Una gran dama quindiana
Por: Gustavo Páez Escobar
Este año se crece el Cordón de los Fundadores al serle asignado a Virginia Uribe de Botero. Acierto indudable. Su nombre simboliza todo lo bueno que tiene Armenia. Entregada toda una vida a las nobles causas de la ciudad, bien en el campo de las obras sociales o bien en el progreso regional, no ha conocido descanso en su apostolado silencioso.
Siempre prefirió la modestia a la ostentación, y por eso su labor discreta ha pasado inadvertida para muchos. Los que la conocemos de cerca sabemos que ha sido una trabajadora admirable en múltiples actividades, y sobre todo en la protección a los más necesitados.
Faltaba que este reconocimiento fuera público, como ahora lo es gracias a la junta encargada de conferir la presea municipal. La distinción se hizo esperar mucho tiempo, pero de todas maneras resulta hoy válida para destacar una vida dedicada al bien público.
Modelo de virtudes hogareñas, sobresale como la matrona ejemplar que levantó a sus ocho hijos dentro de los mejores preceptos morales y cívicos. Con su esposo el médico Alfredo Botero Álvarez, muerto hace varios años, fundó un hogar estructurado por el afecto y convertido en centro del amplio núcleo familiar que se desprende de aquel tronco respetable.
Al crecer las familias, llegan nuevos hogares que se ramifican para continuar prolongando la especie, y no siempre conservan la unidad de la raza. En cambio, el hogar de Virginia ha mantenido el calor de los primeros años. Esto obedece, sin duda, al papel de esposa, de madre y de abuela entrañable que siempre ha ejercido. Su casa es toda una institución en Armenia. En ocasiones el infortunio la ha golpeado con dureza incomprensible, y ella, cual otra viuda del Evangelio, ha sabido superar los reveses y dar ejemplo de fortaleza y dignidad, sin olvidar que la lucha y el sufrimiento ennoblecen a las almas grandes.
Virginia Uribe de Botero se ha ganado el cariño de la ciudad que le testimonia la gratitud y la admiración por su vida colmada de méritos, que es preciso imitar.
La Crónica del Quindío, Armenia, 13-X-1992.