Al rescate de la Universidad del Quindío
Por: Gustavo Páez Escobar
Uno de los programas prioritarios de Mario Gómez Ramírez, que anunció al posesionarse de la gobernación del departamento, es el rescate de la Universidad del Quindío. El alto déficit que registra la entidad se ha venido agravando en los últimos años hasta verse hoy afectada por aguda crisis que frena su desarrollo económico y su calidad académica.
No se ha logrado mantener al centro docente protegido contra las ambiciones políticas. A esto obedece el deterioro actual. Todo el mundo sabe en qué forma se ha abusado de los recursos presupuestales para satisfacer afanes burocráticos mediante la creación de cargos innecesarios y la designación de personas incompetentes. A lo anterior se suman los alegres despilfarros.
Cuando los fondos de la educación se malgastan, son los estudiantes, y por consiguiente la sociedad, los mayores perjudicados. La labor del rector actual, Henry Valencia, debe guiarse por una seria política de control del gasto y elevación del nivel académico. El paso siguiente es conseguir fondos amplios para impulsar la entidad hacia superiores metas de progreso.
Fui testigo, durante mi estadía en Armenia, de sucesivas crisis en el manejo de la Universidad. En una de esas emergencias la salvó Fabio Arias Vélez mediante una dinámica y prudente gestión. En su segunda rectoría –y a ella me refiero– halló el organismo asfixiado por las deudas y nadando en el caos.
La labor de recuperación fue lenta, pero firme, hasta lograrse superar los descalabros y fortalecer las finanzas en bancarrota. Fabio Arias Vélez fue gran rector de la Universidad del Quindío. La clave de su éxito se explica en el sentido gerencial con que desempeñó su cargo. Otro de los rectores, por el contrario, se dedicó a crear burocracia y derrochar el presupuesto.
Hoy el déficit financiero atenta, en materia grave, contra el Alma Máter de los quindianos. Este es el resultado de muchas improvisaciones. Es preciso, por lo tanto, buscar fórmulas sabias para restituir la estabilidad que se dejó perder.
La Crónica del Quindío, Armenia, 24-II-1992.