El reinado del silencio
Por: Gustavo Páez Escobar
En el principio del coronavirus –cuyo primer caso fue detectado el mes de diciembre en Wuhan (China)–, nadie pensaba que el mal se extendería por todos los continentes, excepto la Antártica (en total, 185 países). Hoy las personas contagiadas pasan de 400.000, y las muertas, de 17.000.
La progresión crece a ritmo vertiginoso y se acentuará en los próximos meses, de acuerdo con el cálculo de los científicos. Veamos estas cifras: la pandemia tardó 67 días en llegar a los 100.000 contagiados, 11 más para alcanzar los 200.000 y solo 4 días después llegaba a 300.000.
Algunas pandemias han dejado millones de muertes en el mundo, entre ellas la peste negra, en el siglo XIV; la viruela, en el siglo XVI; la gripe española, a principios del siglo XX; el sida, a finales del siglo XX. En cuanto al coronavirus, lo peor está por llegar. Pero no hay que dejarse manejar por el pánico. Mantener la calma es la mejor fórmula para enfrentar uno de los mayores desafíos que recibe la humanidad. Y luego, practicar con rigor los sistemas preventivos diseñados para todo el planeta, y que en Colombia se están ejecutando con medidas severas como la cuarentena nacional.
En Colombia, hasta el momento de escribir esta nota, se contabilizan 378 contagiados y 3 muertos. Esto contrasta con otras latitudes en las que los resultados son alarmantes. Los países más infectados son China (con 82.000 casos), Italia (con 69.000), Estados Unidos (con 52.000), España (con 46.000). Del número total de infectados, 100.000 han sido sanados.
Para tener mejor perspectiva del fenómeno, debe observarse la densidad de población: China tiene 1.400 millones de habitantes; Estados Unidos, 320 millones, y Colombia, 50 millones. Otro dato destacable está en China, al mostrar, a raíz de la rígida disciplina que allí se cumple, una línea en descenso frente a la aparición de nuevos infectados.
El coronavirus es un llamado a la conciencia universal para que reflexione sobre el mal comportamiento de la humanidad respecto a las reglas de la convivencia, pervertidas en buena parte del planeta, y que se reflejan en la tiranía de los gobiernos, la corrupción pública, la guerra entre naciones, la guerra entre hermanos, los abusos de los poderosos, la crueldad contra los desvalidos, el atropello contra la naturaleza. El mundo está descarriado.
En estos días de aislamiento, apreciaremos lo que tenemos y no podemos disfrutar. Sabremos valorar el sentido de la vida, de la libertad, de la salud, de la solidaridad, de las cosas sencillas. Aprenderemos que todos somos perecederos.
El silencio de las horas y la densidad de las noches dirá que nuestra conducta social y familiar tal vez va por mal camino y que debemos salvar los valores fundamentales. A políticos y gobernantes los llamará al orden para que sepan buscar las soluciones que necesita el pueblo, en lugar de asaltar los bienes del Estado para su propio beneficio.
El coronavirus es un golpe en la conciencia. Después, todo será distinto. Colombia será otra. El mundo cambiará. Muchas cosas se irán al suelo y habrá que reconstruirlas. “Si la humanidad no aprende de esto, no tiene futuro”, dice el siquiatra Rodrigo Córdoba. Oigamos las palabras del profeta Isaías: “Anda, pueblo mío, entra en tu casa y cierra las puertas detrás de ti. Escóndete un poco hasta que pase la ira del Señor”.
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El Espectador, Bogotá, 28-III-2020.
Eje 21, Manizales, 27-III-2020.
La Crónica del Quindío, Armenia, 29-III-2020.
Aristos Internacional, n.° 20, Alicante (España), 5-IV-2020.
Comentarios
Considero que tienes toda la razón en tu artículo. Como por ejemplo: “El mundo está descarriado”. Y las cifras que citas siguen creciendo de manera alarmante. Qué tormenta. Afortunadamente también es cierto que “Cuando más oscura está la noche más cerca está el amanecer”. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.
Nada volverá a ser igual en la vida del ser humano. Ahora los gobiernos corruptos y los ladrones de cuello blanco que abundan en nuestros países americanos se están dando cuenta de que el dinero que se han metido a los bolsillos, por generaciones, hace falta para atender a satisfacción, o por lo menos en gran medida, esta crisis en salud pública que requiere recursos inmensos, infraestructura, insumos y personal calificado para atender a los enfermos. Inés Blanco, Bogotá.
Bien hiciste en advertir sobre el peligro del virus y el próximo incremento de casos que se presentará. Y por supuesto, tu recordatorio para los humanos sobre las iras de Dios y la naturaleza. Creo que mucha gente tendrá tiempo suficiente durante este confinamiento para pensar y autoevaluarse respecto a su comportamiento y actitud ante los demás, ante el mundo, ante la naturaleza y ante la loca e irreflexiva busca de la riqueza material. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.