Alianzas para servir mejor
Gustavo Páez Escobar
Boyacá ocupa el primer puesto en desnutrición infantil del país. Triste realidad para una región agrícola que en el pasado –un pasado cada vez más lejano– ostentaba niveles muy superiores en el campo de la salubridad. Otros territorios que registran agudos índices de desnutrición infantil son Chocó, La Guajira, Vaupés, Cauca, Nariño y Córdoba.
La desnutrición es un enemigo silencioso. Cada año mueren por esa causa más de 5.000 niños en Colombia. En Boyacá, las cifras muestran clara tendencia al aumento. Baste decir que en el 2008 el departamento buscaba salir del segundo puesto, y hoy está en la cabeza de esta dramática situación. En el mundo, la desnutrición causa la muerte de cerca de 6 millones de niños al año y hay más de 900 millones de personas sitiadas por el hambre. Pavoroso cuadro de la degradación humana.
Digamos sin titubeos que los responsables en Colombia de este flagelo, al que se le ha puesto muy poca atención, son nuestros gobernantes, en todas las latitudes y en todas las jerarquías de la administración pública. El mal es general. El presidente Santos diseñó al inicio de su gobierno ambiciosos planes para conjurar esta calamidad, pero ya casi en la mitad de su período, falta mucho por hacer.
Situados en Boyacá, voy a señalar un elocuente ejemplo de superación que sale de la iniciativa privada y ha logrado comprometer la voluntad de otros organismos privados y públicos. El Club Rotario de Soatá promueve desde hace algún tiempo una campaña dirigida al sector rural en busca de cambiar la mentalidad de los padres de familia para sensibilizarlos en la adopción de eficaces sistemas de salud combinados con planes de desarrollo de la actividad agrícola.
Es la manera de volver al campo, que poco a poco se ha abandonado para marchar detrás de los espejismos urbanos. Es el medio para hacer producir la agricultura con gente sana y laboriosa, y para que al mismo tiempo progrese el país. Con la llegada de la tecnología digital a las 16 escuelas rurales de Soatá, bajo la dirección del personal docente allí ubicado, los niños aprenden el manejo del computador y por ese medio reciben las enseñanzas de la vida moderna. Esta educación no solo es para los niños, sino también para sus padres, que familiarizados con la cibernética descubren el mundo de progreso que les estaba vedado.
Por dichos canales se ejercitan los hombres en mejores técnicas para sus cultivos, y las madres se capacitan en la elaboración de productos que contribuyan al sostenimiento del hogar. La alcaldía local se comprometió a la implantación de la banda ancha y la dotación de los computadores en las 16 escuelas. Cada una de ellas contará con su propia página web. Todo esto marcha con el apoyo de la Gobernación de Boyacá y del Ministerio de Comunicaciones. Así conectada con el mundo, la juventud de Soatá se asoma a nuevos horizontes.
En el campo de la salud, está la asesoría de la Universidad Javeriana a través de su Departamento de Pediatría, y el recurso del Hospital de Zona, que ofrece excelente atención a los niños del campo por medio de personal médico y odontológico, y de especialistas que visitan con frecuencia la población. Con el tiempo, habrá de cumplirse la sabia receta de vida: “Niño sano, niño feliz”. Con niños sanos y felices se hará una patria grande.
Este programa de largo alcance ya está en ejecución. Lo ha hecho posible el Club Rotario, benemérita institución, tanto desde su dirección nacional como en el ámbito de Soatá, la Ciudad del Dátil. Se ve, en forma palmaria, cómo la unión hace la fuerza.
Esta alianza de poderes estratégicos que facilita herramientas para el bienestar de la familia y el desarrollo comunitario se deriva de un concepto moderno: TIC (tecnologías de la información y comunicación), el que llega a los campos de Soatá para amparar a los niños en su crecimiento, en sus sistemas de salud y en su formación educativa. Y de paso se convierte en programa piloto que sirve de modelo para otros departamentos sometidos al castigo de la desnutrición infantil.
El Espectador, Bogotá, 25-V-2012.
Eje 21, Manizales, 25-V-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 26-V-2012.
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Comentarios:
Aterradoras las cifras de desnutrición en Colombia y en el mundo. La solidaridad es un valor casi perdido. No es equitativo que muchos países de África, Asia y América padezcan este flagelo, mientras en los países ricos impere el boato y el exceso de lujos y comodidades. En Colombia, que atraviesa un buen momento en su economía, no se percibe que a los sectores más desprotegidos les corresponda una parte de esa bonanza. No habrá paz en nuestro país mientras impere semejante desigualdad. Gustavo Valencia G., Armenia.