Mundo curioso (3)
Por Gustavo Páez Escobar
En la tercera entrega de casos curiosos que ocurren en el mundo, destaco, en el campo femenino, dos sucesos memorables que recoge El Tiempo en su sección Hace 100, 50 y 25 años, de la que soy asiduo lector.
(12/05/1917). Hace un siglo existía en el estado norteamericano de Nueva Jersey un club femenino que ofrecía la “cátedra de sonrisas”, dedicada a enseñar la más dulce y efectiva manera de sonreír, como camino para triunfar en las batallas de la vida. Cabe pensar que el número de mujeres asistentes era numeroso, atraídas por la tentación de cultivar el eterno hechizo femenino que seduce al hombre en la senda del amor y abre las puertas del trabajo y los negocios.
Es usual enseñar buenas maneras, glamur, encanto sensual, pero no he sabido de ninguna academia especializada en el arte de la sonrisa. Por cierto, buena faltan nos hace hoy sonreír, cuando la acidez de la vida es tan atosigante y al género humano se le olvidó que el éxito puede provenir de una sonrisa franca, un porte amable, un gesto de urbanidad y conquista.
(25/7/1967). La noticia viene ahora de Pereira, que se ha distinguido por sus lindas mujeres. Y la protagoniza Cástor Jaramillo Arrubla, exministro de Trabajo de Rojas Pinilla y primer gobernador de Risaralda. Cuando en 1967 llegó a este cargo, tenía 54 años de edad, estaba casado, era padre de cuatro hijos y, para mayor precisión, era “católico, apostólico y romano”, como con picante malicia lo define el periódico. Pasó a la historia no solo como el fundador de Risaralda, sino que miraba con buenos ojos la aparición de la minifalda en las dependencias de la gobernación.
En tales condiciones, le hubiera correspondido vetar esta revolución de la moda, pero optó por el silencio permisivo, es decir, por la complacencia. Así, se convirtió en el padre de la provocación. A partir de entonces, las bellas mujeres de Pereira se vieron mucho más hermosas y seductoras, sin importarle al mandatario las críticas que le llovieron de dirigentes políticos, de jóvenes señoras y de matronas del siglo pasado. Todo un chaparrón se le vino encima, pero Cástor Jaramillo no dio el brazo a torcer y en poco tiempo se impuso el ícono de la minifalda como uno de los más perdurables y perturbadores de la época.
¿Sabe usted por qué se le llama minifalda, y también mini, en su abreviatura? ¿Por la cortedad de la tela? Si así piensa, está equivocado. Esta prenda, incitante de los sentidos, y que no siempre agrega encanto –pues no todas las piernas están hechas para seducir–, fue inventada por la diseñadora de modas británica Mary Quant, quien se inspiró en el automóvil Mini y creó, en los años 60, esta expresión cultural que daba inicio al movimiento de liberación sexual que poco tiempo después inventó la píldora anticonceptiva. Al llegar el fenómeno a las páginas de la revista Vogue, este grito de la moda repercutió en todo el planeta
A la minifalda se le llama también “la revolución en dos piernas”, y cada cual puede pensar como quiera. Sea como fuere, marcó un momento histórico como sinónimo de libertad, de astucia y creatividad, desafiando cánones y vetos eclesiásticos.
Y fue Cástor Jaramillo Arrubla, hombre de visión y buen gusto, quien desde Pereira, la “querendona”, se adhirió a la idea formidable de Mary Quant, quien así le rendía homenaje al Mini Cooper, con solo subir la falda tradicional unos centímetros arriba de la rodilla.
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El Espectador, Bogotá, 19-VI-2021.
Eje 21, Manizales, 18-VI-2021.
La Crónica del Quindío, Armenia, 20-VI-2021.
Comentarios
Este tipo de columnas deberían ser más seguidas: son lecturas amenas que no hacen daño a nadie y distraen mucho. Gracias, señor columnista. Luis Arturo (mensaje a El Espectador).
Muy entretenida columna de quisicosas. Y cómo se ve que a don Cásto…r le vino muy bien su nombre, y que quizá de casto muy poco tenía, y con tan grande progenie dudas no había. Atenas (mensaje a El Espectador).
Ingenioso episodio para enseñar a sonreír y conquistar el mundo afectivo, laboral y teatral, pues imagino las risas espontáneas y hermosas y las forzadas, innecesarias y ficticias que también se debieron producir. Toda una obra de arte visual y corporal.
En cuando al uso de la minifalda, gran invento que aún atrae a propios y extraños, un verdadero acierto de la «mini», que luce en quien tiene los atributos físicos para llevarla: juventud, buena figura, lindas piernas y estilo propio. Inés Blanco, Bogotá.
Esta vez nos tocó a las mujeres en el mundo curioso con estas simpáticas anécdotas y la manera como visualmente, con una bella sonrisa y mostrando piernas, se abrieron caminos tan cerrados para nuestro sexo. Que vivan las mujeres que más allá de lo físico somos inteligentes y tenemos cualidades que ayudan a mejorar el mundo. Liliana Páez Silva, Bogotá.
Muy buena tu nota y el elogio a la minifalda, esa hermosa prenda femenina que, como lo anotas, no es para todas las piernas, y sí nos permitió deleitarnos con esas partes corporales tan importantes estéticamente para catalogar la belleza física de nuestras adorables enemigas y alimentar nuestros recónditos pensamientos y deseos. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.