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Archivo para marzo, 2023

La Cápsula de “El Tiempo”

miércoles, 29 de marzo de 2023 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar 

Retrocedamos 40 años: 3 de marzo de 1983. Aquel día, a las 11:05 de la mañana, era enterrada la Cápsula de El Tiempo en los jardines del periódico. Circulaba la edición 25.000, y con ese acto los lectores de entonces enviaban un mensaje a los lectores de la edición 50.000, hecho previsto para el 24 de junio de 2052 (69 años, 3 meses y 21 días después). En la ceremonia estaban presentes los directivos de El Tiempo y el doctor Belisario Betancur, presidente del país, acompañados de numeroso público.

Para llevar a cabo el acto, el periódico había solicitado a sus lectores que sugirieran ideas sobre los objetos que debían recogerse como distintivos de la cultura que entonces existía. Y llegaron miles de cartas. Los 69 años que iban a transcurrir hasta la apertura de la cápsula representan 25.316 días. Hasta hoy se ha recorrido el 58 % del total del camino (40 años), y queda por recorrer el 42 % (29 años).

En la cápsula están depositados 1.408 objetos representativos de diferentes expresiones culturales. Los habitantes del año 2052 se encontrarán con objetos que no existirán en aquellos días, y que pueden considerarse muestras de museo, y apreciarán grandes testimonios del talento y los sistemas de la vida imperantes en épocas remotas.

En el campo bibliográfico, el acervo aportado es amplio. Veamos algunos títulos: Aguja de marear, de Otto Morales Benítez; El estudiante de la mesa redonda, de Germán Arciniegas; El cuento colombiano (2 tomos), de Eduardo Pachón Padilla; colección completa de las obras de Gabriel García Márquez; Diccionario de escritores colombianos, de Luis María Sánchez López; Colombia amarga, de Germán Castro Caycedo; La Gruta Simbólica, de José Vicente Ortega Ricaurte.

Todo el patrimonio seleccionado se encuentra protegido en 19 cajas divididas por colores, en las cuales se exhiben los grandes temas de la vida nacional, como el político, el económico, el religioso, el de la violencia, y además se ofrece un panorama sobre la idiosincrasia del país en los campos artísticos o folclóricos.

Los habitantes del futuro se enterarán de canciones famosas, como Soy boyacense, de Héctor J. Vargas; Espumas, de Jorge Villamil; Ay mi llanura, de Arnulfo Briceño, o La casa en el aire, de Rafael Escalona. Y descubrirán objetos curiosos, como la primera lavadora que se usó en el país; un escapulario, de los que hoy viajan en los taxis; un chupo para niño, o las armas que empleaban las Fuerzas Militares.

Con gran sorpresa me enteré de que dos de mis libros habían sido incluidos en la Cápsula de El Tiempo: El sapo burlón (1981), colección de cuentos publicada por la Biblioteca Banco Popular, y Caminos (1982), crónicas editadas por la Gobernación del Quindío. A un amigo que me felicitó por ese hecho, hace 40 años, le dije: “Aspiro a que mis descendientes descubran en el año 2052 un gerente de banco que aparte de hacer cifras también escribía mensajes para la posteridad”.

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El Espectador, Bogotá, 25-III-2023. Eje 21, Manizales, 23-III-2023. La Crónica del Quindío, 26-III-2023.

Comentarios 

Excelente información para muchísimos colombianos que ignoran sobre este gran «paquete» de artículos que en buena hora los directivos de El Tiempo idearon. Me imagino las caras de sorpresa y admiración de quienes dentro de 29 años descubran esa valiosa colección de objetos allí consignados. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Extraordinario artículo que me hizo retroceder a las noticias de la época, cuando se selló la Cápsula de El Tiempo. Por aquellos años hacía tránsito de mi vida universitaria al azaroso mundo de los primeros escarceos laborales. Para mí fue fantástico ese acontecimiento: nunca supe si era un viaje al futuro desde 1983 o uno al pasado desde 2052. Hoy pienso que la Cápsula de El Tiempo, más que un viaje en el tiempo, es un reencuentro con nosotros mismos en medio de una modernidad avasallante. Armando Rodríguez Jaramillo, Armenia.

Me siento muy orgullosa de que hubieran elegido El sapo burlón y Caminos para integrar la muestra significativa de una época de nuestro país, que más adelante va a ser conocida por las nuevas generaciones. Qué alegría saber que esos dos libros, que Valeria y sus amigas conocerán, son parte de mi papá. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Después de Bolívar

miércoles, 15 de marzo de 2023 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar 

Eduardo Lozano Torres ha sido ferviente apasionado de la Historia colombiana. Publicó en 2015, en Intermedio Editores, el texto Bolívar, mujeriego empedernido. Y dice que varias personas le preguntaron: ¿Y después de Bolívar, qué? Esto dio lugar a que escribiera el nuevo libro a que se refiere esta columna, el que bautizó con la frase antes citada.

La ingratitud y el oprobio fueron los mayores factores que aceleraron la muerte de Bolívar. Dividido el país entre bolivarianos y santanderistas, se desató contra el Libertador la más implacable arremetida contra los logros que había obtenido, cuando ya carecía de fuerzas y mando para mantenerse en la batalla No solo se ignoraron sus eminentes realizaciones, sino que sus enemigos le cobraron los errores que había cometido, los que de modo alguno eran determinantes para opacar su gloria.

Bolívar mantuvo hasta el último momento de su vida plena conciencia sobre la crueldad y la saña con que se le juzgaba, y veía cómo su existencia se apagaba como una llama al viento en la soledad de Santa Marta, alejado de Manuelita, del pueblo y de sus seguidores. Fue entonces cuando pronunció esta frase angustiada: “¿Carajo! ¿Cómo voy a salir de este laberinto?”. Exclamación que inspiraría a García Márquez a escribir, 159 años después, la novela El general en su laberinto.

Una semana antes de su muerte, Bolívar había dictado su testamento y su última proclama, y en esta se despedía con el alma desgarrada: “He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. El historiador Lozano Torres se dedica a investigar en su libro qué sucedió, tras la muerte del prócer, en Colombia y en los países por los que luchó.

Veamos algunos casos de gran sensibilidad humana. Manuelita fue desterrada de Colombia y terminó su vida, pobre y enferma, en el puerto peruano de Paita. El general Hermógenes Maza murió alcoholizado en Mompós. Luis Perú de Lacroix, su mano derecha y confidente –autor del libro Diario de Bucaramanga, que cuenta los sucesos de la Convención de Ocaña–, se trasladó a París, donde se suicidó.

¿Qué pasó en Venezuela? En marzo de 1831, el general Páez fue elegido presidente de la república. Evaporado el sueño de Bolívar de crear la Gran Colombia, en 1832 nacía la Nueva Granada. ¿Qué pasó en Ecuador? El presidente Juan José Flores pretendió anexar a su país las provincias granadinas de Pasto, Popayán y Buenaventura, pero no lo logró. Después de la muerte del Libertador se tornaron más difíciles las relaciones entre los pueblos hermanos, puede decirse que hasta el día de hoy.

El general Santander, el principal antagonista de Bolívar, que fue condenado a muerte junto con otros 14 acusados por la conjuración septembrina, pena que le fue conmutada por la del destierro, volvió a Colombia en julio de 1832 y se posesionó como presidente de la nación por un período de cuatro años. No fue fácil su gobierno. No obstante, realizó obras de progreso nacional, sobre todo en el sector de la educación pública (Colombia era en aquellos años un país de analfabetos). Santander está reconocido como el pionero del espíritu civil del país.

Entre Bolívar y Santander concurren curiosas circunstancias: el primero murió de 47 años, y el segundo, de 48; ambos fallecieron a raíz de graves enfermedades: Bolívar, de tisis tuberculosa, y Santander, de una vieja deficiencia hepática; ambos tuvieron amores con Nicolasa y Bernardina Ibáñez; ambos pertenecían a familias prestantes y poseían sólida formación militar e intelectual. A la postre, luego de librar decisivas batallas por la libertad, ambos próceres tuvieron serias divergencias en torno al centralismo y el federalismo, y así concluyó su amistad.

Lozano Torres formula esta apreciación sobre Bolívar que comparto por completo: “Murió odiado, proscrito y vejado por muchos, pero también admirado y estimado por otros. Pero muy pronto se convertiría en una leyenda y las generaciones venideras le reconocerían póstumamente su denodada lucha”.

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El Espectador, Bogotá, 11-III-2023. Eje 21, Manizales, 9-III-2023. La Crónica del Quindío, 12-III-2023.

Comentarios 

Desde niño he admirado a Bolívar. Con todos sus defectos y errores, porque ellos forman también parte de todo ser humano y por ello no podían estar exentos de su vida. Uno de los rasgos prominentes de su talante fue la tozudez, rayana en la terquedad, que imponía en sus acciones y proyectos y tal vez por eso obtuvo los triunfos y resultados positivos que pronto lo convirtieron en el indiscutible líder que fue.

También desde niño aprendí a formarme un criterio muy negativo sobre Santander, hasta que comencé a leer acerca de él. A medida que fui conociendo su vida, su carácter y sus actuaciones, esa silueta fue cambiando y pude, ya con juicio analítico, concluir que fue una persona muy valiosa y con múltiples cualidades en la lucha independentista. Fue un gran hombre, pero su mérito fue opacado por la figura de Bolívar y por la culpa, nunca comprobada, que le atribuyeron en el nefasto atentado septembrino. No dudo que quienes rodearon a uno y otro fueron los culpables del distanciamiento que tuvieron. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Abarcar la trayectoria de Bolívar es labor muy compleja. A veces queda uno confundido con tanto episodio que protagonizaba a cada paso. Sus ejecuciones son increíbles. También Santander ha dejado rastros firmes en la Historia sobre su eminente personalidad. Estos personajes son irrepetibles. Se duele uno en los tiempos actuales sobre la carencia de verdaderos líderes, si no a la altura de Bolívar y Santander, que logren por lo menos tocarnos las fibras esenciales del patriotismo que hace mucho tiempo desapareció. Este es mi criterio sobre los dos próceres: mientras Santander es un prohombre, Bolívar es un genio. Gustavo Páez Escobar.

A veces llegan libros

jueves, 2 de marzo de 2023 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar 

Recibí en el mismo sobre los dos libros que motivan esta crónica: Poemas del tiempo del silencio 2020-2022, de Carmen Cecilia Suárez, y Muertes temporales, de Guillermo Infante. Me los envía Carmen Cecilia, fundadora y gerente de la editorial La Serpiente Emplumada. Sus tamaños son muy disímiles: mientras el de Carmen Cecilia es un libro miniatura (10 x 13 cm), el de Guillermo tiene un formato grande (16 x 23 cm).

Esto me llevó a observar otros libros de tamaño mínimo que reposan en mi biblioteca: Cuando florece el llanto (1960), de Laura Victoria, mide 7½ x 11½ cm; las colecciones Crisol de Aguilar, de los años 50 y 70 del siglo pasado, 8 x 11½ y 8 x 12½ cm; Código del amor (1999), de Vicente Pérez Silva, 11½ x 13 cm., y el famoso bolsilibro de Colcultura (años 70 del siglo pasado), 12 x 16½ cm.

Carmen Cecilia escribió sus Poemas del tiempo y del silencio en la época de la pandemia y los dedicó a su nieta Ana Sofía, de 12 años, quien es autora de la portada, las pinturas y los dibujos recogidos en la obra. A ella le dice la abuela escritora: Los, las adolescentes / comienzan a desenvolverse / como crisálidas. Entonces, / empezaron a descubrir / de qué color / y de qué tamaño / son sus alas. Y al terrible virus que hizo estragos en el mundo entero le hace este reclamo dolorido: ¡Oh virus! / No nos dejas acompañar a los muertos; / ni a nuestros amigos en su matrimonio; / ni a los niños cuando nacen. / ¡No podemos celebrar la vida!

Acerca de su editorial es preciso anotar que la pandemia afectó su labor en materia seria, pero aun así se mantiene en la lucha y hoy sigue adelante con nuevas energías. En los 22 años de vida de la empresa, ha publicado alrededor de 120 títulos, y su producción personal pasa de 10 obras. ¡Enhorabuena, Carmen Cecilia!

Con Guillermo Infante, autor del otro libro, médico y escritor colombiano residente en Estados Unidos, se conoció hace 20 años en un acto literario en Bogotá, por los días en que ella se iniciaba con la editorial. Él anotó su teléfono en un papelito, y vino a acordarse de buscarlo cuando publicó en aquel país Muertes temporales. Así pues, se citaron en Bogotá a finales del año, y Carmen Cecilia hizo aquí la presentación de la novela y organizó su distribución en su propia editorial y en las librerías Lerner, Nacional y Fondo de Cultura Económica.

Novela nada común, enfocada hacia las muertes temporales que el protagonista de la narración, que es médico, atiende en diferentes ocasiones. Entre tales eventos está la catalepsia, fuera de una serie de casos extraños que impresionan al lector. La obra tiene como escenario el campo de la medicina, con tránsito por varios lugares y países, lo que lleva a pensar que el médico novelista actúa con buen conocimiento científico. Además, es autor de poemas, cuentos y artículos médicos.

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El Espectador, Bogotá, 25-II-2023. Eje 21, Manizales, 24-II-2023. La Crónica del Quindío, Armenia, 26-II-2023.

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