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Archivo para diciembre, 2022

Por el territorio de los muertos (5)

martes, 20 de diciembre de 2022 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar 

En la fila hacia el cementerio Central vimos a la senadora María José Pizarro, que llevaba un ramo de flores y esperaba, como nosotros, que el vigilante abriera la maciza puerta de acceso. Iba sola. Era fácil identificarla, ya que fue la encargada de imponerle la banda presidencial a Gustavo Petro y aparece con frecuencia en la televisión y los periódicos.

Después encontramos depositadas las flores en la tumba de su padre, Carlos Pizarro Leongómez, el legendario comandante del grupo guerrillero M-19, quien luego de dejar las armas y firmar la paz con el Gobierno fue asesinado, siendo candidato presidencial por su movimiento político, en abril de 1990. Es uno de los mausoleos más bellos del cementerio.  Representa la memoria de una de las tantas etapas turbulentas del país y evoca el símbolo de la guerra y la paz –que hace recordar la inmortal novela de León Tolstói–.

Más adelante vimos una placa en mármol blanco, muy bien conservada, con esta leyenda en español y polaco: “En este lugar, descansa en paz el coronel Felipe Mauricio Martín (Filip Maurycy Marcinkowsi), hijo de Polonia, prócer de la Independencia de Colombia”. Y agrega que la embajada de Polonia en Bogotá “erige esta placa como testimonio de los lazos de amistad entre ambas naciones”. En efecto, el coronel Martín (1786-1853) cumplió valerosos actos en la causa libertadora de Colombia. Hoy su nombre está perdido en el decurso del tiempo, pero perdura esta insignia memorable en la necrópolis bogotana. Falleció hace 169 años. ¡Honor al mérito!

La tumba de Luis Carlos Galán Sarmiento (1943-1989), asesinado en Soacha cuando era el más probable vencedor de las elecciones presidenciales de 1990, es otro vestigio de la guerra atroz que ha azotado al país desde los propios inicios de la Independencia. Está cubierta en mármol blanco. En ella hay una inscripción que dice: “Quiero que el país me recuerde como el hombre que ayudó a cambiar el modo de pensar de la Nación”. Aquí y allá, y sin que lleváramos un rumbo fijo, fueron surgiendo las sepulturas de grandes líderes del país en épocas remotas y recientes, mezcladas a veces con sepulturas incógnitas. Este es el ambiente de los cementerios.

Como parte de esta crónica que se mueve en el ámbito de las armas, de las guerras y del sacrificio de vidas en los campos de batalla, y en defensa de la patria, cabe resaltar los panteones del Ejército de Colombia y de la Policía Nacional. Son edificaciones antiguas y espaciosas que sobrecogen el ánimo al hacer pensar en la cantidad de historias y de hechos heroicos que encierran esas paredes. Ambos panteones muestran la vejez derivada del paso de los años y hoy ya están clausurados al haber llegado al tope de su capacidad.

En la época moderna, estos recintos funcionan en los Jardines de Paz ubicados en el norte de la ciudad, en amplias extensiones de terreno, y están destinados además a los miembros de la Fuerza Aérea y de la Armada Nacional.

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El Espectador, Bogotá, 17-XII-2022. Eje 21, Manizales, 15-XII-2022. La Crónica del Quindío, Armenia, 18-XII-2022.

Comentarios 

No pierdo interés en las crónicas acerca de tus visitas a diferentes cementerios. En esta última me sorprendiste con la aparición de un personaje que desconocía (Felipe Mauricio Martín) a pesar de que mis lecturas sobre la historia de la campaña libertadora y épocas posteriores ha sido intensa. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Respuesta. En Google se encuentra alguna información sobre él, contenida sobre todo en una pequeña biografía escrita en 1882 por Ánjel (con j) María Galán para “Papel Periódico de Bogotá”, obra que da buena visión sobre este prócer de la Independencia colombiana que descubrí en el cementerio Central de Bogotá Gustavo Páez Escobar.

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Por el territorio de los muertos (4)

jueves, 8 de diciembre de 2022 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar

Yo no había visto en ningún cementerio la fijación de un documento judicial. Es en estos lugares en los que más significado tiene el tradicional “descanse en paz”. De hecho, la frase se menciona cuando una persona muere, y es muy propia de los avisos funerarios de prensa. Con el tiempo, los viejos cementerios han venido cerrándose para dar lugar a los modernos jardines de paz, cuyo nombre sugiere un ambiente de reposo y de belleza ecológica. Con todo, hay almas que no consiguen la paz ni en la última morada.

Cuán no sería mi sorpresa al encontrar en este recorrido un aviso judicial fijado en uno de los mausoleos más elegantes del cementerio Central de Bogotá, por medio del cual un juzgado emplaza, en junio de 2019, a varios herederos de un deudor fallecido. La demanda es de Beatriz Dávila de Santo Domingo en asocio de otras personas. Cabe suponer que entre los bienes que se persiguen está el mausoleo citado. De lo contrario, ¿qué sentido tiene dicho aviso en este suntuoso mausoleo? ¡Cosas extrañas se ven en los cementerios!

En una vieja tumba deteriorada por el tiempo, los trabajadores del tranvía de Bogotá le rinden honores al doctor Gustavo Lobo Guerrero. Como anoté en mi crónica anterior, el tranvía de tracción de mulas, que rodaba sobre rieles de madera revestidos de zunchos, fue inaugurado en diciembre de 1884 por el alcalde Higinio Cualla. Ocho años después se instalaron rieles de acero traídos de Inglaterra.

Este primitivo medio de transporte salía de la plaza de Bolívar, pasaba por San Diego y concluía en Chapinero. Se prolongó hasta 1951, cuando el alcalde Mazuera Villegas lo eliminó para implantar los buses. Y se transformó, durante la primera mitad del siglo XX, en el tranvía eléctrico, uno de los mayores símbolos de la urbe en marcha. Ahora bien, ¿quién era el doctor Gustavo Lobo Guerrero, a quien los trabajadores le rinden este significativo homenaje? Lo ignoro. Ojalá algún lector nos ilustre al respecto.

En este viaje veloz, apareció de repente la sepultura de mi paisano Luis Martín Mancipe Briceño, nacido en Soatá en 1908, y muerto en Bogotá en 1992. Por muchos años residió en Santa Rosa de Viterbo. Es uno de los grandes músicos boyacenses, con fama nacional. Fundador y director de numerosas bandas. En el campo creativo, su obra es muy prolífica y representa un gran tesoro de la región y del arte musical.

Una partitura alegre embellece la bóveda de Luis Martín, ocasión propicia para darles una serenata a nuestros muertos, suavizando de paso el ambiente fúnebre que ensombrece la visita a los cementerios. Él fue el suegro de Fernando Soto Aparicio, fallecido en mayo de 2016, a quien dedicó el pasillo Sotico –trato cariñoso–.  

Con este recuento veloz, quiero resaltar la importancia de los cementerios como templos del recuerdo, de la cultura y las tradiciones. Mi libreta de apuntes contiene otros datos curiosos, que espero desarrollar en un par de columnas más.

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El Espectador, Bogotá, 3-XII-2022. Eje 21, Manizales, 1-XII-2022. La Crónica del Quindío, Armenia, 4-XII-2022.

Comentarios

Estupenda columna, llena como siempre de datos y anécdotas que nos enseñan mucho. Eduardo Arcila Rivera, Bogotá.

La muerte. Siempre presente; tema que usted maneja muy bien, y yo, aun cuando no temo a ella, encuentro difícil. Gustavo Valencia García, Armenia.