Mujer
lunes, 28 de octubre de 2013
Gustavo Páez Escobar
La mujer ha subyugado al mundo. Admiro en ella la sutileza, la fragancia, el porte airoso, su feminidad. La mujer es el bálsamo de la vida. No le exijamos mucho, como no se le pide a la rosa que deje de tener espinas para que sea deslumbrante. Por un rostro hermoso, por un talle esbelto, por una sonrisa acariciadora, el hombre es capaz de brindar un imperio. Y agreguémosle un alma sensitiva y un corazón apasionado y tendremos la mayor maravilla del universo. Su delicadeza se parece mucho a los finos cristales que brillan porque son refulgentes, pero que se rompen porque son frágiles.
Armenia, 1977.