El café y el hombre
Por: Gustavo Páez Escobar
Nos hemos acostumbrado a mirar la prosperidad del café, pero pocas veces nos detenemos en las penurias de quienes hacen posible ese bienestar. El trabajador campesino, no propietario, resulta un desheredado en medio de la abundancia de predios que él mismo cultiva con sudores y angustias.
El desnivel social, el mayor lastre de la humanidad, ha provocado siempre grandes conflictos. La desigualdad de clases es el mayor acicate para las revoluciones y peligroso reto para los gobiernos. Por eso los postulados de la Iglesia, en esta hora dramática del mundo, claman por la protección del rico hacia el pobre; por el salario justo; por la seguridad de la familia y el razonable equilibrio humano.
La vida en los campos cafeteros es sufrida. Las familias se acostumbraron a ser numerosas y por eso crecen apiñadas y rodeadas de estrecheces. Hay que distinguir entre el obrero ocasional perteneciente a la población trashumante que recorre el país sin arraigo a ningún medio, y el que permanece y muere en su tierra, y no en la suya propia, sino en la de sus amos. Es este el tenaz hacedor de riquezas ajenas, fiel con la parcela que nunca será suya y quien a duras penas consigue formar a la prole en la misma severa condición de eternos jornaleros.
Vistas así las circunstancias extremas del campesino, es preciso hacer un alto para pregonar algunas de las realizaciones del Comité de Cafeteros del Quindío, entidad digna de ponderación. Y lo que se diga de este Comité tomado de modelo, por ser conocido en su espíritu de servicio por quien esto escribe, ojalá sea el común denominador de los otros comités del país.
Situados en el Quindío, ha de saberse que es la región colombiana que posee mayor electrificación rural. Los esfuerzos del Gobierno departamental y del Comité de Cafeteros se han complementado para crear reales obras de infraestructura campesina, como la apertura y sostenimiento de caminos veredales, la instalación de acueductos, la construcción de puentes, escuelas, restaurantes, campos deportivos, centros de salud y todo un engranaje de higiene ambiental. Los hijos del campo, en otro tiempo huérfanos de todo miramiento, reciben hoy atención médica en cualquier hospital del Quindío y tienen acceso a una vasta red de escuelas.
Acaba ahora el Comité de fundar el «Centro de Servicios para el Trabajador Cafetero», en la ciudad de Armenia, empresa única en el país y en Latinoamérica, cuya mira exclusiva es el campesino cafetero no propietario. Tiene como finalidad la de satisfacer importantes necesidades del trabajador, al tiempo que le brinda esparcimiento y educación. Encuentra allí el campesino consulta médica y odontológica, farmacia, cafetería, cine recreativo y educativo, alfabetización, servicio de correo, peluquería, biblioteca, teatro, televisión, deportes y todo un conjunto de beneficios que lo ponen en contacto con la civilización y lo hacen sentir digno.
Las obras positivas merecen destacarse. Esta ojeada al panorama del Quindío, donde el café se suda y luego se inyecta a la economía del país, indica que hay preocupación por el campesino cafetero. El primer objetivo de una sociedad culta debe ser el hombre. Romper los desequilibrios sociales con esta clase de proyecciones es una manera de engrandecer la existencia.
Así lo entienden Hernán Palacio Jaramillo, el dinámico y visionario presidente del Comité de Cafeteros del Quindío, empresario convencido de la bondad campesina, y el entusiasta grupo que lo acompaña en estos programas altruistas.
Ojalá algún día fuera posible redimir por completo a aquel «siervo sin tierra» pisoteado por el hombre, lo mismo en los campos de Tipacoque que en los del Quindío –donde quiera que existan amos y peones–, del que no siempre, o casi nunca, nos acordamos en el diario trajín de otros afanes.
La Patria, Manizales, 29-V-1979.
El Espectador, Bogotá, 1-VI-1979.
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Misiva:
A nombre del Comité y mío propio te expreso sincera gratitud por el artículo que publicaste, lleno de generosos términos para nuestra entidad cafetera. Realmente la obra que se está adelantando en el campo de la salud rural es de grandes proporciones y benéficos resultados y constituye para el Comité su máximo orgullo. Esperamos seguir adelante y que personas de tu calidad humana y literaria nos colaboren llevando el mensaje a nuestros campesinos y cafeteros de la región. Hernán Palacio Jaramillo, presidente del Comité de Cafeteros del Quindío.