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Archivo para febrero, 2012

Tarifas financieras

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En el primer encuentro que tuvo el presidente Santos con los banqueros les manifestó  lo siguiente: “Hay que ser imaginativos, hay que diseñar programas, hay que hacer publicidad creativa, hay que ver la forma de bajar los costos de tener una cuenta bancaria o los requisitos para entrar al sistema bancario, sin elevar demasiado el riesgo de las entidades”.

Casi nada es lo que se ha conseguido como respuesta del sector financiero al mensaje presidencial. Y han corrido nueve meses desde que se inició el actual Gobierno. Desde los inicios de su administración, el presidente Santos expuso como punto vital para impulsar una de sus locomotoras el de aumentar la bancarización del país, programa consistente en obtener, mediante mayores atractivos, el ingreso a la banca de un buen número de colombianos que, pudiendo hacerlo, se mantienen marginados de esas instituciones.

El nervio para lograrlo está en la disminución razonable de los altos costos que pagan  los usuarios de las cuentas y de las tarjetas bancarias. En el manejo de una cuenta de ahorros, por ejemplo, los bajos rendimientos que recibe el cliente quedan borrados, en la mayoría de los casos, por la cantidad de contribuciones que deben pagarse al sistema. Por eso, buen número de colombianos prefiere dejar su dinero “debajo del colchón”, con este elemental raciocinio: ¿para qué guardo mi plata en el banco si salgo perdiendo, y además me expongo a que desaparezca en manos de los defraudadores que hacen de las suyas en las entidades financieras?

Este potencial de dinero improductivo se está perdiendo para la economía del país. De ahí el interés del Gobierno por lograr ingresarlo a la banca. Sin embargo, los banqueros han estado remisos a disminuir sus tarifas. En vista de lo cual, el ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, adoptó con ellos una posición severa al advertirles, hace varios meses, que si no se conseguía ese propósito de manera armónica, se pensaría en la intervención de las tarifas.

Por su parte, el superintendente financiero, Gerardo González, habló de mano dura contra los abusos de algunas entidades, y el vicepresidente, Angelino Garzón, dijo que las entidades “no tienen contemplación” a la hora de hacer esos cobros. Así caldeado el ambiente, el Gobierno decidió aumentar la tasa de usura como un incentivo a la banca, que de esta manera cuenta con un margen superior para el rendimiento de la cartera.

Tres o cuatro entidades financieras anunciaron, con grandes titulares en la prensa, la eliminación de algunas tarifas. Actitud plausible, aunque aislada, que no soluciona el problema de conjunto. Mientras tanto, la pelea del ministro de Hacienda con la banca se ha apaciguado. La gente se pregunta qué ha sucedido después de tanto alboroto, para que las cosas en líneas generales sigan lo mismo. María Mercedes Cuéllar, presidenta de Asobancaria, ha mantenido no solo una posición cerrada en defensa del gremio que representa, al oponerse a la rebaja de las tarifas o a su intervención, sino antagónica frente al ministro Echeverry.

En estos días la Superintendencia Financiera publicó en la prensa un cuadro donde se discriminan las tarifas y las tasas de interés por las tarjetas débito y crédito que cobran (o no cobran) las entidades bancarias que operan en Colombia, y al principio de la página aparece esta anotación: “¡Nosotros le informamos, usted decide!”.

El propósito de este aviso –se entiende– es el de que los propios clientes escojan, bajo dicha consideración, el organismo que más les convenga. Es una especie de veto contra las tarifas más costosas. Pero cabe pensar que por este método no se atacará la raíz del problema. Se esperan medidas efectivas para que la clientela de los bancos pueda respirar mejor. Esta lucha viene desde hace varios años.

El Espectador, Bogotá, 19-V-2011.
Eje 21, Manizales, 19-V-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 21-V-2011.

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Un Procurador histórico

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La leyenda de La espada de Damocles, que las sociedades olvidan con tanta facilidad, vino a revivirla el actual Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, quien a través de acciones ejemplarizantes ha demostrado que la corrupción y la desidia en el cumplimiento de las funciones públicas deben reprimirse con mano dura y sin miramiento alguno. Donde hay benignidad de la conducta habrá deterioro del bien público.

Desde que en enero del 2009 se posesionó del cargo e inició su campaña depuradora, comenzaron a sentirse voces de protesta contra sus actos, las que venían, por supuesto, de personas y sectores acostumbrados a delinquir o ser negligentes en sus deberes, para luego ampararse en la rampante impunidad que tiene traumatizada la vida del país.

La gran mayoría de la opinión pública vio que había llegado un verdadero Procurador, en el amplio sentido que le da la Constitución (artículo 277): “Vigilar el cumplimiento de la Constitución, las leyes, las decisiones judiciales y los actos administrativos; proteger los derechos humanos y asegurar su efectividad; defender los intereses de la sociedad; velar por el cumplimiento diligente y eficiente de las funciones administrativas; ejercer vigilancia superior de la conducta oficial de quienes desempeñan funciones públicas, inclusive las de elección popular”, entre otros objetivos de absoluta precisión.

Eso es lo que ha hecho el Procurador. Así lo definió él mismo como respuesta a sus detractores: “Yo garantizo lo que está en la Constitución y en la ley, no puedo hacer lo que quiera, sino lo que el ordenamiento jurídico me indica”. Fiel a ese mandato, y procediendo con el temple que le imprime su carácter decidido y moralizador, durante los dos años y cuatro meses que lleva en la posición ha impuesto 800 sanciones a alcaldes, cifra alarmante en este país que tiene alrededor de 1.100 municipios. Esto hace suponer que por lo menos el 70% de los alcaldes incurre en faltas administrativas. Unas se destapan, otras permanecen ocultas.

Aparte de los alcaldes, su acción de vigilancia ha llegado, y de qué manera, a los altos niveles del Estado. Su espada de Damocles ha caído sobre parlamentarios en ejercicio, como la senadora Piedad Córdoba (sus propios electores), sobre el contralor de Bogotá Miguel Ángel Moralesrussi y el excongresista Germán Olano, a quienes impuso la destitución e inhabilidad para ejercer cargos durante largos años.

La última medida, que produjo verdadero revuelo en el país, fue la suspensión por tres meses del Alcalde Mayor de Bogotá, Samuel Moreno Rojas, por su omisión en la toma de controles para evitar la parálisis de obras fundamentales que mantienen atascada a la ciudad, y además como medida preventiva y prudente para vigilar la adjudicación de contratos por $ 6 billones (situación de alto riesgo para los intereses de la capital, teniendo en cuenta la presunta participación del hermano del alcalde, Iván Moreno, en el festín de los contratos, lo que ha causado una sangría de incalculables perjuicios en las cifras y el desarrollo de la ciudad).

Nunca antes había sido suspendido un alcalde de Bogotá. Y nunca antes el funcionario  había cometido tantos exabruptos y dejado de ejercer tantos controles. Como dentro de las funciones del Procurador está la de defender los intereses de la sociedad, así procedió Alejandro Ordóñez, con alto sentido de responsabilidad y rigor. El beneplácito de la ciudadanía al conocer su determinación no pudo ser más categórico. El caos que vive hoy la capital del país es el resultado de una pésima administración. Tarde se dio cuenta el electorado de semejante equivocación.

El ejemplo implantado por el Procurador ha surtido efecto en otros altos organismos,  como la Contraloría General de la República y la Fiscalía General, cuyas titulares  también han llegado con mano dura a ejercer sus cargos. Antes, la línea general era la corrupción y la impunidad. Hoy, la moda es la moral y el castigo. Confiemos en que ese estado se preserve por mucho tiempo.

Alejandro Ordóñez Maldonado –ccon Mario Aramburo Restrepo, Jaime Serrano Rueda y Carlos Mauro Hoyos en momentos memorables de la vida pública– ya ingresó a la galería de los procuradores históricos.

El Espectador, Bogotá, 11-V-2011.
Eje 21, Manizales, 12-V-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 14-V-2011.

* * *

Comentarios:

Me parece que el buen desempeño cumplido en un cargo es apenas la obligación que se desprende de la aceptación de una responsabilidad y por eso no debería ser motivo de mucho elogio. El señor procurador  lleva poco más de dos años en el cargo y por tanto resulta prematuro calificar su desempeño como histórico. Algunas posiciones suyas, como la asumida frente al fallo de la Honorable Corte Suprema de Justicia, con respecto al aborto, van en contravía de esa altísima instancia y es notorio el malestar que al funcionario le ocasiona el tema.  No puede el más alto adalid y representante de toda la sociedad tratar, a toda costa, de imponer su criterio personal, basado en sus convicciones religiosas, por encima del interés general y aun de la normatividad vigente. Estoy de acuerdo en que el funcionario posee valor civil, para tomar decisiones, pero reitero, es apenas lo que le corresponde hacer. Gustavo Valencia G., Armenia.

Leí el artículo sobre el procurador Ordóñez y me pareció buenísimo y muy merecido el elogio a tan incorruptible funcionario. Ojalá lo leyeran todos los colombianos para que lo apoyaran en sus decisiones. Daniel Ramírez Londoño, Armenia.

Totalmente de acuerdo con los planteamientos acerca del magnífico desempeño del señor procurador, lo cual tiene indignado al corrupto gremio que nos gobierna. No se sacian con nada, a costa de una ciudad, de sus gentes y del país entero. Ojalá su espada siga descabezando a tanto mediocre de cuello blanco. Inés Blanco, Bogotá.

Medio siglo de La rebelión de las ratas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La rebelión de las ratas gana en España, en 1961, el premio Selecciones Lengua Española de la Editorial Plaza & Janés y le hace conquistar a su autor alto renombre nacional e internacional. En ese momento Fernando Soto Aparicio tenía 28 años de edad, y a partir de entonces inicia una vertiginosa carrera, hasta convertirse en uno de los escritores más prolíficos y acreditados del país, con una obra que se aproxima a los 60 volúmenes.

La novela no se pudo publicar en 1961 ya que el régimen de censura implantado por el general Franco, al considerarla subversiva y posible detonante de problemas sociales, prohibió su edición en España. En vista de lo cual, los abogados de la editorial presentaron un recurso de apelación. Además, se dejaron sentir las protestas de varias asociaciones de escritores.

La respuesta a esta reacción fue la de permitir la publicación, pero mutilándole 40 páginas, lo cual fue rechazado en forma categórica por Soto Aparicio. Frente a nuevas apelaciones y protestas, las que se habían extendido a escritores de varios países, en 1962 pudo publicarse la novela en su integridad. Ganó la literatura y perdió la implacable censura del gobierno dictatorial, como tenía que ocurrir.

La rebelión de las ratas fue publicada diez años antes que Cóndores no entierran todos los días, de Gustavo Álvarez Gardeazábal. Ambas novelas se convertirían en la mayor insignia de sus autores y están entre las primeras obras cronológicas de sus carreras. Esto indica que el triunfo en el arte es caprichoso. Después de tales títulos, y por más altura que tomaron los escritores, nunca consiguieron superar aquellas producciones de juventud que recibieron –y siguen recibiendo– los mejores comentarios del público.

En el presente mes de mayo y dentro de la Feria Internacional del Libro se produce la reedición de las dos obras con motivo de los 40 y 50 años que cumplen desde su primera impresión. Y se presentan varios hechos curiosos: ambas novelas fueron ganadoras de premios de España, sus autores tenían 26 y 28 años de edad cuando obtuvieron el galardón, las dos novelas corresponden al género de denuncia, ambos autores nacieron en el mismo mes (Soto Aparicio, el 11 de octubre 1933, y Álvarez Gardeazábal, el 31 de octubre 1945), y por otra parte, ambos tienen el número 1 en el día del natalicio.

Álvarez Gardeazábal escribe un excelente prólogo para la edición de lujo de La rebelión de las ratas, de Panamericana Editorial, donde anota: “Su autor, tal vez más respetado que promovido, ha seguido batallando con uno y otro libro, con uno y otro tema, abriéndose en la historia nacional un nicho igual al que los creyentes de su natal Boyacá les abren a las distintas manifestaciones de la Virgen María en los taludes de sus carreteras o en las orillas de las montañas (…) La vigencia de esta obra la ha dado el mayor crítico que posee la literatura: el paso de los años. Ha resistido convertida en ícono de una durísima realidad colombiana que no se nos acaba. La eterna batalla por sobrevivir”.

La literatura está de plácemes con esta doble efemérides. Cóndores y rebeliones van de la mano en la espectral violencia que, nacida en los años 50 del siglo pasado, arruinaron la paz del país. Las denuncias del escritor boyacense y del escritor tulueño no han perdido vigencia.

Nunca pensaría Fernando Soto Aparicio que aquel Rudecindo Cristancho que llegó a conseguir trabajo en una mina de carbón en el pueblo imaginario de Timbalí (Boyacá), que encontró la acogida de una prostituta –Cándida– y más tarde lideraría la rebelión de los trabajadores contra el hambre y la explotación, encarna el mismo minero de la época actual, vilipendiado por el trabajo infame y las mismas condiciones de ruindad y servidumbre de hace 50 años. Cambiando de escenario –y no de patronos tiranos–, La rebelión de las ratas es otra Germinal, de Emilio Zola. Tanto la novela francesa como la colombiana se convertirían  en poemas épicos del trabajo.

El Espectador, Bogotá, 4-V-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 7-V-2011.
Eje 21, Manizales, 7-V-2011.

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Comentario:

Poema épico de los de abajo, tu columna, dedicada  al escritor Soto Aparicio, es una bendición merecida de tu pluma para el escritor más consagrado de Colombia, aunque sin muchos medios, pero con muchos aplausos. Desde Sevilla, te mando un cálido saludo solidario con la amistad y las letras. Ramiro Lagos, Sevilla (España).

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El furor de las aguas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nunca pensó el presidente Santos que durante su gobierno le correspondería reconstruir al país, afectado de manera catastrófica por la peor ola invernal que ha ocurrido en toda la historia colombiana.

Ocurrida la emergencia a los pocos meses de iniciada su administración, las cinco locomotoras que anunció en la campaña presidencial para el desarrollo de la nación (sector de la vivienda, infraestructura, sector agrícola, sector de la minería y el petróleo, y desarrollo tecnológico) aún no han tomado impulso. No es que esas iniciativas estén paralizadas, sino que la atención del desastre les ha quitado el vigor que por estos días, nueve meses después de iniciado el gobierno, debería mostrar resultados evidentes que no se ven.

Mientras tanto, las fuerzas desatadas de la naturaleza mantienen a la gente perpleja y atemorizada ante tanta desgracia pública que ocurre en todo el territorio. Grave situación la causada por este crudo invierno que no ha cesado en un año y que se prolongará, según el Ideam, hasta el mes de junio en la región andina, pero luego las lluvias se trasladarán a la costa del Atlántico.

El desborde de los ríos, quebradas, lagunas y embalses hasta extremos nunca imaginados ha destruido la red vial, inundado poblaciones enteras (como Útica), arrasado cosechas, ahogado animales y producido una verdadera hecatombe nacional. Los muertos ascienden a 418 (entre ellos, 90 en el presente año). Las personas afectadas pasan de tres millones, y muchas han quedado en la ruina absoluta.

La Sabana de Bogotá ha sido una de las regiones más castigadas por el furor de las aguas. Se perdieron grandes cantidades de fresas, flores, hortalizas y papa en más de 20.000 hectáreas inundadas. La leche sufre una merma de 300.000 litros. Los ríos Bogotá, Frío y Ubaté irrumpieron como tromba maldita. La Universidad de la Sabana, que ha puesto tanto empeño en la construcción y mantenimiento de su sede, quedó anegada. La laguna de Fúquene, que desde muchos años atrás ha mermado su nivel a merced de los cebolleros, se rebosó como jamás había sucedido, ahogó las siembras de cebolla e hizo imposible el tránsito en una carretera de vital importancia para la región.

La primera lección que puede sacarse de esta debacle es el maltrato continuo  que se le ha dado al medio ambiente durante largo tiempo. Colombia, país de inmensa riqueza ecológica, no ha sabido cuidar la naturaleza. Por eso, esta se rebela y cobra los abusos cometidos. En lugar de cuidar la forestación de los montes y las riberas de ríos y lagunas, hacemos todo lo contrario. Queda una segunda lección, entre las más significativas: la precariedad del Estado para contrarrestar con prontitud estos golpes sorpresivos. En este terreno cabe mencionar la pésima estructura de las carreteras, prioridad que registra un retraso inaudito y nos tiene a la zaga de la mayoría de países del continente.

El director del Ideam, Ricardo Lozano, define muy bien el fenómeno: “La Niña no ha dejado de impactar al país. Es como un huracán completo que entra y se queda por meses”. Y del presidente Santos es la siguiente revelación: “Cuando me fui a la sierra nevada de Santa Marta a saludar a los mamos, ellos me advirtieron que la naturaleza se vengaría de los abusos del hombre y que el país se vería enfrentado a grandes inundaciones en su territorio”.

En medio del desastre, hay que admirar la serenidad, el tino y el pragmatismo con que el presidente Santos ha sabido afrontar la crisis. Si todavía sus cinco locomotoras no han emprendido la plena marcha, frenadas por la conmoción nacional, el Gobierno ya puso en marcha mecanismos eficaces de apoyo a la gente damnificada y reconstrucción de los bienes materiales más apremiantes. Por lo pronto, están arbitrados 4,4 billones de pesos para cubrir buena parte de los destrozos.

Hay que confiar en las buenas acciones del Gobierno y no permitir que el optimismo, que es la principal fuerza para salir del naufragio, se debilite. Y nos ayude a fortalecer la esperanza.

Eje 21, Manizales, 28-IV-2011.
El Espectador, Bogotá, 28-IV-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 30-IV-2011.

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Comentarios:

Creo que el furor de tanta agua es buscando limpiar esa suciedad que nos invade, no el invierno. Luis Fernando Echeverri Calle, Medellín.

Tarde o temprano, la Naturaleza siempre pasa la factura, y ahí vienen entonces el llanto y el crujir de dientes. Muy buena tu columna, y ojalá que sea fundado tu optimismo en la gestión presidencial. Ricardo Bada, Colonia (Alemania).

Perfecta descripción de lo que los colombianos estamos viviendo. Esta vez, a diferencia de años anteriores, el invierno tocó todos los estratos sociales y es así como se sensibiliza aún más este grave problema de la naturaleza enfurecida por el mal manejo de las manos nuestras. Si no nos concientizamos, toda esta deforestación que se viene presentando será nuestro enemigo permanente, como lo ha sido el hombre para la tierra. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Para los que vivimos en el exterior es triste y depresivo ver cómo se anega nuestro bello país, pero da rabia y coraje que mientras la ola invernal arrasa con todo y se necesitan recursos monetarios de urgencia, los corruptos y ambiciosos cínicamente y sin ninguna vergüenza siguen esquilmando el tesoro público y privando a sus compatriotas de recursos urgentes y necesarios. Luis Quijano, Houston (Estados Unidos).

Reglas básicas de buen periodismo

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Me pide Ángel Castaño Guzmán mi opinión sobre la prensa escrita en el Quindío con destino a una investigación que adelanta sobre el periodismo de la región. Por no residir en el Quindío, no me queda fácil elaborar un concepto a profundidad sobre dicho asunto, pero me referiré en cambio a varios principios fundamentales que gobiernan la profesión del periodista en cualquier lugar.

El primero de ellos es el de la independencia conceptual. El periodista debe mantener un criterio autónomo, fortalecido por la ética y la moral, para dar la información o criticar hechos censurables de la vida pública sin estar atado a conveniencias personales. La verdad debe prevalecer por encima de toda circunstancia. Esto supone el no depender de favores, obsequios o tratos interesados del público o las autoridades.

Distinguirá lo que es cierto de lo que es falso o engañoso. Para hacerlo, debe buscar fuentes serias de información y no conformarse con la primera versión, sino confrontar los hechos. Cuando critica, debe hacerlo con altura y precisión, huyendo de la ambigüedad, la ligereza o el lenguaje oscuro. Antes de dar a la publicidad cualquier escrito, debe releerlo, corregirlo y darle la mayor exactitud y comprensión posible. No olvidar que de su palabra depende la honra ajena.

Cuando Rodrigo Gómez Jaramillo se posesionó de la Gobernación del Quindío en el año de 1984, pidió a los periodistas que eliminaran la lisonja, la alabanza o la adulación, y que le criticaran sus errores y se convirtieran en vigilantes de la moral pública, como camino propicio para defender los intereses de la sociedad.

Él no quería una prensa amiga, sino una prensa crítica. Valiosa lección que ojalá nunca se olvide. ¿Esa regla de oro se practica hoy en el Quindío? El mejor amigo es el que nos dice la verdad, recordó el Gobernador, e invitó a los periodistas a ser censores y no conformistas. Al respecto, dice el escritor boyacense José Umaña Bernal: “El periodismo es oficio de hombres libres; y sólo en la rebeldía se conserva la dignidad”. No debe entenderse la rebeldía como irrespeto, grosería u ordinariez y dicha actitud debe expresarse con elegancia, carácter y categoría.

El bien decir y el bien escribir es regla primordial en el oficio del periodismo. ¿Cómo puede alguien ejercerlo con idoneidad y donaire si no domina las reglas esenciales de la gramática, la ortografía y el bello estilo? Nótese que los grandes periodistas son al mismo tiempo grandes literatos. No se hicieron de la noche a la mañana, sino que se quemaron las cejas estudiando textos con asiduidad, asistiendo a cursos frecuentes, leyendo mucho y depurando con rigor sus artículos.

Por desgracia, la gramática está sacrificada en los predios generales del periodismo. Los que se salen del pelotón son los que hacen carrera, se distinguen ante el público (el mayor censor y el mayor dispensador de méritos), y en una palabra, se vuelven maestros de su noble y hermoso destino.

Bogotá, 15-IV-2011.

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