Los cívicos de Armenia
Por: Gustavo Páez Escobar
Agrupar, movimiento cívico constituido pocos días antes de las elecciones de mitaca, conquistó importante caudal en las urnas, a poca distancia del jefe liberal Ancízar López López, que ha perdido la fuerza electoral que antes ostentaba. Entra así al Concejo esta agrupación respetable que consagra hechos nuevos en la vida municipal. Con mayor tiempo y mayores recursos económicos, habría conseguido ser la voz mayoritaria del Concejo. El respaldo popular así lo hace pensar.
La campaña, adelantada al margen de los partidos y con la bandera de luchar por esta ciudad que reclama mejor tratamiento, se ganó rápidas simpatías. A la gente le gustó la consigna de rescatar del abandono a un conglomerado que no camina al ritmo impuesto por su veloz transformación.
Cansados los armenios de las fallas públicas y recelosos de las promesas de los políticos en vísperas electorales, vieron en el movimiento cívico la garantía para buscar mejor suerte. Conservadores y liberales apoyaron esta asociación de servidores comprometidos a mejorar las equivocaciones de los últimos tiempos. Y esto lo anuncian en reto a los políticos, que en adelante tendrán que adoptar mejores sistemas de trabajo para que la ciudad recupere su dinamismo perdido.
Cuando los pueblos se vuelven grandes corren el riesgo, como sucede con Armenia, de que todo les quede estrecho. Las vías se tornaron sofocantes ante el crecimiento automotor, la energía eléctrica es escasa para la población en vertiginoso aumento, el acueducto se halla desactualizado, los teléfonos no alcanzan. Son síntomas del temible gigantismo que parece precursor de días todavía más angustiosos.
Las finanzas municipales, enredadas y maltrechas, ahogan muchos esfuerzos. El deterioro de las calles, la parálisis de obras abandonadas, la incapacidad para acometer otras, la inmoralidad de los funcionarios son atentados contra la comunidad. Es, por desgracia, el común denominador que frena el desarrollo del municipio colombiano. Pero en el país hay también ejemplos de superación. Y cuando a todo esto se agrega el morbo de la politiquería, los resultados son catastróficos.
El movimiento cívico de Armenia, consciente del compromiso social que pide Colombia a los buenos ciudadanos, se hizo presente en las elecciones y obtuvo el favor de las urnas. El grupo está inspirado en nobles propósitos que ojalá no se deje desviar. Sus líderes entendieron que la hora es de decisiones y se embarcaron en la empresa de contribuir al progreso local. Se rebelaron contra el conformismo, en acto de amor por Armenia. La ocasión será propicia para que los políticos aúnen sus capacidades y entre todos saquen a la ciudad de su actual encrucijada.
Hay que saludar con alborozo el surgimiento de estos grupos movidos por sanas intenciones y liderados por personas representativas, que permanecen aisladas por falta de oportunidades, pero sobre todo porque no acometen el acto de valor de oponerse a los errores. Las corporaciones públicas, que por lo general se repiten con las mismas personas, sin importar su incompetencia y vicios crónicos, necesitan el vigor de ciudadanos honestos y positivos.
Agrupar de Armenia, es un hecho que merece mostrarse al país como signo de progreso. Los elegidos al Concejo, líderes calificados, deberán trabajar duro y con ánimo constructivo. De lo contrario resultaría un engaño su nominación.
El experimento será benéfico en la medida que se note el cambio de rumbo municipal. No permitirán ellos que Armenia, ciudad joven y prometedora, se envejezca prematuramente. Tanto para los del movimiento cívico como para los restantes miembros del nuevo Concejo, en quienes depositamos nuestra confianza, se abre el reto de esta ciudad progresista que merece más.
La Patria, Manizales, 25-III-1980.