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El Quindío y su diario

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Con motivo de los 20 años de vida de La Crónica del Quindío, que se celebran con la presencia del presidente Santos, el diario resalta esta frase que representa la piedra angular de su filosofía: “La historia se construye con la verdad de sus protagonistas”. Y acentúa su fibra regional con este lema que condensa su ideario: “El periódico de los quindianos”.

Hace 20 años un grupo de dirigentes de Armenia se reunió con el propósito de crear su diario propio, al igual que lo tenían las otras dos capitales del Antiguo Caldas. Durante muchos años, La Patria cumplió el papel de diario para toda la región y tuvo, por cierto, gran desempeño. Después, Pereira fundaría su propio periódico. Faltaba el Quindío.

Se me ocurre pensar que los mismos anhelos de autonomía administrativa que dieron origen a la segregación de Caldas en tres territorios afines, pero no iguales, primaron para la independencia periodística. Quienes conocemos de cerca este proceso histórico, sabemos que por encima de ciertas intenciones  políticas que se han aducido en el curso del tiempo para explicar aquellos hechos, estaba la legítima aspiración de manejar cada cual su propio destino.

La Crónica del Quindío, que en sus inicios era una publicación modesta a la que no se le auguraba mayor alcance, ha superado no pocos obstáculos hasta alcanzar la madurez que hoy exhibe. Muchos escépticos de la región la veían como un proyecto endeble que fracasaría en corto tiempo. Según ellos, llegaría, si acaso, al año de existencia. Pasó esta prueba, y cuatro años después recibía la Orden de la Democracia otorgada por la Cámara de Representantes por su seriedad editorial, gráfica y noticiosa; su carácter independiente; su condición de vocero de los problemas regionales y su lucha contra la corrupción y la inmoralidad.

Permítame el lector traer a cuento un hecho personal que refleja el espíritu vigilante con que el periódico ha actuado frente a los desvíos de la moral pública y la distorsión de las sanas costumbres. En septiembre de 1998, siendo director de La Crónica el exgobernador Rodrigo Gómez Jaramillo, este escribió un editorial relacionado con mi novela La noche de Zamira (que registra los desastres causados por la bonanza cafetera y la fiebre del dinero envilecedor que se vivió en aquella época), donde dice lo siguiente:

“La súbita irrupción del dinero a canastadas, provocada por la cotización exagerada de los precios internacionales del café, crea una cultura del despilfarro, del consumo irracional, de las inversiones exóticas, de la prostitución y el despilfarro. Pasada la ‘bonanza’ se inicia la época del narcotráfico con efectos más devastadores porque este flagelo distorsiona el valor real de la propiedad inmueble, crea una demanda coyuntural artificiosa y enajena la conciencia de grandes conglomerados humanos convirtiéndolos en delincuentes. Si a la sucesión de estos flagelos agregamos la corrupción que está de moda, tenemos que concluir que Colombia en los últimos años ha estado asediada por todos los males modernos”. Voz profética la suya.

Es hoy La Crónica del Quindío un periódico moderno, bien escrito y bien orientado, cuyo afán primordial ha sido el de mantenerse en sintonía con los afanes, las luchas y las esperanzas de la comarca y no decaer en la denuncia de la corrupción y del abuso de la clase dirigente. Sus creadores  de hace 20 años han hecho posible, en lo económico, que el diario subsista y prospere.

Sus directores, personas destacadas en la vida regional: Rodrigo Gómez Jaramillo, Evelio Henao Ospina, Jaime Lopera Gutiérrez y Jorge Eliécer Orozco Dávila (director actual, de amplia trayectoria en el periodismo radial y escrito), han sabido conservar el espíritu motivador de este loable empeño de la sociedad quindiana. A ellos se suma el personal de periodistas y colaboradores, lo mismo que el presidente de la entidad, Luis Carlos Ramírez Múnera, y su gerente, Sandra Cecilia Macías Palacio. La Crónica está de plácemes, y con ella, el pueblo quindiano.

El Espectador, Bogotá, 12-X-2011.
Eje 21, Manizales, 22-X-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 14-X-2011.

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Maestro de periodistas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Puede decirse que José Salgar, en materia periodística, es uno de los Cano. Ningún otro periodista estuvo tan cerca de esa familia, ni libró tantas batallas por la subsistencia de El Espectador. Hoy ya han desaparecido los valerosos y brillantes conductores del diario en la antigüedad, pertenecientes a una escuela que no volverá a repetirse. Queda José Salgar.

Llega él a los 90 años con plena lucidez mental y en medio de la admiración y el aplauso de quienes todavía vivimos para dar fe de ese periodismo ejemplar que desde finales del siglo XIX y durante buena parte del XX escribió las mejores páginas en la historia de la noble profesión. Séame permitido decir que este hecho no se aprecia en los tiempos actuales, que se mueven con moldes muy distintos a los que existían cuando Fidel Cano fundó El Espectador, en 1887, en una casa destartalada de Medellín.

En reportaje de María Isabel Rueda, manifiesta José Salgar en relación con la diferencia que hay entre el periodismo de su época y el actual: “Nunca hay mejor o peor. Hay distinto. El periodismo hay que estar inventándoselo todos los días. Ahora no hay periodismo. Hay comunicaciones. En mi tiempo era un apostolado, un servicio público, la gente no pensaba en ganar ni en volverse rica, sino en decir su verdad bien dicha”.

Esas normas de oro presidieron su ejercicio en El Espectador a partir de los 13 años de edad, cuando al pie del cañón, como en las guerras, aprendió las labores más rudimentarias, escaló posiciones y se volvió figura clave del periódico. Sus maestros lo reconocieron como columna vertebral de la empresa. Y él, a su turno, se convirtió en maestro. Llegó a ser uno de los cerebros de la vida noticiosa y de la política editorial del diario. Su talento fue reconocido en la prensa nacional. Enrique Santos Castillo le propuso que se  pasara a trabajar con El Tiempo. Pero no lo hizo: era uno de los Cano. Y fue siempre leal con esa casa.

Bajo su orientación se formaron grandes periodistas, entre ellos, Gabriel García Márquez. Lujosa nómina de redactores producía con sus crónicas novedosas, y algunas magistrales, las páginas más destacadas de la prensa colombiana. Regidos por la moral y la ética, y con la sabiduría adquirida en el desempeño práctico, esforzado y productivo del “mejor oficio del mundo”, esos periodistas crearon la mejor escuela que jamás ha existido. El Espectador llegó a ser el periódico más leído del país.

En sus respuestas a María Isabel Rueda, revela José Salgar hechos secretos que solo hoy, con ocasión de sus 90 años, saca a la luz pública. Dice que uno de sus objetivos fue el de chiviar a El Tiempo, el competidor tradicional. Cuando Eduardo Santos se posesionó de la Presidencia de la República, hizo con él un pacto singular, dado el aprecio y la confianza que le tenía: las noticias de relieve se las confiaría a él, y no a su propio diario. Cuestión de ética. De esta manera, El Espectador se dio el lujo de anticipar, por ejemplo, las primicias sobre nombramientos de ministros.

Cuenta que en momento crucial de la vida de su periódico no fue nombrado director en propiedad debido a que Gabriel Cano dejó establecido que ese cargo sería ocupado siempre por alguien de la misma familia. Qué ironía. Si Gabriel Cano hubiera previsto los hechos que llevaron a la venta del periódico, habría pensado distinto.

Se encuentra en receso El hombre de la calle, la columna emblemática de José Salgar durante muchos años, en la que trató infinidad de temas del acontecer cotidiano. La última nota la publicó el 4 de junio de 2010 y lleva este que, acaso sin él pensarlo, se vuelve premonitorio: “Después de la tempestad…” Me ha dolido cerciorarme de este hecho oculto. Difícil explicarse este silencio, que no parece voluntario, sino forzado, del decano del periodismo nacional. De todos modos, su nombre pasará a la historia.

El Espectador, Bogotá, 6-X-2011.
Eje 21, Manizales, 7-X-2011.
La Crónica del Quindío, 8-X-2011.

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Comentarios:

Estupendo homenaje a todo un maestro del periodismo y a un señor en todo el sentido de la palabra. Eduardo Durán Gómez, Bogotá.

¿Cuántas historias más de la vida social y política del país tendrá aún José por contar? ¿Cómo es que ningún medio escrito le ofrece sus páginas para que cuente toda la cantidad de crónicas del Bogotá de antes? Con esa época política tan agitada como era la de Laureano, Gaitán, Rojas Pinilla, Ospina Pérez y tantos otros. Luis Quijano, colombiano residente en Houston (Estados Unidos).

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Las uvas de Noé

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Sorprende el hecho de que, no obstante la severidad de las leyes que se ha acentuado en el país, siguen siendo numerosos y continuos los accidentes de tránsito que se producen por la conducción de vehículos bajo los efectos de las bebidas alcohólicas. En Bogotá, en lo corrido de este año, van 46 víctimas mortales por dicho motivo.

El periódico El Tiempo de este 29 de septiembre reseña varios hechos fatales.  El más reciente, el de una mujer de 38 años, cabeza de hogar y madre de tres hijos, que fue arrollada en la carrera 9ª con calle 120 por un conductor que viajaba embriagado, el que huyó luego de arrastrarla cuadra y media y producirle la muerte instantánea. Más adelante fue detenido por la policía. Al revisar sus antecedentes, se descubrió que hace dos años había sido inmovilizado su vehículo por la misma causa de la embriaguez.

En enero de este año, una joven de 18 años encontró la muerte en la carrera 7ª con calle 50 cuando pasaba la cebra y fue embestida por un vehículo que transitaba con exceso de velocidad y cuyo conductor iba embriagado. Por este hecho, un juez acaba de condenarlo a 4 años y cinco meses de prisión. Años atrás, en la calle 116 con avenida 19, un conductor también embriagado causó la muerte de dos hombres que viajaban en otro vehículo, suceso por el que el Tribunal Superior de Bogotá condenó al responsable a 18 años de prisión.

En cada uno de estas desgracias, y de las que por doquier ocurren a diario, se esconden dramas pavorosos que perturban el espíritu del simple lector de periódico y arruinan la tranquilidad de las familias involucradas en los episodios. Con todo, la gente irresponsable no escarmienta y sigue incurriendo en conductas criminales, como las anotadas, que pudieran evitarse si se acatan las normas y se respetan las vidas ajenas.

Cuando no son los accidentes de tránsito causados por el alcohol, son los crímenes pasionales, las venganzas a mano armada, las riñas en bares o en la vía pública, y la exaltación, en suma, de la mente perturbada por el licor que lleva a cometer inauditos exabruptos.

Según estudio reciente, los estudiantes empiezan a beber en el grado sexto (antiguo primero de bachillerato). Lo hacen por igual hombres y mujeres. Al preguntarles a los encuestados por qué lo hacían, el 66 por ciento dijo que por gusto. Y el 9,5 por ciento, por depresión. Los padres, tan permisivos en la era actual, tienen en este desvío social una alta cuota de responsabilidad. El trago mal tomado es camino fácil para llegar al consumo de las drogas alucinógenas.

Mala herencia recibimos de Noé. Según la Biblia, fue el único varón justo que mereció salvarse del Diluvio. Desde entonces, Dios estaba hastiado de la perversión humana, y por eso envió el Diluvio para castigar al hombre. Pero apartó a Noé en un arca donde además iba una pareja de animales de cada especie. Y los puso a navegar por las aguas. Cuarenta días después, regresaron a tierra y en ella no encontraron vestigio alguno de vida humana ni animal.

Hasta ahí todo perfecto. Pero a Noé se le ocurrió llegar hasta unos viñedos silvestres de donde tomó las uvas, sin duda en demasía, y se emborrachó. Luego perdió el uso de la razón. Sus hijos lo encontraron en deplorable estado, y con sus propias ropas cubrieron su desnudez. Por lógica, si hubiera ido al mando de un timón por las calles colombianas, el patriarca hubiera ocasionado desastres espantosos. El alcohol en la Biblia figura en muchas escenas y luego se copió en famosas obras de arte.

El instinto maligno del hombre nunca terminará. Si volviera a presentarse un segundo diluvio, sucedería el mismo capítulo de Noé. De ahí la necesidad de implantar códigos severos para reprimir los dramas sociales. Esos que vemos a diario por nuestras calles o en la intimidad de los hogares. Sin embargo, el hombre no aprende la lección.

El Espectador, Bogotá, 29-IX-2011.
Eje 21, Manizales, 29-IX-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 1-X-2011.

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Comentarios:

Aquí nos embriagamos si estamos felices, deprimidos, si conseguimos empleo, si lo perdemos, por todo, pero la cultura y respeto por los demás no existe: asesinatos diarios, barras bravas en estadios….. Juvaqui7294 (correo a El Espectador).

Fabio Cardozo, candidato a la alcaldía de Cali, propone derogar la ley zanahoria (que elimina la vida nocturna) y reemplazarla por la ley remolacha: «Quien conduce no se emborracha». Ordep Adasop (correo a El Espectador).

Aquí es pan nuestro de cada día ese tema. Ahora mismo hay un escándalo en el que está involucrado un oficial de policía que se estrelló de frente en plena inter estatal con un carro que venía en la vía contraria, dejando heridos y escapando de la escena. Se irá preso por muchos años porque aquí eso es muy grave. Colombia Páez, periodista colombiana residente en Miami.

Habla Jacqueline Kennedy

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En diciembre de 1961, el mismo año de la iniciación de su gobierno, estuvo en Bogotá John F. Kennedy acompañado de su esposa Jacqueline. Vino a inaugurar la urbanización del barrio Kennedy, así bautizado en honor del Presidente. Este sector, uno de los más poblados de Bogotá, se concibió con el fin prioritario de darles vivienda a las víctimas de la violencia.

La obra contó con recursos de la Alianza para el Progreso, plan de ayuda económica y social de Estados Unidos para América Latina creado por Kennedy. En dicho acto se tomó una foto que se haría famosa, donde aparece el presidente Alberto Lleras Camargo al lado de Jacqueline Kennedy, él con su habitual seriedad y porte sobrio, y ella con el semblante tierno que siempre la distinguió. Si se observa con atención la foto, podría inferirse que la primera dama de Estados Unidos se siente muy grata con la proximidad del mandatario colombiano.

Pasados 50 años de aquel suceso, viene a saberse, por confesión que hizo Jacqueline al historiador Arthur J. Schlesinger, que Lleras Camargo, a quien ella conoció en aquella oportunidad, fue uno de los estadistas que más admiró. Lo describe como “nórdico en su tristeza”. Concepto que adquiere alto significado teniendo en cuenta que la ilustre dama estuvo cerca de los mayores personajes del mundo. Y nadie la impactó tanto como Lleras Camargo. Esto no hace nada distinto que refrendar las eximias calidades de nuestro compatriota.

Se anuncia la salida del libro titulado Jacqueline Kennedy – conversaciones históricas sobre la vida con John F. Kennedy, obra en la que se recoge el diálogo que tuvo ella en 1964 con Schlesinger (fallecido en el 2007). Estas revelaciones se habían mantenido guardadas, y ahora se dan a la luz pública con autorización de Carolina, la hija de los Kennedy. El solo hecho de anticiparse la referencia que la viuda de Kennedy da sobre algunas figuras mundiales, ha causado revuelo y por supuesto impulsará la voluminosa venta del libro.

Veamos algunos de esos conceptos. Sobre el escritor André Malraux: “Es el hombre más fascinante con el que he hablado”. Sobre el presidente francés Charles de Gaulle: “Un hombre arrogante y ególatra”. Sobre Indira Gandhi: “Una mujer seca y prepotente”. Sobre Martin Luther King: “Un hipócrita moral”. Al saber que King, que estaba casado, era mujeriego impenitente, sintió fuerte repulsa hacia él.

Otro historiador con el que Jacqueline habló es William Manchester (fallecido en el 2004). Algunos temas de esta entrevista están consignados en La muerte de un presidente, pero otros, por prohibición del historiador, solo pueden divulgarse cien años después de la muerte de Kennedy. Estas confesiones están con las máximas medidas de seguridad para resguardar los secretos que contienen. Por lo pronto, se sabe que a pesar de las aventuras amorosas de su esposo, en la entrevista con Schlesinger no hay amargura ni resquemor. Por el contrario, hay elogios hacia el héroe de Dallas, así fuera en ocasiones un mal marido.

Cuando una mujer habla, hay que tenerle respeto. Hay mujeres calladas, dulces y discretas, como Jacqueline Kennedy, capaces, sin embargo, de decir grandes verdades. En este caso, las dice después de muerta, lo que es mucho más temible. Hay silencios en vida que se vuelven resonantes con la llegada a la tumba.

El mito de Jacqueline crece con los años. Los norteamericanos ya se olvidaron del deterioro que sufrió su imagen con motivo de su matrimonio con Aristóteles Onassis, una pesadilla que ha borrado el paso del tiempo, el mejor cicatrizante de las asperezas de la vida.

Para ellos dejó de existir Jacqueline Onassis, y hoy, 17 años después de muerta, vive de nuevo en el corazón de su gente como la deidad que no puede desvanecerse. Su nombre recobrado, Jacqueline Kennedy, está grabado en la gran reserva de agua del Central Park. Y sus restos están sepultados al lado de su primer esposo. Toda una leyenda.

El Espectador, Bogotá, 22-IX-2011.
Eje 21, Manizales, 23-IX-2011.
La Crónica del Quindío, 24-IX-2011.

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Comentarios:

Recuerdo perfectamente, como si fuera ayer, la visita del presidente Kennedy y nunca olvidaré las palabras de Jacqueline en español desde los balcones del Palacio de San Carlos. Es increíble cómo pasa el tiempo y solo nos queda el recuerdo de los buenos momentos. Luis Quijano, geólogo petrolero colombiano, Houston (Estados Unidos).

No tenía idea de que Luther King, según dice Jacqueline Kennedy, hubiera sido un mujeriego. Ese detalle va a causar ronchas. El inicio del barrio Kennedy, hecho para dar vivienda a los desplazados por la violencia, podría revivirlo el gobierno para dar techo a los desplazados por la violencia actual. Vuelvo a sentir que por mi país no pasa el tiempo. Que como decía José Satizábal, mi primer jefe de redacción, «en este país los hechos son los mismos, lo que cambian son los nombres y las fechas». Colombia Páez, periodista colombiana, Miami (Estados Unidos).

El hecho de que tuviera ese concepto de Alberto Lleras nos da pie para creer en su buen juicio para evaluar a las personas, por lo que deberemos leer el libro para enterarnos de muchas verdades que hasta ahora ignoramos. Pablo Mejía Arango, Manizales.

Mockus, hace 15 años

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En 1995, Mockus fue por primera vez Alcalde de Bogotá. Era la revelación del momento: había llegado al cargo por fuera de los partidos, con mínima inversión publicitaria y con alta votación en las urnas. La figura del alcalde cívico que representaba entusiasmó a los bogotanos.

E inició un buen gobierno. Dio señales de acierto, y sus métodos novedosos de educación cívica, junto con sus demostraciones de querer acabar con los viejos resabios y sistemas obsoletos, le hicieron ganar la simpatía general. La cultura ciudadana fue uno de sus mayores logros.

Fijó pautas severas para el manejo de las relaciones con el Concejo, a fin de apartarlas del clientelismo y propiciar el ejercicio independiente de los poderes ejecutivo y legislativo. Hubo en su gobierno  disminución en la tasa de los homicidios, se adelantaron jornadas de prevención de violencia familiar, se implantó la ley zanahoria y la gente aprendió a respetar las señales de tránsito y practicar normas de civismo.

Los recursos de la ciudad se manejaron con pulcritud. Incluso, algunos se incrementaron. Creó el pago voluntario del 110% del impuesto predial, que recibió buena respuesta de la ciudadanía. Todo esto era positivo, pero no se veían aparecer las obras que con urgencia pedían los habitantes: la seguridad, el orden en el tránsito, la pavimentación de calles, la eficiencia de los servicios públicos. Como las fórmulas de solución no se daban, vino el desencanto.

Mockus, maestro de la cultura ciudadana, resultó mal gerente de la ciudad. Los dineros recaudados, en lugar de invertirse en infraestructura y servicio social, se atesoraban en los bancos mientras las necesidades apremiaban. Y la gente protestaba. ¿Dónde está el Alcalde, que no se ve?, era el clamor general. No era suficiente que el tesoro público se manejara en urna de cristal. Había que fomentar el desarrollo urbano, y esto no se hizo.

Mockus manifestó que quienes fallaban eran sus colaboradores. Efectuó  algunos relevos burocráticos, y las cosas siguieron igual. Después de tanto ensayo pedagógico y tanto tiempo perdido, la opinión pública determinó que quien fallaba era la cabeza de la administración. Para decirlo en términos adecuados, se debilitaba la energía y fracasaba la invención. Los reclamos de la gente no se escuchaban en las altas esferas. Todos veían las fallas, menos el Alcalde.

Cuando él ha debido afinar los mecanismos y comprometer su mayor esfuerzo para sacar a Bogotá del atolladero, se le acaloró la cabeza con la idea de lanzarse como candidato presidencial en las elecciones de 1998. Por esta época, hace 15 años, cuando iba en la mitad del periodo y le faltaban tantas cosas por ejecutar, se dejó llevar por la ambición. Sin detenerse a pensar en la frustración que ocasionaría a sus electores, abandonó el cargo en abril de 1997. Y no triunfó en las elecciones presidenciales del 98.

Fue alcalde por segunda vez en el 2001. Sus seguidores le perdonaron la falta de lealtad y creyeron en su propósito de la enmienda. Así es la política. Mockus ofreció enderezar las cargas. Corrigió, en efecto, fallas protuberantes del primer periodo y realizó un gobierno superior al que había dejado trunco. En el 2010 volvió a lanzarse como candidato presidencial y estuvo a punto de ganar.

Ahora estamos en el 2011. En vista de que el Partido Verde, del que fue uno de sus fundadores, no lo escogió como candidato a la Alcaldía de Bogotá, abandonó esta causa y se adhirió a Alianza Social Indígena (hoy Alianza Social Independiente), que le otorgó la nominación que buscaba. Esta candidatura está en vilo por cuanto un ciudadano ha pedido la revocatoria de la inscripción, pues en el Consejo Nacional Electoral no aparece registrada públicamente la renuncia al Partido Verde. Esto configuraría doble militancia. El caso está por resolverse.

Cabe pensar que de nuevo incurre Mockus en el pecado de la ambición, al no respetar las reglas de juego del Partido Verde y no resignarse a perder. Hoy su anhelo es el de volver a ser Alcalde de Bogotá. Ese mismo pecado ocurrió hace 15 años, aquella vez halagado con el sueño de ser Presidente de la República.

El Espectador, Bogotá, 15-IX-2011.
Eje 21, Manizales, 16-IX-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 17-IX-2011.

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Comentarios:

Absolutamente correcta la semblanza sobre Mockus, sin duda un gran hombre y matemático excelente, pero para manejar una ciudad y un país como Colombia se necesita un ejecutor y gerente y un sagaz político que sepa manejar todos los corruptos. No simplemente un romántico y un ingenuo que piense que está gobernando a Alicia en el país de las maravillas. Luis Quijano, Houston (Estados Unidos).

Hay dos percepciones de la salida de Mockus del Partido Verde. Una es la que usted expone. Sin embargo, yo me inclino más por la tesis de que él se salió cuando Álvaro Uribe públicamente apoyó a Peñalosa. O como dirían por ahí, cuando el Partido Verde le vendió el alma al diablo. Jfbotero (correo a El Espectador).

Sí creo en la honestidad de Mockus, pero eso no basta. Ahora resultó diciendo que iba a cobrar a los vehículos particulares por ingresar al centro de Bogota, solución estúpida, porque Bogotá por culpa de gobernantes sin visión como todos los alcaldes que ha tenido nuestra ciudad, ha visto crecer la población vertiginosamente, pero las vías principales son las mismas de hace más de 20 años, y las sabia solución de Mockus es cobrar impuestos para no hacer nada. Raúl Garzón (correo a El Espectador).

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