Esmeralda Arboleda: feminista de entraña
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Cuando en días pasados comenzaba la circulación de Nómadas, la excelente revista de la Universidad Central dirigida por María Cristina Laverde, fallecía en Bogotá Esmeralda Arboleda. En dicho número aparece una semblanza suya elaborada por María Cristina, quien la víspera del fallecimiento le había llevado a su lecho de enferma la edición que le rendía honores como una de las mujeres más importantes en la política colombiana de este siglo. Por fortuna, dichos honores no fueron póstumos, ya que el personaje alcanzó a leer el escrito y se mostró emocionada.
Se había marginado de la actividad pública desde diez años atrás, cuando en el gobierno de Virgilio Barco desempeñó el cargo secundario de directora en Cundinamarca del Instituto de Bienestar Familiar, luego de haber sido en sus días de lucha y de gloria miembro de la dirección del Partido Liberal, senadora, ministra de Comunicaciones y embajadora en Austria, Yugoslavia y las Naciones Unidas.
Esta feminista de entraña, como ella mismo se definió, murió ignorada por el país. Ya muy pocos se acordaban de ella. Por eso, resulta tan elocuente el homenaje tributado por Nómadas, que la salvó del olvido y le hizo grata, en medio de penosa enfermedad, su despedida de Colombia. Las mismas mujeres de los tiempos actuales, para quienes ella conquistó en 1954 la igualdad de derechos políticos que antes se les desconocían, ni siquiera la mencionaban.
Esmeralda Arboleda nació en Palmira en 1921 y estudió derecho en el Valle del Cauca, siendo la primera abogada que allí se graduó. Esta disciplina despertó su vocación feminista en este país que no le reconocía a la mujer el derecho al sufragio. Con su ingreso a la vida política, libró, en asocio de Josefina Valencia de Hubach, intensas batallas en la Asamblea Nacional Constituyente por la rehabilitación femenina en los fueros que le se negaban. En resonante sesión que tuvo lugar el 25 de agosto de 1954 se aprobó la ley que otorgó el sufragio para las mujeres. Por aquellos días, la discriminación de los sexos era contundente.
Las banderas que enarbolaba Esmeralda Arboleda, y que se hacían vibrantes con su talento de gran oradora y la vehemencia de su carácter, se volvieron peligrosas para el gobierno del general Rojas Pinilla, lo que determinó, en noviembre de 1955, su destitución como miembro de la ANAC. Vino la protesta de sus seguidores. Al mismo tiempo se desató atroz persecución en contra de ella y de su pequeño y único hijo.
Trasladada de emergencia a Cali, donde residía su señora madre, se le hizo víctima de un intento de secuestro, que ella misma logró frustrar. El jefe de su partido, Alberto Lleras Camargo, le aconsejó que se ausentara del país ya que estaba en peligro su vida. En enero de 1957 viajó a Estados Unidos y allí permaneció hasta octubre del mismo año, ya caída la dictadura. En el año 58 fue la primera mujer en llegar al Senado de la República. Tuvo, además, el privilegio de ser nombrada ministra de Comunicaciones en la administración de Lleras Camargo, siendo la segunda mujer que ostentaba dicha dignidad.
Tal la historia de esta mujer valiente, estudiosa y líder que se incrustó en la historia del país para crear hechos sociales, y que se convirtió en libertadora de la mujer colombiana. Por sus destacadas actuaciones en la vida pública bien merece que se le recuerde con cariño y gratitud.
El Espectador, Bogotá, 25-IV-1997.