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Salvado por los cuentos

lunes, 2 de agosto de 2010 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Pocos escritores pueden mostrar una vocación literaria tan marcada y exitosa como la de Hernando García Mejía. Lo conocí en Armenia hace tres décadas, dentro de un concurso nacional de cuento promovido por la Gobernación del Quindío, certamen en que los dos resultamos finalistas. Esta circunstancia dio comienzo a la larga y cordial amistad que desde entonces nos hermana.

Ambos publicábamos por aquellos días nuestros cuentos en el Magazín Dominical de El Espectador –de tan grata memoria– y ambos éramos articulistas: García Mejía en El Colombiano de Medellín, y yo en El Espectador y en la Patria de Manizales. Cuando al año siguiente pasé a saludarlo en las instalaciones de Bedout, en la capital antioqueña, donde cumplía brillante labor editorial, salí cargado de ejemplares de la serie bolsilibro que la empresa, con el talento oculto de mi amigo, dedicaba a recoger obras maestras de las letras colombianas y universales.

En nuestro último encuentro en Bogotá con ocasión de la pasada Feria Internacional del Libro, me participó el proyecto de publicar el primer tomo de sus memorias. Ni corto ni perezoso, meses después la idea se hizo realidad con el título Salvado por los cuentos –memorias de infancia, juventud y literatura–. En ellas enmarca la trayectoria que se origina en Arma (Caldas), su comarca nativa, donde termina la primaria en la escuela del pueblo y luego se va al campo a trabajar y a leer, hasta concluir su vida laboral en Bedout.

Este trabajador elemental del campo, que aprendió a manejar el azadón y a recoger cosechas con el fin de apoyar a su padre, llevaba escondida en el espíritu la pasión de la lectura. A luz de vela, como se describe, devoraba libro tras libro (al igual que lo hizo Gorki como peón de una finca de aristócratas) y movía la mente hacia el conocimiento de las maravillas escritas en el mundo.

En la escuela, el maestro Emilio Valencia lo metió en el camino de los cuentos. Historias fantásticas, de Andersen, Perrault, los hermanos Grimm, Wilde, Kipling…, hicieron las delicias del futuro fabulador. Cuando el maestro Emilio se fue de la escuela, el discípulo se sintió desconsolado.

Ya en Medellín, a donde se había marchado a probar suerte, volvió a tomar aliento al lado de la tía Leticia, lectora empedernida. Con ella prosiguió el hilo interrumpido de los cuentos y se forjó sus propias inventivas. En esa ciudad, portador de una carta de recomendación que le había dado Jaime Sanín Echeverri, director del Sena, se abrió las puertas de Bedout y allí cumplió su carrera ejemplar.

Muchas peripecias, penas, alegrías y logros, presentados con lenguaje coloquial y absoluta autenticidad, contienen estas memorias aleccionadoras,  que por supuesto no pueden quedarse detenidas en la primera parte. Necesitamos que nos cuente –como buen narrador que es de de ficciones y realidades– las vivencias del escritor profesional que llegó a ser en los géneros del cuento, la poesía, la novela, el ensayo y el periodismo, tarea que le ha deparado varias distinciones. Su haber literario está constituido por más de cuarenta libros. Como autor de relatos fantásticos para niños y adolescentes, ha conquistado puesto prominente en la literatura nacional. Estos textos se volvieron materia didáctica en los colegios.

Su ejercicio literario sirve de modelo para los noveles escritores que piensan conseguir el triunfo de la noche a la mañana e ignoran que éste sólo se logra con empeño, consagración y sacrificio, sin los que es imposible escalar alturas. En el mundo de las letras hay que renunciar a muchas cosas.

* * *

Junto con su libro de memorias, el escritor entrega al público dos obras de poesía: Signo y relámpago y Árbol de otoño, y con ellas acrecienta su bagaje lírico. Los poemas que conforman la última obra –Albero d’autunno, en italiano los escribió en ambos idiomas. Voy a revelar la siguiente confidencia:

Una hija suya que reside en Italia lo invitó a pasar una temporada en aquel país, ante lo cual él se dedicó en secreto y por su propia cuenta a aprender el idioma foráneo. En biografía que había leído de Baldomero Sanín Cano supo que éste, siguiendo un método didáctico, aprendió el alemán sin profesor. Y se hizo la siguiente reflexión: si Baldomero tuvo éxito con un idioma mucho más difícil, con mayor razón lo tendría él con el italiano. Cuando coronó la cumbre del aprendizaje, elaboró los poemas en esa lengua y luego los tradujo él msimo al español.

Todo comenzó con la pasión por los libros, que le surgió a muy corta edad, rodeado de azadones, machetes y canastos cafeteros, y que al paso de los días cultivaría con mente abierta hacia la conquista de los tesoros del espíritu, que la mayoría de la gente no sabe encontrar por falta de disciplina. Y fue salvado por los cuentos.

El Espectador, 19 de febrero de 2007
Revista Susurros, Lyon (Francia), 2007.

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Cuento

jueves, 26 de noviembre de 2009 Comments off

 

 

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Mito y realidad

jueves, 26 de noviembre de 2009 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Relatos de luna llena, el octavo libro de la escritora boyacense Mercedes Medina de Pacheco, es un viaje por las regiones de Colombia y en él se mezclan el mito y la realidad. Técnica que la autora ya ha empleado, con excelente sentido cultural, en otros de sus libros: Resplandú o travesía mágica por cinco países (1992), El duende de la petaca (1994), El palomar del príncipe (1996), en los que pasa su mirada de literata e historiadora por el folclor nacional, en los campos de las tradiciones, las costumbres, las leyendas, la historia y los símbolos regionales.

Experta en literatura para niños, donde podemos incluirnos los adultos, ha aprendido el arte de hacer conocer a Colombia a través de la fábula o el cuadro de costumbres, y siempre lo hace con lenguaje sencillo y con finalidad formativa. Sus libros están al alcance de todos y se leen con amenidad y placer, la mejor forma de hacerlos útiles para el lector. Esta sutil manera de pasearnos por la geografía colombiana mediante el recurso de la ficción, pero con cercanía a la realidad, se convierte en fórmula inmejorable para el aprendizaje con diversión. Método que conduce a que niños y jóvenes adquieran el hábito de la lectura y se despierte en ellos el amor por la patria y el afán de saber. Esta es la mayor contribución de Mercedes Medina de Pacheco a la cultura nacional.

Además, es reiterativa en los mismos temas, pero en cada libro imprime nuevos ingredientes de atracción y nuevas dosis de gracia y talento. En eso consiste el estilo. Antes de llegar al libro actual, echemos un vistazo a los tres títulos anteriores que están unidos por los mismos lazos del folclor y la fábula, y que fueron ideados como piezas didácticas y al mismo tiempo recreativas.

En Resplandú, el lector se embarca en una travesía fantástica por los cinco países bolivarianos y desde su nave voladora descubre la riqueza de los paisajes y la diversidad de costumbres y hechos históricos que caracterizan la vida de los pueblos hermanos. El duende de la petaca es un diablillo familiar dotado de erudición y picardía, que se escapa de su escondite en una vieja casona del barrio La Candelaria y se lleva de la mano a dos amiguitos, en viaje mágico donde les cuenta episodios de la historia colombiana. En El palomar del príncipe se recrean los días de la niñez con la poesía infantil de José Asunción Silva, faceta hoy olvidada del bardo romántico de finales del siglo XIX, cuyos Maderos de San Juan, lo mismo que otros poemas infantiles de singular belleza, nunca deben olvidarse.

Y llegamos a los Relatos de luna llena, hermoso título que sugiere placidez y embrujo. La escritora chilena Isabel Allende creó en su literatura un personaje legendario, Eva Luna, niña indígena y analfabeta, hija de la selva y la pobreza, y recogió sus exposiciones orales en el libro Cuentos de Eva Luna, otro título fascinante. Con enfoques diferentes, en ambas obras se mueve el mundo de la niñez. La luna siempre ha inspirado a escritores y poetas.

La escritora colombiana, en el libro que aquí comento, se encuentra en la posada caminera con un grupo de  maestros y alumnos que van de excursión, y escucha de ellos una serie de relatos sobre las diferentes regiones del país, los que dibujan el alma de la patria. El propósito de los excursionistas es acercarse al ambiente del campo y de la provincia, objetivo que tiene lugar, en varias noches de luna llena, con la actuación gozosa de los serenateros, los recitadores y los cuenteros. Mercedes Medina de Pacheco es la cronista perspicaz que se encarga de recoger esas sesiones y volverlas libro.

Relatos de luna llena es una imagen de Colombia. Captado desde diferentes ángulos, el folclor se esparce como una semilla por pueblos y veredas, por ríos y caminos, por calles y residencias, y configura la idiosincrasia de la nación.  El alma de un país nace de la provincia. Por eso, la microhistoria es el nervio de la nacionalidad. En este libro están representados todos los sitios de la patria a través de las narraciones que sobre sus comarcas presentó este grupo de caminantes, como voceros auténticos de sus comunidades.

Al relatar costumbres y leyendas, mitos y tradiciones, y tocar instrumentos musicales, y entonar aires autóctonos, y recitar poemas, y explayar la imaginación por los territorios de la fantasía y la historia, los excursionistas andariegos se ganan palmas en la pluma diserta y grata de la distinguida escritora boyacense. Palmas que ella conquista con su nueva creación maravillosa.

El Espectador, Bogotá, 10 de febrero de 2005.

 

 

 

 

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La cuentista Gloria Chávez

martes, 27 de octubre de 2009 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La obra me llegó de Nueva York, días antes de la Feria Internacional del Libro, donde vio la luz pública en nuestro país. Se titula Depredadores de almas y es el quinto libro de cuentos de la escritora colombiana Gloria Chávez Vásquez, oriunda del Quindío y residente en Estados Unidos hace más de treinta años. Su carrera en este género se inicia en 1971 con Sor Orfelina, trabajo galardonado en un concurso de El Espectador. En 1977 publica su primer cuento en inglés, La luciérnaga y el espejo. Al año siguiente, Sincronio, el ave fénix obtiene el premio del Círculo Literario de Nueva York, trabajo que es destacado en Bogotá por el periódico El Tiempo.

Las termitas, su primer libro de cuentos, es editado en 1978, y a dicho título le siguen Cuentos del Quindío, Akum, la magia de los sueños, Opus americanus y Depredadores de almas, el actual. Esto señala la amplia tradición cuentística de la autora, campo que predomina sobre otros géneros que también cultiva, como el ensayo y la prosa periodística. En este último campo, donde ha tenido notorio desempeño en varios medios de comunicación de Estados Unidos, obtuvo en 1990 el premio Emma por su excelencia profesional, presea otorgada por primera vez a una mujer hispana.

Con estos datos deseo resaltar la figuración de nuestra compatriota en el escenario neoyorquino, donde ha tenido sus mayores éxitos. Esto se convierte en motivo de orgullo para el país. No todos los colombianos triunfan en el exterior, y al ocurrir este hecho, merece ponderarse como un punto positivo para Colombia, en medio de tantos lunares que ponemos en el ámbito internacional. En su caso, bien vale la pena exaltar su espíritu de estudio y superación, que la elevó desde un nivel modesto, hace tres décadas, cuando iniciaba en aquel país la dura vida del emigrante, hasta la conquista de su destacada posición actual como profesora, escritora y periodista reconocida.

En 1970, Gloria Chávez Vásquez llegó al país norteamericano armada de su cartón de bachillerato, de su firme vocación literaria y del propósito indeclinable de triunfar. Al paso del tiempo, consiguió títulos de idoneidad en literatura americana e hispanoamericana, en sicología y en cinematografía. Y comenzó a escribir sobre teatro y temas culturales. Después se vinculó a periódicos y revistas como escritora de opinión. Ha sobresalido por sus ensayos literarios y sus enfoques sociales -en este último terreno como fogosa combatiente ideológica-, trabajos que, según me contó ella alguna vez, piensa recoger en un libro de ensayos, que se ha hecho esperar.

Sus cuentos reflejan alto sentido de penetración sicológica sobre los sucesos cotidianos y recogen las intensas vivencias de la autora, primero en su terruño, como estudiante de un colegio de monjas, y luego como emigrante obstinada  que se enfrenta a la dureza neoyorquina. En varios trabajos se advierte la lucha que libran los protagonistas de sus relatos contra las asperezas del medio hostil, donde la ciencia moderna y la crueldad de los sistemas masivos deshumanizan al hombre, esclavo de la tecnología y el esnobismo.

En su última colección de cuentos, Depredadores de almas, acude a símbolos y alegorías matizados con tenues gotas de humor e ironía, para presentar un mundo falseado por el exceso de ciencia e invadido de frivolidad, que hace reflexionar sobre el futuro azaroso que el mismo hombre se fabrica. Ese es el mundo de la cotidianidad contemporánea, tan propenso a las metamorfosis y las falsificaciones del alma, a merced de los inventos y los sistemas depredadores creados por la pomposa modernidad de nuestros días.

La cuentista se sitúa frente a la realidad diaria, valiéndose de la sátira social que inyecta en sus personajes, y lanza voces de alerta para que se detenga la insensatez destructora de la felicidad. Gloria Chávez trama la vida a punta de cuentos, de cuentos sicológicos, y así llega con éxito a este quinto peldaño de su creación perseverante, que le aplaudimos con sincera expresión de solidaridad.

El Espectador, Bogotá, 10 de julio de 2003.
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