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Alianzas para servir mejor

martes, 29 de octubre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Boyacá ocupa el primer puesto en desnutrición infantil del país. Triste realidad para una región agrícola que en el pasado –un pasado cada vez más lejano– ostentaba niveles muy superiores en el campo de la salubridad. Otros territorios que registran agudos índices de desnutrición infantil son Chocó, La Guajira, Vaupés, Cauca, Nariño y Córdoba.

La desnutrición es un enemigo silencioso. Cada año mueren por esa causa más de 5.000 niños en Colombia. En Boyacá, las cifras muestran clara tendencia al aumento. Baste decir que en el 2008 el departamento buscaba salir del segundo puesto, y hoy está en la cabeza de esta dramática situación. En el mundo, la desnutrición causa la muerte de cerca de 6 millones de niños al año y hay más de 900 millones de personas sitiadas por el hambre. Pavoroso cuadro de la degradación humana.

Digamos sin titubeos que los responsables en Colombia de este flagelo, al que se le ha puesto muy poca atención, son nuestros gobernantes, en todas las latitudes y en todas las jerarquías de la administración pública. El mal es general. El presidente Santos diseñó al inicio de su gobierno ambiciosos planes para conjurar esta calamidad, pero ya casi en la mitad de su período, falta mucho por hacer.

Situados en Boyacá, voy a señalar un elocuente ejemplo de superación que sale de la iniciativa privada y ha logrado comprometer la voluntad de otros organismos privados y públicos. El Club Rotario de Soatá promueve desde hace algún tiempo una campaña dirigida al sector rural en busca de cambiar la mentalidad de los padres de familia para sensibilizarlos en la adopción de eficaces sistemas de salud combinados con planes de desarrollo de la actividad agrícola.

Es la manera de volver al campo, que poco a poco se ha abandonado para marchar detrás de los espejismos urbanos. Es el medio para hacer producir la agricultura con gente sana y laboriosa, y para que al mismo tiempo progrese el país. Con la llegada de la tecnología digital a las 16 escuelas rurales de Soatá, bajo la dirección del personal docente allí ubicado, los niños aprenden el manejo del computador y por ese medio reciben las enseñanzas de la vida moderna. Esta educación no solo es para los niños, sino también para sus padres, que familiarizados con la cibernética descubren el mundo de progreso que les estaba vedado.

Por dichos canales se ejercitan los hombres en mejores técnicas para sus cultivos, y las madres se capacitan en la elaboración de productos que contribuyan al sostenimiento del hogar. La alcaldía local se comprometió a la implantación de la banda ancha y la dotación de los computadores en las 16 escuelas. Cada una de ellas contará con su propia página web. Todo esto marcha con el apoyo de la Gobernación de Boyacá y del Ministerio de Comunicaciones. Así conectada con el mundo, la juventud de Soatá se asoma a nuevos horizontes.

En el campo de la salud, está la asesoría de la Universidad Javeriana a través de su Departamento de Pediatría, y el recurso del Hospital de Zona, que ofrece excelente atención a los niños del campo por medio de personal médico y odontológico, y de especialistas que visitan con frecuencia la población. Con el tiempo, habrá de cumplirse la sabia receta de vida: “Niño sano, niño feliz”. Con niños sanos y felices se hará una patria grande.

Este programa de largo alcance ya está en ejecución. Lo ha hecho posible el Club Rotario, benemérita institución, tanto desde su dirección nacional como en el ámbito de Soatá, la Ciudad del Dátil. Se ve, en forma palmaria, cómo la unión hace la fuerza.

Esta alianza de poderes estratégicos que facilita herramientas para el bienestar de la familia y el desarrollo comunitario se deriva de un concepto moderno: TIC (tecnologías de la información y comunicación), el que llega a los campos de Soatá para amparar a los niños en su crecimiento, en sus sistemas de salud y en su formación educativa. Y de paso se convierte en programa piloto que sirve de modelo para otros departamentos sometidos al castigo de la desnutrición infantil.

El Espectador, Bogotá, 25-V-2012.
Eje 21, Manizales, 25-V-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 26-V-2012.

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Comentarios:

Aterradoras las cifras de desnutrición en Colombia y en el mundo. La solidaridad es un valor casi perdido. No es equitativo que muchos países de África, Asia y América padezcan este flagelo, mientras en los países ricos impere el boato y el exceso de lujos y comodidades. En Colombia, que atraviesa un buen momento en su economía, no se percibe que a los sectores más desprotegidos les corresponda una parte de esa bonanza. No habrá paz en nuestro país mientras impere semejante desigualdad. Gustavo Valencia G., Armenia.

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Villa de Leiva, cuna ecológica

lunes, 28 de octubre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Diversas expresiones de admiración llegaron a esta columna con motivo del artículo de la semana pasada, dedicado al Acueducto Río Chaina, obra de iniciativa privada que favorece a amplio sector rural de Villa de Leiva. Faltó decir que este acueducto está catalogado como modelo desde el punto de vista municipal y departamental, por entidades como la Superintendencia de Servicios Públicos, Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA) y Corpoboyacá.

Debo agregar que el hermoso municipio boyacense, convertido en una de las mayores atracciones del país, y que es visitado por continuas corrientes de turistas del mundo, tiene como prioridad la conservación de la naturaleza, el mayor tesoro que posee. Desde los propios días de su fundación (12 de junio de 1572), don Andrés Díaz Venero de Leiva, primer presidente del Nuevo Reino de Granada, y fundador del pueblo, señaló los encantos de aquella tierra como sitio ideal para el descanso y el disfrute de sus paisajes.

Y surgió una población encantadora bajo los moldes de la arquitectura colonial y del arte religioso. En los campos, el trigo se enseñoreó de la comarca como emblema de la fecundidad terrígena. Durante los siglos XVI y XVII, con la gran cantidad de molinos construidos por doquier, el pueblo ostentó el título de primer productor de trigo en el país. Alrededor del cereal, y como complemento necesario, florecía una agricultura abundante (cebada, papa, maíz, hortalizas) que ha llegado hasta nuestros días.

Por allí pasó el Libertador, en septiembre de 1819, y allí vivió sus últimos años el Precursor de la Independencia, Antonio Nariño. Oriundo del mismo sitio es el prócer Antonio Ricaurte, patrono de la Fuerza Aérea. Durante la pacificación de Morillo, varios leivanos perdieron la vida por la causa de la libertad. En 1954, Villa de Leiva fue declarada monumento nacional por el general Rojas Pinilla. Desde entonces, frente a las imágenes que mostraban la gigantesca concurrencia nacional, es posible que se haya divulgado la idea de que es la plaza más grande del país. Bella plaza empedrada y majestuosa.

Depositaria de ese pasado de glorias y de esplendor ambiental, no puede ser gratuita la fama de esta fascinante comarca boyacense hermanada con la naturaleza, y que por tal motivo le rinde culto al agua, defiende el paisaje, labora la tierra y preserva las tradiciones. Diversos festivales se celebran en el curso del año, y todos tienen el sello de la autenticidad.

En una de las fechas clásicas, se rinde homenaje al agua. Y no puede ser de otra manera, ya que en sus dominios permanece despierta la diosa Bachué, madre primitiva del pueblo muisca. Es ella la protectora de las quebradas, los ríos, los manantiales y los arroyos. Vela por las cosechas, ilumina los campos y dispensa la paz y la armonía en que viven los moradores. Dice la leyenda que Bachué brotó de la laguna de Iguaque y procreó con su compañero los hijos que poblaron la tierra. Luego se consumió en las aguas. Según la cosmogonía muisca, es la madre del género humano.

Iguaque es un santuario de fauna y flora (una de las 56 áreas protegidas con que cuenta el país), con superficie de 6.750 hectáreas de bosque y páramo y fascinante entorno que embriaga el espíritu. Varias lagunas fertilizan la tierra, y de allí se obtiene agua para algunos municipios próximos.

Territorio mítico este de Villa de Leiva, que conserva incontaminadas las fuentes primigenias de la vida representadas en Iguaque. Territorio auténtico de la ecología, de los pocos que quedan en el país. Cuando una asociación de amigos nos propusimos construir el Acueducto Río Chaina y erigir en El Roble nuestros refugios campestres (entre ellos, Villa Astrid, remanso de paz y de unión familiar), teníamos como meta huir de los sofocos y las turbulencias de la gran ciudad, para conquistar por temporadas el aire y el agua puros de la montaña. Un premio de la naturaleza.

El Espectador, Bogotá, 29-III-2012.
Eje 21, Manizales, 30-III-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 31-III-2012.

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Comentarios:

Hacen bien al espíritu y a la colectividad de la Villa estas remembranzas históricas y la difusión de los planes para preservar las reservas hídricas y la naturaleza del entorno. Elvira Lozano Torres, Tunja.

Pienso que deberíamos sacar a la superficie la parte indígena que todos llevamos adentro, y rendirles tributo al agua y a la naturaleza. Eradelhielo (correo a El Espectador).

¿Aún es cierta toda esta belleza, tan bien narrada y con amor de terruño? Ojalá, porque desde que puse los pies en esas tierras por primera vez, sigo considerándolas un privilegio, un lugar casi «sagrado», aun cuando en determinadas fechas sea «mancillado» por borrachines y escandalosos. Me alegró mucho saber que la planta de nafta ya no va ahí, la presión ciudadana y de amigos de esa región como que pudo (pudimos) más que la ambición. Suesse (correo a El Espectador). 

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Canto al agua

lunes, 28 de octubre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Hoy se realiza el día del agua con actos en cien lugares del mundo.  En Colombia, país que poco a poco viene tomando conciencia sobre lo que significa el precioso líquido, la ceremonia se ejecuta con meditación, música y arte, en rituales donde se canta por la sanación de ríos y quebradas, de  caños y lagos, para proteger el agua como elemento vital de la existencia.

En Bogotá, el rito está programado en lugares como las quebradas La Vieja y Las Delicias, los parque El Virrey y Simón Bolívar y el Jardín Botánico. En el resto del país, la ceremonia tiene énfasis en ciudades como Pasto, Pereira y Barranquilla. El hombre depredador de esta época extingue en forma progresiva las fuentes tutelares del agua mediante la tala de árboles y bosques, la deforestación de las cuencas, la contaminación de los ríos.

Al paso que llevamos, el planeta está condenado a morir de sed y de hambre. Factores críticos como el deshielo de los glaciares, el crecimiento de la población, el calentamiento global, con secuelas cada vez más dramáticas como las  inundaciones y las sequías, representan el mayor reto del futuro.

Hay, sin embargo, hechos aislados que contradicen la conducta general de la  época. Resulta oportuno que esta columna destaque un caso ejemplar que en forma silenciosa se cumple en Villa de Leiva y se convierte en motivo edificante para celebrar el día del agua. Se trata del empeño puesto por los propietarios de unos predios rurales situados a pocos minutos de la población (en el sector de El Roble), para proteger la microcuenca del río Chaina y beneficiarse con el consumo de agua potable y otras ventajas para los predios.

Ante la inoperancia de la Cooperativa Camilo Daza, que dirigía el desarrollo de dichos lotes, sus dueños decidieron constituir nueva entidad, en diciembre de 2001, y escogieron como presidente al economista Humberto Escobar Molano, uno de los 300 propietarios, que desde entonces se convirtió en líder de ese propósito comunitario.

Obtenida la autorización legal de la nueva empresa (Asociación de Suscriptores del Acueducto Río Chaina), se le imprimió la infraestructura necesaria para impulsar su desarrollo. Otorgada por Corpiboyacá la concesión de agua, se entró a cambiar las redes obsoletas y a construir un nuevo acueducto, lo mismo que un tanque de captación y distribución y una planta de tratamiento de agua potable. Y se contrataron el fontanero y el guardabosques como personas claves para ejecutar sus tareas.

Especial mención merece la labor realizada por el presidente de la entidad, con la asesoría de la junta administradora, respecto al programa de reforestación de la microcuenca del río, misión que ha llevado al arrendamiento y compra de terrenos para aislar cañadas y nacimientos de agua, controlar la contaminación animal y preservar y enriquecer la ecología. Además, se creó una asociación de cinco acueductos rurales que defienden los intereses comunales y favorecen la conservación ecológica.

Todo esto se ha hecho posible sobre la base de la gran voluntad colectiva y  del recto, desinteresado y laborioso liderazgo individual del del presidente Humberto Escobar, que no ha ahorrado esfuerzo para plasmar estos resultados en beneficios para el conjunto residencial, en pleno contacto con la naturaleza, que cada día se embellece más. En este recinto fue construida una sede campestre de la Fuerza Aérea Colombiana, hecho que le da mayor atractivo al lugar.

El nuevo alcalde municipal, ingeniero Camilo Igua, se muestra  interesado tanto en el desarrollo de la localidad como en el florecimiento de los campos,  y ha conformado mesas de trabajo con los vecinos para llevar a cabo ideas de progreso de la villa y de mejoramiento rural.

Este es el mensaje que envía Humberto Escobar en el día institucional que celebramos: “El agua es vida, el agua nos la regala la naturaleza. Conservemos el medio ambiente por nuestra salud y la de las generaciones futuras”.

El Espectador, Bogotá, 22-III-2012.
Eje 21, Manizales, 23-III-2012.
La Crónica, Armenia, 24-III-2012.

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Comentarios:

Magnífica descripción y fotografía de nuestro acueducto como motor de desarrollo en temas ambientales y de salud. Mil gracias por la alusión de que fui objeto. Humberto Escobar Molano, Bogotá.

Si todas las asociaciones de copropietarios fueran como la de Villa de Leyva, qué distinta seria la vida en nuestra bella Colombia. Luis Quijano, Houston.

La labor que ha hecho Humberto Escobar Molano ha sido grandísima y los resultados se ven en todo el sector del Roble en Villa de Leyva, y creo que en algunas veredas aledañas. Y el motivo tan lindo que hay detrás, de preservar la naturaleza, nos ha llevado a concientizarnos de que este recurso natural puede ser agotable, y por eso lo debemos querer y reutilizar. Los que estamos conscientes de lo que significa usar bien el agua, sentimos mucha alegría de unirnos a personas felices de ver que Dios nos muestra agua por todas partes. Para que concluyamos que con la abundancia nos podemos maravillar, pero siempre y cuando entendamos por qué nos premian con ese regalo. Fabiola Páez Silva, Bogotá.

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Muere un acordeón

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Hace diez años, en el hotel Radisson de Bogotá, los amigos de Carlos Eduardo Vargas Rubiano le celebramos, al lado de su esposa y su familia, la publicación de su libro autobiográfico Memorias con mi acordeón. En tal ocasión, Carlosé (como firmaba sus artículos en El Tiempo, y así se le nombraba entre sus amigos) entregó el disco titulado Se nota que no sé nota.

Dije entonces en columna publicada en El Espectador: “Es difícil encontrar una simbiosis tan perfecta entre un instrumento musical y su ejecutante. No se sabe, en realidad, si Carlosé es el dueño del acordeón, o el acordeón es el dueño de Carlosé”. Chapete publicó en 1969 una caricatura con el título Boyacá en los mares, donde aparece el personaje, con el agua al tobillo y la canción a flor de labios, navegando por los mares del mundo como jefe de relaciones públicas de la Flota Mercante Grancolombiana, y acompañado de su inseparable acordeón.

Nació con música en el alma. En su Tunja natal, apenas de 15 años, era ya un ferviente admirador de Gardel, cuyos tangos interpretaba al piano. Pasado el tiempo, supe por él mismo que siempre que llegaba a Buenos Aires no podía prescindir de ir a visitarlo en su tumba de La Chacarita. Cuando tiempo después estuve en dicha ciudad, me acordé de aquella adhesión al “zorzal criollo” y fui a dar a La Chacarita, por cierto bajo un torrencial aguacero. Gardel, Agustín Lara y José A. Morales eran sus tres ídolos musicales.

Siendo gobernador de Boyacá, en 1987, me invitó a una correría por el norte del departamento. En Soatá, mi patria chica, entregó una condecoración al colegio de la Presentación, que cumplía un aniversario importante. Realizado el acto, me pidió que estuviera listo para viajar en horas de la noche a Tipacoque, distante 13 kilómetros, luego de atender un compromiso en mi pueblo. Carlosé, amigo entrañable de Eduardo Caballero Calderón, llegaba a la casona histórica como si fuera su propia casa. Al son del acordeón, aquella grata velada musical  se prolongó durante varias horas, como una pausa refrescante del camino.

Fue alcalde de Tunja a los 25 años. Dirigió las relaciones públicas de la Flota Mercante Grancolombiana por cerca de tres décadas. En 1987 ocupó la Gobernación de Boyacá. Enfrentado entonces a la politiquería de su tierra, a cuyas presiones no quiso acceder, prefirió retirarse con dignidad del cargo. Sus propios paisanos no lo dejaban gobernar. Después se le ofreció una nominación como senador, y no aceptó: estaba desencantado de la vida pública.

Como columnista de El Tiempo durante largos años fue el gran promotor de la tierra boyacense. Y fue el mejor relacionista de Boyacá. Su don de gentes y exquisita amabilidad le abrían escenarios en todas partes, que él canalizaba hacia el progreso de su comarca. El patrimonio histórico y la vida cultural de Boyacá eran grandes afanes suyos como dirigente cívico.

Ahora que llega al final de la travesía, a los 91 años de su generosa y bienhechoraexistencia, algo se silencia en el panorama nacional. Algo deja de vibrar en los aires boyacenses. Es su célebre acordeón, sinónimo no solo de alegría y vitalidad, sino de confraternidad y servicio. Puede decirse que a sones de acordeón, como discípulo de Gardel y fiel intérprete de la música colombiana y sobre todo boyacense, Carlosé ejerció a plenitud su liderazgo de la simpatía y el servicio a Boyacá y al país.

El Espectador, Bogotá, 30-VIII-2011.
Eje 21, Manizales, 31-VIII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 3-IX-2011.

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Comentarios:

Muchos presidentes y ministros decían que Vargas Rubiano era media Flota Mercante; la otra mitad eran las embarcaciones que surcaban los mares poniendo en alto la bandera colombiana. Orlando Cadavid Correa, Medellín.

Por algo fue merecidamente nombrado y reconocido como «El boyacense del año» (finales de la década de los 60) y posteriormente como «El boyacense del siglo» (principios del siglo 21), en amenas reuniones del Grupo Boyacá. Fue un hombre que supo vivir la vida. Capitán de navío (r) Jorge Alberto Páez Escobar, Bogotá.

 

 

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Juan Castillo Muñoz

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Me enteré de la muerte de Juan Castillo Muñoz por la caricatura de Osuna publicada el 11 de diciembre. El caricaturista de El Espectador, periódico donde Castillo Muñoz tuvo alta figuración en tiempos pasados, da esta información que al mismo tiempo implica una duda: “Murió don Juan Castillo, ¿no lo sabían?”.

En el fondo de la caricatura se pintan unos rostros entre sorprendidos y conmovidos, y en el grupo aparece el propio Osuna cerca a Fidel Cano, director de El Espectador. Estas palabras rematan la deplorable noticia: “Quiso que sus cenizas se esparcieran en un salto de agua… ¡Se diluyó el gran colega y amigo!”.

Osuna, que también es clarividente, sabía que la muerte del periodista y escritor boyacense iba a pasar inadvertida. En el momento de escribir esta nota han pasado once días desde la fecha del deceso, y Castillo Muñoz, colaborador que fue de El Espectador, El Siglo, La Patria, El Tiempo, El Colombiano, La República… no ha recibido los honores que merece.

Retrocediendo en el tiempo, este personaje de las letras, el periodismo y la historia fue director general de noticias de Radio Cadena Nacional, redactor del noticiero Todelar de Bogotá, director de información de la Presidencia de la República, jefe de prensa de Telecom, libretista de Colombia Viva, entre otras posiciones.

Es autor de varios libros de diferente género, como El extraño, Solitario en la sombra, Peregrino inútil, Motivos de Eros, Perfil del hombre, Palabras del hombre sin estirpe, Primera antología de la poesía boyacense, Un pueblo cualquiera, El sueño de la montaña. El poeta antioqueño Jorge Montoya Toro calificó la obra general de Castillo Muñoz con estas palabras certeras: “Canción desde la tierra, título de uno de los poemas de Juan Castillo, nos da la tónica del ámbito poético de toda su obra, signada por la inquietud existencial y cercana a los más palpitantes problemas humanos”.

Fue miembro de varias organizaciones de periodismo y concurrió a diversos encuentros internacionales del gremio. En el campo académico, perteneció a la Academia Boyacense de Historia y a la Sociedad Bolivariana del Magdalena. Deja una silenciosa obra inédita que ojalá se encarguen de recuperar el municipio de Moniquirá y la Gobernación de Boyacá.

Juan Castillo Muñoz era hombre discreto. Huía de la vana ponderación y se recogía en su ancho universo creativo, distante de las vanidades mundanas. Cuando yo residía en Armenia, me hizo llegar, tiempos ha (agosto de 1978), dos de sus libros, que he vuelto a repasar con hondo aprecio. Sobre Motivos de Eros me dice lo siguiente: “Le incluyo un ejemplar de un librillo que publiqué en 1974 y que estaba destinado a mejor suerte editorial, que fracasó por razones económicas. Sin embargo, así, humilde y desnudo, mereció comentarios muy favorables aquí y en el exterior”.

Hay una faceta que pocos conocen sobre este escritor boyacense que se menciona como nacido en Moniquirá. En realidad, su cuna nativa es el municipio caucano de Inzá, de donde emigró muy joven. Dando vueltas por distintas latitudes del país (fue además viajero internacional por muchos países), llegó a Moniquirá y allí estableció sus reales. Se enamoró de la tierra boyacense. En Moniquirá lideraba una intensa actividad cultural, entre la que estaba el tradicional “Encuentro de la palabra y la música”.

Dispuso que sus cenizas se esparcieran, como supongo que ya ocurrió, por el Salto de Pómeca, situado a cinco kilómetros de Moniquirá. Es una hermosa cascada que tiene una altura de 17 metros y cae en un pozo cristalino. Allí se mezcla el esplendor del paisaje con el misterio de los símbolos indígenas de Boyacá. Y allí reposará para siempre el alma de este gran hombre, bondadoso, andariego y productivo, sobre quien Osuna llamó la atención al acompañarlo en su viaje infinito con la caricatura efusiva, con sabor crítico, que se recoge en esta nota.

El Espectador, Bogotá, 16-XII-2010.
Eje 21, Manizales, 17-XII-2010.
La Crónica del Quindío, Armenia, 18-XII-2010.

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Comentarios:

Gracias por hacernos saber quién fue Juan Castillo. Tal vez ningún medio publicó el obituario. Al no haber estado envuelto en algún escándalo, nadie lo conocía. Paz en su tumba. Robin Hood (correo a El Espectador). 

Bien por agregarse esta columna a la voz de Osuna en memoria del periodista y escritor fallecido a los 81 años. Pienso que su obra completa debe ser publicada por alguna entidad. Espero que aparezcan más artículos acerca de Juan Castillo Muñoz y de otros que andan en el olvido. José Antonio Vergel, Ibagué.

La última vez que vi a Juan Castillo Muñoz y charlé con él fue en el Pasaje Santander, centro de Bogotá, hace unos cinco años. Me encantaba la tertulia con él. Fui su amigo por mucho tiempo. Y compartíamos los ritmos de la lira. Poco se le había valorado como lo haces tú. Ramiro Lagos, Greensbore (Estados Unidos).