Por: Gustavo Páez Escobar
El Congreso Nacional de Economistas que deliberó durante tres días en la ciudad de Armenia acometió el estudio de importantes temas nacionales, como este de la economía subterránea, del cual es autor el doctor Roberto Junguito Bonett, cuya segunda parte continuamos hoy.
La economía ilegal incide en las decisiones de las autoridades monetarias sobre el otorgamiento de crédito de la banca comercial. En efecto, de los recursos de esa economía que se captan por la balanza cambiaría del país y se monetizan en la banca central, «ha habido, indudablemente, un volumen sustancial que ha ingresado al país y se ha destinado, por vía directa o indirecta, a nutrir el mercado institucional de ahorro y el mercado negro de capitales».
El concepto de «vía directa» comprende la inversión de recursos por parte de los importadores de capitales y los exportadores o intermediarios mayoristas colombianos, quienes en el campo de los estupefacientes se apropian del mayor margen de utilidad (se estima en cerca del 50% del ingreso bruto percibido por los colombianos el que reciben estos individuos).
En el concepto de «vía indirecta» están tanto los ahorros canalizados por aquellos en su condición de productores o trabajadores de dicho comercio, como los recursos de los representantes de las autoridades oficiales encargados de controlar el tráfico de drogas, quienes en concepto de la Embajada de los Estados Unidos reciben una proporción importante sobre la salida ilegal de la droga.
Esta avalancha de divisas convertidas a pesos y orientadas al gasto y a los mercados de capitales indujo durante los últimos años a las autoridades monetarias a restringir otras fuentes de emisión y controlar el crédito institucional. «El argumento explícito de las autoridades monetarias fue siempre la necesidad de contrarrestar la monetización de divisas, sin reconocer el papel de la economía subterránea».
El doctor Junguito considera que la economía subterránea fue, junto con el café, factor responsable de los severos controles a la actividad crediticia. Y sostiene que los recursos externos de la economía clandestina sustituyeron los recursos internos institucionales, que de otra manera hubieran tenido que ser emitidos y canalizados por el sistema financiero tradicional para mantener la actividad económica nacional.
Afirmación preocupante para el país es la referente al atractivo que ofrecen nuestras tasas de rendimiento interno frente al mercado internacional, como señuelo para el ingreso de capitales internacionales por el mercado negro. «El mercado interno colombiano, subraya el ponente, tanto institucional como extrabancario, fue durante la segunda parte de los setenta mucho más atractivo que el internacional».
Existe una causalidad de la economía subterránea y la economía monetaria del país. Son dos corrientes que se encuentran y siguen cogidas de la mano, como podría decirse en lenguaje expresivo.
Puede llegarse a la conclusión de que la política oficial, deliberada o implícita, fue la de apropiarse de las divisas provenientes de la economía ilegal como parte de las reservas en el Emisor, evitando así la fuga de capitales y aprovechando tales recursos como fuente de ahorro, canalizado este tanto por el mercado institucional como por el mercado extrabancario de capitales.
Hasta aquí la incidencia de la economía subterránea de origen externo, es decir, las divisas provenientes de la «balanza negra cambiaria». ¿Y qué sucede con el papel de esas divisas, convertidas a pesos, en el mercado nacional? En Colombia, responde el autor del estudio, el mercado extrabancario de capitales se ha visto fortalecido, del lado de la oferta; al resultar insuficientes los recursos de la economía externa ilegal, el ahorro interno se ha visto estimulado por el atractivo de las tasas de interés y la evasión tributaria. Se hace énfasis, de nuevo, en el auge que tienen las tasas de interés del mercado extrabancario, superiores a las de otros países, y empujadas por las tasas del mercado institucional, igualmente altas.
En el campo fiscal debe tenerse en cuenta que los capitales e ingresos evadidos del control tributario constituyen una base de la economía subterránea. Además, «la carga fiscal en Colombia, y no propiamente por ausencia de impuestos o por tarifas bajas, ha sido tradicionalmente muy baja, fenómeno puntualizado, entre otros, por el Informe Musgrave desde hace ya una década».
¿La reforma fiscal de 1974 atacó la evasión fiscal? Contesta el doctor Junguito que en un estudio reciente que adelantó con el doctor Guillermo Perry hay la evidencia de que el problema de evasión continúa vigente e inclusive que se ha acentuado. ¿Quiénes pagan entonces impuestos en Colombia?, preguntaría el periodista. Las clases trabajadoras, sobre todo, y más exactamente, los pobres. Si los ricos tributaran en la misma proporción que lo hacen los pobres, habría real justicia social.
Comentarios finales
Este estudio del doctor Junguito analiza la interrelación existente en Colombia entre la economía subterránea y la política monetaria. Bien vistos los distintos aspectos del problema, el impacto de la política monetaria ejerce un incentivo hacia la clandestinidad.
De la monetización de reservas internacionales, que ha sido el principal y casi exclusivo factor expansionario en los últimos cinco años, una altísima proporción de las divisas proviene de los estupefacientes y, en menor grado, del contrabando de exportaciones de productos tradicionales (café, ganado, cemento, etc.). El mercado ilegal, en consecuencia, pesa fuertemente en la balanza cambiaria.
A raíz de los controles monetarios ha crecido el mercado extrabancario, o mercado negro, alimentado por las tasas jugosas. En el lado fiscal se presenta una significativa evasión que da lugar al gran volumen de capitales y recursos no registrados y escondidos en la penumbra.
La estrategia del manejo monetario acaba de ser modificada por el Gobierno al relajar los controles al crédito mediante la eliminación del encaje marginal, la reducción de encajes a las corporaciones financieras y la liberación de las tasas de interés de los depósitos a término. ¿Qué implicaciones puede tener esta nueva estrategia sobre la economía subterránea y, en general, sobre los propósitos gubernamentales?
Busca, a primera vista, estimular la actividad económica y la inversión pública, devolviendo al sector financiero un mayor papel y contrarrestando el mercado extrabancario. Ello implica un golpe a la economía subterránea.
«Pero, finaliza el informe, de las medidas adoptadas no se deduce que se vaya a dar un desestímulo a la economía subterránea de origen externo que se filtra al mercado de capitales». Y agrega que «estrategias dirigidas a eliminar el fenómeno, especialmente de exportación de droga, por medios policivos, sólo repercutirían en elevar los precios e ingresos de divisas…»
Es un estudio serio y profundo sobre el que deberán meditar las autoridades.
La Patria, Manizales, 21-III-1980.
El Espectador, Bogotá, 23-IV-1980.