De Andalucía a Boyacá
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
“Profundizar en el conocimiento de su aldea es ser hombre universal» dijo Tolstoi. Con esta sentencia, el médico Alfonso Vargas Rubiano se dedicó, desde sus hoy lejanas aulas del Colegio de Boyacá, a indagar sus ancestros andaluces. A lo largo del tiempo fue uniendo, primero con la curiosidad del estudiante y más tarde con la paciencia del investigador, los tramos que lo separaban de su tronco paterno, el conquistador Juan de Torres.
Cuatro siglos debía atravesar hasta situarse en el año 1535, en el hogar de don Juan y su esposa, Leonor Ruiz Herrezuelo, de quienes proviene don Gonzalo Vargas Torres, padre del historiador. El matrimonio español se establece luego en Boyacá y da lugar a una abundante prole que se ha multiplicado hasta llegar a los Vargas Rubiano y a otras familias numerosas. El bisabuelo David Torres Solano fue presidente del Estado Soberano de Boyacá en el siglo XIX. Hoy van 17 generaciones.
El conquistador don Juan de Torres tuvo un hijo mestizo, Diego de Torres, el célebre cacique de Turmequé, uno de los personajes más interesantes de la historia boyacense. En este árbol genealógico se sitúan diversas figuras con notoriedad en la vida de Boyacá y del país, que el médico Vargas Rubiano se encarga de explorar con precisión histórica, para descubrir y concatenar sus propios orígenes.
En este siglo se destaca Calixto Torres Umaña, eminente pediatra y tratadista a quien el presidente López Pumarejo nombra ministro de Educación, cargo que no le es posible aceptar. Torres Umaña ocupa en 1946 la rectoría de la Universidad Nacional, y hoy, en reconocimiento a sus excelsas condiciones científicas, el hospital San Juan de Dios tiene bautizado con su nombre el pabellón infantil.
Hijos de Torres Umaña son Fernando Torres Restrepo, famoso neurólogo graduado en la Universidad de Minnesota, y Camilo Torres Restrepo, el legendario sacerdote guerrillero que escribe, en sólo 37 años de vida, una de las historias más apasionantes de la sociología revolucionaria del país. «Desde pequeño –declara su madre– manifestó su solidaridad con los explotados e inmenso amor con los humildes». Este germen por la justicia lo había recibido de don Juan de Torres, conocido como el «gran defensor de los miserables».
Carlos Arturo Torres Peña, abogado, periodista y poeta, fue ministro del Tesoro y Hacienda en el gobierno de Marroquín, y autor del libro Idola Fori, uno de los ensayos más notables que se han escrito en Colombia sobre filosofía política. En los tiempos actuales son muy conocidas las dotes de los hermanos Vargas Rubiano, dinastía boyacense que le ha prestado grandes servicios al país desde diferentes campos de acción.
El autor del libro reseñado (lujosa publicación ejecutada por otro miembro de la misma estirpe, Carlos Arturo Torres Acevedo, propietario de Litografía Arco) goza de merecido descanso después de haber ejercido posiciones tan brillantes como la de decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, miembro del Consejo Académico, fundador del departamento de Pediatría y presidente de la Sociedad Colombiana de Pediatría.
Gonzalo fue ministro de Educación, magistrado de la Corte Suprema de Justicia y el primer revisor fiscal del Banco Popular. Hernando, destacado arquitecto, es autor de los planos del hotel Sochagota. Helena heredó de su madre no sólo el nombre sino las virtudes de la raza boyacense. Carlos Eduardo ha sido alcalde de Tunja, jefe de relaciones públicas de la Flota Mercante Grancolombiana, gobernador de Boyacá, periodista… y algo inseparable de su personalidad: acordeonista, al más alto nivel, de la imagen de Boyacá.
El Espectador, Bogotá, 5-IV-1993.
Magazín Pro Boyacá, mayo de 1993.
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Misiva:
Tu generoso comentario sobre De Andalucía a Boyacá no solamente compromete mi gratitud sino la de mis hermanos. Muy complacido de que mi estudio de tantos años comience a ser apreciado por cuantos, como tú, queremos a nuestro terruño boyacense y a nuestra Colombia. Alfonso Vargas Rubiano, Bogotá.