Poesía erótica
Por: Gustavo Páez Escobar
En el reciente encuentro de escritores realizado en Calarcá, Ángel Castaño le preguntó a Piedad Bonnet su opinión sobre el desarrollo en Colombia de la poesía amorosa y erótica, a lo cual ella respondió: “En el terreno de lo amoroso creo que tenemos cosas muy buenas, poemas y novelas, incluida la María. Creo, en cambio, que no tenemos obras eróticas verdaderamente buenas”.
Esto significa que Piedad Bonnet ignora la existencia de Laura Victoria, la pionera de este género en el país, cuyos versos estremecieron el alma de los enamorados en los años 20 y 30 del siglo pasado. Tampoco, supongo, conoce a la caleña Margarita Gamboa (1899-1991), de quien en 1999 se publicó la antología Cien años de amor. Ni a la manizaleña Bertha López Giraldo, autora de Este es mi cuerpo, amor (1999).
Ante el brote lírico de Laura Victoria, el maestro Valencia le manifestó: “Recibió usted el don de la poesía en su forma la más auténtica, la más envidiable y la más pura”. Y Federico de Onís, uno de los críticos más notables de la literatura hispana, dijo: “Laura Victoria es una de las personalidades más salientes de Sudamérica. Su obra poética ha volado por todo el continente en alas de la fama. Hay en sus versos ardor de trópico y pureza de montañas”.
La sociedad colombiana de aquellas calendas se escandalizó con los poemas atrevidos de la joven y bella mujer, oriunda de Boyacá, que irrumpía en la capital del país con su delicada vena erótica, y que por supuesto causaba revuelo en esos tiempos mojigatos. El corazón del hombre es un cofre de emociones. La poesía de Laura Victoria era embeleso y llama que enternecía los deliquios de la pasión amorosa.
Las páginas de Cromos y El Tiempo se abrieron para Laura Victoria en forma permanente, y los lectores buscaban su palabra enamorada con la ansiedad que produce la chispa del sensualismo puro. Colombia vibraba con su magia poética, cuya voz llenaba el teatro Colón y otros escenarios del país y el exterior. Su poema En secreto la llevó a la cúspide de la gloria.
Su fama estuvo a la altura de Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Delmira Agustini y Rosario Sansores. Ellas formaban el abanico de las grandes líricas latinoamericanas. Su primer libro, Llamas azules, le hizo conquistar los mejores elogios de la crítica. Sobre esta obra dijo Rafael Maya que era “el mejor libro publicado por mujer alguna en Colombia”. En 1937 fue la ganadora de los Juegos Florales, en competencia con Eduardo Carranza.
En 1939 se radicó con sus hijos en Méjico y allí permaneció por el resto de sus días, con eventuales venidas a Colombia. Murió en ese país en mayo de 2004. Ocho libros son de su autoría, entre ellos los siguientes de poesía: Llamas azules, Cráter sellado. Cuando florece el llanto, Crepúsculo y Los poemas del amor.
La lejanía hizo olvidar su nombre en Colombia. Yo busqué revivirlo con el texto biográfico Laura Victoria, sensual y mística (Academia Boyacense de Historia, 2003). Sus versos perennes, que no conoce Piedad Bonnet, la acreditan como la gran cantora del amor sensual.
El Espectador, Bogotá, 7-IX-2012.
Eje 21, Manizales, 7-IX-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 8-IX-2012.
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Comentarios:
El artículo tiene toda la razón: se ignora que Laura Victoria fue la iniciadora de la poesía erótica. Claro que sí. Se ignora también que el poeta costeño Rasch Isla escribió el libro más venusino de la poesía erótica de Colombia. Se ignora, igualmente, que yo escribí un libro lirico-pictórico con óleos sugerentes titulado Frutologia de Eros. Hay que tener piedad con las Piedades por ciertos fallos informativos y otros deliberados. Ramiro Lagos, Greensboro, Estados Unidos.
Bella evocación de nuestra querida y admirada Laura Victoria, a quien tuve el gusto de llevarle a México su diploma de Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua. Maruja Vieira, Bogotá.
A pesar de manejar un erotismo elemental demasiado genitalista del cuerpo femenino, la poeta logró en algunas ocasiones evocaciones verdaderamente brillantes que iban al fondo del verdadero erotismo, más allá de la piel: «A pesar de no amarnos, en silencio se troncharon las manos, sin saber si acunábamos un sueño o era el sopor de algún amor lejano». Óscar Ágredo Piedrahíta, Cali.
Lo que no se entiende es el tono de reclamo del autor de este artículo, como si fuera menester de Piedad Bonnet conocer y gustarle lo que es del gusto del autor de esta columna. No obstante, no deja de ser refrescante que en un periódico de circulación nacional se escriba de estos temas tan ajenos a nuestros medios. Feliciano de Silva (correo a ElEspectador).
Qué maravilla esta columna sobre la poesía erótica y el nombre de Laura Victoria. Ojalá la conozcan muchos de quienes ignoran la existencia no solo de ella, sino de otras mujeres que han tocado bellamente el erotismo en la poesía y son totalmente desconocidas o simplemente les duele nombrarlas. Inés Blanco, Bogotá.
Increíble la afirmación de Piedad Bonnet, pues se supone que es persona culta. Buena poesía erótica es la que abunda en nuestra literatura. ¿Qué tal Rasch Isla? ¿Y qué tal José Eustasio Rivera, Silva, Jorge Gaitán Durán? En mujeres están Laura Victoria, Meira Delmar, María Mercedes Carranza, entre otras. A lo mejor, a Piedad Bonnet no le gusta esa poesía. Gustavo Valencia G., Armenia.
Maravilloso el artículo, no por el hecho de citar uno de mis libros, sino por la valentía de decirle la verdad a una escritora «intocable». Hay personas que no reconocen los méritos de otras. Bertha López Giraldo, Milwaukee, Wisconsin.
Excelente comentario. Pontificar es un riesgo que corren quienes no han leído ni vivido lo suficiente. José Jaramillo Mejía, Manizales.
Muy bueno el artículo. Se olvidó mencionar a Beatriz Zuluaga. Augusto León Restrepo R., Bogotá. Respuesta: Claro que sí, y lo lamento. En Si preguntan por mí, Beatriz tiene poemas de marcada estirpe erótica. En el momento de escribir el artículo pensé en otros nombres de mujeres, y no me vinieron a la cabeza. GPE
Con Laura Victoria hay un error: su poesía es amorosa, pero no es erótica. La poesía erótica es como la de Miguel Rasch Isla y como el soneto a las lesbianas de José Eustasio Rivera. La poesía de Laura Victoria es grandiosa. Sincera y profunda. El ensayo sobre ella de Páez Escobar es bueno, la enaltece con la verdad. Laura es de las mejores poetisas de Colombia y de Latinoamérica. Y el término poetisa es lindo. No necesita sino que la que lo lleve lo merezca. Piedad Bonett no lo merece, porque en sus versos no hay ni señas de poesía… Óscar Piedrahíta González, Crónicas de ocasión, La Crónica del Quindío, 18-IX-2012. (Primera noticia de que la poesía de Laura Victoria no es erótica. Fue la pionera de ese género en Colombia. Y fue reconocida como tal por los grandes críticos de la época, tanto de Colombia como del exterior. GPE)