Biblioteca Torres Quintero
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
En la Biblioteca Departamental de la ciudad de Tunja se ha fijado el retrato de Eduardo Torres Quintero, el mayor promotor de la cultura boyacense en los últimos tiempos. Por eso, el recinto lleva el nombre de este gran batallador de las letras. La biblioteca fue creada por la ley 92 de 1870, expedida por la Asamblea Legislativa de Boyacá y sancionada por Felipe Pérez, presidente del entonces Estado Soberano de Boyacá. Hoy funciona como dependencia del Instituto de Cultura y Bellas Artes, y es su directora, desde hace 14 años, la bibliotecóloga Josefina Vinueza Benavides, que ha cumplido una labor digna de aplauso.
Es interesante observar cómo, a través de los 121 años transcurridos, esta casa de lectura e investigación se ha mantenido como motor de la cultura regional. Han dirigido su destino prestantes figuras de las letras, como Juan Clímaco Hernández, uno de los más notables escritores de Boyacá y representante del movimiento indigenista de Colombia.
Supera la biblioteca los 20.000 volúmenes, acervo que se va a incrementar mediante la campaña que ha iniciado Josefina Vinueza para que los escritores de la región hagan llegar sus obras con destino a la Sala Boyacá, proyectada para recuperar el material bibliográfico que ha producido el departamento a lo largo de su existencia. Este llamado es extensivo a los editores y entidades tanto oficiales como privadas que producen publicaciones.
Una biblioteca pública es el mejor sitio para guardar la memoria de los pueblos y exhibir las raíces cultas de un país o una comarca. Allí es donde mejor se protege el nombre del escritor contra el comején del tiempo. Si, por ejemplo, un archivo histórico no defiende la novela histórica Los tres Pedros en la red de Inés de Hinojosa, del sogamoseño Temístocles Avella Mendoza, no se hubiera rescatado, un siglo después, esta joya bibliográfica que permanecía ignorada por las actuales generaciones; obra que sirvió de guía para otra famosa novela, también de autor boyacense: Los pecados de Inés de Hinojosa, de Próspero Morales Pradilla.
En la biblioteca tunjana se ha creado, dentro de la Sala Infantil, el que su directora llama el Club de Amigos, integrado por niños de 6 a 12 años, a quienes se les estimula el gusto por la lectura y además se les organiza en grupos de danzas, teatro y títeres. Estuve allí hace poco y quedé maravillado con la abundante asistencia que encontré, sobre todo del sector estudiantil. La prueba de una biblioteca está en el número de lectores que tenga. Y esta de Boyacá, que no se conforma con abrir sus puertas a todos los públicos, mantiene, con sus unidades móviles, permanentes desplazamientos a los municipios que carecen de dicho servicio.
En las bibliotecas reposa el alma de los pueblos.
El Espectador, Bogotá, 23-X-1991.