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La importancia de llamarse Gustavo Páez Escobar

viernes, 3 de septiembre de 2021 Comments off

Gloria Chávez Vásquez

“La memoria no es lo que recordamos, sino lo que nos recuerda.
La memoria es un presente que nunca acaba de pasar”.
Octavio Paz. Poeta y ensayista mexicano (1914–1998)

En 1971, El Espectador celebraba sus 90 años de existencia con el Concurso Nacional del Cuento. En él participa toda una generación de escritores colombianos en ciernes. Nadie recuerda al ganador, pero el hecho de que aparecía publicado en el Magazín Dominical confirmaba la calidad del cuento. Uno de ellos, “El sapo burlón”, lo había escrito el gerente del Banco Popular en Armenia, Quindío.

Con ese cuento, Gustavo Páez Escobar (1936), nacido en Soatá, Boyacá, iniciaba su aventura como escritor y periodista. Ese mismo año, en medio de su bonanza literaria, comienza a escribir la columna semanal Salpicón, que aparece en La Patria de Manizales y en El Espectador de Bogotá. En 1981 publica una colección de 20 cuentos auspiciada por la Biblioteca del Banco Popular, y al año siguiente El Tiempo escoge “Humo” como uno de los mejores cuentos publicados ese año. Su novela Destinos cruzados, escrita en su adolescencia, es llevada a la pantalla chica en 1986 por Fernando Soto Aparicio como la primera telenovela de RCN.

¿Qué milagro convirtió a un gerente de banco en escritor prolífico? En realidad, el escritor convivía con el economista. En su adolescencia, Gustavo ya era un ávido lector que estudiaba en serio el griego y el latín. El hogar de sus padres era fruto del estudio, la disciplina y el amor por la poesía. Pedro Páez Cuervo fue médico en las selvas del Casanare, y Herminia Escobar era educadora; de sus seis hijos, Jorge Alberto (capitán de navío de la Armada Nacional) escribió poesía (Bitácora de ensueños) y Gustavo se dedicó a la prosa.

La vida laboral de GPE transcurre en la Contraloría Departamental de Boyacá, y luego en el Banco Popular como ejecutivo en Bogotá y otras ciudades. Como gerente en Armenia logra que el banco construya la moderna sede y que el presidente del banco en esa época, Eduardo Nieto Calderón, lo respalde en su proyecto de dedicar 2 pisos del edificio al Museo Arqueológico.

Conoce a Astrid Silva Ortiz en Bogotá, una bella joven que trabajaba en la General Electric. Fue amor a primera vista. Se casaron a los ocho meses y ella se retiró de la empresa para dedicarse a las labores del hogar. Astrid se compenetró tanto con el escritor su esposo que, según él, en sus 58 años de casados “ha sido mi faro y mi motivación en esa labor”. Sus tres hijos son exitosos profesionales. Su hija Liliana trabaja en Caracol Radio, Fabiola es ingeniera de Sistemas y Gustavo es administrador de empresas, especializado en mercadeo. Los Páez Silva tienen una nieta, Valeria, de ocho años.

Durante sus 15 años de residencia en el Quindío, Gustavo Páez se identificó con la región y sus tradiciones. “Me encantaron la amabilidad, la simpatía y la hospitalidad de la gente, y entré a compartir el ambiente cultural que allí se vivía. Estaba en mi salsa”. Más lealtad aún porque fue en esa región donde realizó su vocación literaria. La región lo honró con cuatro condecoraciones, entre ellas la Medalla al Mérito Artístico, otorgada por la Gobernación, y el Cafeto de Oro, por la Alcaldía de Armenia.

Gustavo Páez nos revela un secreto bien guardado hasta ahora, en esta anécdota: un día el rector de la Universidad del Quindío, Horacio Salazar Montoya, le informó que el centro docente había dispuesto concederle el doctorado honoris causa en Literatura. Muy a su pesar declinó el honor, porque su ética profesional no le permitía ignorar los conflictos de interés entre el banco y la universidad. “Deseaba conservar mi independencia al frente del cargo”, dice Páez Escobar.

Entre sus libros publicados: “Ráfagas de silencio”, una obra de vivencias en la selva inhóspita con la figura del legendario Tulio Bayer como personaje central.  “Ventisca” describe la destrucción de un pueblo, similar a la tragedia de Armero. En “Biografía de una angustia” Páez demuestra su empatía natural y calidad como biógrafo, escribiendo sobre la vida del poeta colombiano autoexiliado en México Germán Pardo García. El libro es publicado en 1994 por el Instituto Caro y Cuervo. En 2002, escribe sobre las experiencias y observaciones de sus viajes, un itinerario de diez mil kilómetros por los países europeos, realizado en el otoño de 1998, al que titula “El azar de los caminos”. En 1998 edita “La noche de Zamira”, una novela sobre los problemas socioeconómicos derivados de la bonanza cafetera. En 2003, la Academia Boyacense de Historia publica “Laura Victoria, sensual y mística”, la biografía de la pionera de la poesía erótica en Colombia.

Aparte de que mantiene colaboraciones en La Crónica del Quindío, Eje 21 de Manizales y algunas revistas, como Mirador del Suroeste de Medellín y Aristos Internacional de Alicante, España, Gustavo Páez Escobar es miembro de la Academia de Historia de Boyacá, de la Academia Patriótica Antonio Nariño, del Instituto Sanmartiniano de Colombia, entre otras.

En la vida de este boyacense que respiró el aire quindiano por espacio de 15 años, se da muy bien aquello de que la persistencia con paciencia todo lo alcanza. En su sensatez de carácter, Gustavo ha alcanzado lo que se ha propuesto, con una disciplina y vocación extraordinarias. Conocido en el medio intelectual por su don de gentes, su generosidad y respeto hacia sus colegas, ha guiado a muchos al tiempo que brindaba su amistad. Virtudes que no son comunes en el egocéntrico mundillo literario de nuestro país.

Como testigo de la historia y la cultura, Gustavo Páez Escobar es un referente para las nuevas generaciones de académicos y escritores. De sus más de 2.000 artículos periodísticos, guardados en su página literaria digital, más de 300 son sobre el Quindío. Su primer libro de cuentos fue incluido en la Cápsula de El Tiempo, a abrirse en 2052.

Constante en su método, Gustavo ha cuidado bien lo que será su legado. Con la colaboración de Astrid, la guardiana de sus archivos, y Fabiola, la hija experta en la moderna tecnología, sus escritos han sido preservados como una herencia de amor para la patria.

Gloria Chávez Vásquez es escritora, periodista y educadora residente en EE.UU.

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Comentarios

Me alegra sinceramente la bella página escrita por Gloria sobre tu vida y tu carrera literaria. Tu importante participación en el mundo de las letras merece ser exaltada. Eres un escritor serio, con una pluma depurada y una disciplina excepcional. Felicitaciones extensivas a Astrid y a los tuyos. Importante también la referencia sobre tu vida laboral porque dejaste huella en esta tierra.  Muy hermosa tu foto con Valeria.

Muy bellas y merecidas todas las notas de solidaridad y afecto que has recibido con ocasión de la página de Gloria. En el largo ejercicio de vivir y escribir van quedando muchos episodios importantes de la vida, en una suerte de neblina. Bueno es que alguien recuerde el camino recorrido por una persona que, como tú, ha dejado plasmada su impronta. Esperanza Jaramillo García, Armenia.

Respuesta. Aprecio mucho tus nobles palabras. Como sabes, el reconocimiento en el mundo de las letras es escaso. Esta es una áspera realidad. El oficio del escritor es el más solitario del mundo. Si existe verdadera vocación para la escritura, y esta se ejerce con convicción, sacrificio y altas miras, se obtienen en silencio grandes satisfacciones. Cuando uno mira hacia atrás en el final de la vida, lo que en realidad se salva es lo constructivo, lo que se ha forjado con rigor y firmeza, lo que se ha escrito con sangre. Lo demás se lo lleva el viento.

Ya desaparecido el escritor de la escena del mundo, quizás alguien, con el correr del tiempo, lo recuerde por algún libro que ya nadie menciona. Por eso, disfrutemos en vida de un aplauso, de una flor, de una sonrisa, antes de entrar en las sombras del olvido. Gustavo Páez Escobar. 

Me uno a cada palabra que Gloria Chávez escribe sobre la vida literaria del papá escritor y en especial a las palabras sobre el maravilloso ser humano que me dio la vida y del cual me siento tan orgullosa. Este legado es de inmenso valor para mi vida. No hay mejor herencia que la del buen ejemplo.

Un padre intachable, de valores indestructibles, lleno de sabiduría, siempre presente para la familia. Cada consejo es acertado y más que consejos nos da vivencias y palabras de aliento para continuar por el camino recto que nos trazó desde pequeños. Gracias, Gloria, por exaltar la vida literaria de mi papá y su condición humana. Le agradezco a Dios a diario por haber nacido dentro de una verdadera familia y tener como padres unos seres inigualables. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Desde 1971 hasta la fecha hay un largo camino muy bien recorrido en tu casi silenciosa pero fructífera tarea como cuentista, novelista, cronista, biógrafo, periodista, gestor e impulsor del arte y los artistas, donde la calidad de los trabajos te dejan, sin ninguna duda, una satisfacción enorme, al lado de tu cómplice Astrid y la admiración y reconocimiento de tus hijos, lectores y amigos, entre quienes me cuento, desde el año 1994, cuando nos presentó el escritor Óscar Londoño Pineda, con ocasión de la publicación de «Biografía de una angustia» acerca de mi pariente el poeta Germán Pardo García. Gloria ha hecho un retrato, una pintura o un mapa de tu historia, sin error en el lienzo, ni en el color ni en el tema. Inés Blanco, Bogotá.

Esta frase es la que más me llama la atención de lo que escribe Gloria Chávez: «Conocido en el medio intelectual por su don de gentes, su generosidad y respeto hacia sus colegas, ha guiado a muchos al tiempo que brindaba su amistad»: Lo de don de gentes, sí, así está muy bien descrito. Loretta van Iterson, Ámsterdam, Holanda –autora del bello libro Nido de oropéndolas (2010)–.

La impecable redacción y el mágico manejo del idioma es una dupla con la cual nos has hecho soñar, reír y llorar. Yo también digo: ¡Gracias! Gracias por enseñar con tu pluma. Gracias, colega. Gracias, primo mío, por dejar honda huella en el oficio literario que inició en el lejano Llano el poeta Pedro Páez Cuervo a quien la vida te entregó por hijo. Siempre has sido nuestro orgullo. Colombia Páez (El Nuevo Herald, Miami).

Tu carrera como escritor bien merece este y muchos más reconocimientos. Recibe mi abrazo de felicitación, que estoy seguro se sumará al de muchas otras personas que te admiran y siguen tu producción periodística y literaria. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

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Mundo curioso (4)

sábado, 31 de julio de 2021 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar

Luis Arturo, un lector de mi columna, me anima con las siguientes palabras a seguir escribiendo esta serie de hechos curiosos que hoy cumple la cuarta entrega: “Este tipo de columnas deberían ser más seguidas: son lecturas amenas que no hacen daño a nadie y distraen mucho”. Con esta voz de aliento, sumada a la de otros generosos lectores, continúo en el propósito de buscar un respiro o una diversión en medio de la tormenta causada por la pandemia y la crisis social que vivimos.

(2/8/1969). La escena ocurrió hace medio siglo en San Francisco, Estados Unidos, y la protagonizó Shelly Drake, joven secretaria que se quitó el brasier y lo agitó en la mano –no como una bandera de la feminidad, sino como una tela desgastada por el uso y el abuso– ante la numerosa manifestación que apoyaba su campaña de abolir esta prenda. La razón era clara: aunque el invento servía de sostén, también lo era de tortura. Así pues, Shelly Drake actuó sin inhibiciones y proclamó ante el numeroso público, en nombre de infinidad de mujeres oprimidas por el brasier, el repudio contra la crueldad de la moda.

Moda que ha resistido el paso de los siglos. En efecto, el brasier tuvo su origen en Creta 4.500 años antes de Cristo. Entonces se llamaba sostén –la palabra cabal–,  y su objetivo era el de sujetar una parte del cuerpo femenino. Esa parte, como nadie lo ignora, es unas veces robusta, airosa y erguida, y otras, debilitada, caída o flácida, según la edad de la mujer o su anatomía.

El brasier, que tiene como seudónimos las palabras sostén, corpiño, portasenos, corsé, sujetador, ajustador, bralette… nació de una necesidad y se convirtió en una polémica. De todas maneras, acentúa la sensualidad femenina. Le da realce a la mujer y estimula la provocación. Se considera que el brasier moderno fue creado en 1914 por la neoyorquina Mary Phelps Jacob. Y 55 años después, la también norteamericana Shelly Drake se lo quitó en sitio público e invitó a destruirlo. ¡Guerra entre mujeres!, podría ser el titular de la noticia. Mientras tanto, la prenda ha seguido campante y es posible que nunca desaparezca. Va pegada a la piel como una identidad femenina, como un señuelo, como una tradición ancestral.

Su uso y desuso gira en ambos sentidos. El millonario Howard Hughes, productor de cine y cazador de mujeres hermosas, hizo construir para Jane Russell una pieza de sujeción de los senos para que apareciera más sensual en la película El forajido. Marylin Monroe lució el modelo puntiagudo del brasier en el filme Con faldas y a lo loco, y con este encanto estremeció a sus enamorados, que se contaban por miles en el mundo.

Años después, muchas modelos y celebridades dejaron de usarlo en público. Las playas se veían llenas de mujeres atractivas con los senos al aire, ante la mirada absorta de los hombres y la envidia de las mujeres que no podían exhibir los mismos atributos.

Bien claro está que el brasier es un fetiche para el hombre. Lo ha sido desde tiempos remotos, y todo parece indicar que Shelly Drake perdió el tiempo con su protesta en la plaza de San Francisco contra la esclavitud de la moda. Pero hoy gana ella notoriedad con el recorte de prensa que está en mis manos y que revive esta historia curiosa. Habrá quienes piensan que lo importante no es el brasier, sino lo que esconde.

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El Espectador, Bogotá, 3-VII-2021.
Eje 21, Manizales, 2-VII-2021.
La Crónica del Quindío, Armenia, 4-VII-2021.

Comentarios 

Por supuesto que estos aparentes asuntos baladíes cautivan. Y no tanto por el sustrato mismo de la materia, como por la presa a que alude, de eterna fijación en el macho: alimento en un comienzo y entretención en otro plato. Y de veras que el sostén cuánto levanta y da firmeza, a la par que despierta más deseos por tan provocador volcán. Atenas (correo enviado a El Espectador).  

Quería saludarlo y felicitarlo por tan interesante columna. Es lo que necesitamos leer en estos momentos tan apremiantes de cultura y sabiduría. Fany Ríos Muñoz, Bogotá.

La secretaria Shelly Drake tomó la bandera del brasier para irse, tela en ristre, contra esta magnífica prenda que a nosotras las mujeres nos presta el beneficio de levantar y mantener en su sitio (en lo posible) los senos, jóvenes o no tan jóvenes, firmes o no tanto. También contribuye enormemente a definir la silueta de la mujer y lucir los trajes con elegancia. Existen tribus que no la usan o no la conocen, y les importa un pepino a dónde van a parar sus escurridos senos. Casos culturales, imagino. Estimo que por lo menos el 90% de las mujeres gozamos con esta prenda. Inés Blanco, Bogotá.

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Mirada a los grecolatinos

miércoles, 14 de abril de 2021 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar

Me pregunta Gustavo Álvarez Gardeazábal si conozco en qué momento el grupo llamado grecolatino pasó a llamarse grecoquimbaya. Es una duda que siempre he tenido. Con motivo de la inquietud anotada, me propuse indagar más sobre el caso, y para el efecto consulté algunos textos y me dirigí a varios amigos que podían resolverla. Debe saberse, ante todo, que los grecoquimbayas no desplazaron a los grecolatinos, sino que coexistieron ambas denominaciones. Eran los mismos.

Josué López Jaramillo halló la siguiente precisión en El hada Melusina, epistolario sentimental de Silvio Villegas, sobre quién fundó el grecolatinismo: Otto Morales Benítez, prologuista de dicha obra, manifiesta que a Silvio Villegas “siempre se le ha señalado como padre de una escuela, agrupación, tendencia, que se ha denominado grecolatinismo”, y cita estas palabras del propio Villegas: “Haciéndome un homenaje que no me merezco se me ha considerado como el progenitor de un movimiento literario que ha tenido su casa matriz en la capital de Caldas y que suele denominarse con el nombre de grecolatinismo”.

José Vélez Sáenz dice que “cuando Arias Trujillo escribió su célebre carta a una reina de belleza (Josefina Dugand), y publicó su Risaralda (1935), el grecolatinismo pasó a ser grecoquimbayismo, por el fuerte contenido indiano, tropicalista, de la obra de Arias”. Aquí está la respuesta para Álvarez Gardeazábal.

El grupo se consolidó hacia el final de la década de los años 40 a 50, según afirma Octavio Jaramillo Echeverri en su libro ¿Qué es el grecolatinismo? Brillaba entonces en Manizales una pléyade de escritores formada, entre otros, por Silvio Villegas, Fernando Londoño Londoño, Antonio Álvarez Restrepo, Roberto Londoño, Arturo Arango, Gilberto Alzate, pertenecientes a la generación del 30. Otro grupo no menos importante venía de la generación del 10 y estaba constituido por personajes de la talla de Aquilino Villegas, Bernardo Arias, Rafael Arango, Francisco Marulanda, Emilio Robledo.

Existen diversas versiones sobre quién los bautizó como grecolatinos. Jaime Lopera dice que pudo ser Guillermo Valencia al oír un brillante discurso de Fernando Londoño, o Aquilino Villegas en una tertulia con Alzate Avendaño, o el cronista Luis Tejada. Ahora bien, ¿de dónde proviene el nombre de grecoquimbayas? Augusto León Restrepo cree que “como sus gestores y sus exponentes pasaban de la literatura a la oratoria y la política, los enemigos que cosechaban, para bajarlos del Olimpo, los aterrizaban con el apelativo de grecoquimbayas, peyorativo y descalificatorio”. Lo mismo considera José Jaramillo Mejía.

Los grecolatinos o grecoquimbayas marcaron una época. Eran altas figuras de las letras, la política y la oratoria, y esa escuela se prolongó por mucho tiempo. Quedó extinguida con la muerte, en mayo de 2019, de César Montoya Ocampo, el último grecolatino que quedaba. Él los define así: “Cultos en latines, conocedores de los meandros históricos de Grecia y Roma, formados en las academias de Cicerón y Demóstenes. Exquisitos en cultura, emperadores de la palabra. Hicimos historia en los areópagos con vivacidad mental apabullante”.

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El Espectador, Bogotá, 10-IV-2021.
Eje 21, Manizales, 9-IV-2021.
La Crónica del Quindío, Armenia, 11-IV-2021.

Comentarios

Qué bueno ir desvelando el origen de este apelativo que, para algunos, era una chanza pachuna de los cachacos, y para otros una prenda de orgullo de estar en tales gestas, como decía César Montoya. Eso por el lado literario. Lo que no solían perdonarnos a los caldenses en el Gun Club era que mucha parte de la economía colombiana (en los periodos conservadores, especialmente) se manejaba por ellos, como Manuel Mejía, Arturo Gómez Jaramillo, Hernán Jaramillo Ocampo, Antonio Álvarez Restrepo, Germán Botero de los Ríos, Hernán Uribe, José Restrepo, Cástor Jaramillo Arrubla y Augusto Ramírez Moreno, entre otros. Jaime Lopera, Bogotá.

Muy bueno, Gustavo, tu aporte a la historia de la región, a la que tanto quieres. Y en la que tantos amigos cosechaste. Sin lugar a dudas, por el afecto y la admiración que te profesamos, eres uno de los nuestros. Augusto León Restrepo, Bogotá.

He leído con mucho agrado la escanografía forense que ha surgido de mi pregunta sobre los grecoquimbayas, y no andaba tan equivocado cuando presuponía que algo tenía que ver el verbo de Arias Trujillo. Gustavo Álvarez Gardeazábal, Tuluá.

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Energía positiva

viernes, 2 de octubre de 2020 Comments off
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Energía positiva

viernes, 2 de octubre de 2020 Comments off
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