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Archivo para febrero, 2012

La cultura en el Quindío

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El 12 de noviembre de 2010 presentó Carlos Alberto Villegas Uribe la tesis de los estudios de doctorado en la Lengua, la Literatura y su relación con los medios de comunicación que había adelantado en la Universidad Complutense de Madrid. Acto seguido fue nombrado secretario de Cultura de la Gobernación del Quindío, cargo que acababa de ser creado.

Villegas inauguraba dicha posición antecedido de amplia experiencia en el campo cultural. Entre los años 1998 y 2000 había sido gerente de Cultura en el gobierno de Henry Gómez Tabares, y antes se había desempeñado como coordinador del Instituto de Bellas Artes de la Universidad del Quindío. En ambas posiciones cumplió excelente labor.

En el gobierno de Belisario Betancur fue asesor del Icfes en los programas de educación a distancia. También asesoró al Sena en programas dirigidos a las seccionales de Caldas, Risaralda, Quindío y Tolima. En el gobierno de Juan Martín Caicedo Ferrer como alcalde de Bogotá prestó sus servicios como asesor de comunicaciones.

El actual mandatario del Quindío, Julio César López Espinosa, al elevar la cultura al nivel de Secretaría de la Gobernación, pensó sin duda en las altas calidades de su coterráneo Villegas Uribe, quien no solo exhibía exitosa carrera en los cargos ejercidos, sino que coronaba un escalón más con el exigente doctorado en la Universidad Complutense de Madrid.

Sin embargo, Villegas renunció al cargo tres meses después de su posesión. Este hecho produjo desconcierto en los medios culturales del Quindío, que esperaban un impulso vigoroso de los programas en ejecución y de los que habrían de realizarse bajo su mandato. Él fundamentó su decisión en la falta de capacidad instalada en la Gobernación para enfrentar el reto de la verdadera secretaría de cultura.

Se encontró con una estructura muy técnica, pero carente de recurso humano para desarrollar los planes que permitan resultados positivos. Puede pensarse que luchó por cambiar ese estado de cosas y no lo consiguió. No es fácil mover el aparato burocrático, sobre todo cuando se trata de la cultura, que en gran parte del país se convierte en invitada de piedra.

Le pregunto a Villegas cuáles eran los proyectos más importantes que tenía al llegar al cargo, y él me los resume: desarrollar el plan decenal de las culturas;  visibilizar la Biblioteca de Autores Quindianos, llevarla a la feria del libro y subirla a internet a través del proyecto colombiano Libro Total; fortalecer los consejos de cultura (departamental, arqueológico, patrimonio y de las áreas de danza, música, dramaturgia, literatura y artes visuales); recuperar la sala Roberto Henao Buriticá; defender el paisaje cultural cafetero del espíritu depredador de la megaminería (“una  de las locomotoras del Gobierno Nacional –dice– que solo dejará un Quindío lleno de famélicos quindianos tiznados de hollín”). Sobre este último aspecto comenta que el 67 por ciento del territorio quindiano ha sido titulado para la minería.

Como las bases no estaban dadas para cumplir sus planes, prefirió retirarse a fin de que sea el gobernador López Espinosa –en quien reconoce un gran gobernador de la cultura– quien adopte las medidas que crea pertinentes para estructurar la dependencia. Mientras tanto, hay que lamentar que el Quindío pierda a un funcionario de tan elevadas virtudes para ejecutar las políticas culturales antes esbozadas.

En comunicación que me envió Carlos Alberto Villegas el mismo día de su retiro, a propósito de mi columna sobre la Biblioteca de Autores Quindianos, y cuyos términos deben servir para repensar la cultura regional, me dice:

“Por decisión personal y ética, me hago a un lado. Mi regreso a Colombia me ha comprobado, como lo aseveras en algunas de tus columnas, que Colombia padece un alto grado de desinstitucionalización. Y lo que era una hipótesis sociológica, se ha convertido en una realidad: navegamos al esclavismo. Y nadie dice nada, ni hace nada. Yo, al menos, renuncié”.

El Espectador, Bogotá, 3-III-2011.
Eje 21, Manizales, 3-III-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 5-III-2011.

* * *

Comentarios:

Resulta muy lamentable para la cultura regional que cuando llega a esa Secretaría un funcionario de las calidades académicas del señor Carlos Alberto Villegas Uribe, se retire casi inmediatamente del cargo por no encontrar el respaldo suficiente, de manera especial en el apoyo con recursos humanos, para poder llevar a cabo un programa tan amplio y ambicioso como el que podía y quería  desarrollar. La cultura seguirá ocupando un plano inferior mientras no cambie la concepción cultural y la mentalidad de nuestros gobernantes, y mientras las sumas asignadas a la cultura sean migajas de los presupuestos oficiales.  Gustavo Valencia García., Armenia.

Muy justa tu nota sobre Carlos Alberto Villegas, quien fue mi compañero de labores tanto en la Alcaldía Mayor de Bogotá como en el Instituto del Pensamiento Liberal. Él es un destacado intelectual de grandes iniciativas y un artista ingenioso, creativo y visionario. Es una lástima que la administración no haya valorado su talento y la politiquería reinante le haya puesto trampas a su embrionaria labor. Alpher Rojas Carvajal, Bogotá.

En estos países los creadores se dedican a las obras a pesar y en contra del Estado.  Sólo unos pocos políticos (pensadores, reformadores y oradores de verdad) pasarán a la historia.  Las pinturas, las novelas, los poemas, las composiciones quedan. Alister Ramírez Márquez, Manhattan.

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Libros quindianos

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Por Carlos Alberto Villegas Uribe, secretario de Cultura de la Gobernación del Quindío, me enteré de la reanudación de la Biblioteca de Autores Quindianos, empeño regional que había entrado en receso hace buen tiempo y que ahora vuelve a ponerse en marcha gracias a un programa dinámico de la Gobernación y la Universidad del Quindío.

Para el efecto, se constituyó un comité permanente encargado de evaluar y recomendar para su edición obras de los escritores locales en los géneros del ensayo, la narrativa y la poesía. Esto permitirá, entre otras cosas, recuperar importantes libros de autores ya desaparecidos, varios de ellos con prestigio nacional, que por lo general tuvieron primera edición y nunca más volvieron a circular.

Para iniciar el programa se publicaron en pulcras ediciones los primeros seis títulos, que cito a continuación: Argonautas del espíritu, ensayos de Bernardo Pareja; Postigos: asomos y presencias literarias, ensayos de Jaime Lopera Gutiérrez; Ensayos de historia quindiana, textos de varios autores; Los muros y la rosa, poemas de Gustavo Rubio Guerrero; Conversaciones con el pez, poemas de Elías Mejía, y Quién patea un perro muerto, narrativa de Umberto Senegal.

Para el mes de abril se contempla la entrega de seis títulos más, y otros dos para el mes de junio. Vienen en camino espléndidos cuentos de Eduardo Arias Suárez y Antonio Cardona Jaramillo (dos de los mejores cuentistas que tuvo el país, por desgracia olvidados en nuestros días), lo mismo que una famosa novela de Jaime Buitrago Cardona y un libro de crónicas de Rodolfo Jaramillo Ángel. Así, el gobierno departamental cumplirá al finalizar el año destacada labor editorial, digna de encomio, como estímulo a los creadores del arte quindiano.

Fuera de esta colección, he recibido de sus propios autores, y las he leído con la mayor atención, las siguientes obras: Crónicas quindianas y Al son que me canten cuento, de Libaniel Marulanda; Conversaciones ajenas (recopilación de los mejores textos del primer concurso departamental de cuento Humberto Jaramillo Ángel), y La casa del hombre, poemas de Óscar Piedrahíta González.

En el caso de Libaniel Marulanda, oriundo de Calarcá, de quien sólo en forma vaga había oído hablar, me complace encontrarme con un escritor de calidad, tanto en el manejo de la crónica como del cuento. Sus trabajos recrean la vida de la comarca a través de cuentos bien logrados y de perfiles novedosos sobre personajes que han dejado rastro y merecen reconocimiento. Ha sido escritor consagrado desde hace buen tiempo al quehacer literario, al lado de su afición musical, y cuyas obras, de indudable mérito, enriquecen la bibliografía regional.

Gran promotor de la literatura quindiana es Ángel Castaño Guzmán, mediante la organización, con otros escritores, del concurso de cuento que lleva el nombre de Humberto Jaramillo Ángel. Además, en su revista La Avenida ha dado difusión a las obras y los hechos culturales que surgen en el departamento.

Óscar Piedrahíta González rescata en su libro La casa del hombre, publicado por la Alcaldía de Armenia y su Corporación de Cultura y Turismo, viejos poemas inéditos escritos durante sus andanzas nadaístas. Obras que fueron conocidas por Gonzalo Arango, Germán Espinosa y otros importantes poetas, que le expresaron su beneplácito.

En fin, con estas letras al vuelo deseo señalar el espíritu cultural que se vive en el Quindío y que de manera admirable se expresa en hechos tangibles como los que dejo reseñados.

El Espectador, Bogotá, 23-II-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 26-II-2011.
Eje 21, Manizales, 26-II-2011.

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Comentarios:

En nombre de los quindianos, te doy las gracias por la reseña de la Biblioteca de Autores Quindianos. Es la línea de tu actitud vital con el Quindío: generosa. Carlos Alberto Villegas Uribe, Armenia.

Me parece loable la labor cultural que realiza la Gobernación del Quindío desde su Secretaría de Cultura, con la publicación de obras que tienen importancia en la trayectoria literaria del departamento.  Publicarlas en nuevas ediciones es darle vigencia a obras que destacaron la calidad de los autores que usted menciona en su columna. No obstante, me parece insuficiente la labor de la Secretaría de Cultura. Creo que además del rescate de algunos nombres de valores regionales debería estimular el surgimiento de nuevos  escritores, con el apoyo de la Universidad del Quindío, entidad que cuenta con la estructura suficiente para esta labor. Gustavo Valencia G., Armenia.

Qué interesante observar esa valiosa producción intelectual de los quindianos.  Sin duda es un ejemplo para las demás regiones y una exaltación de la intelectualidad, del pensamiento y de la palabra escrita. Eduardo Durán Gómez, Bogotá.

La poesía de Marta Nalús

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Dos breves libros, de 110 y 62 páginas –El amante (2002) y Mar de noviembre (2006)–, conforman la obra poética de Marta Nalús editada hasta el momento. Prepara su tercer poemario, al que le tiene asignado el título de Momentos, y trabaja con lentitud y grandes paréntesis en la novela La sombra del mar.

Sobre esta novela, me dice que dentro de sus propósitos más deseados está el de darse su año sabático para concluir la obra en Viena, ciudad que la seduce desde que vivió allí en los años 70. En aquella época, ya graduada en Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana, partió para Europa en plan de ampliar su formación, y se especializó en Filosofía y en Psicología en Roma y Viena.

Se me ocurre pensar que su fascinación por la capital de la música surge en su espíritu no solo por los recuerdos que le dejó su residencia en aquella ciudad, sino por el afecto entrañable con su hijo Valeriano Lanchas, el niño prodigio del canto lírico que surgió en el mundo bajo la dirección de Pavarotti. Hay lazos invisibles que manejan las acciones humanas, y en este caso de madre e hijo aliados por el influjo del arte, sus propios destinos se atraen y se compenetran.

La intensa actividad de Marta Nalús en el campo educativo, como profesora,  directiva universitaria y consultora en Educación y Desarrollo Humano, no le ha impedido el ejercicio de las letras. Pero lamenta que su vida cotidiana, que se mueve dentro de un ajetreo agobiante, no le haya permitido avanzar con el ritmo que quisiera en la escritura de sus libros.

Marta Nalús ha sido poetisa desde siempre. Apenas tierna adolescente, ya elaboraba sus primeros versos en Soatá, frente al río Chicamocha, los que durante años mantuvo en secreto en el cuaderno escolar que crecía con sus inquietos ensueños. Es posible que desde entonces le naciera la imagen del agua como parábola de vida y esperanza, que años después irradiaría en Mar de noviembre, según lo expresa en el siguiente verso: Quiero cesar de consentir nostalgias / y quiero avivar el fuego con el agua. / Detener el viento con la playa / y fundirnos, / tú y yo, / en el mar de la esperanza”.

Se capta un hilo conductor en ambos poemarios: el acento intimista manejado por bello sentimiento romántico, que a buen seguro persistirá en los libros posteriores, ya que hay signos vitales en la creación literaria, sobre todo en la poesía y en la narrativa, que nunca se borran en la obra del escritor. El alma sensitiva de Marta deja su impronta en El amante con ardientes expresiones y sutiles metáforas movidas por la ilusión y el ansia amorosa.

La poetisa conoció en Santa Marta, a los doce años de edad, el mar con que soñaba frente a las aguas del río Chicamocha, en la plácida Soatá de nuestros ancestros. Desde entonces, el agua marina se convirtió en el mayor aliento para su inspiración poética. El mar, que es rugido y tempestad y bonanza, configura, en los versos de esta eterna enamorada que es Marta, el sentido pleno de la vida.

No hay vivencia, ni sentimiento, ni regocijo, ni dolor, ni paisaje alguno que no estén representados en el mar. Eso es Mar de noviembre: una alegoría de los hechos reales, y sobre todo de las emociones del alma romántica, frente a ese mar abierto, a veces bravío y a veces reposado, que baña las páginas de este hermoso poemario. Alborozos y pesares, sueños y desengaños, presencias y olvidos, lejanías y esperanzas… son hálitos en la poesía de Marta con que ella sabe conjugar los arcanos de la vida.

El mar no cesa: vendrá más tarde La sombra del mar, la novela aplazada que algún día hará realidad, cuando logre disfrutar de su año sabático ojalá bajo el marco musical de Viena.

El Espectador, Bogotá, 16-II-2011.
Eje 21, Manizales, 18-II-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 19-II-2011.

 

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Los combates de Milcíades

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Se aproxima Puesto de Combate, la revista de Milcíades Arévalo, a los 40 años de vida. Increíble ejercicio de supervivencia el que ha demostrado este órgano batallador de la cultura que se ha sostenido en las aguas procelosas de un mar surcado por toda suerte de borrascas.

Al hablar del mar, es preciso traer a cuento que la idea de crear la revista le nació a Milcíades Arévalo siendo marinero de un barco mercante, en el año 1965. Allí conoció a Ariel Canzani, el capitán de la embarcación, un lobo de mar que además era poeta y editaba en el cuarto de máquinas la revista Camorán y Delfín, famosa en las letras argentinas, como la propia poesía de Canzani.

Dicha publicación, que había nacido en 1964 (es decir, un año antes de que Milcíades Arévalo comenzara a navegar), llegaría hasta diciembre de 1972, con 29 ediciones. Ya separado del oficio de marinero, Milcíades fundó su propia revista en septiembre de 1972, imitando a su maestro. Hoy, Puesto de Combate ha realizado 76 ediciones y se propone llegar hasta la número 80, con la que coronará la meta de los 40 años y dará por terminado su viaje, según anuncia el valiente editor.

Ojalá esta mala noticia no se realice, para bien de la literatura. De aquí a entonces nacerán otros bríos y surgirán en el horizonte nuevos vientos de esperanza. Los combates de Milcíades por no naufragar han sido titánicos. No dudo en calificar como acto heroico el hecho de sostener su revista sin ningún apoyo oficial y tener que luchar la publicidad privada con vocación de mártir. Esto lo ignoran los organismos encargados de la cultura nacional.

Y lo sabemos quienes, en defensa de esta tierra de letrados, conocemos los infinitos tropiezos y amarguras que ha tenido que soportar este acorazado quijote de la época moderna, y por lo demás, hacedor de milagros. Consciente de dicha realidad, Milcíades se duele, en el editorial del último número, de la  indiferencia hacia su esfuerzo, con estas palabras:

“Seguramente jamás conseguiremos un premio, ni tampoco que nos consideren parte de la cultura de la tierra que nos vio nacer. Nada de eso importa, ni la indiferencia ni la sed ni el hambre (…) Cumplimos 39 años. De tanto soñar ni siquiera soñamos que alcanzaríamos a caminar tanto (…) Esta entrega está dedicada a los pocos que han creído en nosotros y a los muchos incrédulos de este país de ciegos”.

El último número de Puesto de Combate salió en octubre pasado y su edición fue posible gracias a la ayuda sorpresiva y providencial de la Corporación Biblioteca “Rafael Carrillo Lúquez”, de Valledupar, dirigida por Mónica Morón Cotes, quien contrató la publicación de una muestra de la literatura que se elabora en el departamento de Cesar. Buena parte de la edición está dedicada a divulgar la obra de 26 escritores de la región, quienes a través de diversos matices y enfoques muestran la riqueza literaria de ese territorio imbuido de magia y misterio.

Por otra parte, sobresalen en este número páginas de gran calidad, como la poesía de Miguel Méndez Camacho, el reportaje inédito de Derek Walcott, nóbel de literatura 1992, el reportaje de Fernando Cruz Kronfly sobre el Libertador, y el de Eduardo García Aguilar sobre el mundo colombiano de los escritores.

Digno de aplauso es el gesto de Mónica Morón Cotes al brindar con tanta decisión doble apoyo cultural: tanto a los escritores de su propia tierra, como a Puesto de Combate, uno de los medios más dedicados al quehacer literario, con esta  maravillosa revista llamada a perdurar muchos años más.

El Espectador, Bogotá, 9-II-2011.
Eje 21, Manizales, 10-II-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 12-II-2011.

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Comentario:

Estos esfuerzos son un gran ejemplo para nosotros los jóvenes que nos iniciamos en las lides periodísticas. Comparto totalmente el lamento y la protesta por la falta de apoyo tanto del Gobierno como de la empresa privada para con los medios que trabajan por mantener viva la llama de la cultura. Lorena Rubiano Fajardo, Bogotá.

 

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Mirador del Suroeste

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Por Orlando Cadavid Correa, gran pregonero de los valores de Antioquia, conocí hace un año la revista Mirador del Suroeste, fundada y dirigida por el arquitecto Jaime Vásquez Restrepo. Desde entonces la leo con mucho aprecio.

El primer número apareció en diciembre de 2001, y su finalidad básica fue la de recoger la vida del suroeste antioqueño, exaltando su historia, personajes, costumbres y tradiciones a través de crónicas, anécdotas, sucesos municipales y creaciones literarias. De paso, le echa vistazos permanentes a toda Antioquia y no olvida registrar hechos destacables de la vida nacional.

Desde su fundación, la revista ha tenido una periodicidad trimestral, que nunca ha fallado. Se inició con un tiraje de 800 ejemplares y hoy llega a 2.000. El primer número fue de 44 páginas y hoy fluctúan las ediciones entre 52 y 68 páginas, dependiendo de la parte financiera. La publicidad es costeada en gran parte por la empresa privada: la oficial es casi nula. Las ventas y suscripciones sólo llegan al 10% del tiraje, y el 90% restante es de distribución gratuita.

Todo lo hace Vásquez Restrepo por amor a su tierra. No se trata de una empresa rentable, pues los ingresos apenas compensan los costos, cuando no es que el director filántropo atiende con su propio peculio el déficit de algunas ediciones. Es un delicioso hobby que lo hace vivir y le produce regocijo espiritual.

Con la asesoría del comunicador Alonso Orozco Cadavid, Vásquez Restrepo concibió la idea de la revista como una manera grata de ocupar la etapa de retiro de la vida laboral. Jubilado después de intensa actividad como arquitecto y constructor, sus días transcurren en medio de los afanes editoriales, por lo demás placenteros, que exige cada número trimestral. No hay lugar para el ocio ni el deterioro físico y mental. Ejemplo digno de mostrarse y exaltarse como motivo aleccionador para los jubilados.

En 1969, Vásquez Restrepo se graduó de arquitecto en la Universidad Pontificia Bolivariana y se especializó como interventor en la construcción de viviendas del Instituto de Crédito Territorial. Extendió su experiencia profesional a varias importantes empresas, como Impac, Metrocable de Occidente, Metro Cable Santo Domingo, Suratep, Biblioteca Temática de las Empresas Públicas de Medellín, Eternit Pacífico. Fuera de Antioquia, atendió distintas zonas de trabajo, como Cali, Chocó, Bucaramanga y Pereira.

Queda por decir que Mirador del Suroeste es una publicación pulcra, esmerada en su presentación y en sus artículos, y que mantiene alto espíritu regionalista por el progreso de los pueblos antioqueños, sobre todo de la zona geográfica que se destaca en el título. En cada número se realza un municipio, con amplia información local y despliegue fotográfico de los personajes y obras del lugar. En el último número, el de diciembre pasado, el turno fue para Andes.

Me cuenta Vásquez Restrepo que el número 4 fue dedicado a Salgar, patria chica del entonces presidente Uribe, para hacerlo coincidir con el encuentro de los dirigentes del suroeste antioqueño, entre los que se hallaba el propio Uribe. Con tal ocasión, se dieron cita muchas personas que lo conocían desde niño y que se dedicaron a contar sabrosas anécdotas en torno al personaje. Allí se hizo presente su primera maestra, a quien el Presidente rindió tributo de cariño y gratitud, lo mismo que un viejo recolector de café, ciego, casado y con varios hijos, a quien puso como ejemplo de tesón y de trabajo.

Supe también de la experiencia vivida por el director en el número dedicado a Jericó, que le permitió conocer las 19 iglesias o capillas que tiene el municipio, “caso único –dice– en Antioquia y creo que en Colombia, en un municipio de ese tamaño”.

La materia prima de la revista es el hombre. Y a través de él, la tierra antioqueña, como emblema de trabajo y tradición. Con un promotor entusiasta, en su etapa del descanso creador, que lo mantiene joven y jovial: Jaime Vásquez Restrepo.

El Espectador, Bogotá, 2-II-2011.
Eje 21, Manizales, 5-II-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 5-II-2011.

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