Charlas con Sánchez Juliao
Por: Gustavo Páez Escobar
Varios calificativos se le dan al escritor de Lorica en relación con el empleo opulento que hizo de la palabra: genial conversador, palabrero mayor, colosal fabulista, espléndido narrador, conversador inacabable… Estas propiedades salen a relucir en la extensa entrevista que tuvo con Carlos Arboleda González, exsecretario de Cultura de Caldas, escritor y periodista, y que este recoge en el libro de reciente publicación que lleva por título Navegando en un cuento: charlas con David Sánchez Juliao.
El 24 de noviembre de 2010, cuando Sánchez Juliao cumplía 65 años de edad, Arboleda se reunió con él en Bogotá para revisar el material de la entrevista, y de paso este le entregó una serie de fotografías que había escogido para publicarlas en el libro que se proyectaba editar. Menos de tres meses después –el 9 de febrero de 2011–, el novelista fallecía en la clínica Shaio a raíz de una afección cardiaca. Se convirtió en su obra póstuma, la que permaneció inédita, junto con el prólogo de Darío Arizmendi Posada, trece años después de las charlas sostenidas con el entrevistador en una finca de Caldas.
Es libro valioso, de grata e instructiva lectura, donde el personaje de Lorica repasa su vida llena de anécdotas, analiza su obra, cuenta sus vivencias y expresa conceptos críticos sobre el mundo literario y el acontecer del país. No tiene pelos en la lengua para decir sus verdades. Fue un inconformista de formación sociológica que lo mismo que censuraba los desvíos morales de Colombia, rechazaba la mediocridad y el arribismo de la gente. Y profiere este juicio punzante: “No me siento cómodo teniendo la nacionalidad de un país que mata tanta gente”.
Autor de novelas, cuentos, fábulas y otros temas exitosos, su obra alcanzó alta nota con títulos como ¿Por qué me llevas al hospital en canoa, papá?, El Flecha, Historias de Racamandaca, Aquí yace Julián Patrón, Buenos días, América, Nadie es profeta en Lorica, Pero sigo siendo el rey, Mi sangre aunque plebeya, Danza de redención. Obtuvo premios literarios, traducciones a doce idiomas, versiones en la televisión, aplausos y numerosos admiradores en Colombia y en otros países. En 1975 creó el audiolibro, la llamada literatura-casete, de la que es pionero en el mundo.
Gran amante del libro, y con él, de la literatura universal, su conocimiento de títulos y autores era vasta. Esa cultura le venía desde su casa solariega de Lorica, dotada de una enorme biblioteca de clásicos y un cuarto de música. La música fue otra de sus pasiones viscerales y ella se evidencia en sus novelas, inspiradas bajo el aire caribeño que arrullaba su alma. “Era la más viva representación del Caribe: altivo, generoso, alegre, sentimental”, dijo José Luis Díaz Granados en la despedida fúnebre congregada en la iglesia de Cristo Rey en Bogotá.
Como embajador de Colombia en la India y en Egipto entre 1991 y 1995, tuvo honda compenetración con esas culturas milenarias. Conoció su gente, sus pueblos y costumbres, y dejó muchas crónicas viajeras que se proponía reunir en un libro, el que ojalá se haga pronto realidad. “Escribir es lo único que nos salva de la tragedia de vivir”, le confiesa a Carlos Arboleda, fiel guardián de estas charlas sustanciosas movidas por el gracejo, el humor, la amenidad y la sapiencia, y convertidas en legado mágico como tributo a su memoria.
Para Sánchez Juliao el agua era la inspiración de su existencia. El agua lo era todo. Nació a orillas del Sinú, vivió en Barranquilla a orillas del Magdalena, después estuvo a orillas del Ganges y del Nilo. En su vida de sibarita por los caminos del mundo, y residente en cuatro continentes, buscaba siempre el río, el mar, la fuente silenciosa. Pidió que cuando muriera sus cenizas fueran arrojadas al Sinú. Así sucedió: hombre y río se encontraron en la hora final de la palabra.
El Espectador, Bogotá, 19-IV-2013.
Eje 21, Manizales, 18-IV-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 20-IV-2013.
Red y Acción, Cali, 20-IV-201.
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Comentarios:
Sigo lamentando la temprana muerte de ese gran escritor, conversador y narrador que fue David Sánchez Juliao. Adolfo Valencia (correo a El Espectador.com).
Maravillosa semblanza del fallecido escritor costeño. Tuve la oportunidad de compartir con él una tarde que Carlos Arboleda lo llevó a mi casa e hicimos una tertulia deliciosa. Siempre he sido un aficionado a los relatos de El Flecha, El Pachanga y Don Abraham Al Humor, los cuales escucho cada cierto tiempo y siempre los disfruto como si fuera la primera vez. Pablo Mejía Arango, Manizales.