Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
1
En 1985 estuve por primera vez en Barrancabermeja. Descubrí entonces el territorio mítico que siempre había deseado conocer, dura tierra de revoluciones proletarias y soles inclementes, donde los yacimientos petroleros arden a toda hora como infiernos irredentos. El viejo puerto del vicio, la prostitución y el azar tuvo en otras épocas –y esto sorprende a cualquiera– vida intelectual. Me extrañó saber que hacia el año de 1947, cuando allí resonaban los viernes culturales de Gaitán, existía un movimiento de intelectuales, conocido con el nombre de Los Saturnales, que conquistaba la presencia de grandes escritores y artistas de Colombia y del exterior, sobre todo poetas de la negrería.
Con el paso del tiempo la prostitución dejó de ser tan airada y peligrosa, aunque también, por los caprichos de las metamorfosis sociales, bajó la atmósfera cultural. En crónica publicada en este periódico anoté lo siguiente: «El ambiente cultural también se extinguió como si fuera inseparable de la vida bohemia. La mecha se apagó y sería interesante averiguar la fórmula para que la combustión intelectual vuelva a prender».
Regreso ahora, cinco años después de aquel comentario, y encuentro que el puerto, convertido en ciudad populosa y progresista, trata otra vez de encender la llama cultural. Un movimiento cívico, cuya junta directiva está conformada por funcionarios de Ecopetrol, trabaja por dotar a la ciudad de una biblioteca gigante, bautizada ya con el nombre del patricio santandereano Alejandro Galvis Galvis, fundador de Vanguardia Liberal, quien como presidente de la Asamblea Departamental firmó la ordenanza de creación del municipio de Barrancabermeja.
Es un proyecto de gran envergadura, como que el costo de la construcción y la dotación –en un lote de 10.000 metros cuadrados donado por Ecopetrol y avaluado en $ 45 millones– se calcula en $ 732 millones, de los que ya se han recibido aportes por $ 262 millones. Esto ha permitido construir los 3.700 metros cuadrados de obra negra que se airean sobre el petróleo civilizador, y que en detalle tuve oportunidad de conocer como una realidad desafiante. Otras donaciones fueron hechas por el Banco de la República, Gobernación de Santander, auxilios del presupuesto nacional, Ministerio de Educación y municipio de Barrancabermeja.
Faltan $ 470 millones para abarcar el proyecto total. Ya hay gestiones adelantadas con algunas entidades, sobre todo con el municipio, el que sin duda apropiará este año una contribución considerable, y con Ecopetrol, cuyo patrocinio será definitivo para el adelanto de la obra. De todas maneras, es largo el camino por recorrer, pero la junta avanza con tesón para que los trabajos no se paralicen.
Esto es ya un compromiso de Barrancabermeja, y como el petróleo también produce cultura, en poco tiempo, como me lo explicaron el ingeniero Milton Zambrano Mondol y doña Carmen Cecilia Rincón, miembros de la junta directiva, la ciudad pondrá en funcionamiento por lo menos la primera parte del plan.
Esta sede ambiciosa busca la culturización regional y con ella la convivencia pacífica del Magdalena Medio. La idea de la biblioteca nació en 1987. Al año siguiente se dieron pasos fundamentales para conseguir los recursos, y en 1989 se adelantó la construcción. Será un centro cultural de primer orden, dotado de salas de lectura, hemeroteca, mapoteca, sala de informática, sala de exposiciones, sala de música, que competirá con los mejorares del país y se convertirá en un polo de desarrollo alrededor del cual se formarán las nuevas generaciones y se escribirá un hecho sobresaliente: la cultura del petróleo.
2
Entre los personajes memorables que pasaron por Barrancabermeja, cuando ésta era apenas un sitio de libertinaje, de mujeres alegres y obreros hundidos en la miseria, se cuenta el poeta chileno Andrés Crovo. Eran los días de las embriagueces cotidianas y los placeres sin fin. Crovo había llegado atraído por el oro negro del petróleo, pero no para disfrutarlo sino para que le quemara las entrañas poéticas ansiosas de emociones tórridas. Por allí, entre guitarras, canciones y aguardientes, conoció a María Elena, se enamoró de ella y la hizo su mujer. Si hubiera alcanzado a verla de ministra, habría sabido que ella sacó de Barrancabermeja la fiebre proletaria.
Por allí mismo habían desfilado Jorge Artel, Nicolás Guillén, Natanael Díaz, Luis Vidales y Manuel Zapata Olivella, entre otros. Pedro Nel Gómez pintó para los obreros un óleo trascendental: Galán hacia el patíbulo. Mientras en el puerto Las Escalas, lugar imprescindible para los placeres baratos, las prostitutas se quedaban con el salario de los obreros y les encimaban las enfermedades venéreas, el petróleo hervía con arrebatos coléricos.
Un escritor de la comarca, Gonzalo Buenahora, captaría la atmósfera calenturienta en libros como Sangre y petróleo, La comuna de Barranca, Anverso de Barranca y No volveré a Barranca. Muchos años después, en 1983, Jaime Álvarez Gutiérrez publicaría en Méjico una novela de tipo social sobre la vida del puerto, con un título curioso y sin ningún contenido pornográfico: Las putas también van al cielo.
Es ciudad de hondos contrastes sociales y culturales. Mientras el Distrito de Ecopetrol procesa más de 170.000 barriles diarios y abastece el 75% de los productos refinados y el 90% de los productos químicos que demanda la nación, en los alrededores hay focos de miseria.
La ciudad, que se siente desamparada por el gobierno de Santander, persigue mayor independencia administrativa y financiera. En la legislatura pasada alcanzó a debatirse una ley que creaba el Distrito Petrolero, pero fue archivada. Hoy avanza la Troncal de La Paz, vía de enorme importancia para el desembotellamiento de la región, la que se intercomunicará con la carretera que conduce a la Costa. Barrancabermeja aspira a quedar como eje de una nueva organización territorial, y desde luego su afán de progreso es legítimo.
Es una ciudad que crece a pasos acelerados. Para el año 2010 su población está calculada en 365.000 habitantes. Hoy cuenta con 176 planteles educativos, con 41.000 estudiantes y con 5.000 personas con especialización técnica y profesional.
Y quiere la paz. ¿Quién no la desea en Colombia? Algún día, piensan sus habitantes, el Magdalena Medio será territorio pacífico y generador de riqueza. Este deseo de convivencia se advierte en dos obras importantes: Universidad de La Paz y Troncal de La Paz. Ecopetrol se mueve sobre todo este conjunto como un coloso de la civilización.
Barrancabermeja es un hervidero de petróleo y conflictos sociales, pero también de cultura. Su tradición proletaria ha incitado la vena de escritores y poetas. Apena lógico que se adelante ahora la construcción de una biblioteca pública con costo de $ 732 millones. Esta alianza del petróleo con la cultura será la redención del mañana.
Así le cantó el poeta Aurelio Martínez Mutis:
Barrancabermeja, florida barranca,
me gustas por libre, por ruda y por franca;
te quiero por negra, te quiero por blanca:
es negra mi vieja tristeza escondida
y es blanco el ensueño que alumbra mi alma
El Espectador, Bogotá, 27-II, 14-III-1990.
* * *
Misiva:
En nombre de la junta pro-construcción de la Biblioteca Pública Municipal Alejandro Galvis Galvis hacemos llegar nuestros agradecimientos por mostrarle al país en su columna Salpicón la nueva imagen de Barrancabermeja, gente trabajadora y que lucha día a día por la cultura de esta región del Magdalena Medio. Toribio Rivas G., Barrancabermeja.