Otro cuentista quindiano
Por: Gustavo Páez Escobar
Nunca me imaginé, durante mis quince años de estadía en el Quindío, que en César Hincapié Silva se escondía un cuentista.
Siempre lo conocí como político y economista. Trasladado yo a la capital del país, un día lo encontré en el acto académico que se le tributó al escultor Rodrigo Arenas Betancourt días después de su secuestro. Era el primer acto cultural donde veía a Hincapié Silva y su presencia me causó sorpresa.
Tiempo después estuve en el Quindío, y él me obsequió su libro recién editado: El camello de la planeación (1993). Título novedoso, donde el autor expone interesantes tesis sobre esta ciencia del derecho económico, en la que es experto. Como Hincapié Silva es un planeador –o sea, un futurista–, se adelantó con su camello al elefante de estos días, el del proceso 8.000, que tantas «camelladas» peligrosas le produce al presidente Samper.
Hincapié Silva ocupa ahora la presidencia del Concejo de Armenia, y este es otro de sus campos naturales. En síntesis, el amigo ha sido político, abogado, economista, domesticador de camellos… ¿Pero cuentista? He leído varios cuentos suyos en La Crónica del Quindío. Y vuelvo a sentir sorpresa ante sus incursiones en la narrativa breve.
Se mueve con acierto en este campo. Era una fibra que mantenía oculta, y por eso no parece improvisada. Además, el cuentista sorpresivo –y sorprendente– surge del Quindío, tierra fértil para este género. Cuando ya han desaparecido los maestros del cuento que tanto brillo le dieron a la región, con Eduardo Arias Suárez a la cabeza, que sea bienvenido el nuevo discípulo de esta escuela en extinción, que no puede dejarse acabar.
Y voy a formularle una cordial invitación, aprovechando su liderazgo en el Concejo. Como las nuevas generaciones no saben quién es Eduardo Arias Suárez, hay que recordárselo: el mejor cuentista que tuvo Colombia, con renombre internacional. Ya que Hincapié Silva lleva la vena literaria del precursor, lo cual es una herencia y al mismo tiempo un reto, se encargará de revivir su nombre en la propia tierra nativa, que lo tiene olvidado.
Si a Tigrero, el fundador de la ciudad, el alcalde actual le va a erigir un monumento –acto digno de alabanzas–, ¿por qué no hacerlo con Eduardo Arias Suárez, maestro insuperable de cuentistas?
La Crónica del Quindío, Armenia, 17-VI-1996.