Artefactos
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Villegas Editores, que con admirable consagración defiende el arte y las tradiciones de Colombia, da un nuevo paso, al poco tiempo de originar otros importantes sucesos editoriales, con la salida del precioso libro Artefactos –objetos artesanales de Colombia-, impreso en Japón, y cuya traducción en inglés fue presentada hace poco en Nueva York. La versión inglesa es de Rizzoli Internacional, considerada la mejor editorial del mundo en los temas de arquitectura y artes aplicadas, y es famosa por sus librerías en Estados Unidos y en Europa.
Liliana y Benjamín Villegas, coautores de la obra, captan en ella, con su magia artística, el maravilloso patrimonio artesanal que nos envidian otros países. Y que va a ser admirado mucho más en estas páginas fascinantes que tendrán amplia circulación mundial. La artesanía colombiana, tan notable en nuestro devenir cultural, está pegada a las raíces mismas del pueblo e identifica una tradición histórica que se remonta a tiempos inmemoriales.
Este libro de Villegas Editores, producto de varios años de investigación y de un decantado proceso artístico, recoge más de 500 años en imágenes de numerosos artefactos, desde las épocas prehispánicas hasta nuestros días. Imágenes que se ofrecen con el realismo mágico de la fotografía espectacular, muy de la época nuestra, que deslumbra y conmueve.
Este mundo esplendoroso se explica, como si no fuera suficiente lo visual, con textos de excelente elaboración, sobrios y refinados, de que es autor Enrique Pulecio. Tanto en la parte de la dirección general y del diseño gráfico, como en la fotografía, la impresión editorial, la investigación histórica y la redacción literaria, han tenido que unirse muchos talentos para presentar un acabado perfecto.
El colombiano ha de sentirse orgulloso con este inventario de objetos rituales, herramientas, muebles, joyas, sombreros, vasijas, canastos, hamacas y múltiples artículos elaborados por el ingenio creativo, que van a exhibirse por todo el mundo. La riqueza nacional se convierte en arte, en elemento estético, al mostrar ante propios y extraños el portento de la madera, el barro, los metales, las fibras, el cuero, la piedra y los infinitos componentes con que está armado nuestro patrimonio artesanal.
Todo esto es arte, pero el libro lleva además sentido de patria. Es un canto a la naturaleza y un tributo a la capacidad creadora del colombiano. Aquí se despierta el amor por la tierra y se acentúa el sentimiento hacia la cultura y las tradiciones. Está bien explotar el renglón de las artesanías en los mercados nacionales e internacionales, pero sobre lo material debe destacarse el criterio artístico que perpetúa los ritos y ennoblece el alma de la patria.
El Espectador, Bogotá, 17-VI-1992