El Quindío también pide
Por: Gustavo Páez Escobar
Siendo el departamento más reducido en kilómetros, es de las regiones que más divisas le producen al país. En el Quindío se vive en función de café, producto que gravita en tal forma en la mentalidad de su gente, que no obstante los reveses de los precios internacionales y las zozobras de las cosechas, la actividad representa el 90 por ciento de la economía regional.
El Quindío posee una definida vocación cafetera, que no se muestra dispuesto a modificarla a corto plazo. El concepto de la diversificación no encuentra fácil arraigo en el quindiano, cuando sabe que el café ha sido su tradicional medio de subsistencia. Tierras pródigas por excelencia para este cultivo, producen el mejor café suave, con renombre en los mercados internacionales. Puede decirse que no existe aquí un solo tramo de tierra ociosa. La gente defiende esta tradición recibida de sus antepasados que a golpe de hacha descuajaron montañas para descubrir riquezas.
Hoy por hoy el Quindío aporta una alta cuota de prosperidad cafetera. A cambio de su contribución, poco es lo que le pide al Gobierno. En estos días las fuerzas vivas del departamento iniciaron una campaña para solicitar la sede principal del Banco Cafetero, dentro de los programas de descentralización trazados por el Gobierno. No existe, por cierto, otra región con mayores méritos para aspirar al traslado de este instituto crediticio. Se piensa, con fundado optimismo, que si el Quindío es, proporcionalmente, la zona más productora del grano, con el mayor índice de densidad de la tierra, y que si el café es la base fundamental de su desarrollo, es apenas justo que sea atendida la petición.
Los quindianos buscan, con razón, una mayor injerencia en las politicas cafeteras, si tal es su especialidad. Y lo que es un anhelo, se convierte al propio tiempo en un compromiso y en un reto, si de lo que se trata es de explotar nuevos recursos para el engrandecimiento de la patria.
Armenia, una ciudad que progresa a un ritmo desconcertante, está capacitada para albergar la sede del Banco Cafetero. Habría, desde luego, iniciales dificultades, pero ellas desaparecerían en la medida en que se ajustara la idea.
Este departamento, ayer víctima de la violencia y hoy en vía de superación, necesita un especial miramiento. Región, como ya se dijo, de eminente tendencia cafetera, debe buscar, adicionalmente, un derrotero industrial. Cuando logre entreverar, con el grano, los resortes de la industria, no hay duda de que será una de las zonas más poderosas del país, dadas sus especiales condiciones geográficas y potenciales. Gira su economía alrededor de las cosechas, presentándose como consecuencia un alto índice de desocupación en los intervalos vegetativos.
Es una economía cíclica que crea el gravísimo problema social de la población trashumante que llega de los departamentos vecinos para reforzar la capacidad obrera en las épocas de cosecha. Es un fenómeno de inestabilidad y de traumatismo para esta familia rodante. En los campos hay insalubridad. Pululan los vicios, al abrigo de un medio ambiente influido aún por la violencia, pero sobre todo por la falta de oficio.
El Quindío, en resumen, da, pero ahora pide. Espera que la llegada del Banco Cafetero signifique una inyección de progreso. Y antes que el traslado en sí, reclama poder decisorio, que es lo fundamental. Ese mayor influjo de la periferia en los destinos del país será el verdadero sentido de la promesa presidencial. La sola corrida de las entidades, si no va acompañada de beneficios tangibles, antes que procurar soluciones, entrabaría la marcha de las entidades y traería perjuicios a los sectores, con dificultades de vivienda, de espacio, de locomoción, fuera de los propiamente humanos para el personal trasladado.
Ojalá el actual entusiasmo con que los políticos y las personas representativas de los diversos estamentos se han unido para solicitar al señor Presidente de la República la sede del Banco Cafetero, persevere para otras inquietudes de beneficio común, como, por ejemplo, la de resucitar el aeropuerto El Edén, terminado e inaugurado el año pasado y que luego quedó inactivo después de unos vuelos irregulares, por falta de apoyo de las empresas de aviación. Es una pista bien construida, en sitio muy apto y con superiores condiciones de seguridad que las de no pocos aeropuertos del país. Pero se ha convertido en el momento en un bien vacante, con un costo muy elevado.
El Espectador, Bogotá, 10-V-1975.