El espacio público
Por: Gustavo Páez Escobar
El mandato de César Hoyos Salazar como alcalde de Armenia deja varios resultados positivos: moralización administrativa, saneamiento financiero, ordenamiento municipal.
En este último enunciado, tan extenso como vago, caben muchas definiciones. Cualquier cosa puede entenderse por ordenamiento municipal. Voy a referirme en esta nota a un aspecto que me ha llamado la atención en las noticias que me llegan de Armenia y es el relacionado con la recuperación que hizo la Alcaldía –bajo la eficiente gestión del secretario de Gobierno, Camilo Cano– de zonas invadidas por los vendedores ambulantes.
Uno de los mayores tropiezos que deben afrontar las ciudades en desarrollo, sobre todo cuando llevan un crecimiento vertiginoso como el de Armenia, es el de las invasiones del espacio público. La instalación de comercios callejeros en sectores céntricos, con el natural trastorno para la circulación de personas y vehículos, se convierte por lo general en problema social de difícil solución.
Alrededor de estos conglomerados humanos se mueven muchas necesidades de las clases pobres y por eso no pueden las autoridades ignorar el derecho de la gente a ganarse la vida en forma honrada. Hay que saber conciliar este derecho con la necesidad que tienen las poblaciones de mantener el orden y la estética como motivos de progreso.
La vía pública es un patrimonio de la comunidad y debe mantenerse como factor de bienestar y ornato urbanístico. Las calles airosas, aseadas y dinámicas, son el semblante amable que atrae al turista y enorgullece al morador.
En las calles está reflejada el alma de los pueblos y por consiguiente identifican el grado de cultura o de incivilización que allí se vive. Las calles son espejos sociales. En Armenia ha sabido darse un paso adelante al despejar algunas vías colmadas de tenderetes y mercancías, sin lesionar los intereses de los pequeños y sufridos protagonistas del comercio informal. Primero, como es lo correcto, se les instaló en un sitio dotado de las condiciones básicas, para tratarlos como personas y no como estorbos públicos. Han ganado ellos y ha ganado Armenia.
La Crónica del Quindío, Armenia, 25-V-1992.