La historia en anécdotas
Por: Gustavo Páez Escobar
Fascinante libro de anécdotas históricas, sacadas de largas y reflexivas lecturas, ha editado Vicente Pérez Silva con el sello de Editorial Planeta. Más de cien episodios curiosos y de profundo ingenio se agrupan en estas páginas amenas que recorren distintas épocas de la historia colombiana en los campos de la política, las armas, la literatura y la religión, destacando memorables sucesos de la vida nacional e imprimiendo colorido al carácter de los protagonistas.
EI genio penetrante de Bolívar se dibuja en un encuentro con el coronel Wilson, perteneciente a la Legión Británica, hombre apuesto que se jacta de dejar boquiabiertas a las más lindas mujeres. Dice que por donde él pasa no queda una doncella. «Yo he visto a una virgen al lado suyo», le dice Bolívar. Engreído, el militar lo reta a que revele su nombre, y Bolívar le responde: «Su espada».
Las anécdotas del general Maza son innumerables. Alguna vez lo reprende Bolívar por los escándalos que protagoniza en el ejército y le dice que ya no lo puede tolerar más. «Ni yo a su Excelencia», contesta Maza. «¿Apostamos a que un día de estos lo fusilo?», se enardece Bolívar. A lo cual responde Maza con sangre fría: «No me conviene el negocio; su Excelencia tal vez me gane la apuesta».
Entre don Miguel Antonio Caro y el general Rafael Reyes se producían continuas discrepancias. Un día llega un caballero a visitar a don Miguel Antonio y con imprudencia se dedica a alabar a Reyes, en quien pondera su asombrosa actividad, apuntando que trabaja veinticuatro horas al día. Y don Miguel Antonio anota: «Entonces, ¿a qué horas piensa?».
En una de sus giras proselitistas por el país, le preguntan a Alzate Avendaño por qué se hace acompañar siempre de su esposa Yolanda, quien debe sufrir las incomodidades de hospedaje en poblaciones lejanas. Alzate explica: «Es que yo, cuando viajo, llevo todo lo que necesito, para no tener que estar molestando a los amigos».
El mismo Alzate escribe un editorial para La Patria de Manizales y sus amigos Fernando Londoño y Francisco José Ocampo lo acosan para que termine, porque el jefe de armada manifiesta que es lo único que falta para editar el periódico. Cuando concluye el editorial, Alzate, sudoroso, increpa a sus compañeros: «Lo que pasa es que ustedes son como las hembras de los conejos que hacen la gestación de su cría rápidamente. Yo, en cambio, soy como las señoras que requieren nueve meses para dar a luz una cría racional».
Un parlamentario arremete contra Guillermo León Valencia por haberse ufanado de su ancestro hidalgo y le advierte que no es menos que él, porque también desciende de próceres. Ante lo cual, Valencia responde: «Sí, su señoría, lo que ocurre es que usted ha descendido demasiado».
Entra una señora a la clínica del eminente médico y académico Luis López de Mesa y le pide que le formule algún remedio para una hinchazón en la ‘rodilla de la pierna’. «Eso es pleonasmo», le replica el médico, cogiéndose la cabeza a dos manos. Y la paciente le pregunta: «¿Esa enfermedad será muy grave, doctor?».
Un conocido poeta solicita a uno de sus amigos que le presente a la bella muchacha que lo ha impresionado. Hecha la presentación, la dama, enterada de que se trata de su nuevo admirador, le dice: “Yo ya lo conocía a usted como papel quemado». Y el poeta le replica: «¿Papel quemado? No, soy papel carbón y saco copias».
El Espectador, Bogotá, 19-XI-2000.