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Archivo para febrero, 2012

La pesadilla de Noruega

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nadie podía pensar que este país de 4,8 millones de habitantes que han vivido rodeados de riqueza, paisajes fantásticos, envidiables condiciones sociales y absoluta tranquilidad, llegara a ser víctima del odio de un loco desaforado que en la isla de Utoya disparó su arma automática, de manera indiscriminada, contra una multitud de jóvenes y mató a 68 de ellos.

Momentos antes había estallado un carro bomba en la plaza Einar de Oslo, donde están instaladas importantes dependencias del gobierno, y mató a 8 personas. Los edificios sufrieron grandes destrozos, a pesar de lo cual la mortandad fue baja. Con esta doble acción criminal, Anders Behring Breivik, ciudadano noruego de 32 años y 1,92 de estatura, de apariencia tranquila y que nunca había despertado sospechas para semejante acto de barbarie, cumplía el soterrado propósito concebido durante varios años.

Todo había sido ideado en forma minuciosa. En su computador estaban acumuladas 1.500 páginas de escritura frenética, en las que revelaba sus planes siniestros de buscar un blanco donde se sacrificara el mayor número de personas a fin de llamar la atención del mundo sobre el mensaje que deseaba transmitir. De hecho, ya están notificados los países europeos de que los propósitos de este ultraderechista que no actúa solo (falta descubrir las células que lo secundan) es luchar contra el islamismo y las élites gubernamentales.

Se declara fundamentalista cristiano. Su fanatismo religioso y político lo hace suponer que es necesario salvar a Noruega y a Europa del marxismo cultural y de los musulmanes. Lleva incrustados en la mente firmes sentimientos racistas y xenofóbicos que lo hacen abogar por el nacionalismo y oponerse a los sistemas democráticos. Bajo esa mira, escogió la plaza de gobierno de Oslo, donde despacha el primer ministro Jens Stoltenberg a nombre del Partido Laborista, y la isla de Utoya, donde 600 jóvenes entre 15 y 25 años recibían formación política bajo la bandera laborista. El blanco no ha podido ser mejor escogido.

Breivik manifestó que la matanza era necesaria para iniciar una revolución que lleve a trastocar el orden establecido. Acude al terrorismo como medio para despertar la conciencia de las masas. El procedimiento no es nuevo, y es el mismo que desde la otra orilla practican los seguidores del islamismo y los secuaces del neonazismo. Este loco busca con la violencia cambiar la sociedad.

Una mente que como la de Breivik viene ocupada durante nueve año en armar métodos destructores para provocar –según dice– una revolución que salve al mundo de los sistemas políticos que no comparte, no puede ser sino una mente desquiciada. Esa idea obsesiva lo condujo a la locura furiosa. El solo hecho de disparar con cabeza fría y en forma indiscriminada contra la multitud, indica que no está en sus cabales. No obstante, este atentado  cometido en el país considerado el más pacífico del mundo, es una voz de alarma que debe sopesar el mundo para enfrentar un nuevo tipo de terrorismo que amenaza la paz de las naciones. El terrorismo recalcitrante, provenga de la derecha o de la izquierda, desquicia a las sociedades.

Noruega, cuya paz edénica se convirtió de repente en un infierno, está enfrentada a la aparición de los grupos de odio que se esconden detrás de la figura impávida de este ciudadano que parecía del común. Sus balas, más que expansivas, son bocanadas de fuego que salen del instinto asesino que predica el odio como sistema de poder y no tiene reparos en sacrificar a sus propios coterráneos.

El mundo, frente a estas explosiones de ira y destrucción,  no puede desoír las profecías de la Biblia, en palabras de Cristo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares, hambres y pestes; y habrá terror y grandes señales en el cielo. Pero todo será apenas el principio de los dolores”.

El Espectador, Bogotá, 28-VII-2011.
Eje 21, Manizales, 29-VII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 30-VII-2011.

Percepción de inseguridad

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Es inocultable la ola de inseguridad nacional que se ha acentuado en los últimos meses. No solo se trata de los hechos violentos sucedidos en varias poblaciones del Cauca, donde las Farc buscan afianzar su poder, sino de diversas perturbaciones presentadas en otros lugares del país.

Donde más se ha recrudecido la violencia en los últimos días ha sido en pueblos neurálgicos del Cauca, en los que por su densa vegetación se facilita el ataque sorpresivo a la policía y a la población civil y luego la fuga por los montes. Estos episodios han dejado un saldo horrendo de muertos y heridos, casas destruidas y otros estragos que estremecen no solo a los habitantes de esos municipios sino a Colombia entera.

Los facinerosos no se conforman con masacrar a los pobladores y arrasarles sus viviendas, sino que regresan más tarde a terminar con lo que ha quedado en pie. Y toman escudos humanos para protegerse contra los disparos de la fuerza pública. Así describe su drama Luz Mery Granados, que perdió su casa en Toribío al explotar una ‘chiva’ contra la estación de Policía: “Todo se perdió, no quedó ni la cama porque el peso del techo la quebró. El esfuerzo de años quedó hecho escombros”.

El 13 de junio murió un niño y diez personas quedaron heridas al estallar una bomba cerca al puesto de Policía de Iscuandé (Nariño). Al día siguiente, en ataque en Puerto Rico (Caquetá), fueron asesinadas dos personas y diez fueron heridas. El 17 del mismo mes, un carro bomba hirió a 17 personas en Popayán. El 19 fue secuestrado un candidato a la alcaldía de Juan de Arana (Meta). Ya son nueve los aspirantes a las elecciones de octubre que han sido asesinados en el país.

El 20 de junio, las Farc volaron una patrulla en Antioquia. Al otro día fueron asesinados dos policías en la carretera entre Cali y Buenaventura. El 29, las Farc bloquearon, cerca de Yarumal, la troncal entre Medellín y la Costa y fue asesinado el comandante de la policía de carreteras de Antioquia. En el primer semestre del año ocurrieron 23 masacres, 21 por ciento más que en  el mismo periodo del 2010.

Este, a grandes saltos, es el cuadro que dibuja la escalada de inseguridad que se percibe en la nación. A esto se suman los atracos y asesinatos en las ciudades, los robos de carros y residencias, el raponazo a los celulares, la proliferación de las armas blancas. La ciudadanía tiene temor a transitar por las calles. Al propio Peñalosa le robaron en el norte de Bogotá la bicicleta que estaba asegurada en la parte trasera de su vehículo.

En la última encuesta de Gallup, el 74 por ciento de la gente manifiesta que la inseguridad en el país está empeorando (el registro más alto en casi tres años). Esto no coincide con los partes de tranquilidad de las autoridades. Bueno es el optimismo, pero ignorar la realidad es malo. El presidente Santos habla del cerco estrecho que se tiende desde hace buen tiempo sobre ‘Alfonso Cano’. Sin embargo, siempre se escapa.

Ayer, al inaugurar las sesiones del Congreso, reconoció Santos que el reto que tiene el gobierno es “afinar las estrategias” para contrarrestar los golpes de las Farc. Lo está haciendo, pero aún no se ven resultados contundentes. Por otra parte, se habla de cansancio de las tropas. Desde el exterior, The Economist dice que la reducción de la seguridad obedece a una baja de la moral de las Fuerzas Militares, debida a decisiones judiciales.

Esta percepción de inseguridad, que es dramática, aunque susceptible de mejorar (así lo esperamos), se sintetiza en lo expresado por Francisco Barrera en carta enviada a la revista Semana: “No queremos volver a la situación de comienzos de la década, cuando los ataques guerrilleros eran el pan de cada día y no se podía recorrer el país por carretera”.

El Espectador, Bogotá, 21-VII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 23-VII-2011.
Eje 21, Manizales, 23-VII-2011.

Eliminemos el cráter

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Uno de los motivos que llevaron a Carlos Alberto Villegas Uribe a renunciar a la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Quindío fue su frustración frente al propósito oficial de hacer de la minería un programa gigante en el país.

En lo que al Quindío se refiere, manifiesta que su territorio ha sido titulado para la minería en un 67 por ciento, panorama que no resultaba nada atractivo para su gestión, ya que él buscaba “defender el paisaje cultural cafetero del espíritu depredador de la megaminería (una de las locomotoras del Gobierno nacional que sólo dejará un Quindío lleno de famélicos quindianos tiznados de hollín)”.

Meses después, la Unesco declara la zona cafetera de los departamentos de  Caldas, Quindío, Risaralda y Valle como Patrimonio Cultural de la Humanidad. La disyuntiva actual es preservar el paisaje cafetero, o permitir su deterioro con la explotación minera. El odontólogo quindiano Daniel Ramírez Londoño dice lo siguiente: “Yo creo que si el paisaje cafetero fue declarado patrimonio mundial será intocable en este aspecto. Lo indicado sería hacer una campaña ante el gobierno para que desista de ese proyecto que tanto daño le haría al Eje Cafetero”.

La minería es una de las locomotoras del presidente Santos en la que basa uno de los puntos para el desarrollo del país. La voz de alarma que acaba de lanzar Manuel Rodríguez, exministro de Ambiente, en el sentido de no convertir a Colombia en un cráter, debe ser sopesada con toda la seriedad que exige. El país carece de estructura adecuada para controlar la expansión de este renglón, el que ya ofrece un panorama desordenado y peligroso, con seria amenaza para la ecología y con grave riesgo de favorecer el surgimiento de los oscuros traficantes que buscan pescar en río revuelto.

Para dar un paso grande en la minería –anhelo justo y deseable para este país rico en oro, carbón y otros preciados elementos–, deben buscarse bases sólidas en materia científica y legislativa, y establecer luego normas estrictas de control para que la riqueza no se nos convierta en tragedia ecológica. O en la cueva de Alí Babá de que habla el exministro Manuel Rodríguez.

* * *

El curioso gobierno de Bélgica. – Ricardo Bada, periodista español que reside hace largos años en Colonia (Alemania), y gran amigo de Colombia, comenta lo siguiente sobre mi columna anterior, Huelga de sexo:

“Tu columna está muy bien, sólo déjame decirte que Bélgica sigue sin gobierno y ha batido ya todos los récords mundiales en la materia. En el año ya largo que Bélgica lleva «sin» gobierno, durante seis meses ha cumplido mejor que nunca su papel de presidente rotativo de la Comunidad Europea, y los belgas no han conocido otro periodo mejor de calma en su vida política, tanto que los humoristas se preguntan si no sería mejor que Bélgica continuase en ese statu quo de gobierno en funciones (el anterior dimitido). La paradoja parece ser que Bélgica es mucho más gobernable «sin» gobierno que con uno jurado ante el Rey. Dicho sea de paso, por si te vale para tu columna: el consejo de ministros belga es el único del mundo en el que intervienen intérpretes, porque los ministros flamencos, aunque lo entienden, se niegan a hablar en francés, y los valones de todos modos no entienden neerlandés”.

Apreciado Ricardo: En efecto, no ha sido suficiente la amenaza de la senadora belga de no tener las mujeres sexo con sus maridos. Las huelgas de sexo son más teóricas que reales. Más de teatro y picaresca –con la inmortal Lisístrata como protagonista– que efectivas en la intimidad de las parejas. Pienso en los contrabandos de sexo que ocurren con las mujeres de Barbacoas, ¿no lo crees? Lo importante es que consigan su carretera. GPE

El Espectador, Bogotá, 13-VII-2011.
Eje 21, Manizales, 15-VII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 16-VII-2011.

* * *

Comentario:

La minería por sí sola no sirve para nada. Un país no se desarrolla solo con la explotación minera como nos lo quiso mostrar el presidente Santos. Está comprobado que mientras más dependa un país de la minería y de recursos naturales, menos se desarrolla y al final solo quedan la contaminación y los huecos;  si no díganselos a los africanos y al resto de América Latina. El desarrollo minero debe ir de la mano de una revolución educativa para ser productiva y para que realmente beneficie a la sociedad.  Alarico, 07/13/2011 (carta a El Espectador).

 

 

 

 

Huelga de sexo

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nunca calculó Aristófanes (445 a.C.) que Lisístrata, escrita hace 2.422 años, llegaría a convertirse en incitación para adelantar las huelgas de sexo que se han cumplido en distintas partes del mundo. En los tiempos modernos, las mujeres vinieron a entender la lección de esta comedia y la han utilizado como arma poderosa para ganar sus arduas batallas.

La astuta y enérgica Lisístrata acaudilló un grupo de mujeres de Grecia para instar a sus maridos a deponer las acciones guerreras que se libraban en Peloponeso. Como este anhelo no era nada fácil de conseguir, las esposas los sometieron a la abstinencia sexual. La medida resultó efectiva.

En Colombia, un día llegó a manos del general Manuel José Bonnet la jocosa pieza de Aristófanes, y el militar, con ese constante humor que lo caracteriza, y a sabiendas de que el sexo es de las pocas cosas que nunca cambian en el mundo, propuso a las compañeras y amantes de guerrilleros y paramilitares que se negaran a complacer las ansias de sus hombres como camino para obtener un acuerdo de paz.

La fórmula no le funcionó al general. Pero le quedó gustando el discurso. Años después, como gobernador del Magdalena, región muy propensa a las trampas electorales, dio esta receta a un grupo de mujeres de la zona bananera: “Si su marido va a vender el voto, dígale: mi amor, a esta cama usted no vuelve”.

En el reciente Festival de Cannes fue presentada la película que lleva por título La fuente de las mujeres, donde su director, Radu Mihaileanu, reproduce en otro escenario la comedia de Aristófanes. Se trata de un pueblo pequeño donde las mujeres, bajo los ardientes soles africanos, deben transportar, desde lo alto de una montaña situada en una aldea remota, el agua que se consume en el pueblo. Ante lo cual se rebela un día Leila, joven esposa que, cual otra Lisístrata, propone a sus compañeras realizar una huelga de sexo. Santo remedio: en adelante son los hombres los encargados de trasladar el agua.

Acción similar ocurrió en febrero de este año contra los políticos belgas que no se ponían de acuerdo para formar un nuevo gobierno. La causa la lideró una senadora que, recordando un hecho parecido que había ocurrido dos años atrás en Kenia, convocó a la abstinencia sexual. El nuevo gobierno quedó constituido a los pocos días, conforme había sucedido en Kenia.

Por último, y omitiendo otros casos de esta moda contagiosa que amenaza la estabilidad de cualquier pareja en el momento menos pensado, está el capítulo de las 300 mujeres de Barbacoas (Nariño) que iniciaron brutal embestida contra sus resignados adanes (con privación de lo que ya se sabe), por no ser capaces de conseguir el arreglo de la trocha –como la llaman– que comunica al pueblo con el resto del país. Son 57 kilómetros de vía intransitable, llenos de huecos, charcos y barrizales, que llevan hasta Junín, el municipio más cercano.

Barbacoas nunca ha tenido carretera. Es un pueblo huérfano de la protección oficial. Tampoco ha tenido hombres de empuje, briosos de verdad, según lo denuncian estas fogosas evas que se pusieron los pantalones para asumir el liderazgo de la comunidad. Ya llegaron hasta Pasto, bajo el mando implacable de la jueza Maribel Silva, quien no solo sabe de leyes severas sino de dolorosos castigos para la pobre masculinidad apabullada del municipio minero que no ha logrado salir de su atraso secular.

Algunos maridos han tenido que acampar en el quiosco de la plaza mientras se amaina la tempestad. Se ignora cuánto tiempo durará la penitencia sexual, que en cualquier caso afecta por igual a hombres y mujeres (pero con mayor razón a esta gente del Pacífico, de sangre caliente). Lo cierto es que la huelga se ha sentido en toda Colombia. Y surgirán otras lesístratas que seguirán el ejemplo con igual arrojo, sobre todo después de enterarse de la llegada de la maquinaria oficial –como tiene que suceder– a este olvidado municipio de 22.000 almas y de muchas esperanzas frustradas.

A todas estas, Aristófanes debe estar muerto de la risa, como comediógrafo y poeta de su época, por haber sabido llegar a nuestro mundo actual 2.422 años después de creada su gran heroína, la mayor chantajista de sexo que se conozca.

El Espectador, Bogotá, 6-VII-2011.
Eje 21, Manizales, 7-VII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 9-VII-2011.

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Comentario:

Tu columna está muy bien, sólo déjame decirte que Bélgica sigue sin gobierno y ha batido ya todos los récords mundiales en la materia. En el año ya largo que Bélgica lleva «sin» gobierno, durante seis meses ha cumplido mejor que nunca su papel de presidente rotativo de la Comunidad Europea, y los belgas no han conocido otro periodo mejor de calma en su vida política, tanto que los humoristas se preguntan si no sería mejor que Bélgica continuase en ese statu quo de gobierno en funciones (el anterior dimitido). La paradoja parece ser que Bélgica es mucho más gobernable «sin» gobierno que con uno jurado ante el Rey. Dicho sea de paso, por si te vale para tu columna: el consejo de ministros belga es el único del mundo en el que intervienen intérpretes, porque los ministros flamencos, aunque lo entienden, se niegan a hablar en francés, y los valones de todos modos no entienden neerlandés. Ricardo Bada, Colonia (Alemania).

Apreciado Ricardo: En efecto, no ha sido suficiente la amenaza de la senadora belga de no tener las mujeres sexo con sus maridos. Las huelgas de sexo son más teóricas que reales. Más de teatro y picaresca –con la inmortal Lisístrata como protagonista– que efectivas en la intimidad de las parejas. Pienso en los contrabandos de sexo que ocurren con las mujeres de Barbacoas, ¿no lo crees? Lo importante es que consigan su carretera. GPE

Paisaje cafetero

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

De plácemes están las 80.000 personas que en los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Valle se dedican al cultivo del café en una extensión de 67.000 hectáreas, con motivo de la declaratoria que ha hecho la Unesco de esta zona como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El reconocimiento representa título de honor para Colombia al difundirse en el mundo el paisaje cafetero como una de las imágenes ecológicas más bellas del planeta. Esta estampa lleva el sello cultural y social de una población laboriosa que ha hecho del café no solo un medio de subsistencia familiar sino un motor económico para el progreso del país.

Alrededor del café se mueve toda una estructura humana y empresarial que, dirigida por la Federación Nacional de Cafeteros y sus comités regionales, genera sistemas de salud y educación, construcción de acueductos y vías rurales, tecnologías avanzadas para el cultivo y explotación del grano y, lo que es más importante, preservación del medio ambiente y dignificación del hombre como elemento de trabajo y persona útil para la sociedad y el país.

En épocas pasadas y durante muchos años, el café fue el principal eje de la economía nacional. Grandes líderes de esta industria eran respetados en los mercados internacionales y su voz era decisiva para mover los resortes y los secretos de una actividad que, girando con las estrategias propias de una bolsa de valores, repercutía en las finanzas de los países competidores. Al paso del tiempo, y en razón del surgimiento de otros productos y de diversos fenómenos de la economía mundial, el café en Colombia pasó a segundo plano, pero nunca ha perdido su naturaleza de producto básico para el desarrollo de la nación.

En el Quindío, cuya economía dependió en altísimo porcentaje y durante largo tiempo de la prosperidad cafetera, no eran determinantes los reveses del grano –que por épocas se presentaron de manera crucial– para hacer desistir a los cultivadores de esta misión ancestral que les hierve en la sangre. Allí, el café es un dios, una pasión, un emblema ancestral. Pasadas las bonanzas cafeteras y sufridos los estragos causados por la realidad de tremendas épocas de penuria, el quindiano no ha dejado de creer en el café.

Y nacieron –para seguir hablando de la región que conozco muy  bien– las casas rurales que se acondicionaron como acogedora cadena hotelera que  atrae turistas de Colombia y el mundo, seducidos por la suntuosidad de los paisajes. Estos viajeros han sido la voz cantante de los prodigios que produce la tierra manejada por hombres visionarios que, al lado de las cosechas que no cesan, han establecido una industria turística con repercusión mundial.

Ahora, la varita mágica de la Unesco declara la zona, conformada por 47 municipios y 411 veredas, Patrimonio Cultura de la Humanidad. Esto parece un cuento de hadas. El café es un canto a la vida, al hombre y a la naturaleza. La policromía de los campos reverdecidos por las cosechas en flor es uno de los espectáculos más embrujados que se pueden ofrecer a la sensibilidad del artista, del poeta o el caminante.

Como ironía incomprensible, copio la respuesta que me dio Carlos Alberto Villegas Uribe cuando le pregunté en marzo cuáles eran los programas que había concebido para ejercer el cargo de secretario de Cultura de la Gobernación del Quindío, y por qué renunciaba cuatro meses después de posesionado: “…defender –enfatizó– el paisaje cultural cafetero del espíritu depredador de la megaminería (una de las locomotoras del Gobierno nacional que sólo dejará un Quindío lleno de famélicos quindianos tiznados de hollín)”. Y agregó que el 67 por ciento del territorio quindiano ha sido titulado para la minería.

De ocurrir esto en el Quindío, se cambiaría el paisaje cafetero que lo ha hecho merecedor del premio de la Unesco, por el paisaje minero (en un 67 por ciento de su territorio, según Villegas), lo que  degradaría las tierras al extremo de causarles aridez irreparable y robarles el encanto que hoy exhiben.

El Espectador, Bogotá, 29-VI-2011.
Eje 21, Manizales, 30-VI-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 2-VII-2011.