Usiacurí y el poeta
Por: Gustavo Páez Escobar
En el programa ¿Quién quiere ser millonario?, Paulo Laserna, su director, formuló la siguiente pregunta: «¿Dónde queda la casa, ahora museo, donde murió el poeta Julio Flórez?». Entre los cinco municipios que el mismo programa ofrecía, el concursante escogió la ciudad de Barranquilla, respuesta que se dio por acertada, y así se otorgó uno de los premios millonarios. En cambio, entre esas opciones no aparecía Usiacurí, situado a 38 kilómetros de Barranquilla, donde en realidad falleció el poeta, el 7 de febrero de 1923.
Me imagino que si los vecinos del municipio escucharon el programa, como sin duda ocurrió, deben estar protestando por semejante error que les desconoce nada menos que el principal motivo de atracción turística. Por eso, y en honor a la verdad histórica, esta columna reclama el premio mal concedido, el que de una vez cede a la casa-museo que honra la memoria del más querido poeta popular que ha tenido Colombia. Parece que en este caso la dimensión de Barranquilla opacó la brevedad de Usiacurí. Sin embargo, el laurel literario reposa en el pequeño municipio, donde hace 79 años fue coronado Julio Flórez como poeta nacional, y no hay razón para que de allí desaparezca por culpa de una programadora mal informada.
Doctor Laserna: para abundar en motivos que respaldan mi justa petición (como diría un abogado pleiteador), voy a citar respetables fuentes que avalan mi aseveración. Todo sea en beneficio del olvidado y pintoresco pueblito de Usiacurí. Entre esos textos están El lector boyacense, publicado en 1980 por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, con notas certeras del insigne académico e historiador Vicente Landínez Castro, y Diccionario de escritores colombianos, de Luis María Sánchez López, obra que mantiene actualizadas las fichas históricas de los numerosos quijotes de las letras (a uno de los cuales se le ocurrió irse a morir a Usiacurí).
Usted, por fortuna, doctor Laserna, en buena hora se ha acordado de él en su aplaudido programa dominical –muy ameno e ilustrativo–, y a mí me ha dado la ocasión de escarbar en la tumba de mi ilustre paisano boyacense.
La obra Municipios colombianos, publicada por el Senado de la República, dice lo siguiente en el registro de Usiacurí: «En la población atlanticense murió uno de los grandes poetas colombianos, Julio Flórez, afectado por un cáncer en el rostro que lo obligó a radicarse en el pueblo para aprovechar las aguas medicinales que gozaban de gran fama».
El padre Manuel Briceño Jáuregui, expresidente de la Academia Colombiana de la Lengua, manifiesta en un ensayo sobre el poeta: «Nace en Chiquinquirá. A los 56 años, veinticuatro días después de su coronación como bardo nacional, muere cerca del mar Atlántico, en Usiacurí». En la obra Forjadores de Colombia contemporánea, de Planeta, se lee lo siguiente: «El 14 de enero de 1923 fue coronado como poeta nacional en Usiacurí, pueblo al que se había retirado (…) El 7 de febrero de 1923 murió en Usiacurí».
Queda claro que Julio Flórez no murió en Barranquilla, y creo que muy pocas veces iba por allá. Hace pocos años organizó la Academia Boyacense de Historia una excursión al lejano municipio, en la que se rindió homenaje al bardo en la casa donde falleció, convertida hoy en museo, la misma que el programa televisivo ha trasladado a la capital del departamento.
Aparte del propósito de curarse el cáncer de piel en las aguas medicinales, Julio Flórez se refugió en Usiacurí debido a su desengaño del mundo y sus vanidades. Allí, en medio de la naturaleza virgen y cubierto por el anonimato, pasó los últimos quince años de su vida dedicado a menudos quehaceres agrícolas. Su inclinación a la desolación y las sombras, tan marcada en su poesía, quedó reflejada en este asilo estratégico.
El nombre de la población procede del cacique Curí (la Costa siempre ha sido tierra de caciques), que dominaba la región a la llegada de los españoles. En 1566 el pueblo fue dado en encomienda a Alonso de Montalvo, y el 23 de octubre de 1856 se erigió en municipio. Con cerca de 8.000 habitantes, 28 grados de temperatura y una esforzada labor agrícola y artesanal, Usiacurí, por pequeño que sea, tiene su gran historia: se la debe a Julio Flórez, el último de los poetas románticos de Colombia, bohemio y trasnochador en las calles bogotanas, fundador de la Gruta Simbólica, y que con su alma sensible y sus versos estremecidos tocó las fibras más íntimas del sentimiento popular.
El Espectador, Bogotá, 20-VI-2002.
Revista Manizales, No. 722, enero-febrero/2003.