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Pasaporte al infierno

lunes, 4 de noviembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Lady Johanna Bárcenas Alzate nació en Pasto hace 27 años. Trasladada la familia a Cali, allí terminó el bachillerato. Vivía en una casa modesta del barrio Nápoles con su mamá y su hija, a quien tuvo a la edad de 15 años y sufría el síndrome de Down.

Ellas tres eran las integrantes de la familia y sufrían una difícil situación económica. Al no contar con la presencia del jefe del hogar, a Lady Johanna le tocó hacer el oficio del hombre, aunque de manera precaria, ya que no estaba preparada para ejercer una posición rentable. Con el tiempo se volvió vendedora de perfumes, oficio que aunque le dejaba algún rendimiento, no le proveía una subsistencia digna. En esta actividad conoció la miseria de las calles y sufrió hambres y tristezas.

Un día apareció con la noticia de que viajaba a China a traer mercancías. Lo cual parecía razonable. Esto fue en proximidades de la Semana Santa. No suministró mayores datos, pero se mostró optimista con el plan que traía entre manos. Dejó traslucir que ganaría buen dinero, ya que los productos chinos tenían mucha demanda y le permitían obtener buenas utilidades.

Lejos estaba Ana, su madre, de sospechar que su hija se había metido en negocios oscuros. A paso lento y cercada por las necesidades, la vendedora de perfumes había llegado a la mafia de las drogas. Esta se encargaba de entrevistar a mujeres que como ella, bajo el apremio económico y la ilusión de ganarse una buena cantidad de dinero, aceptaban cargar en sus cuerpos pequeñas remesas de cocaína y otras sustancias ilícitas. Así, ingresó a la triste condición de “mula”, halagada por el ofrecimiento de treinta millones de pesos que le hizo un ciudadano español, miembro de ‘Los Comba’, por transportar dos kilos de coca a China.

Él le garantizó que esa actividad era segura. Mientras tanto, la mujer repasaba su penuria, con una hija enferma y con necesidades agobiantes que no lograba atender.  Y aceptó el papel de “mula”. Creyó que también ella, como otras que realizaban el mismo oficio, “coronaría” cada viaje con los jugosos pesos que le reportaría su labor.

Como primer paso, adquirió ropa interior dos tallas más grandes que las que usaba. Los miembros de la organización la asesoraron en el trámite del pasaporte y los otros requisitos del viaje. En Sao Paulo (Brasil) recibió unos pantis llenos de coca, la que no sería detectada debido a su recubrimiento con látex, según se lo explicó la persona que la contactó. Ella no entendía nada de eso, pero estaba tranquila. Y feliz por poder solucionar por ese medio sus ahogos económicos.

En China vino a abrir los ojos a la realidad, cuando la Policía sospechó que algo encubría, debido al poco equipaje que llevaba y a la insuficiencia de los 1.000 dólares que portaba para pagar la estadía de diez días en lujoso hotel cuya tarifa era de 325 dólares diarios. Una agente intuyó que cargaba droga y le ordenó quitarse el abrigo, lo que puso al descubierto los dos kilos de coca camuflada en su ropa íntima.

Llevada a la cárcel, argumentó que le llevaba un millón de pesos al dueño de la remesa. Esto le evitó la pena de muerte, pero fue condenada a cadena perpetua. En China el tráfico de narcóticos se castiga con medidas muy rígidas. Otras 67 colombianas estaban presas por el mismo delito. De ellas, varias serían ejecutadas, otras estaban sentenciadas a cadena perpetua  y las demás pagarían cárcel entre 15 y 25 años.

Así terminó Lady Johanna su sueño y arruinó su existencia. Ojalá este caso dramático sirva para alertar a otras mujeres ingenuas que al igual que ella se dejan sugestionar por los espejismos de los paraísos artificiales y caen en los precipicios de la fatalidad.

El Espectador, Bogotá, 19-X-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 20-X-2012.
Eje 21, Manizales, 2º-X-2012.
Aristos Internacional, n.° 33, Alicante (España), julio/2020.

* * *

Comentarios:

Es triste, es lastimoso, no por ella sino por su madre y su hija. Ella sabía lo que estaba haciendo y seguramente hizo caso omiso a los letreros que hay en los aeropuertos de entrada que advierten que el narcotráfico se castiga con la pena de muerte. Y pregunto: ¿por qué no implantamos estas leyes en Colombia? Si tanto nos preocupamos y queremos a nuestros hijos y nietos, sería la única forma de salvarlos. gato07 (correo a La Crónica del Quindío).

Esta no es la tragedia de unas pocas mujeres o personas, es la aberrante situación que genera la sociedad de esta republiqueta, la tercera más inequitativa del mundo, un sistema socioeconómico excluyente que condena a sus gentes humildes a la precariedad, al rebusque como forma de vida, a la informalidad laboral que impide acumulación de dignidad, de perspectivas y expectativas de vida, de ahorros para poder cimentar el futuro. Estetoscopio (correo a El Espectador).

Lástima que muchos quieran perder la ingenuidad a cambio de vivir en la desgracia. Sí, perder la ingenuidad por medios coercitivos, manipulaciones, ambiciones y  demás: no ven, ni oyen, ni entienden las experiencias cotidianas, los pedidos del periodismo sano, los llamados de las autoridades, las sabidurías populares, como aquella: «de eso tan bueno no dan tanto». heliodoro escudero (correo a El Espectador.

Es por culpa de esta clase de personas que los colombianos estamos estigmatizados y en muchas ocasiones es una vergüenza presentar nuestro pasaporte en algunos aeropuertos del mundo. Yo ya he sido molestado no solo en aeropuertos internacionales sino igualmente al llegar y salir de Bogotá. He tenido que someterme a interrogatorios y a requisas que han lastimado mi ego. Álvaro León Pérez Franco, colombiano residente en París.

Con inmensa tristeza leí este artículo. Sobre todo porque mis ancestros son de tierra pastusa. Simplemente consideré esta tragedia como familiar. Sería interminable la lista de presos, tanto mujeres como hombres,  por tráfico de drogas en todas las cárceles del mundo. Es muy fácil juzgar, pero nadie sabe con la sed que otro vive. Yo imagino a Lady Johanna en una cárcel de China, completamente aislada, sin entender nada y con una tristeza que parte el alma, pensando en la familia. ¡Dios mío, Dios  mío! ¿Por qué suceden estas cosas? A veces no hay respuestas para tragedias tan devastadoras para un ser humano. Luis Quijano, Houston (USA).

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Los suicidios nuestros de cada día

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Una sociedad como la colombiana que registra cinco suicidios cada día, es una sociedad que debe formularse serios planteamientos. No puede considerarse el suicidio como un caso aislado, que solo les pasa a los demás, sino como un asunto social en el que todos estamos involucrados.

El año pasado se suicidaron 1.889 personas en Colombia. Son 25 casos más de los ocurridos en el 2010. Esta tendencia viene de tiempo atrás, con riesgo de poner cada año cifras más alarmantes, si nos atenemos a las continuas noticias que en estos días leemos en los periódicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que el suicidio es prevenible. Se trata, por eso, de “un problema grave de salud pública”, como lo califica Medicina Legal.

La mayoría de quienes en el 2011 se quitaron la vida eran adolescentes y adultos jóvenes cuyas edades estaban entre los 15 y los 34 años. Una tercera parte eran solteros y poseían un nivel educativo básico. Otro dato relevante que suministra la investigación dice que este 31,55 por ciento de suicidas jóvenes (596 colombianos) no tenía empleo. Lo primero que cabe anotar al respecto es que con esas vidas cortadas en plena edad de la producción y de la ilusión se frustraron muchas esperanzas. Y en segundo lugar, que el desequilibrio agudo o crónico en materia económica puede llevar a la desesperación, y con ella al suicidio.

En carta al presidente Santos publicada hace poco en su blog, dice lo siguiente Mónica Sánchez Beltrán, colombiana residente en Canadá y que vive atenta a la suerte de Colombia: “…le hablaré del caso que más me mortifica hace meses, cuando leí una pequeña nota de RCN, que dice que a los niños de las comunidades indígenas del Chocó el hambre los lleva al suicidio y también que, 8 de cada 10 de ellos, presentan signos clínicos de desnutrición crónica”.

Una de las causas más comunes para llegar a la tremenda decisión de quitarse la vida es la depresión. De hecho, se ha determinado que las dos terceras partes de quienes se suicidan sufren de dicha enfermedad, tan característica de nuestros días. Vivimos en un mundo de angustias, de retos desproporcionados, de injusticia e inequidad, de falta de oportunidades básicas, de crisis familiares y disolución de los principios, que genera grandes choques emocionales.

Leo en una información: “Los padecimientos psíquicos se encuentran presentes en 9 de 10 casos de suicidio; entre ellos, aparte de la depresión se encuentran también los trastornos de ansiedad y las adicciones”. Este es un enfoque que se hace respecto al mundo entero, donde cada 40 segundos alguien se suicida. En Europa el número de suicidios es alto frente a América Latina. Esto no disminuye la incidencia calamitosa que tal hecho produce en nuestra sociedad y en la vida de los hogares. Para apreciar mejor nuestra posición en el continente, debe saberse que la mayor tasa de suicidios ocurre en Cuba, luego en Brasil, y en tercer lugar en Colombia.

Se trata de un grave problema de salud pública que como tal debe ser tratado, y que los gobiernos han dejado avanzar con pasmosa indiferencia. Si conseguir en Colombia una cita médica o una medicina en el deshumanizado sistema de salud se ha convertido en un calvario para la inmensa mayoría de la población, qué no decir del tratamiento para el enfermo mental. Ese enfermo mental, agobiado por la depresión, la angustia, la ansiedad o las adicciones, puede ser uno de los 1.889 colombianos que se fugaron el año pasado del dolor y la indolencia.

En cuanto toca con los hogares, la alarma está en el caso del “suicidio silencioso”, ese que avanza, o se deja avanzar, en la soledad o el aislamiento, causado las más de las veces por falta de diálogo, de comprensión y afecto, y agravado por la ausencia de los padres o por los conflictos ciegos en la vida conyugal que conducen a infinitas desgracias.

El Espectador, Bogotá, 24-VIII-2012.
Eje 21, Manizales, 25-VIII-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 25-VIII-2012.

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Comentarios:

Me llamó la atención su columna porque recientemente en nuestra institución sucedió un caso de este tipo con uno de nuestros estudiantes. Estoy elaborando un artículo sobre el tema que emitiremos en nuestro boletín. El fin es sensibilizar a los universitarios sobre este tipo de casos, recordarles que es importante dialogar antes de tomar estas decisiones, y anotar algunos mensajes que dejaron los papás de este joven. Edwin Orlando Henao Acevedo, asistente de comunicaciones DAES.

En 2005 un amigo mío  se suicidó; antecedente: su mamá, que era comerciante, había sido asesinada y desmembrada tiempo atrás. En 2007 otro muy buen amigo también lo hizo; antecedente: su mamá, que era abogada, fue asesinada. En 2009 otro amigo se ahorcó; antecedente: años atrás una de sus hermanas también se había suicidado. Recuerdo en Argentina el caso de Cynthia Tallarico que se suicidó luego de que su padre le prohibió ir al concierto de Guns´n Roses. Cuando Lina Marulanda se suicidó (en Bogotá) todos los medios por «respeto» no sé a quién evitaron usar la palabra suicidio, como si ese «pequeño» detalle cambiara las cosas. Hoax (correo a  El Espectador).

El país está gravemente enfermo y el Estado, las instituciones y los ladrones de la salud se hacen los de la vista gorda y el pueblo sigue muriendo, a veces por su propia mano. Inés Blanco, Bogotá.

Violencia intrafamiliar

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

En buena hora el presidente Santos presentó una ley que busca reducir el maltrato contra la mujer y la inasistencia alimentaria. Se habla de la mujer como la principal víctima de la agresión, pero también se incluye cualquier miembro de la familia sometido a abusos de carácter físico o síquico.

Esta ley fue promovida por la bancada de mujeres en el Congreso y contó con el apoyo del Gobierno por conducto de la alta consejera para la equidad de la mujer.  Se contempla una pena de 4 a 8 años de prisión para quienes incurran en esta conducta y además se establece que la persona maltratada no puede retirar la denuncia, bajo el fácil expediente que hoy existe de la conciliación mediante alguna suma de dinero, por lo general de baja cuantía, o por otro sistema similar, lo que no solo conduce a la impunidad del acto cometido sino a que este vuelva a repetirse.

Por otra parte, el hecho puede ser denunciado por cualquier persona que conozca la situación. Esto permite una vigilancia permanente en torno a la vida familiar, no solo por los integrantes de ella, sino por los vecinos u ocasionales testigos del maltrato. Al eliminarse de esta manera el miedo, la indecisión o la ignorancia de la víctima, que por lo general es una mujer, los agresores reprimirán, sin duda, sus instintos antisociales por el temor de ir a la cárcel. Pero si los cometen, que se atengan a las consecuencias.

En Colombia, país de relajadas costumbres y de leyes laxas, cuando no de jueces ineptos o complacientes, es monstruosa la violencia que se ejerce contra la mujer. Parece que viviéramos en territorio de bárbaros. A cada rato vemos en la prensa los casos más aberrantes perpetrados por individuos energúmenos que agreden a su propia mujer, a la familiar o a la compañera de trabajo. Y nada pasa, fuera de dejar destrozos físicos o morales en la persona atropellada.

Hay que erradicar la violencia doméstica. De ella se desprenden otros tipos de violencia, que pueden irse incrementando poco a poco hasta llegar a situaciones catastróficas. Esta violencia grande que vive el país quizá sea consecuencia de los estados de ira que respiran muchas almas envenenadas por el odio, el resentimiento o la brutalidad, y que al no existir métodos efectivos de represión y castigo, mañana pueden causar daños irremediables.

El dicho de que “a la mujer no debe tocársele ni con el pétalo de una rosa” es letra muerta para muchos. Hoy la mujer es el mayor objetivo del hombre irracional, capaz de lanzar contra ella los mayores denuestos y vejámenes y emplear incluso la fuerza física. Ese hombre salvaje puede emprenderla contra sus hijos, con procedimientos acaso más devastadores, porque estos pueden sembrar traumas y dejar cicatrices incurables para toda la vida.

Nos quejamos de la violencia que existe en las calles, en los centros educativos, en las oficinas o en los campos dominados por la guerrilla, pero no nos damos cuenta de que en el propio hogar surgen en ocasiones los mismos arranques destructores o asesinos. Y se cometen actos abominables bajo el amparo de la intimidad y la flojera para denunciarlos.

Ojalá la nueva ley entre a corregir estos desvíos de las mentes iracundas que, si no tienen reparo en pegarle a una mujer (que muchas veces es la madre de sus hijos), tampoco lo tendrán para lesionarla con un arma, e incluso asesinarla. Educar y proteger a la familia es el primer requisito para ser civilizados y miembros dignos de la sociedad.

El Espectador, Bogotá, 13-VII-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 14-VII-2012.
Eje 21, Manizales, 14-VII-2012.

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Comentarios:

La ley no debe tener sexo, color ni religión, debe ser imparcial para todos. La ley necesita una verdadera reforma y castigos reales, no premios como en nuestro país. Golpeadores, maltratadores, abandonar niños, padres irresponsables, adolescentes delincuentes, de todo se ve y no hay penas serias. Más que llenar cárceles generen temor y conciencia antes de actuar, para evitar el caos que hoy vivimos.  Antonioruizvelez (correo a La Crónica del Quindío).

La primera ley para sancionar y prevenir la violencia doméstica en Colombia se promulgó desde el año 1994. Lo que ha existido posteriormente son modificaciones, mediante otras leyes o decretos que sustituyen –y a veces mejoran– las versiones anteriores. Si bien los esfuerzos legislativos son importantes y necesarios, la ley por sí sola no evita este fenómeno, que es una epidemia social y un grave problema de convivencia y salud pública. Y ni crea, señor Páez, que esta violencia es producto de «instintos antisociales», del hombre «salvaje» e «irracional». Las violencias domésticas, que son muchas, provienen de valores culturales que consagran el poder de dominio de los hombres sobre las mujeres (machismo), que las discriminan como si las mujeres no fueran personas y ciudadanas con derechos. Ovejanegra (correo a El Espectador).

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Monstruos

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Cuatro casos horripilantes ocurridos en los últimos días ponen de presente el grado de perversión humana que se vive en Colombia desde hace largo tiempo, a merced de gente depravada que recorre las calles como seres normales y que son peores que las fieras más sanguinarias.

La sociedad está atacada por la esquizofrenia. Terrible enfermedad transmitida por la plaga de sicópatas, dementes y desadaptados que esconden sus instintos salvajes en la vida ordinaria, donde suelen aparecer como personas inofensivas, y en el momento menos esperado inoculan el veneno letal que cargan en sus entrañas. A veces son víctimas de serias perturbaciones síquicas que reclaman pronto tratamiento. Pero como ni ellos ni el Estado pueden concedérselo, se convierten en monstruos capaces de cometer las mayores atrocidades.

Hace un mes, Rosa Elvira Cely fue encontrada todavía con vida en el Parque Nacional de Bogotá, violada y torturada en la forma más aberrante que pueda concebirse. Murió de peritonitis en el hospital al que fue llevada por la Policía en forma tardía. Había salido de un bar junto con un conocido, que sería el agresor. El presunto criminal, Javier Velasco, deberá responder además por el abuso sexual de dos hijastras de 4 y 10 años, en hechos ocurridos y denunciados en el 2007. Con todo, andaba suelto. Este caso encaja en la conducta de los asesinos en serie, verdadero peligro para la sociedad.

En Bogotá, el 17 de junio, el joven abogado Juan Guillermo Gómez salió de un bar en la zona rosa y se dirigió a pie a su residencia en el barrio Rosales. En el recorrido fue interceptado por un grupo de malhechores. Y le echaron mano al celular. No se conformaron con robárselo, sino que lo asesinaron a cuchillo. La policía capturó cuadras adelante a tres adultos y un menor, de 16 años, en poder de los cuales apareció el celular. Hablaban tranquilamente, como si nada hubiera ocurrido.

Una cara más, no solo de la inseguridad bogotana, que es la misma que existe en las grandes ciudades, sino de la frescura con que se mata cuando se opone resistencia o no se accede de inmediato al deseo de estos asaltantes de las calles que irrumpen a cualquier momento como lobos sanguinarios, y poseen la suficiente sangre fría para cometer las mayores barbaries.

El 25 de junio, en Curillo (Caquetá), Ramón Reyes llegó a su casa y le pidió a su madre que le preparara un agua de sábila para calmar un fuerte dolor de estómago. Deseaba distraerla. Quizás estaba desesperado porque no conseguía empleo. Y subió al segundo piso, donde dormían su esposa y sus cinco pequeños hijos, uno de ellos de seis meses. Minutos después, la alcoba era un mar de sangre: había degollado a las seis personas, y con la misma arma se había suicidado. Este proceder oscuro e indescifrable hace pensar que el sadismo y la brutalidad del hombre enajenado no tienen límite. Las fieras no hacen lo mismo.

En Villavicencio, ese mismo día, John Árlex Ferreira tuvo serenidad para escribir unas líneas a una hermana suya contándole que había asesinado a su esposa y a sus dos hijos. Sucedido el hecho macabro, trató de suicidarse. “No sé qué pasó. Toda la culpa es mía”, le dice a su hermana. Personas allegadas al hogar dicen que el asesino podría estar mal de la mente a raíz de un paludismo cerebral adquirido cuando prestaba el servicio militar. El abogado quiere fundar su defensa en este hecho. El resultado del desequilibrio mental (si de tal se trata) vino a explotar con el exterminio de la familia.

Vivimos rodeados de monstruos. La ciudadanía no tiene cómo defenderse de estas fuerzas soterradas que mantienen en vilo la tranquilidad pública y la paz de los hogares. La inseguridad ciudadana ha llegado a extremos inauditos. El Estado es ineficiente para dispensar el equilibrio y el bienestar que necesita la sociedad, y los gobiernos, asimismo, resultan inoperantes.

Como si fueran pocos los monstruos sociales que acechan en las calles e irrumpen en los hogares, un grupo de parlamentarios, también desquiciados, en lugar de legislar en bien del pueblo, lo hicieron en su propio beneficio. Y alcanzaron a crear su propio monstruo: el de la reforma judicial, que por fortuna fue destruida por la opinión pública. A Colombia no le cabe un esperpento más. Ni resiste más locuras.

El Espectador, Bogotá, 29-VI-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 30-VI-2012.
Eje 21, Manizales, 30-VI-2012.

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Comentarios:

Colombia es una nación enferma de violencia. La cultura de la violencia, la deshonestidad y la muerte que existen en Colombia serán difíciles de erradicar. Las distintas esquizofrenias, adquiridas o heredadas por la gran mayoría de individuos involucrados en la violencia, el homicidio, la violación de niños y mujeres, hacen del país el más violento de Latinoamérica y uno de los primeros del mundo. Viterbo de Magallanes (correo El Espectador).

Sí, es cierto, algo está mal en la cabeza de este tipo de personas, pero no necesariamente es esquizofrenia lo que padecen. La esquizofrenia no es condición suficiente para la locura asesina, ni el loco asesino es necesariamente esquizofrénico. El de la H (correo a El Espectador).

No es hipérbole reunir en la misma columna de opinión los monstruos que han desatado esa ola de crímenes, hechos que se nos dificulta asimilar, con las mañas de muchos de los parlamentarios, funcionarios y miembros de las altas cortes, que pusieron su voracidad desmedida por encima de los intereses del pueblo que los eligió y que aporta con impuestos el pago de sus altísimos salarios y el exceso de prebendas de que disfrutan. Gustavo Valencia García, Armenia.

Los mismos monstruos que han habitado Colombia desde siempre… En provincia el grado de barbarie ha estado fuera de todo límite. Me acordaba de una masacre acaecida en los 80 en la cual mataron a machete a toda un familia,  hasta los perros los picaron y metieron los pedazos a los fondos donde se cocinaba panela… Avisponpiolo (correo a El Espectador).

De todo este escándalo solo una cosa ha quedado bien clara: este país no tiene las tres patas (ejecutiva, legislativa y judicial) sobre la que descansa cualquier sociedad medianamente decente. EGD (correo a ElEspectador.com).

El peor monstruo colombiano está empotrado en los tres poderes constitucionales. Sus integrantes son los culpables del desempleo que crea caos, esquizofrenia y hambre. Por ellos existe la guerrilla, los paras, los delincuentes, la violencia, la guerra, el hambre, la pésima educación y todos los demás males que nos hunden en el más obscuro abismo.  Colombianoingenuo (correo a El Espectador).

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Discurso de Cantinflas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Hace 100 años, el 12 de agosto de 1911, nace en Méjico un personaje singular: Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, quien cambiaría su  larga denominación por un solo vocablo: Cantinflas. Muere el 20 de abril de 1993.

El motivo para formar dicho apelativo hace parte de la leyenda que el actor creó en el cine mejicano. El que mejor parece descifrar el acertijo es Carlos Monsiváis, quien comenta lo siguiente: cuando el joven Mario Moreno fue a pronunciar un texto que debía decir en la carpa Ofelia, entró en pánico y olvidó su monólogo original. Ante semejante embrollo, prorrumpió en una serie de frases y palabras inconexas que hicieron reír al público. Esto le hizo descubrir su vocación para la comicidad. Algún asistente  le gritó algo así como “cuánto inflas”. Con estas palabras se acuñó más tarde el nombre de Cantinflas.

El actor había pronunciado su primer discurso. Discurso que bajo diversas facetas repetiría en todas sus películas. Proveniente de los barrios pobres, perteneciente a una familia de doce hermanos, hijo de un humilde cartero, boxeador a la fuerza para ganarse la vida, Cantinflas es el vocero auténtico de los desprotegidos. A su gracia une su sensibilidad hacia las causas sociales. Caracteriza en el cine a un tipo humano en el que las grandes masas populares se sienten representadas.

Domina el arte de hablar sin decir nada. Sin embargo, se hace comprender de todos. Su trabalenguas se vuelve magistral y único. Se le llama el “Charlie Chaplin de Méjico”. Su fama lo lleva a participar en la superproducción de Hollywood La vuelta al mundo en ochenta días. Ejerció el cargo de presidente de la Asociación Nacional de Actores y fue el primer secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Producción.

Su mejor actuación oratoria está en la película Su Excelencia (1966). Lopitos, la figura que representa, un burócrata de la república de los Cocos, es nombrado embajador y debe pronunciar el último discurso en una asamblea mundial. Se le presenta un problema al tener que tratar el conflicto entre los dos grandes bloques del poder: los Verdes (el sistema capitalista) y los Colorados (el sistema comunista).

Confiesa que su pequeño país no tiene poderío militar, ni económico, ni mucho menos atómico. Pero será decisivo en el triunfo de una de las dos potencias. “Estamos viviendo un momento histórico –dice– en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”.

Y se explaya en serias reflexiones, como las siguientes: “Tan fácil que sería la existencia si tan solo respetáramos el modo de vivir de cada quien” (…) “debemos luchar por derribar la barda que nos separa, la barda de la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza, la barda del odio“ (…) “debemos luchar por el bien colectivo e individual, por combatir la miseria y resolver los tremendos problemas de la vivienda, del vestido y del sustento” (…) “el señor embajador dijo que el remedio para todos nuestros males estaba en tener automóviles, refrigeradores, aparatos de televisión, y yo me pregunto: ¿para qué queremos automóviles, si todavía andamos descalzos?”.

Del primer discurso en la carpa Ofelia, al de 1966 en un escenario mundial, Cantinflas ha evolucionado en dicción e ideas. Ahora es gran estadista. Pero no abandona su peculiar juego de palabras. Ahora habla más claro, para que lo entiendan los gobernantes del mundo.

Así concluye su discurso de hace 45 años, que es válido para el momento actual: “…si tan solo rigiéramos nuestras vidas por las sublimes palabras que hace 2.000 años dijo aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac ni condecoraciones: ‘amaos, amaos los unos a los otros’, pero desgraciadamente ustedes entendieron mal, confundieron los términos y qué es lo que han hecho, qué es lo que hacen: ‘armaos los unos contra los otros’. He dicho”.

El Espectador, Bogotá, 19-VIII-2011.
Eje 21, Manizales, 21-VIII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 23-VIII-2011.

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Comentario:

Daba vueltas por la web tratando de encontrar la mejor descripción que pudiese sobre la genial película de Mario Moreno -Cantinflas-, Su Excelencia, y me encontré con ese gran artículo que usted escribió en Eje 21. Me he tomado la libertad de publicarlo en mi blog paseandoteporelperuyelmundo.blogspot.com, junto con la película completa que bajé de Youtube. Usted condensa toda la esencia de aquella memorable película en su maravilloso artículo, y por eso quería felicitarlo. Como lo he puesto con su nombre, espero que no le moleste que lo haya utilizado, pero no me resistí al leer una crítica tan bien hecha y que resume todo lo que cualquiera quisiese decir con tanta honradez sobre la película. Lucy Valdivieso, peruana residente en Estados Unidos, 10-I-2014.

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