Los cuentos de Omar Morales
Por: Gustavo Páez Escobar
A 34 años de su primer libro de cuentos –Bajo la piel–, Omar Morales Benítez publica su segunda obra del mismo género, que lleva por título Los ojos del viento. Como en el primer caso, se trata de cuentos breves, trabajados con fuerza sicológica y talento narrativo.
En ambas series se aprecian aspectos comunes que mueven a los personajes dentro de mundos en permanente conflicto. Son personajes extraídos de las bajas esferas sociales, donde proliferan la pobreza, la angustia, el abandono, la desesperanza, la violencia familiar, el desacomodo en el propio entorno. Seres desadaptados y caóticos que deambulan por la vida bajo el peso de las ciegas pasiones o los instintos perversos.
Omar Morales se mete en estos ambientes sórdidos, manejados en ocasiones por el licor, el sexo y la prostitución, cuando no por el crimen y la depravación moral, para captar mejor la condición humana. Su propósito es presentar al hombre en sus miserias y bajezas, y lo hace con pulso firme y mirada certera, pintando con propiedad y realismo el clima material y síquico de sus criaturas.
Para lograrlo, utiliza un lenguaje recursivo, poético, ágil e impactante (a veces mediante la creación de palabras propicias para el momento narrativo), lenguaje que ha preparado con rigor a través de los años, como es su persistente disciplina literaria. Algunos cuentos parecen poemas. Se nota el celo gramatical, la intención sicológica con que ha forjado el alma de estos comediantes de la vida errátil, y la precisión de los escenarios donde los ha puesto a actuar. Esto explica el largo lapso corrido entre las dos publicaciones.
Tuvo él la gentileza no solo de anunciarme, años atrás, la lenta elaboración de los nuevos cuentos –siete en total, como un número cabalístico–, sino de hacerme partícipe de su lectura cuando los creyó listos para la imprenta. No se ha dejado manejar por el afán de escribir que acosa a muchos escritores. Por conocer sus altas dotes de cuentista, de las que hace gala en la nueva obra, no dudé en animarlo para que realizara cuanto antes el proyecto de la edición.
Hace 34 años, cuando dio a la estampa los diez cuentos de Bajo la piel, expuse lo siguiente en nota de El Espectador (15-XI-1977): “En cada uno de los relatos se siente la brusquedad de la vida. El hombre, perdido en un laberinto de odios, lágrimas y lacras sociales, no quiere encontrar la salida. Todo lo torna caótico y torturante”.
El mismo enfoque puedo extenderlo a los cuentos actuales. Con esto me reafirmo en el criterio de que la temática narradora de Omar se centra en un solo objetivo: la condición humana. Esta vez es el viento, con sus ojos sutiles, el que invade los lugares y la intimidad de los seres infelices. Y bramando, todo lo remueve y lo vuelve patético. A veces diáfano. Hay cuentos de esta serie que no dejan un minuto de quietud, un respiro para el sosiego.
De los nuevos trabajos, hay dos que en mi concepto son los mejor logrados: La señora y Certeza de otras muertes. El primero refleja los genes transmitidos de generación en generación, que alguien, sin embargo, como es el caso de esta historia fantástica, logra purificar.
En Certeza de otras muertes, se tropiezan en ambientes opuestos dos actores de la comedia humana: el muchacho que desea aprender a ser hombre en las celdas oscuras de un prostíbulo, y ella, que le cuenta sus dramas, la violencia vivida en el campo, el salvajismo que ha sufrido a merced de la impiedad del hombre. La muchacha le enseña a ser hombre, y de paso le abre los ojos sobre la farsa del mundo. Son los ojos del viento los que recorren las páginas de estas vidas estremecidas.
El Espectador, Bogotá, 23-III-2011.
Eje 21, Manizales, 25-III-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 26-III-2011.
Puesto de Combate, No. 77, agosto de 2011.