Le hermana Berenice
Por: Gustavo Páez Escobar
Después de siete años de fructíferos servicios en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Armenia, dirigido por las Hermanas Bethlemitas, de donde se retira siendo su superiora, la hermana Berenice Moreno ha viajado a Bogotá a ponerse al frente de la delicada posición de provincial para Colombia, con jurisdicción sobre las casas de la comunidad en los Estados Unidos y Panamá.
Quienes tuvimos la suerte de apreciar las virtudes de esta religiosa y seguir de cerca su desempeño como directora de juventudes, podemos dar testimonio de la ponderable labor que deja escrita en las páginas de este plantel educativo. Lamentamos que la exaltación que le hace la comunidad prive al Quindío de las luces de esta gran orientadora de la juverntud. Celebramos con regocijo, pero también con la pena que produce la ausencia de tan meritoria religiosa que tantos frutos deja en la educación de nuestros hijos, que la comunidad sepa aprovechar las capacidades de que dio prueba durante su permanencia en el colegio de Armenia.
Llega al cargo de provincial luego de ejercer diferentes oficios y como natural reconocimiento de su probada vocación de servidora de la familia. Durante varios años fue prefecta en Pamplona, para ocupar en seguida, por espacio de un año, la misma posición en Bogotá, antes de su llegada a Armenia, primero como prefecta y en los dos últimos años como superiora. Es un recorrido de eficaces experiencias que le permiten hoy asumir con plena responsabilidad e indiscutible aptitud la difícil tarea de dirigir los destinos de la comunidad en Colombia.
El Colegio de las Bethlemitas cumple en nuestro medio encomiable labor pedagógica. Por él han desfilado –durante largos años– alumnas aprovechadas que son hoy ejemplo para la sociedad. La función que se ejecute en la vida depende, en gran parte, de las directrices que se hayan infundido en los escaños escolares. No se puede aspirar a ser miembros dignos de la sociedad si no se han aprendido en el colegio los principios básicos que conforman el comportamiento social.
Las Hermanas Bethlemitas se distinguen por contemporizar con la evolución del mundo. El plantel está dirigido por un grupo de religiosas atentas a su propia superación académica y formadas dentro de exigentes normas de disciplina, condiciones que representan la mejor garantía para que los resultados sean óptimos. Armenia, ciudad abierta a la disipación de la juventud y que no siempre encuentra canales apropiados para la virtud, necesita que sus centros docentes corrijan los desvíos que, de otra manera, empujarán a las mentes jóvenes hacia el vicio.
Las Bethlemitas, que sin dejar de ser severas en sus reglas, son amplias para entender la juventud, saben combinar de modo excelente su misión de maestras en tiempos especialmente conflictivos. Ocupan, por eso, posición de primer orden dentro de los planteles de la ciudad. Y bien es reconocido que quien estudia en este colegio, por ese solo hecho tiene categoría.
La hermana Berenice se retira, silenciosamente, luego de la entrega total a su apostolado. Su exquisito don de gentes, su extraordinaria personalidad, su sólida estructura moral e intelectual son dotes que no se extinguen en silencio. Su mejor retribución consiste en saber que ha dirigido con acierto los destinos de tantos estudiantes que agradecen su orientación y son útiles a sus hogares y a la sociedad.
Si sentimos su retiro, también sabemos que la nueva superiora, a quien saludamos efusivamente, proseguirá dentro de estos derroteros que hacen del colegio un soporte para el engrandecimiento espiritual de sus alumnos. Para las veinte religiosas que con desvelo contribuyen a formar las promociones del mañana, nada tan confortante como contar con la admiración y el aprecio de esta ciudad agradecida.
Satanás, Armenia, 12-III-1977.