Armenia es un amor
Por: Gustavo Páez Escobar
El doctor Jesús Antonio Niño Díaz, gobernador del Quindío y golfista de tiempo completo, lanzó para su segunda gobernación una rápida cuña: “Armenia es un amor». Es al mismo tiempo una afirmación y un reto. La trajo de su consulado de Boston, donde había permanecido por algún tiempo con nostalgia de su tierra y de sus palos de golf. Había experimentado, sin duda, la tristeza que da la patria lejana. Renunció y se vino presuroso a recordarnos que Armenia es la mejor tierra. «Es un amor». Con eso se expresa todo.
Ahora que se realiza un nuevo Abierto de Golf en el Club Campestre, tan hospitalario y familiar para los jugadores de todo el país, y ahora que de nuevo se me pide que escriba unas palabras para su revista, nada tan oportuno como soltar el slogan de que «Armenia es un amor». Sale la frase, si se quiere, de los propios predios del golf, donde el doctor Niño Díaz es asiduo practicante del refinado deporte que le ha hecho conquistar amigos y lo ha llevado, entre rondas y certeros golpes, a planear el progreso de su ciudad.
Varias generaciones han recorrido estos campos del regio deporte, entre atardeceres y efusivas muestras de amistad. El nacimiento del Club Campestre arranca el 22 de marzo de 1937, según nos lo contó hace poco el historiador de este centro social, don Óscar Jaramillo Jaramillo, otro golfista de tiempo completo, aunque flojo para un recorrido de cuatro horas. Se dice de él que es el único golfista del país que no juega completo un partido, pero nadie ignora que es de los más perseverantes en las canchas.
En estos 45 años mucha historia corre por los huecos del campo deportivo, y es obvio que las actas que protege Óscar con tanto celo digan también del desarrollo de una ciudad que a paso veloz se ha transformado en uno de los centros más pujantes del país. Baste recordar, como simple dato que atestigua el paso del tiempo, que el valor de la primera cuota fue de tres pesos. ¿Cuánto vale hoy, don Óscar? Es mejor no revelarlo, para que los golfistas continúen sintiéndose sanos y jóvenes.
Es el Club Campestre una de las referencias más propias de Armenia. Desde aquí, en los últimos tiempos, se ha forjado su desarrollo. Los gobernantes se dan cita entre arreos golfísticos y acometen con brío entre hueco y hueco, mientras la ciudad no se detiene y se siente impulsada para continuar como capitana de las ciudades intermedias. Cada golpe de pelota en el Club es como un golpe de progreso en la ciudad.
Armenia, que se acostumbró a tener amigos en todos los confines del país, los recibe con alborozo, siempre cariñosa y siempre retadora. De aquí salen con celos de sana emulación muchos de los distinguidos visitantes que algo nuevo encuentran en esta urbe palpitante, y llegan a sus ciudades de origen deseosos de aplicar los mismos moldes de este urbanismo inalcanzable. Y cada vez se van más convencidos de que «Armenia es una amor».
Revista del VII Abierto Cafetero de Golf (editorial), Armenia, junio de 1982.