Asociación Defensora de Animales
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Desde hace 27 años funciona en Bogotá —hoy bajo la presidencia de la señora Cecilia Delgado— la Asociación Defensora de Animales y del Ambiente (ADA), entidad de carácter humanitario que combate la crueldad contra los animales y protege la naturaleza. Este organismo silencioso cumple extraordinaria labor social, ignorada por el común de la gente. Más aún: la ignora el propio Gobierno. Sin contar con auxilios oficiales, es colosal la labor que la entidad debe desplegar para conseguir los recursos económicos que le permitan subsistir.
Se sostiene, siempre en déficit, con las entradas provenientes de los servicios que presta —a costo mínimo— por atención profesional a los animales y por suministro de drogas. Como no hay ánimo de lucro —y si lo hubiera estaría desdibujada la misión—, los directivos cumplen verdadero apostolado en beneficio, primero que todo, de los animales y del medio ambiente; y luego de toda la comunidad, a la que sirven a través de la clínica, la droguería y los médicos veterinarios localizados en la carrera 19 con calle 30.
Algunas entidades y personas se acuerdan, de vez en cuando, de apoyar esta obra benéfica. Hace un par de años el doctor Hernán Cifuentes, presidente de Aprovet, aportó una remesa de droga veterinaria, con lo que se obtuvo una ayuda significativa. También se recibieron un computador para tecnificar los sistemas administrativos, una nevera para conservar los alimentos de los animales, y otros objetos útiles. Me comentaba la presidenta de la Asociación que el propósito es comprar sede propia en sitio mejor ubicado. ¿Y de dónde saldrá el dinero? Doña Cecilia Delgado, que es mujer de armas tomar, gestiona con el gremio de los pintores la donación de algunas obras de arte para organizar con ellas una subasta pública. Varios artistas ya han respondido en forma positiva.
Una de las tareas permanentes de ADA es la de recoger y auxiliar a los perros desprotegidos en las calles capitalinas. Existe este dato asombroso: en Bogotá hay 600.000 perros errantes y sin hogar. El año pasado fueron atendidos —llevados por el público o transportados por la ambulancia de la entidad— cerca de 15.000 animales, a los que se dispensaron servicios de consulta, control, vacunación, operaciones quirúrgicas y albergue en la entidad.
La principal preocupación de ADA es la de aminorar el dolor de los animales, causado entre otros factores por el hambre, la fatiga, las enfermedades, el maltrato, la explotación o el abandono. Por eso, al saberse allí que un animal ha sufrido un accidente o es torturado en la vía pública, es trasladado al centro de atención, donde recibe mejor trato —porque es trato humano— que el afiliado del Seguro Social.
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La Asociación adelanta intensas campañas para humanizar la relación del hombre con los nobles brutos, e interviene ante las autoridades para la expedición de normas que dignifiquen la vida animal. Así se eleva la moral del comportamiento humano. El hombre, que es cruel por naturaleza, debe aprender a respetar la vida y el dolor ajenos.
Este es postulado básico de ADA. Producto de la dura lucha de este organismo silencioso es la ley 84 de 1989 que adoptó el Estatuto Nacional de Protección de los Animales. Es importante que se conozcan estas realizaciones tan positivas para el bienestar social. Y sobre todo que se brinde a la entidad citada —la única de su género que existe en Bogotá— el apoyo que necesita. Ojalá la Alcaldía escuche este mensaje.
El Espectador, Bogotá, 2-X-1991