel Ramírez Londoño, Armenia.

Totalmente de acuerdo con los planteamientos acerca del magnífico desempeño del señor procurador, lo cual tiene indignado al corrupto gremio que nos gobierna. No se sacian con nada, a costa de una ciudad, de sus gentes y del país entero. Ojalá su espada siga descabezando a tanto mediocre de cuello blanco. Inés Blanco, Bogotá.

El furor de las aguas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nunca pensó el presidente Santos que durante su gobierno le correspondería reconstruir al país, afectado de manera catastrófica por la peor ola invernal que ha ocurrido en toda la historia colombiana.

Ocurrida la emergencia a los pocos meses de iniciada su administración, las cinco locomotoras que anunció en la campaña presidencial para el desarrollo de la nación (sector de la vivienda, infraestructura, sector agrícola, sector de la minería y el petróleo, y desarrollo tecnológico) aún no han tomado impulso. No es que esas iniciativas estén paralizadas, sino que la atención del desastre les ha quitado el vigor que por estos días, nueve meses después de iniciado el gobierno, debería mostrar resultados evidentes que no se ven.

Mientras tanto, las fuerzas desatadas de la naturaleza mantienen a la gente perpleja y atemorizada ante tanta desgracia pública que ocurre en todo el territorio. Grave situación la causada por este crudo invierno que no ha cesado en un año y que se prolongará, según el Ideam, hasta el mes de junio en la región andina, pero luego las lluvias se trasladarán a la costa del Atlántico.

El desborde de los ríos, quebradas, lagunas y embalses hasta extremos nunca imaginados ha destruido la red vial, inundado poblaciones enteras (como Útica), arrasado cosechas, ahogado animales y producido una verdadera hecatombe nacional. Los muertos ascienden a 418 (entre ellos, 90 en el presente año). Las personas afectadas pasan de tres millones, y muchas han quedado en la ruina absoluta.

La Sabana de Bogotá ha sido una de las regiones más castigadas por el furor de las aguas. Se perdieron grandes cantidades de fresas, flores, hortalizas y papa en más de 20.000 hectáreas inundadas. La leche sufre una merma de 300.000 litros. Los ríos Bogotá, Frío y Ubaté irrumpieron como tromba maldita. La Universidad de la Sabana, que ha puesto tanto empeño en la construcción y mantenimiento de su sede, quedó anegada. La laguna de Fúquene, que desde muchos años atrás ha mermado su nivel a merced de los cebolleros, se rebosó como jamás había sucedido, ahogó las siembras de cebolla e hizo imposible el tránsito en una carretera de vital importancia para la región.

La primera lección que puede sacarse de esta debacle es el maltrato continuo  que se le ha dado al medio ambiente durante largo tiempo. Colombia, país de inmensa riqueza ecológica, no ha sabido cuidar la naturaleza. Por eso, esta se rebela y cobra los abusos cometidos. En lugar de cuidar la forestación de los montes y las riberas de ríos y lagunas, hacemos todo lo contrario. Queda una segunda lección, entre las más significativas: la precariedad del Estado para contrarrestar con prontitud estos golpes sorpresivos. En este terreno cabe mencionar la pésima estructura de las carreteras, prioridad que registra un retraso inaudito y nos tiene a la zaga de la mayoría de países del continente.

El director del Ideam, Ricardo Lozano, define muy bien el fenómeno: “La Niña no ha dejado de impactar al país. Es como un huracán completo que entra y se queda por meses”. Y del presidente Santos es la siguiente revelación: “Cuando me fui a la sierra nevada de Santa Marta a saludar a los mamos, ellos me advirtieron que la naturaleza se vengaría de los abusos del hombre y que el país se vería enfrentado a grandes inundaciones en su territorio”.

En medio del desastre, hay que admirar la serenidad, el tino y el pragmatismo con que el presidente Santos ha sabido afrontar la crisis. Si todavía sus cinco locomotoras no han emprendido la plena marcha, frenadas por la conmoción nacional, el Gobierno ya puso en marcha mecanismos eficaces de apoyo a la gente damnificada y reconstrucción de los bienes materiales más apremiantes. Por lo pronto, están arbitrados 4,4 billones de pesos para cubrir buena parte de los destrozos.

Hay que confiar en las buenas acciones del Gobierno y no permitir que el optimismo, que es la principal fuerza para salir del naufragio, se debilite. Y nos ayude a fortalecer la esperanza.

Eje 21, Manizales, 28-IV-2011.
El Espectador, Bogotá, 28-IV-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 30-IV-2011.

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Comentarios:

Creo que el furor de tanta agua es buscando limpiar esa suciedad que nos invade, no el invierno. Luis Fernando Echeverri Calle, Medellín.

Tarde o temprano, la Naturaleza siempre pasa la factura, y ahí vienen entonces el llanto y el crujir de dientes. Muy buena tu columna, y ojalá que sea fundado tu optimismo en la gestión presidencial. Ricardo Bada, Colonia (Alemania).

Perfecta descripción de lo que los colombianos estamos viviendo. Esta vez, a diferencia de años anteriores, el invierno tocó todos los estratos sociales y es así como se sensibiliza aún más este grave problema de la naturaleza enfurecida por el mal manejo de las manos nuestras. Si no nos concientizamos, toda esta deforestación que se viene presentando será nuestro enemigo permanente, como lo ha sido el hombre para la tierra. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Para los que vivimos en el exterior es triste y depresivo ver cómo se anega nuestro bello país, pero da rabia y coraje que mientras la ola invernal arrasa con todo y se necesitan recursos monetarios de urgencia, los corruptos y ambiciosos cínicamente y sin ninguna vergüenza siguen esquilmando el tesoro público y privando a sus compatriotas de recursos urgentes y necesarios. Luis Quijano, Houston (Estados Unidos).

Klim y López

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Lucas Caballero Calderón –que hizo famoso el seudónimo de Klim más allá del gracejo– envió el 30 de marzo de 1977 una carta a Roberto García-Peña, Hernando Santos Castillo y Enrique Santos Castillo, directivos de El Tiempo, en la que renunciaba a la columna que escribía desde muchos años atrás.

Tomaba esa decisión a raíz de la visita que el día anterior le había hecho Hernando Santos, donde le manifestó que, ante la inminencia de un golpe militar, El Tiempo, en asocio de sus empleados y colaboradores, había adoptado la consigna de apoyar en forma irrestricta el gobierno de López Michelsen.

Klim anotaba en su carta: «La columna que serví durante treinta y cinco años es de ustedes. Y al retirarme de ella me queda la satisfacción de que empleé siempre limpia y honestamente mi pluma, de acuerdo, por lo menos, con la leyenda impresionante que el doctor Santos me dijo alguna vez que llevaban impresa en los gavilanes las viejas armas toledanas: ‘No la saques sin razón ni la guardes sin honor”.

Se interrumpía así, aparte de una extensa y brillante carrera en el periódico, la intensa labor crítica contra el gobierno de su pariente, a quien llamaba el Compañero Primo, el Pre o Fonsi. Cuando así lo mencionaba en sus escritos, que era con acentuada frecuencia, los lectores ya sabían de quién se trataba. De igual manera, a otros personajes de actualidad les había asignado nombres que se pusieron en boga y que identificaban determinados episodios del acontecer nacional.

Su penetrante humor, sumado a su mordaz y chispeante irreverencia, hizo de su columna una de las más leídas de la prensa. Muchos comenzaban a leer El Tiempo por el espacio de Klim. Él era, ante todo, censor de los vicios y la corrupción de la vida pública y mantenía su lanza en ristre contra los desvíos y atropellos del poder. Las conductas inmorales de los altos funcionarios, de sus familiares y amigos eran enjuiciadas con severidad y sin tregua.

En el mandato de López Michelsen (1974-1978) las emprendió, entre otros capítulos reñidos con la pulcritud, contra el negocio que se escondía en la compra de la hacienda La Libertad por Juan Manuel, hijo del Presidente. Situado en la vía a Villavicencio, con extensión aproximada de cuarenta mil hectáreas, el predio fue comprado en noviembre de 1974 por cinco millones de pesos, y dos años después pasó a valer cuatrocientos millones. De la sociedad Hato Lulú Limitada, la compradora del terreno, hacían parte nueve socios, entre los que, además de Juan Manuel, figuraba otro de sus sobrinos: Felipe, secretario privado del Presidente.

En columna del 18 de febrero de 1977, decía Klim con aguda ironía: «El chino (llamado en otra nota suya ‘mi admirado sobrino Juan Manuel) tuvo la corazonada de que La Libertad iba a centuplicar su precio cuando se construyera una carretera alterna al Llano. Y la carretera se construyó». Las denuncias de Klim contra el Mandato Claro produjeron fuerte impacto en López, hasta el punto de que su gobierno comenzó a tambalear. Cuando Hernando Santos fue a la casa de Klim, era persistente el rumor de que López estaba en trance de renunciar a la Presidencia.

Al llegar la atmósfera al máximo grado de tensión, y ante persistentes rumores que circulaban sobre la renuncia de López, Hernando Santos fue comisionado para que visitara a Klim y le comentara la consigna que había adoptado El Tiempo: respaldar al Presidente. De este modo, al columnista se le cerraban las puertas de la libre expresión, y él con mordaza no podía trabajar. Al no aceptar el silencio frente a hechos repudiables, prefirió marcharse del periódico. Él era el mayor obstáculo que ponía en peligro la estabilidad del Gobierno.

Con Klim se solidarizaron su hermano Eduardo Caballero Calderón y su primo Enrique Caballero Escovar, que también entregaron sus columnas en El Tiempo. De esta manera, los tres Caballero, periodistas de clara estirpe y con carreras paralelas, ingresaron a El Espectador, el primer diario que mencionó el caso de La Libertad y que ahora los acogía con beneplácito por encajar dentro de las políticas tradicionales del diario.

El Espectador, a lo largo de su existencia, ha sobresalido como defensor rotundo de la libertad de pensamiento y batallador implacable contra la corrupción. Con este motivo, los tres periodistas recibieron grandioso homenaje en el Hotel Tequendama, con asistencia cercana a las mil personas. Todo el país los aplaudió.

Pasadas tres décadas desde aquellos sucesos, el expresidente López escribe en El Tiempo del pasado 30 de julio un artículo en el que, refiriéndose a las diferencias que tuvo con Klim, dice que no es cierta la afirmación editorial que hace el mismo periódico en el sentido de que el mandatario hubiera buscado en aquellos días, a través de Alberto Lleras, Roberto García-Peña y Abdón Espinosa, que Klim moderara las críticas contra su gobierno.

En el citado artículo, López se refiere además, en forma displicente, al estilo humorístico del periodista y trae a cuento una vieja columna que López escribió sobre su adversario, en la que manifestaba: «Los artículos de aquellos días, como lo son casi todos los suyos, estaban plagados de lugareñismos y direcciones telegráficas imaginarias que a nadie hacen gracia más allá de Fontibón…»

Lo cierto es que el humor de Klim era nacional, y el empleo de ciertas expresiones y sobrenombres ingeniosos, sin faltar a las reglas del respeto, les daban mayor sabor a sus columnas. Humor clásico, de difícil imitación. La gente gozaba, y goza hoy, leyendo sus escritos. Arremetió sin desmayo contra los abusos del poder y conquistó el título de periodista íntegro, demoledor y genial, otorgado por sus innumerables lectores.

Se había convertido en el mayor vocero de la inconformidad popular. Por poco tumba al Gobierno con su máquina de escribir y su verbo punzante. En el país comenzó a sentirse ruido de sables. Pero a Klim no le interesaba tumbar gobiernos, sino depurar el ambiente.

Una selección de las columnas de Klim contra López, escritas durante el lapso 1973-1981, fue editada por El Áncora Editores en febrero de 1982, cuando López buscaba la reelección presidencial como candidato de su partido. Ya Klim, dos años atrás, había previsto que esto sucedería por causa de la inevitable amnesia del tiempo, y había vislumbrado la encarnación de La Segunda Esperanza.

Con este título fue bautizado su libro póstumo, que vendió 15.000 ejemplares en dos meses. Este hecho demuestra el aprecio que la gente tenía por el autor. El segundo período del Mandato Claro fracasó frente a Belisario Betancur, que resultó elegido Presidente para el cuatrienio 1982-1986.

Klim ganó una batalla después de muerto. Daniel Samper Pizano, discípulo suyo de la mejor ley en las artes del humor, relata este proceso en la nota que escribe para finalizar La Segunda Esperanza. Al cumplir Klim 25 años de muerto, se recuerdan hoy sus columnas como medio ágil y contundente con que fue combatida una administración y dibujada una época. Esto es historia.

El Espectador, Bogotá, 18-V-2006.

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Comentarios:

Le faltó al columnista, cuyo artículo resulta fluido y veraz, anotar algo sobre los sórdidos asuntos de la Handel y Mamatoco. Le faltó anotar que el personajillo en cuestión es el padre de la debacle más horrenda en que se hundió Colombia en medio del olor más putrefacto de corrupción. Pero es tan cínico, que sigue pretendiendo ser el patriarca del país, con autoridad para decir desde El Tiempo lo que debe hacer o no hacer el país. ¡Un aplauso de corazón para Klim! Ernesto Mora (correo a El Espectador).

El escritor Páez Escobar escribe tan agradable acerca de los articulistas de antaño y de ahora, y con tan buena memoria, que bien podría regalarnos un libro con la semblanza de los que vienen a mi memoria. Entre ellos, Enrique Santos, el famoso Calibán, Daniel Samper Pizano, Roberto García Peña. Sería un recuento de semblanzas personales, pues la mayoría de los lectores ignoramos las facetas íntimas de muchos escritores y columnistas. Luis Quijano.

Magnífico artículo. Basta decir que Klim era mejor que la leche… Gavroche (correo a El Espectador).