La pintora Diana María Ortiz
Por: Gustavo Páez Escobar
La mayoría de los cuadros se recrean en paisajes y casas coloniales del Quindío, de donde Diana María es oriunda. En el año de 1987 inicia en la Universidad Nacional sus estudios sobre acuarela, que prosigue al año siguiente en la Universidad Javeriana y más tarde afianza con profesoras privadas. Como sucede con la vocación verdadera, la artista no ha cesado de perfeccionar sus acuarelas, que le han hecho ganar elogios de la crítica en las ocho exposiciones que ha realizado a partir de 1991, tanto en la capital de la república como en otras ciudades del país.
La última exposición tuvo lugar en la sala del Club El Nogal de Bogotá, donde alternó con Manuel de los Ríos, pintor de amplia trayectoria y cuyos cuadros han salido a distintos países. Antes se había presentado en la galería Skandia, otro sitio de renombre capitalino. Esto certifica el nivel profesional a que ha llegado la artista quindiana. Sus acuarelas, que tienen alta cotización en el mercado, han sido adquiridas con predilección por coleccionistas de Colombia y del exterior.
La armonía y vitalidad con que muestra la comarca quindiana a través de sus casas fascinantes, sus calles y caminos soñadores, sus horizontes sedosos y cielos claros, penetrados de embrujo y sosiego, cantan el poema de su tierra y enaltecen los prodigios del arte. Ella nació para ser retratista de paisajes e intérprete de las tradiciones de sus antepasados.
Pinta la realidad del ambiente con pinceladas de magia. A la vetusta vivienda sostenida entre tablones y guaduas; a la calle empedrada que se niega a desaparecer; al balcón abandonado que conoció de amores y confidencias, les pone alma y colorido y encanto.
Los macizos portones y contraportones, las chambranas invencibles, los amplios corredores con sus añejas barandas de maderas primitivas, las gruesas paredes que han cargado con varias generaciones, todo parece detenido en el pasado y en el recuerdo para testimoniar la validez de la cultura antioqueña, que es la misma caldense, risaraldense y quindiana.
Por los caminos abiertos del Quindío, que ayer fueron de nutridas arrierías y deleitosas posadas camineras, y hoy son de pavimento, velocidad y modernismo, camina una artista de la propia tierra (que nada tiene que inventarse) detrás del legado arquitectónico que le confiaron los tiempos idos. En sus cuadros cobra vida la arquitectura de la región cafetera –que ha sabido preservarse a pesar de la metamorfosis de la convulsa época actual–, y se recupera el ámbito quindiano como una herencia irrenunciable.
Entre luces y contrastes, entre placideces dormidas y realidades placenteras, Diana María Ortiz Jaramillo construye y reconstruye, en sus acuarelas de vida y recordación, el hogar de sus mayores.
La Crónica del Quindío, Armenia, 26-VI-1996.