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Archivo para la categoría ‘Temas literarios’

Ficciones y realidades

jueves, 10 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

La Asociación de Colombianistas Norteamericanos, fun­dada en 1983 por Raymond L. Williams, viene cumpliendo destaca tarea en su misión de investigar y difundir, so­bre todo por los pueblos de América, conocimientos so­bre Colombia. A Williams lo sucedieron en la presidencia Jonathan Tittler y Raymond D. Souza. Prestigio­sos profesores norteamericanos los tres, son expertos en litera­tura latinoamericana y grandes amigos de nuestro país.

Se han realizado los siguientes congresos de la mayor trascendencia para el debate de nuestra cultura: primero, en Quirama (Antioquia); segundo, en la Universidad George Washington; tercero, en la Universidad Javeriana; cuarto, en la Universidad Cornell; quinto, en la Universidad de Cartagena; y sexto (que acaba de pasar), en la Universi­dad de Kansas.

Aparece ahora, en coedición de Tercer Mundo con la Universidad de Cartagena, la compilación dirigida por Álvaro Pineda Botero y Raymond L. Williams de los principales trabajos que se presentaron en el congreso efectuado en Cartagena (agosto de 1988), en el libro titulado De ficciones y realidades. Este evento contó con la presencia de los expresidentes de la República doctores Ló­pez y Betancur, lo mismo que de notables intelec­tuales tanto de Colombia como del exterior. Como presidente y copresidente honorarios de la reunión, tomados de sorpresa para mayor honor, fueron proclamados los doc­tores Otto Morales Benítez y el canadiense de origen ale­mán Kurt Levy.

Hay que aplaudir estos foros de la cultura que se realizan como terapia intelectual en momentos como los actuales de perturbación pública. Las siguientes palabras del presidente de la Asociación, señor Souza, resultan certeras: «Tenemos más fe en el diálogo que en la violencia, y preferimos el con­flicto de palabras al conflicto de armas».

El doctor López Michelsen, que abrió las sesiones, señaló: «A un gran florecimiento de las artes, desde la novelística hasta la plástica, corresponden manifestacio­nes propias de una sociedad primitiva». Y el doctor Betancur, que clausuró el encuentro, hizo el siguiente co­mentario sobre la confusión que vive ahora el pueblo colombiano: «Habría que averiguar el origen de la proclividad de tanto colombiano hacia formas de conducta fácil, esa tendencia a acortar el camino, a ‘echar por la trocha’, a no pagar el precio justo, a optar por la solución más expedita así sea ilícita».

Valiosos juicios, los tres que anteceden, sobre nues­tra problemática social, como telón de fondo de esta reu­nión de escritores –y los dos expresidentes de Colombia lo son en alto grado–, para hacer pensar sobre la Colombia intelectual y la Colombia convulsio­nada.

El encuentro, de relevante categoría tanto por la calidad de los asistentes como por los temas que se debatieron, deja selecto material escrito, recogi­do en el libro a que atrás se hizo alusión, sobre la li­teratura y la historia colombianas. Libro de gran utili­dad cuando se quiera ampliar el conocimiento sobre la obra de los escritores analizados, a saber: Álvaro Cepe­da Samudio, Luis Carlos López, Gabriel García Márquez, Jorge Artel, Héctor Rojas Herazo, Marvel Moreno, Roberto Burgos Cantor, Rafael Humberto Moreno-Durán y Orlando Fals Borda.

La literatura costeña, que a partir de La casa grande y de Cien anos de soledad creó un nuevo hecho en las le­tras nacionales, fue objeto de especiales escrutinios. La figura de Álvaro Cepeda Samudio ocupó amplio espacio en las exposiciones. Dos de ellas, la de Otto Morales Benítez y la de Germán Vargas Cantillo, son admirables. Ambos  conocieron y trataron al personaje, y lo enfocan tanto desde el punto de vista humano como literario. Aportan hondos conceptos sobre este hombre-ráfaga que escribió, en tan pocas palabras, una de las obras más sustantivas de la literatura nacional.

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Es oportuno agradecer el interés norteamericano –el de sus universidades y el de sus catedráticos y críticos literarios– por la cultura colombiana, o sea, por este pue­blo que, hoy en la adversidad, le dice al continente y al mundo que es grande a través de sus tradiciones y de sus hombres de letras.

El Espectador, Bogotá, 5-XII-1989.

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Misiva:

Merece mis gracias la columna que le ha dedicado a Ficciones y realidades. La verdad es que nuestro trabajo no llegaría a conocerse por prácticamente nadie si no fuera por el trabajo divulgador de los periodistas. Lo felicito por las innumerables contribuciones que ha hecho y sigue haciendo a la vida cultural colombiana. Jonathan Tittler, profesor de Literatura Hispánica, Ithaca, New York.

Rincón del libro (2)

jueves, 10 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Lecturas para acompañar el amor

Fernando Soto Aparicio escribe para los enamorados en tono poético y fibra sentimental y les enseña a pul­sar las emociones, a saborear los sentimientos. Les di­ce que por más contradictoria que sea la mujer, es la mejor sinfonía del universo. Y a ella le pide fertilidad para albergar la palabra ardiente y armonía para reco­rrer con el compañero las sendas del amor. (Tercer Mun­do Editores).

Marina, una sicotragedia

Libro editado en México y que me llega de Es­tados Unidos, cuyo autor es el colombiano Vincent Jimé­nez, doctor en filosofía y letras de la Universidad de Missouri y profesor de literatura en varias universida­des estadounidenses. Es el mismo autor de El sacerdote casado (Editorial Cosmos, Medellín, 1987), serio y polémico trabajo que ataca al celibato eclesiástico. En esta ficción matizada de escenas románticas y frustraciones amorosas vuelve a plantear su tesis contra el ce­libato.

Dinastía poética

Tres generaciones de la familia Piedrahíta se dan cita en este opúsculo. La poesía se convierte en gene multiplicador. La dinastía Piedrahíta es trashumante de versos y de geografías. El lejano abuelo nació en Ibagué, y su descendencia se extendió por el Tolima, el Valle del Cauca y el Quindío. Estos son los miembros del clan: el abuelo, Daniel Piedrahíta Arango; los hijos, William, Harold, Óscar y Daniel Piedrahíta González; el nieto, Ru­bén Piedrahíta Llano. Son versos de búsqueda, de lucha, de amor, de errancia. Cada cual canta dentro de su vi­vencia y con el convencimiento de su propia palabra.

Diccionario Jurídico Penal

Horacio Gómez Aristizábal aporta para los estudio­sos de la abogacía y los profanos esta obra de fácil con­sulta, que permite el conocimiento de los términos del derecho. El autor es perito en la concreción del pensamiento y amigo de las ideas fulgu­rantes y enriquecedoras. (Plaza y Janés).

La estrecha relación entre literatura, filosofía e historia

Al ingresar Fernando Soto Aparicio como miembro co­rrespondiente de la Academia Boyacense de Historia, en abril de 1988, sustentó la tesis que va envuelta en el título de la publicación que ahora edita, en Tunja, la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Anali­za Soto Aparicio, haciendo un recorrido sobre sus nove­las, el significado del novelista como escritor de his­toria. Siendo el hombre el eje de toda la obra del es­critor boyacense, su temática gira alrededor de la his­toria del hombre. El hombre es la historia misma.

 Los cuerpos enlazados

Hernando García Mejía, poeta y cuentista caldense radicado hace mucho tiempo en Medellín, publica ahora la segunda edición del hermoso poemario sensual que había salido en 1971. Este breviario de amor, escrito con estremecido romanticismo, deja ebrios los sentidos de pasión estética. Hernando sabe pulsar el erotismo y desnuda las emociones para purificar el amor. (Ediciones La Flor y la Centella, Medellín).

Emociones del alma

Jesús Arango Cano, estudioso de mitos y de leyendas aborígenes –con amplia bibliografía sobre las cultu­ras precolombinas–, incursiona ahora en la prosa lírica y en la poesía amorosa. Desgrana sus emociones estéticas en este libro de breves coloquios con sus recuerdos vivenciales, y se remonta al cosmos y a los espacios ultraterrestres en busca de ideas extrasensoriales para elevar el espíritu. Este sueño poético lo reconcilia con su alma inquieta y romántica.

El Espectador, Bogotá, 14-VIII-1989.

Colección «Los Mejores»

Publicada por Edilux Ediciones de Medellín y bajo la dirección de Hernando García Mejía, conocido poeta y cuentista, ha salido al mercado la colección litera­ria denominada Los Mejores, compuesta de 15 volúme­nes con los siguientes títulos: Fábulas de América, Fábulas del mundo, Cuentos infantiles colombianos, Cuentos infantiles de América, Cuentos infantiles del mundo, Leyendas de América, Leyendas del mundo, Rela­tos costumbristas colombianos, Poetas clásicos colom­bianos, Poetas clásicos hispanoamericanos, Cuentos co­lombianos, Cuentos latinoamericanos, Humoristas del mundo, Cuentistas del mundo y Desiderata y otros tex­tos inolvidables. «Una colección –explica el editor García Mejía– concebida para abrir el apetito del lector hacia los grandes escritores clásicos y modernos de Colombia, de América y del mundo». Se trata, por otra parte, de una hermosa serie bibliográfica que cuenta con el gusto literario y editorial de quien conoce el amplio campo de las letras y es experto en el escrutinio de textos selectos.

Publicaciones del Centro Colombo-Americano

Vale la pena destacar el apoyo que esta entidad presta a los escritores nacionales. La última publicación corresponde a ocho títulos, en esmerada presentación, que favorece a jóvenes escritores de la Uni­versidad Nacional sobre temas diversos. Son sus autores: Sandra Lucía Díaz, Guillermo Garciacosta, Gilberto Loaiza, Juan Carlos Muñoz, Álvaro Rivera, Otto Gerardo Salazar, Luis Álvaro Tovar y Catalina Zapata. El coordinador del programa es el humanista Harold Alvarado Tenorio.

Las vigilias del sueño

La poetisa Beatriz Zuluaga publica, con el patroci­nio del Instituto Caidense de Cultura, su cuarto libro. Es la suya una labor poética reflexiva, depurada y sin afanes que le ha permitido conquistar puerto firme en las letras nacionales. En sus Vigilias del sueño pulsa con sutileza la fibra erótica y deslumbra con su brevedad estremecida. Sus poemas saben a soledad, a desam­paro, a clamores románticos. Algunos de sus temas son de contenido social y, entre ellos, hay uno extraor­dinario: Si preguntan por mí.

La diplomacia de la modernización: relaciones colombo-norteamericanas 1920-1940

La Biblioteca Banco Popular, que cuenta con la acer­tada asesoría editorial de Luis C. Adames Santos, ha aco­gido este texto del canadiense Stephen J. Randall, que tuvo clara visión sobre nuestro país como profesor del Centro Colombo-Americano y de la Universidad Nacio­nal. Analiza ahora, con sentido crítico, el desarrollo de la política exterior de los Estados Unidos en Colom­bia durante el período comprendido entre las dos guerras mundiales. «Esta política –se comenta en la contrapor­tada– estaba diseñada más para garantizar la supremacía de los intereses norteamericanos que para ofrecer las condiciones de igualdad implícitas en los términos «buen vecino» y «puerta abierta».

El sentimiento creador

El escritor quindiano Herbert Jiménez Gallo, que en Medellín dirige desde 1953 el periódico Meñique, el más pequeño de Colombia, recoge en este libro varios ensayos sobre diversos aspectos culturales. En ellos se recrea en inquietudes intelectuales que han impresionado su andar por el periodismo y los libros. También es au­tor de las siguientes obras: Figuras de la Montaña, 10 antioquenos en el arte y 14 artistas de Antioquia.

E. E., 13-XI-1989.

Entre dos mundos

Esta novela de Juan Zapata Olivella describe las ex­periencias de un médico de provincia que consigue la fa­ma en Estados Unidos enfrentado a difíciles circunstan­cias, y que no puede prescindir de los ligamentos de la tierra propia. Es un juego del amor, la ciencia y los sueños, donde entre luchas y esperanzas el cerebro del científico conquista el equilibrio del hombre victorio­so. (Plaza y Janés Editores).

El general y la mujer desnuda

El escritor e historiador Guillermo Vargas Villamizar, que dirige en Cúcuta la Corporación Educativa del Oriente, elabora en este libro una interesante ficción novelada sobre la personalidad del general Hermógenes Maza, a quien pinta como el personaje auténtico que fue –con sus debilidades y defectos, heroísmos y gran­dezas– en los días de las guerras libertadoras. Vargas Villamizar también es autor de los siguientes libros: Valores humanos en el Norte de Santander, El hombre de la frontera, La educación y el cambio, Biófilo Panclasta. (Publicación de la Corporación Educativa del Oriente

Salvador Camacho Roldán

La Intendencia de Casanare ha querido honrar, con este libro de Antonio Cacua Prada, la memoria del ilustre hijo de Nunchia que tuvo destacada figuración como periodista, político, parlamentario, ministro, crítico literario, sociólogo. Camacho Roldán pertenece a la ómina de esclarecidos hombres de bien, de estudio y su­peración que deben servir de guías a las nuevas genera­ciones.

Boletín de Historia y Antigüedades

La Academia Colombiana de Historia posee con este boletín, que en realidad es valioso libro de estudio, admirable tribuna de historia. En el último número, el 767, hay espacios para Germán Arciniegas, para la vida y la obra del general Santander y para el sacerdote humanista Carlos E. Mesa, recientemente falle­cido, entre otro material selecto.

Thesaurus

Boletín de lujo del Instituto Caro y Cuervo, que cumple silenciosa y profunda labor cultural con su cátedra sobre el idioma y el registro de los principales sucesos del mundo intelectual. Riguroso y docto, cada número es un eslabón que recrea el espíritu e invita a la compenetración de los más variados temas.

Aventuras ilustradas del café

Bajo el rótulo genérico de Aventuras ilustradas de, la Editorial Colina, de Medellín, ha iniciado una didáctica serie bibliográfica que girará con temas es­pecíficos, en cada caso, de los principales productos de la riqueza colombiana, como las esmeraldas, el cacao, el petróleo, el carbón, etcétera. Este número sobre el café trae textos de José Chalarca, perito sobre la ma­teria, e ilustraciones de Luis Fernando Castro, y relata con amenidad, para chicos y grandes, el proceso de la pe­pa milagrosa.

Estampas

El escritor boyacense Vicente Landínez Castro, ahora residente en Barichara, es autor de este volumen de prosa selecta, aparecido como homenaje a la ciudad de Tunja en sus 450 años de vida. Prosa limpia, refinada y castiza. Vicente, ahora confinado en su cartuja voluntaria de Ba­richara, dedica el tiempo de la edad dorada a meditar, leer y escribir, y cumple así la parábola del silencio creador.

Poetas de España y América

Con motivo de los quinientos años del Descubrimiento de América, la Fundación para la Investigación y la Cul­tura –FICA– entrega cuatro cuadernillos con prólogos y selecciones de Harold Alvarado Tenorio, Herbert Chamat y Gerardo Rivas Moreno, dedicados a los siguientes poetas: Nezahualcóyotl, al-Mu’Tamid de Sevilla, Rubén Darío y Jorge Manrique. Valiosa contribución al patrimonio americano.

Escritores de las Américas

El Centro Colombo Americano aportará, en conferencias iniciadas en febrero y que concluirán en noviembre de este año, un ciclo intelectual sobre importantes escritores del continente, que se complementarán con folletos ilustrados. He recibido el dedicado a Baldomero Sanín Cano por Rubén Sierra Mejía. Loable propósito éste de rendirle homenaje a América a través de calificados ensayos sobre nuestro proceso lite­rario.

E. E., 19-IV-1990.

Escritores de Sogamoso

jueves, 10 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

La Casa de la Cultura de Sogamoso ha tenido el acierto de confiar al historiador Gabriel Camargo Pé­rez la escritura del primer libro con que se inicia la tarea de divulgación de los valores históricos, ar­tísticos y literarios de la ciudad. Nadie tan indica­do como Camargo Pérez, figura repre­sentativa de la cultura boyacense y que más ha profun­dizado en las raíces históricas de su comarca y en las dimensiones del hombre americano, para rescatar del ol­vido la trayectoria culta de Sogamoso.

Con el título de Escritores de Suamox, Ciudad del Sol, el académico boyacense hace un inventario, el más completo que se haya realizado, de los aportes cul­turales con que sus paisanos han contribuido al progre­so de Colombia. Lástima que esta ciudad, que tan­to sobresalió por sus hombres ilustres, haya desdibuja­do su pasado culto. Otros afanes diferentes a los del espíritu, sobre todo los de la estéril politiquería pa­rroquial, invadieron los nuevos tiempos.

103 sogamoseños quedan registrados en el libro que comento. Sogamoso, por lo tanto, puede sentirse orgullosa de la fiebre cultural que allí se vivió, y ojalá es­timulada para volver sobre ese hito que se borró en las épocas actuales. Hay que aplaudir en el doctor Alberto Coy Montaña, director de la Casa de la Cultura, y en el licenciado Jaime Vargas Izquierdo, rector del Colegio Nacional de Sugamuxi –el alma máter de la ciudad –, su interés por recuperar la dimensión espiritual que se dejó perder.

Es preciso mirar al pasado para salvar el futuro. La mejor manera de hacerlo es estudiando la historia. Gabriel Camargo Pérez inicia su estudio con la mención de los primeros periódicos que funcionaron en la ciu­dad, El Rejenerador (sic) y El Estudio (nacidos en 1873 y 1879), y con la aparición de los dos primeros libros, Recuerdos de un alcanfor (1682) y Manual de metrología comparada (1883).

Luego se dedica al repaso de figuras sobresalientes en el mundo de las letras, como Temístócles Avella Men­doza –autor, entre otras obras, de Los tres Pedros en la red de Inés de Hinojosa–, Joaquín González Camargo, Horacio Isaza del Castillo, Edmundo Rico Tejada, Hum­berto Plazas Olarte, Guillermo Plazas Olarte, Alfonso Patino Rosselli –magistrado sacrificado en la hecatom­be del Palacio de Justicia–, Rafael Gutiérrez Girardot –uno de los filósofos más destacados del país–, Li­lia Montaña de Silva, Jesús Bernal Pinzón, Eduardo Franco Isaza.

En fin, la lista es larga. En ella no se encuentra, y hay que lamentarlo, el arqueólogo Eliécer Silva Celis, nacido en el vecino municipio de Flo­resta. Pero debe incluirse como promotor valioso del desarrollo cultural de la ciudad desde su posición de director del Museo Arqueológico e investigador de las culturas precolombinas.

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Bien ganado se tiene Camargo Pérez el título de hijo dilecto de Sogamoso. Su obra historiográfica es fecunda, y así lo han reconocido academias e instituciones culturales, entre ellas la Academia Co­lombiana de Historia. Es autor, entre su ponderada bibliografía, del libro Sergio Camargo: el Bayardo colombiano, laureado en el primer concurso nacional de Historia. Ahora, con el repaso de los nom­bres que forjaron la historia cultural de Sogamoso –entre ellos, él mismo–, más se queda en su tierra.

El Espectador, Bogotá, 11-VII-1989.

 

El escritor, un marginado

martes, 1 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

De la investigación sobre el oficio de escribir realizada por la periodista María Elvira Bonilla, se  desprende que el creador literario está marginado en Colombia. La mayoría de los escritores encuestados ig­noraban la existencia de los derechos de autor y en todos los casos se vio que, cuando la editorial los reconoce, no es en la cuantía que contempla la ley.

Como con el oficio de escribir no se puede vivir honradamente, esta actividad es más un pasatiempo que una profesión. Los escritores, para subsistir, deben ocuparse en funciones complementarias que les proporcionen los medios de sustento. El escritor de días de fiesta difícilmente logrará consolidar su  obra y por eso en Colombia, con contadas excepciones —que son las de quienes en verdad pueden vivir de la escritura—, son pocos los que se realizan.

Como lo recomienda Fer­rando Soto Aparicio —una de tales excepciones—, el escritor debe escribir todos los días, y todos los días corregirse y pulirse, como la única manera para estructurar su carrera. La literatura exige permanencia y aislamiento, condiciones que no se obtienen en nuestro país. Para que el escritor triunfe, como está probado, debe salir de Colombia. Aquí sólo se vive de ficciones.

El editor quiere ir a la fija, o sea, con ganancias aseguradas. Le huye al riesgo. Sólo se apunta a los autores consa­grados. Como lo revela María Elvira, buen número de los escritores que hallaron editor reciben el pago de sus derechos de autor con una cuota de ejemplares o con porcentajes mínimos sobre las ventas (entre el 5% y el 10%).

La ley 23 de 1982, que es la que protege la creación intelectual —o pretende protegerla—, dispone que la remuneración del autor no será inferior al 20% sobre la venta de ejemplares, cuando así se pacte; porque también es indicado convenir por tal concepto, pero en forma justa, una suma fija y antici­pada sobre la obra contratada. Esta disposición es, en la prác­tica, letra muerta.

Los escritores no saben que en esta materia tenemos una de las legislaciones más avanzadas del mundo. ¿Para qué saberlo, si de todas maneras el que manda es el editor? Y éste, como co­merciante que es, busca la uti­lidad clara. No le interesa que la obra sea buena sino que se venda. No aplica criterios de selección sino de conveniencia.

En las campañas políticas publica libros de oportunidad que más tarde tiene que abandonar en las bodegas por falta de compradores. Por eso, ocurren tantas estafas en el mercado del libro. El llamado best seller, respaldado por un autor de prestigio, claro está, es el que más se presta para el engaño. Pero se vende.

Hay textos que salen publicados con tal ligereza que producen escozor. Con errores de ortografía, páginas mal cosidas, sin el refinamiento que merece la obra de arte, parece que la prisa fuera el único requisito para salir del paso. Los trabajos no se someten a revisión del autor, por regla general. No se mantienen los canales apropiados de distribución.

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El pobre escritor es un desamparado social. Aunque su obra sea valiosa, no le creen. Tiene que esperar que obtenga fama. Así va de editorial en editorial ofreciendo un  artículo sin compradores. El talento y el ingenio son productos de desecho. Condenado el escritor a morir de hambre, la literatura en Colombia no tiene razón de ser. Parece que sólo existiera en las cumbres de la fama, cumbres tan peligrosas como deleznables.

El Espectador, Bogotá, 6-IV-1988.

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Comentario:

Felicítolo por su excelente artículo en defensa del escritor colombiano, ese desamparado social. Jorge Marel, Sincelejo.

Libros boyacenses

lunes, 31 de octubre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

La Academia Boyacense de Historia, a la que me honro en pertenecer, cumple ponderable labor en la divulgación de los escritores regionales. A mis manos ha llegado la última remesa de libros publicados por la entidad:

*La madre del Castillo, por Max Gómez Vergara. La ilustre visionaria de Tunja, cuya vida recoleta trans­currió en compenetración espiritual, está catalogada como la más notable mística de la literatura colombiana. Y es la pluma de Max Gómez Vergara la que nos permite, en afortunada síntesis, comprender la obra de la singular religiosa.

*Vida y hazaña del caudillo Juan José Neira, por Julio Barón Ortega. Una visión sobre la carrera militar de este patriota boyacense que luchó al lado de Bolívar por la independencia de Colombia.

*Semblanzas y ensayos, por Eduardo Mendoza Varela. Este escritor boyacense, recientemente fallecido, abogado, académico, diplomático, periodista y poeta, deja obra perdurable. Aquí está su departamento reviviendo varias de sus prosas magistrales.

*Escritos selectos, por Antonio María Amézquita, sacerdote, prosista y poeta, muerto en 1883. Pocas personas recuerdan hoy sus escritos. La Academia Boyacense rescata del olvido varias de sus páginas memo­rables.

*Congresos de Panamá y Tacubaya, por Pedro A. Zubieta Alarcón, abogado, diplomático, historiador, académico y periodista, muerto en 1934. Con Calíbán dirigió en Tunja el periódico La Linterna y sobresalió como  investi­gador de la vida diplomática de Co­lombia. Entre sus varias obras sobresale ésta que pone de nuevo en circulación la Academia Boyacense, publicada por primera vez en 1921.

*Lunela, cuento infantil de Fer­nando Soto Aparicio, autor de vasta producción que lo coloca como uno de nuestros eximios escri­tores. Sobre Lunela se dice que «es un relato fantástico. En él caben igualmente la filosofía y la poesía, en una especie de paralelismo que transforma la historia en algo comunicante y tangible, que se lee y se vive interiormente».

*Rosa de agua y La ciudad sumer­gida, dos de los libros sobresalientes de la poesía de Jorge Rojas, el primer impulsor del piedracielismo y uno de sus maestros. Bardo que trasciende los límites patrios por su expresión lírica, pura, fluida, rebosante de metáforas, y por ser cantor pe­renne y denso del recuerdo, la nos­talgia, el amor, la ansiedad, la sole­dad, la mujer. Dejó honda huella como fundador de Colcultura, en cuya administración tuvo difusión el libro económico y fun­damental, como tal vez nunca volverá a suceder.

*Bolívar joven. Al cumplir la ciudad de Chiquinquirá 400 años de fundada se inauguró en su plaza principal la estatua bautizada con el nombre de Bolívar joven, del artista chiquinquireño César Augusto García Páez. En el libro en comentario se rinde homenaje a la libertad mediante la recopilación de escritos selectos de varios autores.

A esta cosecha de libros, de re­ciente edición, se suman los si­guientes que fueron publicados en años anteriores: La provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, por Germán Colmenares; José Eusebio Otálora, por Rosa María Otálora de Corsi; Juan José Reyes Patria, por Ramón C. Correa; Don Juan de Castellanos, por Enrique Medina Flórez; Basilio Vicente de Oviedo, por Luis Augusto Cuervo.

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Boyacá es territorio de fecundas realizaciones intelectuales. La plé­yade de sus escritores y poetas, tanto del pasado como del presente, le da realce a esta tierra culta. En Boyacá hay afán artístico como puede notarse por esta muestra.  Sinceras felicitaciones merecen el presidente de la Academia, Javier Ocampo López –caldense naturalizado en Boyacá– y los miembros del comité de publicaciones: Vicente Landínez Castro, Jorge Palacios Preciado, Enrique Medina Flórez, Myriam Báez Osorio y Norberto Ramos Ballesteros.

El Espectador, Bogotá, 8-XII-1986.