Inicio > Boyacá > Sabor de dátil

Sabor de dátil

viernes, 11 de noviembre de 2011

Salpicón

Por Gustavo Páez Escobar

En mi anterior visita a la patria chica, hace 14 meses, encontré un notorio abandono del pueblo, situación que me impulsó a escribir la nota Soatá en  decadencia. En aquella ocasión me llegó un expresivo mensaje firmado por varios ha­bitantes de la población, donde manifestaban su solidaridad por el sentido constructivo de esa crítica, como acicate para buscar el progreso que se había dejado perder.

Regreso ahora a los lares nativos y me encuentro con una sorprendente transformación. En Soatá han cambiado muchas cosas. El pueblo parece que hubiera sido retocado como las quinceañeras primorosas. Las residencias han sido embellecidas, y el cuidado de calles y parques es evidente. Autoridades y vecinos comprenden la importancia de imprimir en el ambiente ese algo de magia que atrae al turista y hace placente­ra su estadía.

A las autoridades les corresponde motivar el ánimo ciudadano para levantar la moral pública. No puede existir buena disposición de los vecinos si se carece de eficientes servicios pú­blicos, de calles pavimentadas y aseadas, de parques reverdeci­dos.

Mi nota de hace 14 meses concluía así: «Lo escuchamos, se­ñor alcalde». Luis Argelio Sepúlveda Archila, el alcalde pró­ximo a finalizar su mandato con el aplauso de la ciudadanía, me dice que su respuesta está a la vista. Y agrega que su mayor preocupación fue rescatar la par­te estética del pueblo. Todo un programa de gobierno. Como el municipio queda sin deudas, ya que la obra del alcantarillado (aco­metida por Camilo Villarreal Már­quez, el alcalde anterior) se llevó a cabo con fondos propios, están abiertas las puertas de Findeter para nuevos programas.

La cultura también está de plácemes. Nacho Báez, in­quieto promotor de la vida mu­nicipal, organizó con excelente gusto el Museo de Artes, Cos­tumbres y Tradiciones del Norte de Boyacá. En él se coleccionan elementos antiguos que llaman la atención por su novedad y por el toque artístico con que han sido restaurados. A la casa de cultura que lleva el nombre de la poetisa Laura Vic­toria se trasladaron numerosos tomos con las escrituras nota­riales que en el siglo pasado de­terminaron la compra de tierras y marcaron otros hechos impor­tantes de la localidad.

Me entero, además, de la labor de publicaciones que cumple la Alcaldía desde tiempo atrás. El último libro es del poeta Enrique Ordóñez Sampayo, oriundo de Majagual y residente hace varios años en Soatá, obra que lleva el nombre de Lluvia sobre silencios. El poeta, que se ha compenetrado de la idiosincrasia lugareña, le canta a las costum­bres, la tierra, las cuitas y ale­grías del amor, con hondo senti­miento. Soatá ha dado un paso adelante: en progreso local, en espíritu cívico, en cultura, en poesía de la palabra y de la natu­raleza. Mi pueblo vuelve a tener sabor de dátil.

El Espectador, Bogotá, 1-II-1992.

Categories: Boyacá Tags:
Comentarios cerrados.