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Archivo para sábado, 15 de octubre de 2011

Armenia se hunde

sábado, 15 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Mientras en el Concejo se ha formado todo un alboroto alrededor de unas posiciones burocráticas, Armenia se nos está hundiendo. Más que disputarse tales posicio­nes y crear líos administrativos, los concejales deberían ponerse de acuerdo para no permitir el resquebrajamiento de la urbe que les ha sido encomendada.

Hay aquí un hundimiento lento, persistente y que puede ser catastrófico. El mal avanza ante la indiferen­cia de las autoridades y la ciudadanía. Y tiene varios en­foques. Está, en primer lugar, la descomposición de las costumbres, de que tanto se ha hablado en esta colum­na. Se ha venido perdiendo la noción de la moral, en forma casi insensible, a medida que los hábitos honestos se cambian por fáciles prebendas.

Las juventudes desorientadas prefieren la vida lige­ra a la digna posición de la conducta. Con el halago del dinero –el nuevo signo que perturba la paz de las conciencias–, comienzan a apreciarse serios destrozos de la personalidad, que más tarde serán incurables.

El otro estrago, también de grave repercusión, se refiere al real hundimiento del terreno que hoy afecta a varias calles. En la carrera 19 se halla bloqueado un buen tramo de la calzada, con amenazas apremiantes sobre las edificaciones adyacentes. Con frecuencia se observa que en distintos sitios el terreno se consume destruyendo el pavimento. Nos hemos acostumbrado a estas averías, sin prestarles mayor aten­ción. Mientras tanto, el deterioro avanza por muchos frentes.

Es preciso lanzar una voz de alerta para reflexionar con seriedad sobre el gran peligro que se cierne sobre Armenia. Alguna foto callejera mostraba el enorme boquete abierto en la calle céntrica antes citada, como testimonio que pocos supieron apreciar en su exacta dimensión. La verdad es que Armenia se está hundiendo, y es preciso insistir en que este desmoronamiento camina por todas partes, tanto en el aspecto físico como en el moral.

Una quebrada subterránea atraviesa la ciudad. Sus aguas vienen perforando, a paso lento pero voraz, la firmeza del terreno. En algunos sectores se han formado verdaderas cavernas, como gráficamente me lo explicaba un profesional que conoce sus profundidades. El piso, por lógica, cede bajo el peso de las construcciones y los automotores. Pero no nos damos cuenta cabal de ello.

El casco urbano, montado sobre varias cañadas, muchas de las cuales fueron rellenadas con basura y tierra poco sólida, pierde consistencia en sitios más propensos a los deslizamientos. Se dirá que la ciudad no se va a caer de la noche a la mañana. Pero hay que buscar soluciones. En las entrañas de la tierra existe un enemigo invisible del que nos hemos desentendido.

Y no es una falsa alarma esta de recordar que Armenia está edificada sobre terreno peligroso. Es oportuno preguntar a las autoridades qué piensan hacer para contrarrestar la amenaza.

La Patria, Manizales, 29-XI-1980.

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Revolviendo el basurero

sábado, 15 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Los vecinos de los barrios Cincuentenario, Popular y Miraflores se han dirigido a las autoridades pidiéndoles que no los mantengan más tiempo entre basuras. En este sentido, como en muchos otros, los problemas cogen ventaja cuando no existen planes definidos de administración.

Estos sectores de Armenia requieren una detenida visita de las autoridades para solucionar los perjui­cios derivados de los focos de infección en que se han transformado. Esto de acumular desperdicios para rellenar una depresión del terreno equivale a jugar con la salud de una comunidad sometida a epidemias y malos olores. Convertir un sector residencial en criadero de ratas y zancudos indica falta de consideración para un vecindario pobre que merece ser tratado dentro de condiciones mínimas de salubridad y decoro.

La queja de estos barrios da pie para hacer algunas consideraciones alrededor de la basura. Su proceso, que debiera ser de completa higiene y practicado con sistemas modernos, resulta afrentoso para una capital que todavía cuenta con equipos obsoletos. Son equipos anticuados e insuficientes que están llamados hace mucho tiempo a ser renovados.

Hay que estudiar la renovación de estos carros desvencijados por el uso y los años, que recorren con desaliño nuestras calles dentro del pretendido propósito de asearlas, y las dejan en peores condiciones. Como los mecanismos de estos aparatos no funcionan eficientemente, parte de la basura que recogen regresa al piso y queda como manchas de una ciudad que no consigue mantenerse limpia. La sola circunstancia de que los vehículos muestren el  nada grato espectáculo de los desperdicios que transportan, pone de presente la necesidad de adquirir maquinarias modernas.

Tampoco hay horarios rigurosos. Las basuras de los hogares se acumulan  cuando el vehículo no pasa el día programado. En la puerta de la residencia son sometidas antes a implacable revisión de las cuadrillas de buscadores de cosas aprovechables para ellos, y que terminan revolviendo la paciencia de las amas de casa.

En una ciudad de menor categoría que Armenia dieron al servicio varios carros recolectores de reconocida capacidad. La ciudadanía los recibió con alborozo, como auténtico programa social. La basura tiene alma social. Si nos acostumbramos a vivir en medio de la mugre, se pierde la dignidad humana. La comunidad debe contar con adecuado ambiente higiénico y estético. La pobreza se tolera, y hasta engrandece a la persona, no así la suciedad.

Ciudades que como Medellín no se dejan ganar del reto del modernismo, saben  tratar las basuras. Hacen con ellas un proceso industrial. Lo practican como medio de eliminación de uno de los mayores lastres de las ciudades, y además como negocio. La basura es negocio. De ella se extraen las materias orgánicas para transformarlas en elementos comerciales.

Nos estamos dejando ganar la pelea de la basura. Aparte de recoger a medias los recipientes, estos son utilizados para rellenar hondonadas y alimentar los nidos de zancudos que invaden a toda la ciudad. Los habitantes de los barrios aludidos tienen toda la razón al poner el grito en el cielo. Es una manera de poner el dedo en la llaga.

La Patria, Manizales, 28-XI-1980.

 

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Reina por una noche

sábado, 15 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Gabriela Brum, la esbelta rubia alemana que acaba de conquistar entre 67 candidatas igualmente despam­panantes el codiciado título de Miss Mundo, terminó riéndose del concurso al renunciar, pocas horas después, a la corona. Esto de abandonar el cetro y los jugosos contratos comerciales resulta insólito, si la corona es la meta de la mujer hermosa que se somete a los mercados de la exhibición.

Gabriela, que atrajo la atención del mundo por pocas horas, tiene, sin duda, sentido del humor. Tal vez lo importante para ella era demostrar que poseía sufi­cientes encantos físicos para llegar a la cúspide de la admiración mundana. Logrado esto, prefirió volver al encuentro con su novio, el fotógrafo profesional que la triplica en edad y representa para ella mejor partido que los tediosos pretendientes que la acosarían por todas partes

Si desnuda había posado para el fotógrafo profesio­nal, es lógico pensar que sus atractivos de mujer de­ben ser para su hombre, que ella prefiere a la cáfila de glotones que la iban a perseguir, ceñida la corona. No sería por pudor que abandonó el trono, si conscientemente y sin ocultar su experiencia de modelo privada, se había presentado a desafiar los atributos de sus rivales. Ganó ella, en franca lid, y se dio el lujo de decirles a las mujeres del mundo entero que para ser hermosa no necesita en adelante, ni había necesitado, pasearse en hombros de la publicidad.

Pero hay quienes sostienen, entre ellos el cronista, que lo buscado por ella era el acto publicitario que se saliera de lo común. La publicidad es más efectiva y más rentable cuando va acompañada de escándalo. La rubia beldad de 18 años y 1.85 de estatura deslumbró a la nutrida concurren­cia del Teatro Albert Hall, de Londres, y luego logró impresionar a los públicos de todo el mundo que se encontraron con el hallazgo poco común, pero muy de la época, de la reina con pasado picante. Ella había posado viringa ante la mirada ávida de su novio, o su amante, y ahora hacía estallar esa bomba con indudable intención.

Esto quizás no es tan escandaloso en estos momentos donde el desnudismo es una de las expresiones naturales de esta época desenvuelta. Sin embargo, se hizo explosiva la noticia por tratarse de la reina mundial, cuyos patrocinadores debían protestar en nombre de las sanas costumbres. En estos sucesos, rodeados de cánones más o menos mojigatos, debe rechazarse todavía la impudicia, aunque la tendencia del mundo sea esa.

Condenar la falta de pudor de la reina es despertar el impudor de las mentes ansiosas que se entretienen con esta clase de pasatiempos. La mejor manera de asegurar un futuro de cifras generosas es provocando la murmuración mundana. Así lo buscó esta reina de una sola noche y de muchos contratos a la vista.

El mundo no se escandaliza con nada. El propio novio, o el amante, que como se ve son la misma persona, es el protagonista picaresco que se reirá a sus anchas con su máquina fotográfica. Su lente obtendrá mejores rendimientos económicos al salir del anonimato a las cimas del escándalo, llevado por su magnética beldad, la miss desnuda que estará haciendo babear a los viejos verdes de todas las latitudes.

Este impacto de lo insólito, y no un simple reinado de belleza, por más universal que sea, ha sido el motor para poner a funcionar los  mecanismos que fabrican billetes abundantes sin demasiado esfuerzo. Sólo se necesitaba una pose mundial, y ya se ve que un experto la logró valiéndose de su anatómica modelo que muchos se quisieran para dejar de ser tan insignificantes.

La Patria, Manizales, 26-XI-1980.

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Diciembre, de los comerciantes

sábado, 15 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El comercio, gremio sufrido, espera diciembre para mejorar las ventas. Ha estado sometido todo el año a una economía de sobresaltos. Cuando se esperaba la abundante cosecha cafetera, el mal tiempo castigó los cafetales. Para una ciudad como Armenia que vive en función del café, con ausencia de la industria pesada que empuje un desarrollo más positivo, las cosechas son el termómetro económico.

Si hay café, hay ventas en los almacenes. De lo contrario, apenas se logrará flotar, si es que el descalabro de los negocios no determina la quiebra. Son muchos, en efecto, los trastornos que ha tenido el comercio este año. Quedan  muchas cruces civiles de negocios que agobiados por la falta de compradores, la restricción bancaria y el estancamiento de la ciudad que permanece esclava de la suerte cafetera, tuvieron que cerrar sus puertas. ¿Cuándo llegará la solución de la ciudad industrial?

El comercio espera la llegada de diciembre para desquitarse de lo que no se hizo, o se hizo mal, en el resto del año. Con oportunidades eventuales como la fiesta de la madre, el día de los novios o el día de la secretaria, no se puede subsistir comercialmente. La vida de los negocios demanda mayor empuje. Es aquí donde hay que pensar en la  industria. No es posible echarle toda la culpa al café. Si el grano mueve la economía del país, deja, en cambio, de activar las finanzas locales. En otros lugares hay mayor afán por montar al lado de los cafetales, como sucede en Pereira, fábricas motoras del progreso.

Y llegó diciembre… Los comerciantes incrementarán sus ventas. Será su época  jugosa. Saldrán al mercado las primas de navidad, que  quedarán en poder de los almacenes. Los empleados, con este salario diferido, son los que arreglarán las ventas. Pero como nuestro comercio no es ni el más recursivo ni el más seductor, muchas personas se irán a las ciudades vecinas, y sobre todo a Pereira, a invertir el ahorro anual.

No sé cuál sea la estrategia de este año para atraer el interés de los armenios  en su propio comercio. La propaganda de todos los años no servirá. No es suficiente pre­gonar que los habitantes deben invertir en su tierra. Ha­brá que poner precios llamativos, exhibir mercancía no­vedosa, fijar horarios amplios y, en una palabra, responder al reto del comercio circunvecino.

Es la época de conquistar la prima de los empleados. También los cafeteros sacarán sus ahorros, por más que ellos dicen que viven en la ruina. El sistema UPAC reve­la otra cosa. Los comerciantes arreglarán algo las cifras de un año difícil. Ojalá que se vea la auda­cia para no dejar salir los dineros que pertenecen al Quindío. ¿Los comerciantes están preparados para demostrar mejores habilidades que los años anteriores?

La Patria, Manizales, 25-XI-1980.

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La permanente crisis

sábado, 15 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

No ha sido fácil el año que termina. Ni para el mundo, ni para Colombia, ni para nuestra sufrida ciu­dad. La crisis petrolera, un signo de la época, repercu­tió en todos los confines de la tierra originando otras crisis. Hoy el mundo vive en medio de agobiantes con­flictos. Las amenazas de guerras, las carestías de alimentos, la insuficiencia de bienes, el desvío de la moral son atentados que retan la capaci­dad del hombre contemporáneo.

Colombia se encuentra afectada por las especulaciones petroleras y ha teni­do que pagar los platos rotos. Aparte de los rumores de alzas, hay dificultades para sur­tir los mercados domésticos. A esto se suma la corrupción moral que da al traste con las sanas costumbres y que ha tenido otros desenlaces: la muerte de jueces y policías. En Medellín y otras ciudades las mafias imponen el terror para frenar el desarrollo e im­plantar la anarquía.

Descendiendo al plano local y pasando por alto infi­nidad de circunstancias adversas que gravitan sobre la vida de los colombianos, digamos que para Armenia ha sido el año de 1980 uno de los períodos más mar­cados por las limitaciones, las carestías y las incomodi­dades. Muchas cosas cabrían en estos términos, pero hablemos sólo del déficit permanente de los servicios públicos y de las estrecheces de la vida económica que registra índices preocupan­tes.

Para calmar la impaciencia de la ciudadanía por los continuos razonamientos de la luz, se habla de la esca­sez mundial del petróleo, como explicación apta pa­ra todos los casos, y se mencionan las reparaciones que se adelantan en la Chec y que imponen la disminución prolongada en los suministros habituales.

Pero no se admite la imprevisión. Lo cierto es que Armenia está desprevenida  para las emergencias. No se ha adelantado a los tiempos, por no tener visión del futuro. Con redes eléctricas deterioradas, con el acueducto estrecho, con el alcantarillado anticuado, no es posible hacerle frente a la angustiosa realidad de la urbe que ya se desbordó de sus límites.

Hay que pensar en grande. Necesitamos soluciones de envergadura. Es aquí donde se siente la ausencia de autoridad. No se ven líderes que aporten medidas de amplio vuelo. Estamos enredados en la politiquería y reducidos a la impotencia. Ningún programa serio se ve prosperar, porque se piensa con criterio estrecho. Vivimos en plan de tumbar gobernadores y alcaldes, como si se tratara de un deporte.

Las administraciones departamental y municipal se ahogan apenas iniciando su gestión. No hay proyección, no hay ambiente para transformar la ciudad. Falta un frente común para superar las dificultades.

Nos acostumbramos al remedio casero y desconocemos la alta terapéutica de las medidas eficaces. Es preciso ganar con decisión el desafío de los tiempos modernos. La ciudad se deteriora por falta de dinamismo. Los políticos se pelean las posiciones burocráticas. Se frena la visita presidencial por afanes domésticos. Renunciamos a que el Presidente de la República le ayude a la ciudad a remediar sus problemas.

Armenia, hoy más que nunca, reclama mayor audacia, mayor acción. Y espera que haya verdaderos líderes que consigan el progreso que sólo se obtendrá con ánimo generoso, luchador y constructivo.

La Paria, Manizales, 23-XI-1980.

 

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