Quiebra moral
Por: Gustavo Páez Escobar
Más que a la quiebra física que hoy amenaza a los cafeteros quindianos, hay que temerle a la quiebra moral que ronda por la región. El comandante de la Policía denuncia la invasión de mafiosos que se apoderan de este edén tropical, entregado a ellos por los propios quindianos en forma silenciosa. Helio Martínez Márquez clama por la caída de los valores y se duele por el silencio ciudadano y cómplice que permite esta distorsión de la conciencia colectiva.
El resquebrajamiento moral del Quindío no es de ahora sino que arranca de hace varios años. Todo comenzó con la tristemente célebre Piper Navajo. El señor Ledher, con su tentadora avioneta ejecutiva que ofrecía en regalo al gobernador de entonces, y que por casualidad es el mismo mandatario actual, comenzó a hacerle coqueteos a la sociedad quindiana. De ahí en adelante parte su hábil penetración en el medio. Con el disfraz de benefactor social, líder deportivo y protector de los pobres, se inicia su carrera de corruptor público.
Jóvenes pertenecientes a destacadas familias, halagados por la vida muelle y el poder del dinero, vendieron su conciencia al diablo. Sobre los cielos quindianos comenzaron a verse insólitas apariciones de lujosas avionetas con las que el dueño del capital imponía su trono de la concupiscencia. Después, toda la ciudad le rendía culto al amo de los nuevos tiempos. Jóvenes y viejos veneraban el becerro de oro que todo lo compraba y todo lo pervertía.
Ahora, cuando sigue la invasión con otros protagonistas, es preciso saber que, dislocada la moral colectiva, no es fácil purificar el ambiente. Pero hay que intentarlo. Ante todo, es necesario que sus dirigentes (cívicos, intelectuales, políticos, religiosos) tomen conciencia de la urgencia inaplazable de salvar la región, para ellos mismos y para sus descendientes.
La Crónica del Quindío, Armenia, 15-IV-1994.