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Archivo para mayo, 2022

La vida desesperada

martes, 24 de mayo de 2022 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar 

Según la Ocde –Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico–, Colombia ocupó el puesto 62 en el Índice Anual de Miseria, lo que significa que ascendió 21 puestos en el ranking entre las naciones miserables, al pasar de la casilla 41 a la 62. En las acepciones que da el diccionario a la palabra “miserable” se encuentra la de “extremadamente pobre”.

¿Cómo negarlo cuando hay más de 9 millones de colombianos que solo pueden tener un alimento diario? Según encuesta de Pulso Social del DANE, más de 2,6 millones de hogares solo consumen 2 comidas diarias. Dramática realidad que mide la miseria de un elevado número de ciudadanos. El hecho de avanzar Colombia en el grupo de las naciones miserables eriza el alma nacional. Esto llevó a la Ocde a emitir este juicio perturbador: “Colombia es uno de los países más desiguales de América Latina”.

Si nos situamos en Bogotá, se determina que la tercera parte de la población vive en pobreza, bajo el agobio del hambre, y el 10 % de toda la ciudadanía padece pobreza extrema o indigencia. Así es el país. Estos enfoques aparecen en todas partes: en periódicos y revistas, en la radio y las redes sociales, en Google y en la percepción con que a diario nos tropezamos en las calles.

El hambre es el mayor flagelo nacional. “La situación del hambre en Colombia es crítica”, dice la Asociación de Bancos de Alimentos. Opinión que concuerda con esta de la FAO al finalizar el examen del año 2021: “Colombia está entre los 20 países en riesgo de enfrentar hambre aguda en 2022”. En efecto, la carencia alimenticia ha tomado impulso a lo largo y ancho del país.

Paso a paso hemos llegado, desde mucho tiempo atrás, a este catastrófico cuadro de miseria, de oprobio y desesperanza que en nuestro país le ha quitado dignidad al ser humano. Si hay hambre, no puede haber paz. Si hay hambre, habrá delincuencia. Si hay hambre, seguirá escuchándose por doquier el terrible “yo acuso” de las multitudes contra políticos y gobernantes. Si se agudizan el desempleo, la corrupción y la inequidad social, surgirán el caos y la anarquía.

El hambre causa desesperación, y esta conduce a mucha gente a cometer delitos para poder vivir. No se puede ser feliz ni buen ciudadano con el estómago vacío. Leí el caso de un sujeto que pedía dinero, y como nadie se lo daba, hirió con una navaja a una pareja. Hoy vivimos amenazados, en todos los sitios y a toda hora, por la ley del cuchillo, una alternativa de la ley del revólver. ¡Qué horror!

Como parte de esta tragedia dantesca están la creciente ola de suicidios, la cantidad de personas atacadas por la depresión y otras graves patologías, y la legión de mendigos hambrientos y enfermos que mueren solitarios en las calles sin que nadie se dé cuenta. Imágenes todas que pertenecen a esta época bárbara, apática e inclemente.

El Espectador, 21-V-2022.
Eje 21, Manizales, 20-V-2022.
La Crónica del Quindío, Armenia, 22-V-2022.

Comentarios 

Esta gran tragedia nacional de la pobreza es la que los candidatos en lid por la presidencia no mencionan y por supuesto eso hace pensar que no será prioridad de sus gobiernos. Y la tragedia continuará, hasta que se produzca un feroz estallido social (hoy en gestación) que volverá todo al revés con graves consecuencias para todos. No es nada alentador el panorama. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Uno de los graves problemas de Colombia es el hambre que padece una gran parte de la población. Es increíble que en un país con la vocación agrícola que nos acompaña pase algo como lo descrito en el artículo. Esto hace que el país se convierta en un caldo de cultivo para las propuestas populistas que aparentemente solucionan este tipo de problemas pero que a la larga lo que hacen es empeorar la situación. Pedro Galvis Castillo, Bogotá.

Empero, tal cuadro de horror, como usted muy bien lo anota, no viene de ahora, es de vieja data, se gestó desde la Colonia y se acentuó en los subsiguientes dos siglos. Y con mayor énfasis en el fatal centralismo que aún nos carcome. Mas queda otro letal ingrediente, nuestro individualismo. Atenas Pei (correo a El Espectador).

Ciudad de horror

martes, 10 de mayo de 2022 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar 

Cada día se reportan en Bogotá alrededor de siete personas desaparecidas. Según información suministrada por el concejal Rolando González, en los dos primeros meses de este año fueron anunciadas 311 personas como desaparecidas, de las cuales 207 siguen en esa situación y tres se han reportado muertas. En el 2021, de acuerdo con datos suministrados por el Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres –SIRDEC–, 2.446 personas desaparecieron en Bogotá, lo que significa un aumento de 401 casos en relación con los 2.045 del 2020.

En el centro de Bogotá se descubrieron las llamadas “casas de pique”, que son copia de las establecidas en Buenaventura en el año 2014. A ellas van a dar los ciudadanos que caen en esta red tenebrosa bajo los efectos de la escopolamina, y luego son sometidos a los peores vejámenes, como el robo, la tortura y la violación.

El alcaloide consumido deja a la persona alucinada e indefensa, situación que permite apoderarse de sus objetos personales y tarjetas bancarias. Este es el paseo millonario, o secuestro exprés, en virtud del cual la persona retenida suministra las claves de sus tarjetas y estas son vaciadas de inmediato.

Las casas de pique son los sitios estratégicos buscados por los facinerosos para tener escondidas a las víctimas. Unas regresan a sus hogares con graves traumatismos, y las autoridades ni siquiera se enteran; otras mueren por el exceso de la escopolamina, que es el hecho frecuente denunciado a diario por los periódicos

Para deshacerse de ellas, son desmembradas y ocultadas en bolsas que se tiran a los basureros o a la calle, o sepultadas en fosas incógnitas de difícil localización. Esta es la macabra industria del crimen que hoy deja en Bogotá y otras poblaciones las mayores ganancias bajo la deficiencia y permisividad de las autoridades y la flagrante impunidad que estremece al país. Por eso mismo, el delito prolifera y atrae a más practicantes de este método diabólico.

¿En qué sociedad vivimos? ¿Hasta cuándo seguirá la comunidad muerta de miedo y expuesta a esta tortura abominable que guarda similitud con los campos de tortura de Hitler? El alma nacional está herida y sangrante. Ha perdido la fe en sus gobernantes y no acierta a explicarse semejante aberración en estos monstruos que andan por el territorio nacional sin Dios ni ley, y no solo por la hoy atemorizada y sacrificada área bogotana, a donde han venido a parar las mentes más siniestras de la delincuencia.

Se dirá que se han tomado medidas para reprimir el crimen cotidiano que se incuba en las casas de pique, lo cual no puede negarse. Sin embargo, al no detenerse esta ola criminal, e incrementarse todos los días según dan cuenta las redes sociales, hay que decir que nos hallamos ante un fracaso conturbador de los encargados de garantizar la vida y los bienes de los ciudadanos. Ojalá el país sepa elegir un buen presidente en la contienda que se avecina.

El Espectador, Bogotá, 7-V-2022.
Eje 21, Manizales, 6-V-2022.
La Crónica del Quindío, Armenia, 8-V-2022.

Comentarios 

Excelente artículo que retrata con realismo la situación que se está presentando en Bogotá. Esto realmente me parece insólito, y lo peor es que uno ya no pueda ni siquiera salir a la calle. Ojalá que esto llegue a las autoridades y hagan algo para evitar el horror que vivimos los ciudadanos cada día por cuenta de la delincuencia. Pedro Galvis Castillo, Bogotá.

Ahora da miedo salir a caminar por cualquier sector de nuestra querida Bogotá. Abrigo la esperanza de que esto cambie. Es posible. New York dejó de ser, en su momento, uno de los lugares más peligrosos del mundo cuando en 1994 nombraron de jefe de la policía de La Gran Manzana a William Bratton, quien redujo el crimen de manera sustancial. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.

Es un verdadero horror que nuestra capital llegue a ese extremo de descomposición social y de pérdida de valores. La inseguridad rampante carece de límites. Gustavo Valencia García, Armenia.

Increíble que Bogotá terminara como Buenaventura. Leí la nota, y aterra. Gustavo Álvarez Gardeazábal, Tuluá.

Los habitantes de Bogotá nos sentimos acorralados y en estado de pánico por los horrores que a diario se divulgan en los medios de comunicación. Hemos llegado a insospechados territorios de crueldad, odio, ambición y deshumanización. Ya no vivimos sino que sobrevivimos a los tenebrosos designios de los grupos de maleantes descuartizadores, ladrones y depravados. ¿En dónde podrá el hombre de bien ocultarse ante la ignominia y el dolor y el miedo? No sabemos. Inés Blanco, Bogotá.

Yo creo que Colombia toda fue convertida en un país de pique. Y que quienes más pican son los que están arriba, por acción y por omisión. Somos un país de vergüenza humana. Jorge Rafael Mora Forero (escritor colombiano residente en Estados Unidos).

Nota estremecedora. No nos explicamos los ciudadanos pacíficos cómo el hampa se ha tomado la ciudad sin que los dirigentes gubernamentales, de presidente para abajo, tomen el toro por los cachos y adopten medidas fuertes para garantizarnos la tranquilidad y volver a los caminos de la concordia. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Bogotá, y en general Colombia, están sitiadas por el horror de la inseguridad y la violencia. A muchos nos ha encerrado más esta situación que la misma pandemia. Flor (correo a El Espectador).

Colombia está sumida en la criminalidad, corrupción, negligencia, impunidad. Es un Estado fallido, sin esperanza, donde ser criminal paga. Andrés (en El Espectador).