Entre líneas, inteligencia y cuentos pasa sus días el escritor Gustavo Páez
POR EJEMPLO
SU VIDA TRANSCURRE ENTRE BANCOS Y LETRAS
Por Laura María Espinosa Estrada
En la escritura fue explorando su inteligencia, la emotividad del arte y del ser mismo. Gustavo Páez Escobar, escritor colombiano, nació el 1 de abril de 1936, en Soatá, Boyacá. A los 17 años escribió en Tunja su primera novela titulada Destinos cruzados, y más adelante, en 1971, fue publicada en Armenia, Quindío, la cual, más adelante, en 1987, fue adaptada como telenovela nacional con libretos de Fernando Soto Aparicio.
Este hombre llegó al Quindío para convertirse en el gerente del Banco Popular de Armenia, un ciclo que terminó hace casi medio siglo. Aunque es originario de Boyacá, Gustavo se estableció en el departamento con la intención de marcar una buena etapa del banco, la cultura y escritura.
En 15 años que se desempeñó como gerente, se convirtió en el autor de la construcción del edificio actual del banco y de lo que fue hasta entonces el Museo Arqueológico del Quindío. Su labor e incursión en el mundo literario inició en 1971, y fue entonces como un año después, con El sapo burlón, cuento que se publicó en el Magazine Dominical de El Espectador, obtuvo a su paso algunos honores, y se dio a conocer en el mundo de las letras. En este mismo año, de forma simultánea, dio inicio a su carrera de novelista, cuentista y periodista.
Una vida literaria llena de desafíos, riquezas y buenas experiencias, esa misma que al día con su más reciente tomo de cuentos publicado, que se convierte en el tercero, completa 14 libros publicados y 2.000 artículos de prensa.
Desde entonces no ha dejado de escribir, ¿cuál es la motivación para estos escritos?
No he dejado de escribir porque esa es una pasión absorbente. Esa es una vocación que nace con la persona, uno siente ese deseo, así como lo tienen los artistas, pintores, es innato, pero se puede ir cultivando, que es lo que ha sucedido conmigo a través del tiempo.
¿Cuál es esa mayor característica del Gustavo escritor, por qué decidió hacerlo?
Yo escribo porque es un deseo, es parte de la vitalidad de una persona, de la parte espiritual y artística, la cual desde que se cultiva va creciendo y floreciendo cada vez más. Así como se nace para otras condiciones como el ser político, orador, médico, también nace el escritor.
Combinó la gerencia y la escritura, ¿cómo describe esa experiencia?
La parte mía especial es que podía cambiar las dos profesiones, o era gerente de un banco, pero al mismo tiempo escritor, lo cual se hace un poco extraño en la literatura y generalmente se ve raro, ya que estas dos actividades chocan, no son paralelas y no es frecuente que ocurra. Entonces para mí es un privilegio haber logrado unirlas. Combiné mi tarea bancaria, actualmente vivo en Bogotá, estoy pensionado, y llegué al otro extremo de la vida, pero escribiendo.
¿Cuáles han sido esas publicaciones que más lo han marcado?
En el año 1971 yo publiqué el primer cuento, el que fue laureado; eso me dio la motivación para seguir escribiendo cuentos, y 10 años después, esto quiere decir que en 1981, publiqué mi primer libro de cuentos que fue El sapo burlón, una recolección de 20 cuentos, la generalidad de ellos escritos en el Magazine Dominical de El Espectador. Más adelante, en el año 2000, publiqué el segundo tomo de cuentos que se llama Humo, y el tercero es el que acaba de salir en este momento, el que está editado por la editorial La Serpiente Emplumada, una editorial famosa en Bogotá, y se distribuye en la Librería Nacional en este momento.
Ahora, cuéntenos un poco más sobre su más reciente publicación.
Brisas del atardecer es un libro de 30 cuentos, 12 inéditos y 18 que recolecto o recupero de esa vieja época de hace 50 años, y tuvo la suerte de haber sido seleccionado, junto con otro de mis libros, publicado por la gobernación del Quindío, llamado Caminos, para ser incorporado en la Cápsula del Tiempo, donde está un material que será abierto en las instalaciones del periódico; estas publicaciones están bajo tierra, y será abierto en el año 2052. Es una especie de mensaje para que dentro de algunos años la generación presente pueda entender y conocer qué se hacía con la escritura en ese entonces. Para mí es honorífico y grato.