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Archivo para la categoría ‘Instituciones’

Los ferrocarriles nacionales

domingo, 22 de mayo de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Las declaraciones hechas por Marco Tulio Lora Borrero, gerente de los Ferrocarriles Nacionales, so­bre la corruptela que halló en dicha dependencia prueban, ante todo, hasta qué grado se agazapan en la penumbra los salteadores del erario. Resulta inverosímil ad­mitir que semejante estado de descomposición haya podido prolongarse durante tanto tiempo, pero estamos, y esto resulta afrentoso decirlo, tan habituados a encontrarnos con un país carcomido por la in­moralidad, que esta olla po­drida no constituye noticia ex­traordinaria.

Frunce leer tanto suceso canceroso de esta cadena de atrocidades montadas a la sombra de una empresa que conserva todavía, no obstante su deformación, el símbolo de un país sano. Los ferrocarriles, que por tanto tiempo fueron  medio de poderío económico e instrumento movilizador de la riqueza de nuestros suelos ubérrimos, y que preciso es rehabilitar, se confunden con la misma historia de una Colombia mejor, de una Colombia protectora de sus bienes y orgullosa de sus valores morales.

Se ha infestado el am­biente con el virus de la degra­dación social. Respiramos po­dredumbre y nos sentimos desconcertados ante una nueva generación que vemos irrumpir con la subversión a cuestas, como salida del fango.

Quienes conocemos la trayectoria de Marco Tulio Lora Borrero sabemos que a los ferrocarriles ha llegado un hombre de bien, capaz de erra­dicar el vicio y  castigar la deshonestidad. Con su vigorosa juventud, y con sus limpios  antecedentes plasmados antes en el ámbito bancario, donde ejecutó brillante carrera que es ejemplo de superación y dinamismo, se enfrenta con coraje a esta atmósfera de desgreño y corrupción, resuelto a imponer el orden que re­quiere la difícil tarea de res­catar una empresa dominada por el caos.

Cómo reconforta ver a este hombre decidido a romper esa tradición de descalabros contra la moral pública. Sabemos que sus declaraciones son atrevidas, por lo insólitas, en un medio que se acostum­bró, con el silencio cómplice y la actitud pasiva, a dejar prosperar el libertinaje. Gra­vísimas denuncias las que formula, y valiente su postura de desenmascarar, con nombres propios y ante la faz del país, este foco de delincuencia.

Constructivo, de otro lado, su proceder de investigar primero, de ahondar en los pro­blemas, de «meterse entre el barro», antes de lanzar grandes programas de reconstrucción, como es el ritual saludo de tanto fun­cionario el día de su posesión. Los hechos en su caso han sido a la inversa. Su posesión fue so­bria, casi inadvertida, y no se comprometió con desmesura­dos propósitos que a la larga suelen traducirse en palabras ociosas. No retó a nadie, no desautorizó planes en marcha, y hoy los hechos hablan solos

Si al frente de los Ferrocarriles Nacionales, ese estandarte que debe seguir siendo un símbolo de la patria, se encuentra el ejecutivo con un expediente en las manos, es preciso que la ley sea implacable para castigar a los culpables. Que llegue rápido, como se prevé, la recom­posición moral, con pulso firme y sin vacilaciones, para sacar de la ruina económica a esta gloriosa y maltrecha entidad.

Hablar claro debería ser la premisa del momento. Pero sin alarmismos ni estériles desafíos. Y hacerlo sin temor y con pruebas, sin tanto anuncio ni palabrería. Así se construyen las verdaderas obras.

El Espectador, Bogotá, 29-XII-1974.

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La resurrección de un banco

domingo, 22 de mayo de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Diecisiete años dedicados de lleno al servicio de una idea ha­blan, por sí solos, de la impor­tancia del hombre que reci­bió una entidad quebrada física y moralmente y la entrega hoy no solo saneada sino además convertida en uno de los mayores estamentos sociales del país.

Corría el año de 1957, cuando el país comenzaba apenas a despertar del marasmo de la dictadura y cuando sus instituciones esta­ban postradas en absoluto traumatismo, y fue entonces cuando llegó al Banco Popular el doctor Eduardo Nie­to Calderón, hombre de visión extraordinaria y de una mística sin desfallecimientos, que el país no tiene cómo pagarle, e inició el milagro de resucitar a uno de los muertos de la tiranía.

Nadie ignora lo que era en­tonces el Banco Popular. Creado con saludables miras, bien pronto cambió sus derroteros hasta caer en el caos más absurdo. Si se había pretendido democra­tizar el crédito y romper la tra­dición de la banca inflexible y ortodoxa, los malos manejos desviaron esa finalidad e impusieron la peor época del abuso y la inmoralidad. Por algo se identifica al cheque del Banco Popular, en aquellos remotos días, con el signo del descrédito y la vergüenza pública.

Tras perseverantes jornadas de sacrificios y en una labor callada y no siempre jus­tipreciada, florece hoy una institución respetable, orgullo para Colombia y envidia para otros que no han logrado hacer lo mismo. Robustecido en sus finanzas, con amplias reservas que le garantizan sólida posición económica, en con­traste con la endemia de aquellos días, este instituto de crédito ha desarrollado reales programas de beneficio para las clases menos favorecidas y ha contribuido positivamente al progreso de la nación.

No hay empresa, ni programa, ni calamidad, donde no haya esta­do presente el Banco. Pocas entidades, para no decir que ninguna de su género, poseen la gama de servicios que dispensa el Banco Popular.

Detrás de este poderoso engranaje ha estado vigilante, con la fe del carbonero, un hombre que tuvo confianza en el país. El doctor Eduardo Nie­to Calderón devuelve hoy, engrandecida, una institución que había recibido maltrecha, y se retira satisfecho de haber redimido del colapso a esta agencia del Estado que había torcido su destino y que es ahora, gracias a su dinamismo, a su prudencia y a su pulcritud, uno de los pilares más elocuentes del servicio público.

Deja, en lo cultural, un patrimonio que se hallaba dilapidado. La Biblioteca Popular, lo mismo que el Museo Arqueológico, son muestras de la sensibilidad que lo ha llevado a inyectarle humanismo a los fríos ámbitos bancarios. No debe la banca contentarse con producir rendimientos, sino que debe abrir canales para preservar las expresiones culturales. Haciendo cultura se hace pa­tria.

Si resulta deplorable el retiro del doctor Eduardo Nieto Calderón de la presidencia del Banco Popular, justo es que descanse de una labor que, de otro lado, debe resultarle ago­biante después de 17 años de luchas, de vigilias y de sinsa­bores, pero sin duda también de íntimas complacencias. Las obras grandes suscitan envidias y recelos, aunque también mueven ocultos afanes de superación, no siempre posibles, pero al fin y al cabo productivos para no dejar enmohecer la competen­cia.

El mejor homenaje para el doctor Eduardo Nieto Calderón sería el de imitar su obra, que tanto bien le ha hecho al país, y aprender que con fe y tenacidad se estructuran mejores hechos que con vanos alardes.

El Espectador, Bogotá, 23-X-1974.

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Congreso nacional de Fenalco

jueves, 12 de mayo de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Buen acontecimiento para Armenia lo constituye la realización del congre­so nacional de comerciantes, uno de los órganos más representativos de la economía colombiana y fiel vocero de las inquietudes de este extenso sector de la población. Es el comercio posible­mente la actividad más influyente en la vida de los pueblos, no solo por la importancia que representa como fuer­za reguladora de la política de precios, sino también, y principalmente, por su función social.

Puede decirse que ha sido el comer­cio, a través de los siglos, la necesidad más apremiante del hombre. Cuando la humanidad comenzó a tener cierta noción de orden, se impusieron, casi que de manera instintiva, las primeras leyes mercantiles. El hombre primitivo, que mal podía conocer la comodidad, habitaba en cavernas, expuesto a los rigores de la naturaleza y maltratado por sus propios semejantes, en rudimentario nivel de subsistencia que hace pens­ar en la completa soledad de todo medio de vida civilizada.

Fue allí seguramente donde nació el instinto de conservación, pues bien pronto el hombre, enfrentado como estaba a las contingencias del hambre, el frío y las enfermedades, vio la necesidad de asociarse (una manera de sindicalizarse en nuestros días) y aprendió que una regla básica de la vida consiste en depender unos de otros.

Comenzó así el intercambio de productos, sistema que surgió como algo elemental y que estaba echando bases para lo que se ramificaría más tarde en complejos tratados, en misteriosas codificaciones, en pugnaces acuerdos de país a país, y que sin embargo no descubriría nada diferente al comercio primario practicado en buena ley por nuestro aborigen cavernícola, que, vacío de pedanterías, solo sabía que para conservarse era preciso canjear un producto por otro.

Vino, con la modernización de los tiempos, el intenso tráfico que sacude actualmente la vida de todos los pueblos. El país productor no se conforma con vender sus riquezas al vecino o al amigo, sino que lo hace al  mejor postor, casi siempre, y ya no se detiene en las consideraciones políticas que antes ha­cían desviar los mercados, sino que busca, ante todo, el mayor signo mo­netario.

Y se llegó al comercio organizado. Esta actividad, que debe ejercerse sujeta a los cánones de esta época audaz y agitada, se ha impuesto reglas no solo de interés gremial, sino de beneficio común. El comerciante debe ser, por esencia, un elemento útil a la sociedad, como que al mismo tiempo subsiste gracias a ella. No siempre lo es, por desgracia.

Se abusa de los precios, se desmejora la calidad, se falsean las pesas, se escon­den las mercancías, se «comercia», en fin, con la deshonestidad. Siempre estamos dependiendo del pequeño o del gran comerciante, pues pocos auxiliares de la vida están tan próximos, y son tan indispensa­bles, como este dispensador de inapla­zables menesteres.

Cuenta el país, por fortuna, con una entidad seria y respetable como Fenal­co, que ha librado tenaces luchas para encauzar esfuerzos hacia el bienestar colectivo. Propicio, desde todo punto de vista, este congreso nacional, pues habrán de fijarse saludables derroteros dentro de la actual encrucijada en que se debate el país, convulsionado por el látigo de la vida cara.

Resalta la trascendencia de este acto cuando es el señor Presidente de la República el que abre la sesión. Los personeros de Fenalco, venidos de todos los confines de la patria, tienen el compromiso no solo de aportar luces para la solución del momento actual de angustia económica, sino de presentar fórmulas concretas, pues en sus manos se encuentra uno de los mecanismos más sensibles que gravitan sobre las finanzas nacionales.

La seccional de Fenalco se hace acreedora al beneplácito público por haber sido escogida Armenia como se­de de las deliberaciones. Su dinámico director ejecutivo, César Hoyos Salazar, ha orientado y coordinado con encomiable acierto la realización de tan interesante certamen, de cuyas conclusiones queda pendiente el país.

La Patria, Manizales, 19-V-1974.

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Solidaridad Colseguros

sábado, 30 de abril de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Es el título de la revista de la Com­pañía Colombiana de Seguros que cir­cula mensualmente entre su personal y que también nos llega, por especial deferencia, a quienes estamos cerca de ella en la amistad y que vivimos en par­te, así sea como simples observadores, los acontecimientos de este sólido or­ganismo que afianza con pasos relevan­tes la prosperidad del país.

Se trata de una publicación pulcramente elabora­da, que se orienta a estrechar los bra­zos de hermandad de la «gran familia Colseguros», como se insiste con pala­bras pero sobre todo con hechos, y que divulga a través del acontecer cotidiano la esencia humana que su insigne presidente, el doctor Javier Ramírez Soto, ha sabido vitalizar.

Entró la entidad en la órbita cente­naria y, como propulsora que ha sido de la vida económica y social del país, no quiere que este suceso pase intrascen­dente. Nos cuenta la revista en qué for­ma nació y creció uno de los más res­petables estamentos de la nacionalidad. Es admirable el sabor humano que ella ofrece.

Por sus páginas desfi­lan los pequeños y los grandes episo­dios, se estimula al incipiente vendedor que ensaya sus primeras armas, lo mis­mo que al veterano profesional que ya regresa del combate, se reconocen mé­ritos que no siempre son ponderables en el frío ambiente empresarial, y se impulsa, apenas como natural conse­cuencia, el rendimiento de los nego­cios. No se conforman sus directivos con ejercer un teórico papel en las rela­ciones humanas de la empresa, sino que llegan hasta el empleado con muestras tangibles de retribución física y moral.

Son varias las realizaciones en el campo cultural, como la formación de 11 grupos de teatro, escuela de verda­deros artistas, según tuvimos ocasión de comprobarlo en Armenia con la magnífica actuación de las sucursales de Medellín y Bogotá en Toque de queda, de Luis Enrique Osorio, y Las Convulsiones, de Luis Vargas Tejada.

Es la sala de exhibiciones de Bogotá un nervio de cultura y allí, que sepamos, se expusieron recientemente las obras de Santiago Martínez Delgado, donde se reunieron los cuadros que se ha­llaban en poder de su familia, del Mu­seo Nacional y de la Academia de His­toria. Son todos éstos ingredientes de progreso y sensibilidad de una or­ganización que entiende que su objeti­vo no solo está en producir dividendos, sino también, y primordialmente, en valorar la persona humana y encau­zar recursos hacia el fortalecimiento de nuestro patrimonio cultural.

Estos ac­tos son como puntales que se buscan, se necesitan, se crecen, cuan­do existe el propósito de hacer cosas grandes. Por eso la Compañía Colom­biana de Seguros es grande.

Le correspondió a Armenia el honor de ser sede de la convención nacional de la compañía. Privilegioganado en franca lid por la seccional que con acierto y lujo de competencia dirige Raúl Mejía Cal­derón, cuyos logros, siendo brillantes, no sorprenden en este personaje de la ciudad, por ser caballero de armas to­mar.

Esta reunión de cerca de 400 delega­dos demostró el sentido de pujanza y de mística con que la empresa acomete sus programas. Me tocó en suerte presenciar los actos de reconocimiento al mérito, en los que parecían faltar trofeos para premiar los esfuerzos, los sa­crificios, los triunfos y hasta los reveses del arduo ejercicio de vender segu­ridad.

Grata impresión esta de ver tra­ducidas en realidades las páginas de la revista. Raúl y su equipo han conquis­tado, para orgullo suyo y beneplácito de su tierra, las palmas de su labor di­námica y productiva.

Como no en vano se es solidario, el doctor Ramírez Soto premió a Armenia, como retribución al éxi­to de la seccional, con la construcción de un edificio para su sede, que sin duda habrá de erigirse en corto tiem­po. Generosa fue, además, su contribu­ción para el Albergue Infantil y para los planes locales de la Cruz Roja. Po­demos, en fin de cuentas, ser exigentes con una entidad tan arraigada en nues­tro medio, que se nos vino en masa a demostrar que la palabra «solidaridad’ es algo más que el membrete de una revista.

La Patria, Manizales, 11-V-1974.

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El candente terreno del celibato

viernes, 26 de noviembre de 2010 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Los comentarios expuestos en esta columna sobre el celibato religioso provocaron varias cartas y diversas reacciones tanto de miembros del clero como de personas particulares. A lo largo del tiempo he debatido el asunto con sacerdotes y seglares, quienes han contribuido –defendiendo unos la dura posición de la Iglesia Católica y otros atacándola– a madurar mi propio criterio.

El mismo día en que este periódico publicó la reprimenda que me lanzó el sacerdote Gumersindo Domínguez, un vicario diocesano de paso por Bogotá me manifestaba puntos de vista diferentes a los de mi vehemente censor. Lo cual significa que este capítulo eclesiástico, por lo controvertido, se presta para variados enfoques. Después me llegó copia de la carta que desde Estados Unidos dirige al clérigo de marras el doctor Vicente Jiménez, autor del libro El sacerdote casado a que aquí se aludió, carta que se transcribe para ampliar la visión sobre el mismo tema:

“Yo tomo sobre mis hombros la responsabilidad de todo lo que asevero en mi libro porque todo está documentado en fotografías, artículos de revistas, datos estadísticos y recortes de prensa. Todo ese material lo conservo en mis archivos, junto con retratos, números y fichas. Puedo decirle a su reverencia que el señor Páez Escobar no es un escritor ‘rebosante de espíritu anticatólico’, ni tampoco un ‘sicario moral de la República’. Esos títulos los acepto yo para tener el agrado de combatirlos.

“El reverendo padre Domínguez, por falsa información, asevera que ‘carecemos de lógica por universalizar casos particulares’. No estamos generalizando. Estamos escribiendo acerca de la generalización de hechos que desgraciadamente se han ocultado para no escandalizar a los miembros de nuestra sacrosanta Madre la Iglesia Católica.

“Puedo decirle que su excelencia Eugenio Mariño, arzobispo de Atlanta, fue depuesto del solio por haber tenido relaciones sexuales con una linda morena de Georgia. Se ha comprobado que el obispo de Galway, en Irlanda, tiene un hijo de 17 años que vive en los Estados Unidos, y esto ha causado enorme revuelo en ese católico país. En América estamos escandalizados por los 40 o 50 abusos sexuales cometidos en niños por el padre Porter, al cual las autoridades judiciales han condenado ya a varios años de presidio. Pregunto: ¿Es esta la grandeza del celibato religioso y sacerdotal de que usted habla?

“Tenga en cuenta, padre Domínguez, que yo no pido que todos los sacerdotes se casen. Lo que sugiero es que la ley del celibato se cambie por una ley opcional para dejar en libertad a los que aspiran al sacerdocio para que permanezcan célibes, o se casen. Y como lo asevero en mi libro, si esa ley opcional existiera, habría muchos sacerdotes que no se casarían porque existen dos vocaciones: la vocación para ser sacerdote célibe, y la vocación para ser sacerdote casado.

“Sería muy provechoso si su reverencia pudiera relacionarse con Good Tidings  (P. O. Box 283, Canadensis, Pensilvania, USA).

“En esta institución, sacerdotes y monjas con problemas sexuales son rehabilitados, e hijos de sacerdotes en mujeres desconocidas son recibidos para suministrarles ayuda sicológica y formación moral. Otra institución es Corpus (4124 Harriet, Minneapolis, MN. 55409). Este grupo está formado por exsacerdotes casados o no casados que, habiendo abandonado sus filas, se han unido para ayudarse mutuamente, Toda esa gente conoce mi libro, y a veces busca mi ayuda en el campo de la sicología. Mi madre me contó que el sacerdote que me bautizó hace 67 años dejó la sotana para casarse en un pueblo de Antioquia, en Colombia.

“Para terminar, quiero defender la dignidad de mi amigo don Gustavo Páez Escobar. No es él la persona que usted describe en su artículo. Lo que sucede es que él, como yo, vemos con preocupación todas estas bochornosas revelaciones que vienen manchando a la Esposa de Jesucristo, nuestra Santa Madre la Iglesia Católica”. Vicente Jiménez, Ph.D., Orlando, Florida.

* * *

Nota:

El columnista guarda este artículo en sus archivos junto con varios recortes de prensa que llevan los siguientes títulos:

  • “Aspirante a monja presenta querella de paternidad contra siete sacerdotes”, El Tiempo, 10-II-1984.
  • “Sacerdote en crisis”, El Espectador, 22-X-1984.
  • “Clérigos con prole”, Lecturas Dominicales, El Tiempo, 14-III-1993.
  • “El Papa reconoce travesuras de sacerdotes”, El Espectador, 24-VI-1993.
  • “Los curas padres”, El Espectador, 15-VII-1993.
  • “Sotana por amor”, El Tiempo, 28-X-1993.
  • “Cardenal de Chicago pasa al banquillo”, El Espectador, 13-XI-1993.
  • “Frailes abusaban sexualmente de niños en E. U.”, El Espectador, 7-XII-1993.
  • “Condenan pecados de sacerdote”, El Espectador, 7-XII-1993.
  • “Obispo renuncia para ser padre”, El Tiempo, 4-VI-1995.
  • “Beso entre cura y actriz pornográfica”, 27-II-1996.
  • “Confesiones de un cura gay”, El Tiempo, 19-V-1996.
  • “Purga en la Iglesia Católica (E.U): un obispo renunció, 24 clérigos destituidos y 100 en entredicho, por abuso sexual”, El Tiempo, 10-III-2002.
  • “Más de 1.500 curas alrededor del mundo enviaron una carta al Vaticano a favor del celibato opcional”, El Tiempo, 10-VII-2004.
  • “Desliz pone en aprietos a sacerdote”, El Tiempo, 29-VII-2004.
  • “Escándalo de sotanas en Dallas”, El Tiempo, 2005.
  • “Historia de la pasión de un cura gay en Bogotá”, El Tiempo, 15-V-2005.
  • “Padre Alberto Cutié: ‘Yo la quiero, no hay duda de eso”, El Tiempo, 10-V-2009.

(Es tan solo una muestra. GPE)

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