Inicio > Violencia > Cita con la historia

Cita con la historia

miércoles, 5 de octubre de 2016

Por: Gustavo Páez Escobar

Mucha gente no ha entendido, o no quiere entender, que la firma del acuerdo de paz es un hecho providencial que no solo le pone fin a la sangrienta época de violencia padecida durante medio siglo, sino que permite crear un nuevo país para las futuras  generaciones. El titular de El Tiempo en primera página, el mismo día de la firma del acuerdo, es estremecedor: “La paz luego de 267.162 muertos”.

Pocos pueblos han sufrido tanto dolor durante tanto tiempo. Es tan catastrófica la situación, que Colombia está calificada como una de las naciones más violentas del mundo. ¿Cómo no serlo, con 8 millones de víctimas por el conflicto, 6 millones de   desplazados y 25.000 desaparecidos? A esto se suman los mutilados por las minas antipersonas, las familias destruidas, las viudas y los huérfanos que solo han conocido la miseria y la desesperanza.

Colombia es un país que perdió su rumbo. Un país que ha vivido entre el estallido de las bombas y las balas, la sevicia, el terror y la muerte. La guerra constante, la destrucción de pueblos y de hogares, el miedo en los campos y la inseguridad en los centros nos convierten en una sociedad errática y desamparada. Bajo tales signos, la vida ha perdido su encanto, y la gente, su dignidad.

Los presidentes Betancur, Gaviria y Pastrana intentaron acuerdos con la guerrilla, y fracasaron. Uribe escogió las acciones bélicas, propinó contundentes golpes al enemigo, lo redujo, pero no lo derrotó. Mientras tanto, el país continuaba por los caminos tormentosos de la barbarie. Una guerra fratricida de nunca terminar.

De pronto, en medio de tanta turbulencia, apareció una luz en el horizonte. Nadie creía que el presidente Santos fuera capaz de llegar tan lejos en el propósito de entrar en conversaciones con el grupo guerrillero. Las Farc se formaron en 1964 como respuesta a la injusticia social. Bajo dicho postulado libraron sus luchas iniciales. Después arreciaron sus acciones y sus atrocidades. Más tarde, seducidas por el tráfico de drogas y el despojo de tierras a los campesinos, se desviaron del objetivo social.

Fue Santos el interlocutor perfecto para dialogar con ‘Timochenko’, jefe de las Farc, hombre duro y nada fácil de convencer. La vocería del Gobierno estaba en manos de un equipo de la mayor competencia y distinción. Del mismo modo, los miembros  de las Farc eran sus líderes más prestantes.

Varias veces estuvo a punto de romperse el diálogo, y solo la constancia, la paciencia y el talento con que actuaron las dos partes consiguieron sacar adelante, tras cuatro años de agotadoras jornadas, el acuerdo final de la paz que este domingo se somete a refrendación de los colombianos.

No es un acuerdo perfecto –porque en este terreno no ha habido acuerdos perfectos en ninguna parte del mundo–, pero sí es la mejor fórmula para que cesen las hostilidades y se propicie una patria mejor para las nuevas generaciones. Nace un nuevo país. Dice Antanas Mockus: “Prefiero apoyar la paz y equivocarme, que apoyar la guerra y acertar”. Los ojos del mundo están puestos en Colombia. De nosotros depende el futuro.

El Espectador, Bogotá, 30-IX-2016.
Eje 21, Manizales, 29-IX-2016.
La Crónica del Quindío, Armenia, 2-X-2016.

Comentarios

Este artículo es un desapasionado análisis sobre los antecedentes que condujeron al acuerdo firmado entre Gobierno y Farc. Claro reconocimiento al gobierno Santos y a su equipo, quienes con una perseverancia y paciencia a toda prueba pudieron culminar el pacto que hoy nos llena de regocijo y que deberá ser sustento para la construcción de un país tranquilo y más equitativo. Gustavo Valencia, Armenia.

Magnífica página, con argumentos sólidos y contundentes. Ojalá contribuya a cambiar la actitud egoísta y rencorosa de tantas personas que dicen amar la patria y que, además, se llaman seguidores de las enseñanzas de Cristo. Esperanza Jaramillo, Armenia.

Esperemos que los jóvenes ayuden a sacar adelante con el Sí esta cita vital con la historia. Es triste escuchar las barbaridades de quienes defienden el No. Estamos llenos de gente extremadamente egoísta, por lo que siento miedo y pesimismo por los resultados. Ojalá que este sufrido país vuelva a nacer mañana. Gilberto Giraldo H., Bogotá.

Nuestra generación, que ha sido testigo de tantos eventos importantes en la historia de Colombia y del mundo, está ahora frente a un llamado que no solo tiene importancia decisiva para quienes hemos vivido el terrible flagelo de la guerra, sino también para las generaciones venideras. Coincido con quienes sostienen que el acuerdo de hoy, a pesar de las grandes falencias que pueda tener, es el mejor acuerdo posible. Josué Carrillo, Calarcá.

Categories: Violencia Tags:
Comentarios cerrados.