Economía subterránea (1)
Por: Gustavo Páez Escobar
En el Congreso Nacional de Economistas reunido recientemente en Armenia, con asistencia de 400 profesionales del país, se escucharon interesantes planteamientos sobre diferentes problemas nacionales. La economía es pilar fundamental de la sociedad.
Uno de los trabajes que más llamaron la atención fue el del doctor Roberto Junguito Bonett, investigador asociado de Fedesarrollo, que tituló «La economía subterránea y su influencia en la política monetaria». Afirma que esta economía, o «la otra economía», estudio que él adelantó conjuntamente con el doctor Carlos Caballero Argáez, es un escape subterráneo e ilegal convertido en uno de los fenómenos más sobresalientes de la economía colombiana durante la década de los 70.
Su incidencia está entrelazada con otros acontecimientos significativos, como la superación de la brecha externa, originada en el auge sin precedentes de las exportaciones, principalmente de café, que creó gran acumulación de reservas internacionales; con la gestión de un proceso inflacionario acelerado y aparentemente sin control; con la desaceleración de la migración rural-urbana; con la baja de las tasas de desempleo y la escasez de la mano de obra rural y con la rapidísima e irreversible reducción de la fecundidad y en los índices de crecimiento de la población.
La economía subterránea se ha manifestado sobre todo en las transacciones del comercio internacional. Existen, sin embargo, otros campos donde ha penetrado, de manera subrepticia, como en el mercado de capitales y en el sector fiscal.
Puede decirse que la base monetaria tiene origen en tres motivos principales: los créditos netos del Emisor al sector privado; los créditos netos del Emisor al sector público para financiar el presupuesto y la monetización de las reservas internacionales, en virtud del régimen de control de cambios que exigen que las transacciones de divisas pasen por el Banco de la República.
Adicionalmente, la base monetaria se ve incrementada por los medios de pago, que se encuentran controlados por las políticas de encaje y control crediticio. Ahora bien, prosigue el doctor Junguito, la expansión de los medios de pago ha tenido origen en el incremento de las reservas internacionales, de donde se colige la influencia que ejerce sobre el país la llamada economía subterránea.
Habrá que meditar, para ubicar el mal, en lo que valen las transacciones ilegales de comercio exterior. Los economistas suelen tener respuesta para todo. Ellos saben calcular las entradas y salidas de divisas ilegales. Este flujo, para seguir hablando en lenguaje de economistas, carga la denominada «balanza cambiaria negra». Dentro de esta se encuentran, como las principales, las exportaciones ilegales de productos tradicionales (café, azúcar, ganado, cemento); exportaciones de estupefacientes (cocaína y marihuana) e ingresos de capital no registrados ni autorizados.
En este campo se sitúan los Sanandresitos y otros mercados similares, ya en las importaciones ilegales de artículos como los electrodomésticos, cigarrillos, licores, repuestos, como en otros objetos que se transan a espaldas de la legislación y que conforman el mercado negro de divisas.
Estas reservas negras, manejadas por la economía subterránea, pesan, y en qué forma, en las reservas internacionales de la balanza cambiaria del país. Su «legalización» toma la forma de exportación «aparente» de servicios y turismo, a través de la llamada «ventanilla siniestra» tantas veces denunciada y, sobre todo, de sobrefacturación de exportaciones y subfacturación de importaciones.
El tráfico de estupefacientes, todos lo sabemos, pero principalmente los gringos, registra un ascenso impresionante en los últimos años. Hasta 1977 la cifra detectaba 500 millones de dólares anuales. Las exportaciones ilegales de artículos tradicionales era de 338 millones de dólares. O sea, un tremendo dolor de cabeza. ¿Cuánto valen en la actualidad estos dos renglones? Estas fugas son verdaderos atentados contra la estabilidad de un país donde lo ilegal prevalece sobre lo legal, produciendo grandes trastornos sociales.
Se cree que el aumento en cifras de los estupefacientes no obedece a mayor cantidad de los productos sino a la elevación de precios debido a los controles sobre los cultivos y el proceso de la droga. Entrarían aquí en consideración las tesis sobre la conveniencia o no de legalizar la marihuana.
La economía ilegal tiene importante influencia en la expansión de reservas internacionales. Sin embargo, esto no permite afirmar categóricamente que la expansión incontrolada de los medios de pago tiene origen principal en la economía ilegal «y menos aún inferir que la inflación en Colombia ha sido originada en esa otra economía». Agrega el doctor Junguito: «Para llegar a tal naturaleza se requiere, además, averiguar si la economía ilegal incidió también en qué grado y dirección en los otros factores o motivos de expansión de la base monetaria. Más importante aún, al análisis debe, así mismo, preguntarse si el surgimiento de esa economía subterránea ha sido inducido por la estrategia misma de control monetario, y no viceversa, como se haría aparecer aquí».
Corto aquí la interesante disertación del doctor Roberto Junguito Bonett, una autoridad que conoce muy bien el tema. Por restricciones de espacio se seguirá luego, abreviándolos, con tres capítulos de indudable actualidad: «La economía subterránea y el mercado de capitales», «La economía subterránea y la evasión fiscal», para rematar con el de «Comentario fiables». Es un trabajo maduro y bien estructurado que no propone tantas soluciones como enfoca los problemas en su real dimensión, dentro del campo de la economía, para que sean las autoridades las que reflexionen sobre estos tópicos de nuestra accidentada vida nacional.
La Patria, Manizales, 20-III-1980.
El Espectador, Bogotá, 22-IV-1980.